Vida Cristiana

Cómo batallar con la tentación

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Cuando te convertiste en cristiano, te alejaste del pecado, pero el impulso a pecar permanece en ti, por lo que ser cristiano es participar en una batalla de por vida contra el pecado y contra la tentación.

Mi objetivo en esta sesión es animarte en esta batalla. Por la gracia de Dios, esta es una batalla en la que puedes prevalecer, pero tienes que saber cómo luchar.

Ahora, quiero comenzar citando nueve versículos de las Escrituras que tienen una cosa en común. Todos enseñan que debemos participar activamente en nuestra batalla contra el pecado. Mira en cada uno de estos versículos quien debe actuar:

Marcos 14:38 – “Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”.

Romanos 8:13 – “Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán”.

Efesios 4:25 – “Por tanto, dejando a un lado la falsedad, hablen verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros”.

Efesios 6:11 – “Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo”.

Colosenses 3:5 – “Por tanto, consideren los miembros de su cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría”.

Colosenses 3:8 – “Pero ahora desechen también todo esto: ira, enojo, malicia, insultos, lenguaje ofensivo de su boca”.

1 Timoteo 6:12 – “Pelea la buena batalla de la fe. Echa mano de la vida eterna a la cual fuiste llamado, y de la que hiciste buena profesión en presencia de muchos testigos”. 

¿Ves quién debe luchar y quién debe resistir? Nosotros.

2 Timoteo 2:22 – “Huye, pues, de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor con un corazón puro”.

1 Pedro 2:11 – “Amados les ruego… que se abstengan de las pasiones carnales que combaten contra el alma”.

Ahora ves que el lenguaje del Nuevo Testamento es proactivo cuando se trata de tu batalla contra el pecado y la tentación. Dios te llama a ti a «velar» y «orar», luchar contra el pecado y huir de la tentación.

Así que cuando venga tu lucha contra el pecado no digas, “Déjalo ir y confía en Dios”. ¡Confía en Dios y haz tu parte! Porque Dios te ha dado poder. Su Espíritu Santo vive dentro de ti. ¡Dios te ha puesto en condiciones de luchar contra las tentaciones a las que te enfrentas! El Espíritu Santo obra en ti y contigo, pero nunca sin ti.

Ahora, ¿cómo vas a luchar contra el pecado y resistir la tentación en tu vida? Quiero darte una estrategia muy simple: Conocerlo. Acecharlo. Matarlo

Una estrategia para combatir al pecado

1. Conocerlo

a. Identifica tus principales batallas. 

Santiago dice, “Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión” (Santiago 1:14).

Verás, las tentaciones que enfrentamos están ligadas a nuestra propia carne. Eso significa que las batallas distintivas que enfrentas, tienen, hasta cierto punto, sus raíces en tu temperamento. Todos los cristianos somos tentados, pero no somos tentados de la misma manera.

Así que conocerse a uno mismo es de gran importancia para vivir la vida cristiana. Piensa en esto, David era una persona impulsiva y su tentación con Betsabé reflejó su impulsividad. Jonás era muy diferente, él era una persona introvertida y la tentación de enojarse tanto fuera de Nínive reflejaba su introversión. Ezequías por el contrario era un extrovertido. Le gustaba causar una buena impresión y su tentación de mostrar sus riquezas a un rey, bueno, eso sin duda salió de su temperamento extrovertido. 

Ahora, piensa en esto, una persona meticulosa puede ser tentada a guardar rencor y a no perdonar. Una persona que es cautelosa puede verse tentada a vivir por miedo en lugar de fe. 

Por eso conviértete en un estudiante de tu propio corazón. Conoce las tentaciones especiales que acechan dentro del marco de tu propio temperamento. ¿Eres el tipo de persona que podría verse tentada a controlar, o a retraerse? ¿O eres el tipo de persona que está tentada a resentirse o rebelarse? Pídele a Dios que te ayude a ver a lo que te estás enfrentando.

Salmos 139:23-24 nos da palabras: 

“Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno”. 

b. Toma en cuenta tus momentos más vulnerables.

  1. Cuando estás cansado.

Los discípulos estaban cansados en el Huerto de Getsemaní, estaban agotados desde que llegaron a Jerusalén y eso después de su caminata de más de 100 kilómetros desde Galilea.

Yo no sé tú, pero cuando estoy cansado, no veo las cosas con claridad. Soy menos cuidadoso con lo que digo. Soy menos paciente, más irritable y más fácil de provocar. Cuando estoy cansado, soy más vulnerable a la tentación. Así que cuando estés cansado, ¡observa y ora!

  1. Cuando un amigo ha fallado.

“Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. (Gálatas 6:1)

Nunca subestimes los efectos en tu vida de las decisiones tomadas por tus amigos cercanos. Los discípulos de Jesús fueron tentados después de que Judas salió de la Última Cena.

Si tienes un amigo que ha abandonado la fe, ¡es mejor que te cuides! Este es un tiempo vulnerable para ti. Si tienes un amigo que se involucra en algún engaño, lo que él o ella hizo, te viene a la mente. Y te hace más vulnerable a la misma tentación. 

¿Alguien que conoces ha caído en pecado? Velad y orad, para que lo que otro haya hecho no llegue a ser una razón para tú también tropieces.

c. Estudia tus experiencias pasadas.

Reflexionar sobre los fracasos del pasado es una excelente manera de evitar que se repitan. Estudia los momentos en los que has fracasado en el pasado. ¿Cuándo pasó eso? ¿Qué podrías haber hecho que pudo haber llevado a un resultado diferente?

La defensa de un equipo de fútbol americano verá repeticiones de un touchdown que concedió. Lo observan una y otra vez detalladamente. Analizarán cómo se pudo haber detenido la jugada, porque quieren hacerlo mejor la próxima vez. Aprende de tus derrotas, para que la próxima vez prevalezcas.

Escucha cómo John Owen describe esto:

“Así es como tratan los hombres a sus enemigos. Investigan sus planes, reflexionan sobre sus objetivos y consideran cómo y por qué medios los han prevalecido en el pasado. Solo entonces podrán derrotarlos”.

Así que aquí es donde debes comenzar: Saber contra qué estás luchando. Ahora, en nuestra última sesión vimos cómo puedes usar tu lectura diaria de la Biblia para identificar pecados ocultos que pueden estar acechando en tu vida. También es posible que un amigo de confianza pueda ayudarte.

Nunca olvidaré la primera vez que me armé de valor para pedirle a mi esposa que me ayudara con esto. Estábamos de viaje en nuestra camioneta y le dije: “Tengo algo que preguntarte y quiero que me ayudes. ¿Puedes identificar un pecado contra el que crees que debería luchar con más fuerza en mi vida?” Lo pensó por un momento y luego muy dulcemente me dijo: “¿Puedo decirte dos?” Lo que ella identificó fue realmente útil para mí. No puedes pelear una batalla a menos que sepas contra qué estás luchando.

El apóstol Pablo describe esto usando la analogía del boxeo:

 “Y todo el que compite en los juegos se abstiene de todo… de esta manera peleo, no como dando golpes al aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado”. (1 Corintios 9:25–27)

¿Ves lo que dice? No quiero ponerme en una posición en la que quede descalificado para el ministerio. Y sé que estoy en una lucha contra el pecado y la tentación, por eso no peleo como quien golpea el aire. Verás un hombre golpeando el aire se agota sin siquiera dar un puñetazo y cuando eso suceda, será eliminado por su oponente.

En el boxeo, debes acertar tus golpes y eso significa que debes tener a tu oponente claramente a la vista. Tienes que acercarte a él. Tienes que saber apuntarle y debilitarlo con muchos golpes. Así es como debes pensar en tu lucha contra el pecado. 

Entonces, ¿cuáles son dos pecados contra los que necesitas luchar con más fuerza en tu vida en este momento? Cuando sepas a qué te enfrentas, entonces podrás participar en la batalla.

2. Acéchalo.

Ahora, acechar el pecado es la forma en que pasas de conocer tu pecado a poder matar el pecado que acecha en tu vida. Acechar significa llegar a una posición en la que puedas ver el movimiento del pecado en tu vida para que así tomes medidas contra él. No subestimes la importancia de esto. Si te has dado cuenta de un área particular de pecado en tu vida y no avanzas en ella, entonces ten por seguro que crecerá. 

La trayectoria del pecado

Una forma de fortalecer tu resistencia al pecado es mirar hacia dónde te llevará. 

 “Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte”. (Santiago 1:14–15)

Ahora puedes ver que todo pecado tiene un ciclo de vida. Primero es concebido, luego nace, luego crece y da a luz la muerte. Así que cuando te enfrentes a una tentación particular, pregúntate a ti mismo: “¿Qué fruto daría esto en mi vida si lo permitiera crecer?”

John Owen dijo: “Pregúntale a la envidia a qué apunta. El asesinato y la destrucción son su conclusión natural. Ponte en contra de él como si ya te hubiera rodeado de maldad”. Escucha lo que dice, la envidia podría parecer como: “es algo pequeño, está bien tener un poco de envidia en tu corazón o en tu mente.” 

Pero Owen dice: “Pregúntale a qué apunta”. Observa su trayectoria. Pregúntale a la envidia a qué está apuntando.  

Si sigues a la envidia hasta el final del camino, su conclusión natural es que tratarás de eliminar a la persona a quien le tienes envidia. Muerte y destrucción son sus conclusiones naturales. Así que tienes que luchar contra esos pequeños pensamientos de envidia, para no llegar a la interminable, horrible y lógica conclusión.     

Ahora, en un sentido similar, Owen dice: 

“Cada pensamiento o mirada impura sería adulterio si pudiera. Todo deseo codicioso sería opresión y todo pensamiento incrédulo sería ateísmo”. 

Si tienes un pequeño pensamiento de incredulidad en tu mente o tu corazón, y lo sigues a lo largo del camino, te llevará a convertirte en ateo, dejarás de creer en Dios. Owen sigue diciendo: “La expresión del pecado es modesta al principio, pero, una vez que se ha afianzado, continúa ganando terreno y avanza hacia mayores alturas”.

Así que tienes que saber a qué te enfrentas. Conócelo. Tienes que ver cómo opera en tu vida, a dónde trata de llevarte, a dónde se dirige. Acéchalo. Y aquí está la tercera parte de la estrategia:

3. Mátalo.

John Owen dice: “Siempre mata al pecado o él terminará matándote a ti”. 

Eso está en Romanos 8:13: “Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán”.

Tres características de este texto tan importante:

a. El pecado muere lentamente. 

Dar muerte al pecado es un proceso, no un evento. Y el proceso implica debilitar el poder de un pecado o tentación particular en tu vida.

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente”. (Tito 2:11-12)

La gracia de Dios nos entrena para negar “la impiedad y los deseos mundanos”. Cada vez que dices “no” a la carne debilitas su poder. Y esto es un proceso que sucede con el tiempo. El pecado muere lentamente.  

Ese es el punto de lo que Pablo dice en Gálatas 5:24: “Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Al leer ese texto, piensas: “hicimos eso y ahora está todo hecho.” Pero nota la palabra “crucificado”. ¿La crucifixión es una muerte rápida o una muerte lenta? Por supuesto, la crucifixión es una dolorosa y lenta muerte. Entonces, cuando Pablo dice que hemos crucificado la carne, quiere decir que está muriendo, no que está muerta.

La carne se va debilitando poco a poco. Y cada vez que dices “no” a una tentación en particular, debilitas su poder en tu vida. Y, por supuesto, lo contrario también es cierto. Cada vez que dices “sí” a una tentación particular aumentas su poder en tu vida. Por lo tanto, debes de participar activamente en esta batalla.

b. La batalla continúa.

El impulso a pecar permanecerá activo en tu carne durante toda tu vida cristiana. Estamos hablando de una batalla de por vida. De seguro las tentaciones particulares contra las que estás luchando probablemente cambiarán con el tiempo, pero la batalla continúa durante toda tu vida en este mundo.

Nuestra batalla contra el pecado restante es como arrancar la mala hierba de un jardín. Cuanto más los atraes, más los sometes, pero tienes que seguir así. Si te rindes, bueno las malas hierbas pronto volverán.

John Owen dijo: 

“El pecado, no morirá a menos que sea gradual y constantemente debilitado. Perdónalo y sanará sus heridas, y recobrará sus fuerzas…

“Que nadie piense en matar el pecado con pocos, fáciles y suaves golpes. El que una vez ha golpeado a una serpiente, si no continúa golpeándola hasta morir, puede arrepentirse de haber iniciado la pelea. Y lo mismo ocurre con aquel que se propone combatir el pecado y no lo persigue constantemente hasta la muerte”.

Vaya. Me encanta la forma en que lo describe. ¿Puedes imaginar a alguien golpeando a una serpiente con una vara? Lo único que harás es que la serpiente se enoje y regrese a atacarte.

No, no, no. No derrotarás al pecado con unos fáciles y suaves golpes. Tendrás que perseguirlo, apresarlo después de eso y asegurarte de haberlo matado.

Aquí hay una distinción muy importante. Hemos visto en esta sesión que el impulso a pecar permanece en ti, pero aquí hay algo importante que destacar de la Biblia. Aunque el impulso a pecar permanece en ti, su poder ya no reina más sobre ti.

Pablo dice: “El pecado no tendrá dominio sobre ustedes…” (Romanos 6:14). Y por eso dice: “Por tanto, no reine el pecado en su cuerpo mortal para que ustedes no obedezcan a sus lujurias” (Romanos 6:12). ¿Ves lo que dice? El pecado no gobierna, ¡así que no dejes que gobierne! Cuando estás en Cristo, el pecado ya no es más tu amo. El impulso a pecar permanece en ti, pero ya no reina sobre ti.

El Dr. Jim Packer dice que el pecado ha sido “destronado pero no destruido”. Me gusta verlo de esta manera: El pecado siempre será tu enemigo, pero ya no es más tu amo.

Y Dios te ha equipado para dar una buena pelea. Gana algunas batallas en tu guerra contra la carne. No digo “ganar la batalla”, porque esta no es una batalla que peleas una vez y luego termina, no, el pecado muere lentamente y la batalla continúa, pero aquí están las buenas noticias:

c. El progreso es posible.

Mientras avanzas en esta guerra, crecerás. Vas a prevalecer sobre el pecado y la tentación que en el pasado te había derrotado. Piensa en la batalla contra el pecado en tu vida como una guerra en la cual tienes que tomar una posición. Cada vez que le dices “sí” a un pecado, éste aumenta su poder sobre tu vida; y cada vez que dices “no” a un pecado, debilitas su poder sobre tu vida.

Ahora, me gusta usar la analogía del fútbol americano, el juego se trata de avanzar con el balón. Piensa en cómo se desarrolla ese juego. Incluso cuando estés ganando yardas en la ofensiva, no puedes descansar, porque cuando lo estás haciendo muy bien, el pecado puede robarte el balón y anotar un touchdown, antes de que te des cuenta.

Y ahora piensa en esto, en el momento en que lo estás haciendo bien, es cuando más atención debes ponerle a la defensa.

Ahora, piensa en tu ministerio. Te has esforzado en realizar tu servicio, tal vez guiaste a alguien a Cristo, el Señor está bendiciendo tu ministerio, pero, ¡ten cuidado!

Cuando tu ministerio está avanzando, el pecado seguro volverá por ti.

Y también recuerda esto, aún cuando el pecado ha penetrado tu defensa y anotado un touchdown en tu contra, no debes rendirte. Cuando fallas, ese es el momento de comenzar una nueva batalla contra el pecado en tu vida.

Así que si has estado desanimado por la derrota, si has estado abrumado por la tentación, hoy quiero alentarte con las palabras de Miqueas 7:8: 

“No te alegres de mí, enemiga mía. Aunque caiga, me levantaré, aunque more en tinieblas, el Señor es mi luz”.

Si estás desanimado por el ir y venir de las batallas por pecados y tentaciones particulares, déjame darte aliento con estas palabras dichas por el pastor J.C. Ryle:

“Un verdadero cristiano es aquel que no sólo tiene paz de conciencia, sino también guerra interior. Puede ser conocido tanto por su guerra como por su paz”.

Escucha lo que dice, el hecho de que estás en una batalla es un signo de que eres un verdadero creyente. La marca de un verdadero creyente, no solo son los momentos de paz, también son los momentos cuando peleas la batalla contra el pecado.

En tu batalla contra el pecado y la tentación, así es como avanzarás: Conócelo, Acéchalo y Mátalo.


Colin Smith

Fundador y Pastor de Enseñanza

Colin Smith es el pastor principal en The Orchard Evangelical Free Church, en los suburbios del noroeste de Chicago, Estados Unidos. Es autor de varios libros, entre ellos El Cielo, cómo llegué aquí: La historia del ladrón en la cruz y la familia de recursos titulada Abre la Biblia – la Historia. Colin es el Fundador y Pastor de Enseñanza de Abre la Biblia.


Acerca del Autor

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