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28-08-2024

DEVOCIONAL

Devocional: 1 Samuel 20

No hay muchos capítulos en la Biblia que le dediquen bastante espacio al tema de la amistad, pero 1 Samuel 20 es uno de ellos.

Hablando estrictamente, 1 Samuel 20 no trata sobre la amistad per se, de la manera en que un novelista dotado exploraría el tema. El relato se encuentra dentro de la extensa narración de la decadencia de Saúl y el ascenso de David, un momento importante de cambio en la historia de la redención. No obstante, la manera como se desarrolla el relato le da un énfasis importante en la relación entre Jonatán y David.

Jonatán resultó ser un joven sumamente admirable. Con anterioridad, había demostrado considerable valentía física cuando él y su escudero derrotaron a un contingente de filisteos (1 Samuel 14). Cuando David vino a formar parte de la corte real, uno podría esperar que Jonatán demostrara muchas emociones malignas: celos ante la popularidad de David y su competencia militar, e incluso temor de que algún día le usurpara su derecho al trono. Pero “el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo” (18:1). Hizo un “pacto” con David que le convirtió, efectivamente, en su propio hermano (18:3-4); es impresionante que un miembro de la realeza tome semejante paso con un plebeyo. Al llegar al capítulo 20, Jonatán es consciente de que algún día David será rey. No podemos estar seguros de cómo adquirió este conocimiento. Debido a su amistad, puede que David le contara a Jonatán el ungimiento que Samuel le hizo.

Jonatán no sólo no comparte la maldad de su padre, sino que, habiendo efectuado anteriormente una reconciliación entre Saúl y David (19:4-7), le cuesta creer que su padre esté tan implacablemente determinado a matar a David, como piensa David (20:1-3). Así, entra en vigor el plan elaborado de este capítulo. Jonatán descubre que su propio padre está decidido a matar a su mejor amigo. De hecho, su padre está tan furioso, que el mismo Jonatán está en peligro de muerte (20:33).

David y Jonatán se encontraron. Renovaron su pacto, algo que volverán a hacer más adelante (23:17-18). David, por su parte, promete cuidar a la familia de Jonatán cuando ya no esté, un presagio de lo que vendrá y muy distinto de la acostumbrada masacre que por lo general acontecía cuando un rey buscaba eliminar todos los potenciales herederos de una dinastía previa.

Pero tal vez lo más chocante es que Jonatán se queda en la ciudad con su padre. La realidad es que elegimos a nuestros amigos, pero no a nuestra familia; sin embargo, nuestra responsabilidad hacia nuestra familia ocupa un lugar primordial. De otra manera, la amistad misma se convierte en una excusa para un nuevo tipo de egoísmo.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Lamentaciones 5
En esta era de la información, muchos de nosotros hemos aprendido a ser lo más breves posible. Mi supervisor en el doctorado me ayudó mucho en este ámbito: aunque mi prosa sigue siendo demasiado dispersa, la concisión y precisión adquiridas deben mucho a su concienzuda corrección de mi trabajo hace un cuarto de siglo. Los directores eficientes aprenden a ser breves; los programadores informáticos son más valorados cuanto más cortos sean los códigos escritos que introducen en las máquinas. Hay muy pocos autores contemporáneos que se atrevan con libros largos y enmarañados, y los editores suelen acortarlos.

No obstante, aquí estamos, leyendo tranquilamente Isaías, Jeremías, Lamentaciones, con Ezequiel por delante, y nos encontramos dando vueltas, una y otra vez, alrededor de los mismos temas: el pecado en la comunidad del pacto; la amenaza del juicio; el mismo llevado a cabo, primero contra las tribus del norte, y después contra Judá. Reconocemos las sutiles diferencias, por supuesto: histórico, apocalíptico, oráculo, lamento, oraciones. Aquí en Lamentaciones 5, la quinta endecha se expresa en forma de larga oración: “Recuerda, Señor, lo que nos ha sucedido; ten en cuenta nuestro oprobio” (5:1). Sin embargo, ¿no nos hemos dicho más de una vez: “Sé que esto es la Palabra de Dios, y sé que es importante, pero creo que ahora comprendo algo de la historia y de la teología del exilio? ¿Por qué no centrarnos en otra cosa?”. Vivimos en una época dominada por la información, queremos brevedad, y en ocasiones la Biblia parece terriblemente discursiva. Así pues, leemos otro capítulo lo más rápidamente posible porque ya “sabemos” todo esto.

Ahí radica parte del problema. Leamos este capítulo de nuevo, despacio, concienzudamente. Está claro que tiene relación con el Israel seis siglos antes de Cristo, con la destrucción de sus ciudades, su tierra y su templo, con el inicio del exilio. Sin embargo, prestemos atención a la profundidad y la persistencia de las súplicas, al arrepentimiento, al compromiso personal con Dios, a la conciencia cultural, al reconocimiento de la soberanía y la justicia de Dios, al profundo sentimiento de que el pueblo debe volver al Señor si el retorno a la tierra es posible, por no hablar de su significado (5:21). Después, comparemos esto con las ramas del confesionalismo cristiano con las que estemos más familiarizados.

En días de decadencia cultural, degradación moral y deterioro eclesiástico a gran escala, ¿son nuestras oraciones como las de Lamentaciones 5? ¿Han ardido en nuestra mente y nuestro corazón los temas de los profetas mayores hasta el punto de que nuestro anhelo es estar junto al Dios viviente? ¿O hemos caído en el espíritu de este siglo, de forma que nos conformamos con ser ricos en información, pero pobres en sabiduría y piedad?.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
1 Samuel 20
Jonatán ayuda a David
20 Entonces David huyó de Naiot en Ramá, vino ante Jonatán, y le dijo: «¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad y cuál es mi pecado contra tu padre para que busque mi vida?». 2 Y él le respondió: «De ninguna manera; no morirás. Mi padre no hace ninguna cosa, grande o pequeña, sin revelármela. ¿Por qué, pues, me ha de ocultar esto mi padre? No será así». 3 Pero David volvió a jurar y dijo: «Tu padre sabe bien que he hallado gracia ante tus ojos, y ha dicho: “Que no lo sepa Jonatán para que no se entristezca”. Pero ciertamente, vive el Señor y vive tu alma, que apenas hay un paso entre mí y la muerte». 

4 «Lo que tú digas, haré por ti», dijo Jonatán a David. 5 Y David respondió a Jonatán: «Mira, mañana es luna nueva y debo sentarme a comer con el rey, pero déjame irme, para que me esconda en el campo hasta el atardecer del tercer día. 6 Si tu padre me echa de menos, entonces dile: “David me rogó mucho que le dejara ir a toda prisa a Belén su ciudad, porque allá se celebra el sacrificio anual por toda la familia”. 7 Si él dice: “Está bien”, tu siervo estará seguro; pero si se enoja, sabrás que ha decidido hacer el mal. 

8 Trata entonces con misericordia a tu siervo, ya que has hecho entrar a tu siervo en un pacto del Señor contigo. Pero si hay maldad en mí, mátame tú; pues, ¿por qué llevarme a tu padre?». 9 Respondió Jonatán: «¡Nunca te suceda tal cosa! Porque si yo me entero que mi padre ha decidido que el mal caiga sobre ti, ¿no te lo avisaría yo?». 10 David respondió a Jonatán: «¿Quién me avisará si tu padre te responde ásperamente?». 11 «Ven, salgamos al campo», dijo Jonatán a David. Y ambos salieron al campo.

12 Entonces Jonatán dijo a David: «El Señor, Dios de Israel, sea testigo. Cuando yo haya hablado con mi padre como a esta hora mañana, o al tercer día, si hay buen ánimo para con David, ¿no habré de enviar a ti para hacértelo saber? 13 Si mi padre quiere hacerte mal, que así haga el Señor a Jonatán y aun le añada si no te lo hago saber y te envío para que vayas en paz. Y que el Señor sea contigo, como ha sido con mi padre. 14 Y si todavía vivo, ¿no me mostrarás la misericordia del Señor, para que no me maten, 15 ni quitarás tu misericordia de mi casa para siempre, ni aun cuando el Señor haya quitado de la superficie de la tierra a cada uno de los enemigos de David?». 

16 Jonatán, pues, hizo un pacto con la casa de David, diciendo: «El Señor lo demande de la mano de los enemigos de David». 17 Y Jonatán hizo jurar a David otra vez a causa de su amor por él, pues lo amaba como a sí mismo.18 Entonces Jonatán le dijo: «Mañana es luna nueva y serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío. 19 Cuando hayas estado ausente tres días, descenderás aprisa y vendrás al lugar donde te escondiste el día de aquel suceso, y permanecerás junto a la piedra de Ezel. 

20 Yo tiraré tres flechas hacia un lado, como tirando al blanco. 21 Entonces enviaré al muchacho, diciendo: “Ve, busca las flechas”. Si digo claramente al muchacho: “Mira, las flechas están más acá de ti, tómalas”, entonces ven porque hay seguridad para ti y no habrá mal, vive el Señor. 22 Pero si digo al joven: “Mira, las flechas están más allá de ti”, vete, porque el Señor quiere que te vayas. 23 En cuanto al acuerdo del cual tú y yo hemos hablado, que el Señor esté entre nosotros dos para siempre».

24 Se escondió, pues, David en el campo. Cuando llegó la luna nueva, el rey se sentó a comer. 25 El rey se sentó en su asiento como de costumbre, en el asiento junto a la pared. Jonatán se levantó, y Abner se sentó al lado de Saúl, pero el lugar de David estaba vacío. 26 Sin embargo, Saúl no dijo nada aquel día, porque se dijo: «Es una casualidad, no estará limpio; de seguro que no se ha purificado». 27 Pero al día siguiente, el segundo día de la luna nueva, el lugar de David estaba aún vacío. Entonces Saúl dijo a su hijo Jonatán: «¿Por qué no ha venido el hijo de Isaí a la comida ni ayer ni hoy?». 

28 Y Jonatán respondió a Saúl: «David me rogó encarecidamente que le dejara ir a Belén. 29 Me dijo: “Te ruego que me dejes ir, pues nuestra familia tiene sacrificio en la ciudad y mi hermano me ha mandado que asista. Ahora pues, si he hallado gracia ante tus ojos, te ruego me dejes ir para ver a mis hermanos”. Por este motivo no ha venido a la mesa del rey».30 Se encendió la ira de Saúl contra Jonatán, y le dijo: «¡Hijo de perversa y rebelde! ¿Acaso no sé yo que prefieres al hijo de Isaí, para tu propia vergüenza y para vergüenza de la desnudez de tu madre? 

31 Pues mientras viva sobre la tierra el hijo de Isaí, ni tú ni tu reino serán establecidos. Ahora pues, manda a traérmelo, porque ciertamente ha de morir». 32 Pero Jonatán respondió a su padre Saúl, y le dijo: «¿Por qué ha de morir? ¿Qué ha hecho?». 33 Entonces Saúl le arrojó la lanza para matarlo; así Jonatán supo que su padre había decidido matar a David. 34 Jonatán se levantó de la mesa ardiendo en ira y no comió pan el segundo día de la luna nueva, pues estaba entristecido por David, porque su padre le había afrentado.

35 A la mañana siguiente Jonatán salió al campo para reunirse con David, y un muchacho pequeño iba con él. 36 Y dijo al muchacho: «Corre, busca ahora las flechas que voy a tirar». Y mientras el muchacho corría, tiró una flecha más allá de él. 37 Cuando el muchacho llegó a la flecha que Jonatán había tirado, Jonatán le gritó al muchacho: «¿No está la flecha más allá de ti?». 38 Y Jonatán llamó al muchacho: «Corre, date prisa, no te detengas». Y el muchacho de Jonatán recogió la flecha y volvió a su señor. 


39 Pero el muchacho no sospechaba nada; solo Jonatán y David sabían del asunto. 40 Entonces Jonatán dio sus armas al muchacho y le dijo: «Vete, llévalas a la ciudad».41 Cuando el muchacho se fue, David se levantó del lado del sur, y cayendo rostro en tierra, se postró tres veces. Y se besaron el uno al otro y lloraron juntos, pero David lloró más. 42 Y Jonatán dijo a David: «Vete en paz, ya que nos hemos jurado el uno al otro en el nombre del Señor, diciendo: “El Señor esté entre tú y yo, y entre mi descendencia y tu descendencia para siempre”». David se levantó y se fue, y Jonatán entró en la ciudad.

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
1 Corintios 2
LIBRO QUINTO
Predicando a Cristo crucificado
2 Por eso, cuando fui a ustedes, hermanos, proclamándoles el testimonio de Dios, no fui con superioridad de palabra o de sabiduría. 2 Porque nada me propuse saber entre ustedes excepto a Jesucristo, y Este crucificado. 3 Estuve entre ustedes con debilidad y con temor y mucho temblor, 4 y mi mensaje y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, 5 para que la fe de ustedes no descanse en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

La revelación por el Espíritu de Dios

6 Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; pero una sabiduría no de este siglo, ni de los gobernantes de este siglo, que van desapareciendo, 7 sino que hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta que, desde antes de los siglos, Dios predestinó para nuestra gloria. 8 Esta sabiduría que ninguno de los gobernantes de este siglo ha entendido, porque si la hubieran entendido no habrían crucificado al Señor de gloria; 9 sino como está escrito:«Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han entrado al corazón del hombre,
Son las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman».

10 Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios. 11 Porque entre los hombres, ¿quién conoce los pensamientos de un hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Asimismo, nadie conoce los pensamientos de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12 Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente, 13 de lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, combinando pensamientos espirituales con palabras espirituales.

14 Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque son cosas que se disciernen espiritualmente. 15 En cambio, el que es espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado por nadie. 16 Porque ¿quién ha conocido la mente del Señor, para que lo instruya? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.

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Lamentaciones 5
Plegaria de Jeremías por el pueblo

5 Acuérdate, oh Señor, de lo que nos ha sucedido;
Mira y ve nuestro oprobio.
2 Nuestra heredad ha pasado a extraños,
Nuestras casas a extranjeros.
3 Hemos quedado huérfanos, sin padre,
Nuestras madres, como viudas.

4 Por el agua que bebemos tenemos que pagar,
Nuestra leña nos llega por precio.
5 Sobre nuestros cuellos están nuestros perseguidores;
No hay descanso para nosotros, estamos agotados.
6 A Egipto y a Asiria nos hemos sometido
Para saciarnos de pan.
7 Nuestros padres pecaron, ya no existen,
Y nosotros cargamos con sus iniquidades.

8 Esclavos dominan sobre nosotros,
No hay quien nos libre de su mano.
9 Con peligro de nuestras vidas conseguimos nuestro pan,
Enfrentándonos a la espada en el desierto.
10 Nuestra piel quema como un horno,
A causa de los ardores del hambre.
11 Violaron a las mujeres en Sión,
A las vírgenes en las ciudades de Judá.

12 Los príncipes fueron colgados de sus manos,
Los rostros de los ancianos no fueron respetados.
13 Los jóvenes trabajaron en el molino,
Y los muchachos cayeron bajo el peso de la leña.
14 Los ancianos han dejado de estar a las puertas de la ciudad,
Los jóvenes, de su música.
15 Ha cesado el gozo de nuestro corazón,
Se ha convertido en duelo nuestra danza.

16 Ha caído la corona de nuestra cabeza.
¡Ay de nosotros, pues hemos pecado!
17 Por esto está abatido nuestro corazón,
Por estas cosas se nublan nuestros ojos,
18 Porque el monte Sión está asolado;
Las zorras merodean en él.19 Pero Tú, oh Señor, reinas para siempre,
Tu trono permanece de generación en generación.

20 ¿Por qué te olvidas para siempre de nosotros,
Y nos abandonas a perpetuidad?
21 Restáuranos a Ti, oh Señor, y seremos restaurados;
Renueva nuestros días como antaño,
22 A no ser que nos hayas desechado totalmente,
Y estés enojado en gran manera contra nosotros.

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Salmos 36
La maldad del hombre y la misericordia de DiosPara el director del coro.
Salmo de David,
siervo del Señor.
36 La transgresión habla al impío dentro de su corazón;
No hay temor de Dios delante de sus ojos.
2 Porque en sus propios ojos la transgresión le engaña
En cuanto a descubrir su iniquidad y aborrecerla.
3 Las palabras de su boca son iniquidad y engaño;
Ha dejado de ser sabio y de hacer el bien.

4 Planea la iniquidad en su cama;
Se obstina en un camino que no es bueno;
No aborrece el mal.5 Tu misericordia, oh Señor, se extiende hasta los cielos,
Tu fidelidad, hasta el firmamento.
6 Tu justicia es como los montes de Dios;
Tus juicios son como profundo abismo.
Tú preservas, oh Señor, al hombre y al animal.
7 ¡Cuán preciosa es, oh Dios, Tu misericordia!
Por eso los hijos de los hombres se refugian a la sombra de Tus alas.

8 Se sacian de la abundancia de Tu casa,
Y les das a beber del río de Tus delicias.
9 Porque en Ti está la fuente de la vida;
En Tu luz vemos la luz.10 Continúa Tu misericordia para con los que te conocen,
Y Tu justicia para con los rectos de corazón.
11 Que no me alcance el pie del orgullo,
Ni me mueva la mano de los impíos.

12 Allí han caído los que obran iniquidad;
Han sido derribados y no se pueden levantar.

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