Reflexiones

La decisión de obtener nuestra libertad en Cristo

“Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande. (Hechos 8:9)”

Este personaje del cual nos hace mención la Palabra de Dios pensaba que podría adquirir el poder que se presentaba en los apóstoles con dinero, pero no logró entender, que este poder que se manifestaba en los seguidores de Jesús era a través del Espíritu Santo.

Para que nos quede aún más claro esta narración bíblica, veamos por qué este hombre llamado Simón quiso obtener este poder que venía de lo alto.

“Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.  Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quién yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo.  Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.  No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios.   Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. (Hechos 8:17-23)”

Muchas personas hoy en día viven esclavas en medio de sus vicios, adulterios, fornicación, pornografía y pecados, pero para muchas personas su verdadera esclavitud es: ¡¡EL RENCOR Y LA AMARGURA!!

Lamentablemente en los tiempos en los cuales vivimos, muchos cristianos caemos en la misma condición de Simón, que esta historia bíblica nos narra y pensamos que las manifestaciones del Espíritu Santo de Dios, las podemos obtener a través del dinero o por las cosas materiales que podemos ofrecer a la obra de Dios y que con estas acciones vamos a obtener el favor de Dios o que solo por nuestras grandes ofrendas o por el servicio que entregamos en nuestras iglesias, o por las actividades que hacemos vamos a ganar Sus beneficios.

Este personaje llamado Simón tenía un grave problema en su corazón, pues no era recto para con Dios, y en su corazón había hiel de amargura y estaba amarrado en las prisiones de la maldad. Si describimos a la hiel, podemos decir que es un líquido segregado por el hígado de gusto amargo, pero también simboliza la amargura y el resentimiento de una persona alejada de Dios, lo que siempre desencadenará en un sentimiento de inmensa congoja y pena de corazón.

Nuestro Dios quiere hacernos libres del rencor y de la amargura que en muchas ocasiones albergamos en nuestros corazones, porque un corazón lleno de amargura y rencor es un corazón triste.

Nuestro Dios en Su Palabra nos describe perfectamente el corazón de muchos cristianos que estamos, al igual que Simón, en una cárcel de rencor, amargura y secos en nuestro interior.

“El corazón alegre constituye buen remedio; Mas el espíritu triste seca los huesos.  (Proverbios 17:22)”

🔹️Solamente uno mismo sabe y conoce la amargura que está albergada en nuestro interior:

“El corazón conoce la amargura de su alma; Y extraño no se entremeterá en su alegría.  (Proverbios 14:10)”

🔸️Nuestras vidas en ocasiones se llenan de rencillas y amarguras:

“Los sabios guardan la sabiduría; Mas la boca del necio es calamidad cercana. (Proverbios 10:14)”

🔹️Nuestras bocas no pueden alabar libremente a Dios, sino lo único que hacen, es quejarse:

“Está mi alma hastiada de mi vida; Daré libre curso a mi queja, Hablaré con amargura de mi alma. (Job 10:1)”

🔸️Con nuestras malas actitudes nos herimos a nosotros mismos y contaminamos a las personas que nos aman:

“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que, brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados. (Hebreos 12:15)”

Tenemos que comprender que nuestro Dios nos dio vida a cada uno de nosotros, que estábamos muertos en nuestros pecados, por medio de Su gran perdón.

“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Él, perdonándoos todos los pecados. (Colosenses 2:13)”

Pero la única forma de poder disfrutar de la vida que Cristo nos ha dado, una vida de gozo, de paz, de amor, es que nosotros hagamos lo mismo que nuestro Señor Jesucristo hizo por nosotros.

“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. (Efesios 4:32)”

Para ser libres, cada uno de nosotros tenemos que tomar una gran decisión y para eso encontraremos dos puertas de las cuales deberemos elegir la correcta; la primera la llamaremos:

  1.  La puerta de la muerte

Cuando decidimos entrar por esta puerta, estamos eligiendo seguir con nuestra antigua forma de vivir sin Cristo, odiando, llenos de resentimiento y guardando amarguras en nuestros corazones.

  • La puerta de la vida

Esta puerta de la vida es la que nos hace reconciliarnos con nuestro Dios a través del perdón que Él nos ofrece.

“Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal. (Deuteronomio 30:15)”

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“Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte. (Jeremías 21:8)”

Esta puerta de la vida por la cual todos debemos procurar entrar es la puerta que nos llevará a la eternidad junto a nuestro amado Señor Jesucristo.

“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. (Juan 10:9)”

𝑸𝒖𝒆 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 𝑫𝒊𝒐𝒔 𝒂𝒏̃𝒂𝒅𝒂 𝒃𝒆𝒏𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒂 𝒆𝒔𝒕𝒂́ 𝒓𝒆𝒇𝒍𝒆𝒙𝒊𝒐́𝒏

Que Dios te cuide y bendiga rica y abundantemente, junto a tus seres queridos y anúnciale al mundo que nuestro Señor Jesucristo vive y espera con Sus manos amorosas por el que quiera conocerle.


FRANKLIN MIRABAL, es miembro líder de la iglesia Asamblea de Dios Central de la ciudad de Higuey, en República Dominicana

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