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Lectura de Hoy

03-07-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Josué 5

Tres elementos resaltan en Josué 5.

(1) Aquí, se circuncida a todos los varones nacidos durante los años en los que vagaron por el desierto. Según y cómo, esto es bastante sorprendente: ¿Por qué no lo hicieron cuando nacieron los niños? En muchas ocasiones la multitud se quedaba en un lugar por largo periodo de tiempo y sin duda, desarrollaban vida de comunidad. ¿Qué les impidió que obedecieran este claro mandato del pacto?

Ha habido muchas teorías, pero carecemos de una definitiva. Más importante aún en este contexto es el hecho de que el rito se hace ahora a todos por igual. Por ende, surge como un punto de inflexión, una afirmación simbólica comunitaria del pacto en el momento en que el pueblo está a punto de entrar a la Tierra Prometida. Egipto ya quedó atrás; el descanso asegurado les espera. “Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto” (5:9).

(2) El maná cesó (5:10-12). De ahora en adelante, el pueblo se alimentará de “los frutos de la tierra de Canaán”. Esto también fue una señal dramática de que se habían acabado los días errantes y que el cumplimiento de la promesa de una nueva tierra comenzaba a revelarse ante ellos. El cambio les debió haber provocado tanto miedo como emoción, especialmente a toda una generación que nunca había conocido la vida sin la seguridad del maná.

(3) En los primeros capítulos de este libro, Josué experimenta una serie de hechos que lo destacan, tanto en su propia mente como en la del pueblo, como el sucesor legítimo de Moisés. Este capítulo termina con una de estas señales. Sin duda, la más dramática antes de este capítulo fue cuando cruzaron el río Jordán, una especie de recreación milagrosa del momento en el que pasaron el Mar Rojo (Josué 3-4). Aparte de ser una manera eficiente de mover a las multitudes a través del río, la dimensión personal está explícita: “Aquel mismo día, el Señor engrandeció a Josué ante todo Israel. El pueblo admiró a Josué todos los días de su vida, como lo había hecho con Moisés” (4:14- aunque esa última frase se debe tomar con un tono un tanto irónico).

Pero, ahora, hay otro paso: Josué se encuentra con un “hombre” que parece ser una especie de aparición angelical. Él es un guerrero, un “comandante del ejército del Señor” (5:14). Por un lado, esto fortalece la fe de Josué para creer que el Señor mismo irá delante de él en las competencias militares que le esperan. Pero aún más: la escena en cierto sentido nos recuerda a Moisés ante la zarza ardiente (Éxodo 3:5): “porque estás pisando tierra santa”. Si bien estas circunstancias son únicas, nosotros también debemos tener líderes acostumbrados a estar en presencia de santidad.

Devocional: Isaías 65
Isaías ha orado: “¡Ojalá rasgaras los cielos, y descendieras!” (64:1). Ahora (Isaías 65), Dios responde con dos perspectivas complementarias.

En primer lugar, el Señor dice que no es tan distante como Isaías cree. A lo largo de la convulsa historia de Israel, él se reveló a las personas una y otra vez (65:1). Siguió haciéndolo, por medio de una larga serie de profetas, a personas que no preguntaron por él, a aquellos que no lo buscaban, a una nación que no clamaba a su nombre. No paraba de decir: “¡Aquí estoy!” (65:1), pero ellos demostraron ser un pueblo obstinado, que andaba “por mal camino, siguiendo sus propias ideas” (65:2). No hay duda de que el profeta quiere que Dios esté cerca, pero ellos, con su rebelión persistente en todos los ámbitos, están diciendo realmente: “¡Mantente alejado! ¡No te acerques a mí! ¡Soy demasiado sagrado para ti!” (65:5).

Esta costumbre de pensar que se es mejor que Dios sigue vigente actualmente. Estamos tan interesados en la “espiritualidad” y tan comprometidos con exonerarnos en todo, que no podemos permitirnos someternos a lo que Dios dice, pues lo consideramos poco razonable; somos más sabios y mejores que él, más sagrados. Esto es lo que hay detrás de este juicio (65:6-7).

En segundo lugar, a pesar de la amenaza de juicio, Dios tiene un plan totalmente distinto para el remanente escogido que busca su rostro en contrición y fe. Él les promete mucho más que una Sion terrenal más segura. Tiene preparado para ellos nada menos que “un cielo nuevo y una tierra nueva” (65:17). Eso es lo que significa “Jerusalén” en definitiva (65:18-19); como en Apocalipsis 21, Jerusalén no es tanto un elemento fundamental en los nuevos cielos y la nueva tierra, como otra manera de conceptualizar la misma realidad. La visión es espectacular (65:17-25), semejante a lo que se predijo anteriormente (2:2-5; 11:1-16). Sin embargo, no es para todo el mundo sin excepción. Este capítulo distingue de forma muy clara entre, por un lado, los escogidos de Dios (65:22), el pueblo bendito del Señor (65:23), aquellos que lo buscan (65:10), sus siervos (65:9), y, por el otro, los descritos en los siete primeros versículos, que se distraen con nociones de magia, que juegan con sus dioses de la Fortuna y el Destino (65:11).

La cuestión principal es que no contestaron cuando Dios preguntó, no escucharon cuando él habló. “Hicisteis lo malo ante mis ojos y optasteis por lo que no me agrada” (65:12). Esta distinción aparece muy claramente en 65:13- 16. “Mis siervos”, dice Dios, experimentarán bendiciones inimaginables, pero el “vosotros” a quien se dirige se enfrentará a un abandono y una reprobación totales.

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Josué 5
Circuncisión de los israelitas y primera Pascua en Canaán
5 Cuando todos los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán hacia el occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban junto al mar, oyeron cómo el SEÑOR había secado las aguas del Jordán delante de los israelitas hasta que ellos habían pasado, sus corazones se acobardaron, y ya no había ánimo en ellos a causa de los israelitas.
En aquel tiempo el SEÑOR dijo a Josué: «Hazte cuchillos de pedernal y vuelve a hacer la circuncisión, por segunda vez, a los israelitas». Entonces Josué hizo cuchillos de pedernal y circuncidó a los israelitas en la colina de Aralot. Esta es la razón por la cual Josué los circuncidó: todos los del pueblo que salieron de Egipto que eran varones, todos los hombres de guerra, murieron en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. Porque todos los del pueblo que salieron fueron circuncidados, pero todos los del pueblo que nacieron en el desierto, por el camino, después de salir de Egipto, no habían sido circuncidados. Pues los israelitas anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que pereció toda la nación, es decir, los hombres de guerra que salieron de Egipto, porque no escucharon la voz del SEÑOR. A ellos el SEÑOR les juró que no les permitiría ver la tierra que el SEÑOR había jurado a sus padres que nos daría, una tierra que mana leche y miel.
Y a los hijos de ellos, que Él levantó en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no los habían circuncidado en el camino. Cuando terminaron de circuncidar a toda la nación, permanecieron en sus lugares en el campamento hasta que sanaron.
Entonces el SEÑOR dijo a Josué: «Hoy he quitado de ustedes el oprobio de Egipto». Por eso aquel lugar se ha llamado Gilgal hasta hoy. 10 Estando los israelitas acampados en Gilgal, celebraron la Pascua en la noche del día catorce del mes en los llanos de Jericó.
11 El día después de la Pascua, ese mismo día, comieron del producto de la tierra, panes sin levadura y cereal tostado. 12 El maná cesó el día después que habían comido del producto de la tierra, y los israelitas no tuvieron más maná, sino que comieron del producto de la tierra de Canaán durante aquel año.

El capitán del ejército del SEÑOR

13 Cuando Josué estaba ya cerca de Jericó, levantó los ojos y vio que un hombre estaba frente a él con una espada desenvainada en la mano, y Josué fue hacia él y le dijo: «¿Es usted de los nuestros o de nuestros enemigos?». 14 «No», respondió; «más bien yo vengo ahora como capitán del ejército del SEÑOR». Y Josué se postró en tierra, le hizo reverencia, y dijo: «¿Qué tiene que decirle mi señor a su siervo?». 15 Entonces el capitán del ejército del SEÑOR dijo a Josué: «Quítate las sandalias de tus pies, porque el lugar donde estás es santo». Y así lo hizo Josué.

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Salmos 132–134
LIBRO QUINTO
Plegaria por el santuario
Cántico de ascenso gradua
l
132 Acuérdate, SEÑOR, de David, De toda su aflicción; De cómo juró al SEÑOR, Y prometió al Poderoso de Jacob: «Ciertamente no entraré en mi casa, Ni en mi lecho me acostaré; No daré sueño a mis ojos, Ni a mis párpados adormecimiento, Hasta que halle un lugar para el SEÑOR, Una morada para el Poderoso de Jacob».
Oímos de ella en Efrata; La hallamos en los campos de Jaar. Entremos a Sus moradas; Postrémonos ante el estrado de Sus pies. Levántate, SEÑOR, al lugar de Tu reposo; Tú y el arca de Tu poder. Vístanse de justicia Sus sacerdotes; Y canten con gozo Sus santos.
10 Por amor a David Su siervo, No hagas volver el rostro de Su ungido. 11 El SEÑOR ha jurado a David Una verdad de la cual no se retractará: «De tu descendencia pondré sobre tu trono. 12 Si tus hijos guardan Mi pacto, Y Mi testimonio que les enseñaré, Sus hijos también ocuparán tu trono para siempre».
13 Porque el SEÑOR ha escogido a Sión; La quiso para Su habitación. 14 «Este es Mi lugar de reposo para siempre; Aquí habitaré, porque la he deseado. 15 Su provisión bendeciré en abundancia; De pan saciaré a sus pobres. 16 A sus sacerdotes también vestiré de salvación, Y sus santos darán voces de júbilo. 17 Allí haré surgir el poder de David; He preparado una lámpara para Mi ungido. 18 A sus enemigos cubriré de vergüenza, Pero sobre él resplandecerá su corona».

Excelencia del amor fraternal
Cántico de ascenso gradual; de David.


133 Miren cuán bueno y cuán agradable es Que los hermanos habiten juntos en armonía. Es como el óleo precioso sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Que desciende hasta el borde de sus vestiduras. Es como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sión; Porque allí mandó el SEÑOR la bendición, la vida para siempre.

Alabanza vespertina
Cántico de ascenso gradual.


134 Bendigan al SEÑOR todos los siervos del SEÑOR, Los que sirven por la noche en la casa del SEÑOR. Alcen sus manos al santuario Y bendigan al SEÑOR. Desde Sión te bendiga el SEÑOR, Que hizo los cielos y la tierra.

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Isaías 65
Castigo de los rebeldes

65 «Me dejé buscar por los que no preguntaban por Mí; Me dejé hallar por los que no me buscaban. Dije: “Aquí estoy, aquí estoy”, A una nación que no invocaba Mi nombre. Extendí Mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde, Que anda por el camino que no es bueno, en pos de sus pensamientos. Es un pueblo que de continuo me provoca en Mi propio rostro, Sacrificando en huertos y quemando incienso sobre ladrillos; Que se sienta entre sepulcros y pasa la noche en lugares secretos; Que come carne de cerdo, Y en sus ollas hay caldo de carnes inmundas; Que dice: “Quédate donde estás, no te acerques a mí, Porque soy más santo que tú”. Estos son humo en Mi nariz, Fuego que arde todo el día. Esto está escrito delante de Mí: No guardaré silencio, sino que les daré su pago, Y les recompensaré en su seno, Por sus iniquidades y por las iniquidades de sus padres también», dice el SEÑOR. «Porque quemaron incienso en los montes, Y en las colinas me injuriaron; Por tanto mediré en su seno su obra pasada».
Así dice el SEÑOR: «Como cuando se encuentra vino nuevo en el racimo Y alguien dice: “No lo destruyas, Porque en él hay bendición”, Así haré Yo por Mis siervos Para no destruirlos a todos. Sacaré de Jacob descendencia Y de Judá heredero de Mis montes. Mis escogidos la heredarán, Y Mis siervos morarán allí. 10 Sarón será pastizal para ovejas, Y el valle de Acor para lugar de descanso de vacas, Para Mi pueblo que me busca. 11 Pero ustedes que abandonan al SEÑOR, Que olvidan Mi santo monte, Que ponen mesa para el dios de la Fortuna, Y que preparan vino mezclado para el dios del Destino, 12 Yo los destinaré a la espada, Y todos ustedes se encorvarán para la matanza. Porque llamé, pero no respondieron, Hablé, pero no oyeron; Hicieron lo malo ante Mis ojos Y escogieron aquello que no me complacía».
13 Por tanto, así dice el Señor DIOS: «Ciertamente Mis siervos comerán, pero ustedes tendrán hambre. Mis siervos beberán, pero ustedes tendrán sed. Mis siervos se alegrarán, pero ustedes serán avergonzados; 14 Mis siervos darán gritos de júbilo con corazón alegre, Pero ustedes clamarán con corazón triste, Y con espíritu quebrantado gemirán. 15 Y dejarán su nombre como maldición a Mis escogidos. El Señor DIOS te matará, Pero Mis siervos serán llamados por otro nombre. 16 Porque el que es bendecido en la tierra, Será bendecido por el Dios de la verdad; Y el que jura en la tierra, Jurará por el Dios de la verdad. Porque han sido olvidadas las angustias primeras, Y porque están ocultas a Mis ojos.
17 »Por tanto, Yo creo cielos nuevos y una tierra nueva, Y no serán recordadas las cosas primeras ni vendrán a la memoria. 18 Pero gócense y regocíjense para siempre en lo que Yo voy a crear; pues voy a crear a Jerusalén para regocijo, Y a su pueblo para júbilo. 19 Me regocijaré por Jerusalén y me gozaré por Mi pueblo. No se oirá más en ella Voz de lloro ni voz de clamor. 20 No habrá más allí niño que viva pocos días, Ni anciano que no complete sus días. Porque el joven morirá a los cien años, Y el que no alcance los cien años Será considerado maldito. 21 Construirán casas y las habitarán, También plantarán viñas y comerán su fruto. 22 No edificarán para que otro habite, Ni plantarán para que otro coma; Porque como los días de un árbol, así serán los días de Mi pueblo, Y Mis escogidos disfrutarán de la obra de sus manos. 23 No trabajarán en vano, Ni darán a luz para desgracia, Porque son la simiente de los benditos del SEÑOR, Ellos, y sus vástagos con ellos.
24 »Y sucederá que antes que ellos clamen, Yo responderé; aún estarán hablando, y Yo habré oído. 25 El lobo y el cordero pastarán juntos, y el león, como el buey, comerá paja, y para la serpiente el polvo será su alimento. No harán mal ni dañarán en todo Mi santo monte», dice el SEÑOR.

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Mateo 13
Parábolas sobre el reino
13 Ese mismo día salió Jesús de la casa y se sentó a la orilla del mar. Y se congregaron junto a Él grandes multitudes, por lo que subió a una barca y se sentó; y toda la multitud estaba de pie en la playa.

Parábola del sembrador

Y les habló muchas cosas en parábolas, diciendo: «El sembrador salió a sembrar; y al sembrar, parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en pedregales donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó porque no tenía profundidad de tierra; pero cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron. Y otra parte cayó en tierra buena y dio* fruto, algunas semillas a ciento por uno, otras a sesenta y otras a treinta. El que tiene oídos, que oiga».

Propósito de las parábolas

10 Y acercándose los discípulos, dijeron a Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas?». 11 Jesús les respondió: «Porque a ustedes se les ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha concedido. 12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia; pero a cualquiera que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. 13 Por eso les hablo en parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.
14 »Y en ellos se cumple la profecía de Isaías que dice:

“AL OÍR, USTEDES OIRÁN, PERO NO ENTENDERÁN; Y VIENDO VERÁN, PERO NO PERCIBIRÁN; 15 PORQUE EL CORAZÓN DE ESTE PUEBLO SE HA VUELTO INSENSIBLE, Y CON DIFICULTAD OYEN CON SUS OÍDOS; Y HAN CERRADO SUS OJOS; DE OTRO MODO, VERÍAN CON LOS OJOS, OIRÍAN CON LOS OÍDOS, Y ENTENDERÍAN CON EL CORAZÓN, Y SE CONVERTIRÍAN, Y YO LOS SANARÍA”.

16 »Pero dichosos los ojos de ustedes, porque ven, y sus oídos, porque oyen. 17 Porque en verdad les digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.

Explicación de la parábola del sembrador

18 »Ustedes, pues, escuchen la parábola del sembrador. 19 A todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel en quien se sembró la semilla junto al camino. 20 Y aquel en quien se sembró la semilla en pedregales, este es el que oye la palabra y enseguida la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz profunda en sí mismo, sino que solo es temporal, y cuando por causa de la palabra viene la aflicción o la persecución, enseguida se aparta de ella. 22 Y aquel en quien se sembró la semilla entre espinos, este es el que oye la palabra, pero las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se queda sin fruto. 23 Pero aquel en quien se sembró la semilla en tierra buena, este es el que oye la palabra y la entiende; este sí da fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta y otro a treinta por uno».

Parábola del trigo y la cizaña

24 Jesús les contó otra parábola: «El reino de los cielos puede compararse a un hombre que sembró buena semilla en su campo. 25 Pero mientras los hombres dormían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26 Cuando el trigo brotó y produjo grano, entonces apareció también la cizaña. 27 Y los siervos del dueño fueron y le dijeron: “Señor, ¿no sembró usted buena semilla en su campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?”. 28 Él les dijo: “Un enemigo ha hecho esto”. Y los siervos le dijeron*: “¿Quiere, usted, que vayamos y la recojamos?”. 29 Pero él dijo*: “No, no sea que al recoger la cizaña, arranquen el trigo junto con ella. 30 Dejen que ambos crezcan juntos hasta la cosecha; y al tiempo de la cosecha diré a los segadores: ‘Recojan primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, pero el trigo recójanlo en mi granero’”».

Parábola del grano de mostaza

31 Otra parábola les contó Jesús: «El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo, 32 y que de todas las semillas es la más pequeña; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de modo que LAS AVES DEL CIELO VIENEN y ANIDAN EN SUS RAMAS».

Parábola de la levadura

33 Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas (39 litros) de harina hasta que todo quedó fermentado».
34 Todo esto habló Jesús en parábolas a las multitudes, y nada les hablaba sin parábola, 35 para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta, cuando dijo:
«ABRIRÉ MI BOCA EN PARÁBOLAS; HABLARÉ DE COSAS OCULTAS DESDE LA FUNDACIÓN DEL MUNDO».

Explicación de la parábola del trigo y la cizaña

36 Entonces Jesús dejó a la multitud y entró en la casa. Y se acercaron Sus discípulos, diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». 37 Jesús les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre, 38 y el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno; 39 el enemigo que la sembró es el diablo, la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 40 Por tanto, así como la cizaña se recoge y se quema en el fuego, de la misma manera será en el fin del mundo.
41 »El Hijo del Hombre enviará a Sus ángeles, y recogerán de Su reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad; 42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes. 43 Entonces LOS JUSTOS RESPLANDECERÁN COMO EL SOL en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga.
Parábolas del tesoro escondido y la perla de gran valor
44 »El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
45 »El reino de los cielos también es semejante a un mercader que busca perlas finas, 46 y al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.

Parábola de la red barredera

47 »El reino de los cielos también es semejante a una red barredera que se echó en el mar, y recogió peces de toda clase. 48 Cuando se llenó, la sacaron a la playa; y se sentaron y recogieron los peces buenos en canastas, pero echaron fuera los malos. 49 Así será en el fin del mundo; los ángeles saldrán, y sacarán a los malos de entre los justos, 50 y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.

Parábola del dueño de casa

51 »¿Han entendido ustedes todas estas cosas?». «Sí», le dijeron* ellos. 52 Entonces Jesús les dijo: «Por eso todo escriba que se ha convertido en un discípulo del reino de los cielos es semejante al dueño de casa que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas».

Jesús enseña en Nazaret

53 Sucedió que cuando Jesús terminó estas parábolas, se fue de allí. 54 Y llegando a Su pueblo, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban y decían: «¿Dónde obtuvo Este tal sabiduría y estos poderes milagrosos? 55 ¿No es Este el Hijo del carpintero? ¿No se llama Su madre María, y Sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? 56 ¿No están todas Sus hermanas con nosotros? ¿Dónde, pues, obtuvo Este todas estas cosas?».
57 Y se escandalizaban a causa de Él. Pero Jesús les dijo: «No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa». 58 Y no hizo muchos milagros allí a causa de la incredulidad de ellos.

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