DiscipuladoLiderazgoVida Cristiana

3 cualidades distintivas de un líder que hace discípulos

Pautas bíblicas para un formador de discípulos

Por Armando Chiquitó

La demanda de Jesús antes de su partida fue categórica, hacer discípulos. Conversos que reflejen su persona y obra. Sus discípulos se entregaron a tan ardua tarea, y sacrificaron su tiempo, sus esfuerzos y su vida misma. La expresión del apóstol Pablo señala qué tan entregado estaba a tan noble causa: 

    “Queridos hijos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes” (Gál. 4:19). 

Pablo tenía como meta “formar”, del griego morfóo (naturaleza o forma), a Cristo en cada creyente. Tarea nada ligera, que lo compara con los dolores de parto de una madre. John MacArthur señala que el verbo “hacer discípulos”, matheteuo, es más que la simple acumulación de convertidos. Implica enseñar a un aprendiz, y vivir con ellos en medio de sus luchas y asuntos diarios de la vida, para implantar un patrón de vida que refleje un crecimiento en su fe y amor por el Señor. El anhelo de Pablo era ver reflejado a Cristo en la vida de sus discípulos. 

 Si el siervo de Dios no pretende simplemente la acumulación de “cristianos superficiales”, sino el cumplimiento del discipulado que Cristo demandó, debe considerar las siguientes implicaciones: 

1. Amor sacrificial 

 El amor es el punto de partida del discipulado, porque el amor es el vínculo perfecto que une a las personas. El amor que viene de Dios es sacrificial y absoluto, porque busca el bienestar del otro por encima del suyo propio; y se manifiesta por medio de la buena voluntad, la benevolencia, y el compromiso (1 Cor. 13). Sacrifica tiempo, esfuerzo, recursos, etc. 

Jesús es la máxima expresión de amor. Él tomó la vida de hombres con carácter impulsivo, ambiciosos, enojadizos, escépticos, despreciados, desconocidos, etc., y lidió con cada uno de ellos con paciencia, generosidad, alegría, y perdón, hasta transformar sus vidas. Los amó sacrificialmente hasta el fin (Jn. 13:1) mostrándolo en la cruz. Solo Él puede reproducir esa clase de amor en sus discípulos. 

Pablo amó tanto a los discípulos que su ministerio entero evidenció su generosidad hacia ellos. A diferencia de los malos pastores de Israel, que se aprovechaban de las ovejas, Pablo gastó, no solo lo suyo, sino a sí mismo (2 Cor. 12:15). 

2. Enseñanza 

Un discípulo es un madsetés, un aprendiz, un alumno. El discipulado implica enseñar a alguien. Pero no se trata meramente de transferir información; sino enseñar todo el consejo de la Palabra de Dios (Hch. 20:27), con el fin de implantar un patrón de vida. Esa enseñanza debe darse por medio de una relación íntima. Caminar al lado del discípulo para enseñarle a guardar todo lo que Jesús ha mandado (Mt. 28:20) en asuntos de la vida diaria y el reino de Dios. 

Los alumnos por naturaleza carecen de ciertos conocimientos, y tienen de sobra defectos, por lo que es necesario un mentor que los guíe, y reproduzca su patrón de vida en ellos, como lo hizo Jesús con sus doce discípulos, Pablo con Timoteo, etc. (Mt. 11:291 Cor. 4:1711:1). 

3. Amonestación 

 El verbo amonestar, noudsesía, implica advertir, llamar la atención y reprender gentilmente. No se conforma solo con transmitir información. La amonestación es inherente al discipulado, y complemento de la enseñanza, ya que no consciente ni tolera el pecado, sino que lo confronta en amor, para que el discípulo sea conformado a la imagen de Cristo. 

Eso es justamente lo que Pablo hizo con los corintios y los gálatas (1 Cor. 4:14; Gál. 4:20), por no decir con todos. Después de su labor de enseñanza, los discípulos insistían en su pecaminosidad, por lo que Pablo se vio obligado a reprenderles. La intención de Pablo no era avergonzarlos, sino de prevenirles de las consecuencias de sus actos. 

Por amor a las almas, el discipulado consuela, alienta, conforta; pero también confronta y corrige, aunque eso provoque rechazo y enemistad (Gál. 4:16). Pablo luchó para ver formado a Cristo en la vida de los creyentes, sin embargo, el pago que recibió fue maltrato y rechazo (Gál. 6:17). 

Los verdaderos discípulos soportarán y aprobarán la prueba de la corrección (Heb. 12:3-7), y eso les permitirá reflejar, cada vez más, a Cristo en sus vidas. 

Conclusiones 

Cuando los líderes no comprenden el verdadero significado del discipulado, creerán que están cumpliendo la voluntad de Dios al acumular miembros, y relegarían el discipulado a formas antibíblicas de actividades y programas solo para atraer gente. El resultado será una falta de crecimiento espiritual de sus miembros. 

El discipulado tiene que ver con la dedicación a alguien, hasta ver a Cristo reflejado en su vida. Aunque el discipulado sea una tarea ardua, y poco alentador aquí en este mundo, cumplirlo es un acto de obediencia (Mt. 28:19-20), y el más alto honor que un verdadero discípulo haría por su maestro Jesucristo. 

Si Pablo “sufrió dolores de parto hasta ver formado a Cristo en sus discípulos”, ¿qué le espera a aquel que se sumerja en esta noble pero demandante tarea? 

Cristo demandará a cada discípulo de acuerdo a la misión encomendada, y al cumplirlo, será su máximo gozo escuchar aquellas palabras en el reino de Dios: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mt. 25:21 RVR1960). 

Quiera Dios llenar todos los rincones de la tierra con discípulos suyos, a través de hombres fieles y comprometidos.


Acerca del Autor

0.00 avg. rating (0% score) - 0 votes
Mostrar Más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Back to top button