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06-09-2024

DEVOCIONAL

Devocional: 1 Corintios 11

Tres observaciones sobre la Cena del Señor, de las muchas que pueden surgir de la exposición de Pablo al respecto (1 Corintios 11:17-34):

Primero, es una ordenanza temporal. Ha de observarse “hasta que él venga” (11:26). En parte, esto se debe a su función como “memorial” (“haced esto en memoria de mí”, 11:24). En el nuevo cielo y la nueva tierra, los creyentes transformados no necesitarán un rito como este para “recordar” a Jesús, pues él será perpetuamente el centro de su existencia y adoración. Al saber esto, cada vez que participamos de la Cena del Señor, esta nos ayuda no sólo a mirar hacia atrás al cuerpo quebrantado de Jesús, sino hacia delante a la consumación.

Segundo, si se observa correctamente, la Cena del Señor debe tener una función kerygmática. Esta palabra viene del verbo kerysso, que significa “proclamar”. Pablo dice que, mediante esta Cena, proclamamos la muerte del Señor hasta que él venga (11:26), aunque aquí usa un verbo diferente.

Por lo general, este verbo se utiliza en el contexto evangelístico: proclamamos anunciamos el evangelio a los que aún no se han convertido. Si Pablo se refiere a esto, entonces una de las funciones de la Cena del Señor—su función kerygmática—es la evangelización. Ciertamente, he estado en iglesias en que sucede así. Los no creyentes son parte del culto. Se les advierte que no participen, pero se les anima a observar y reflexionar sobre lo que ven y escuchan. Se explica algo sobre la importancia del rito, tal vez su función como testimonio de Jesús, el pan de vida que da su vida por la del mundo (Juan 6:51). La ordenanza y la palabra juntas proclaman la muerte del Señor.

Tercero, el acercamiento a la Cena del Señor suministra una oportunidad para que cada cristiano se examine antes de comer el pan y beber la copa (11:27-28). Los intérpretes están en desacuerdo en cuanto al significado de no discernir el cuerpo del Señor (11:29). No es posible evaluar las alternativas en este contexto. Sencillamente, compartiré mi conclusión: Pablo advierte que “el que come y bebe sin discernir el cuerpo del Señor”, que fue ofrecido en la cruz y de lo cual este ritual testifica, “come y bebe su propia condena”. ¿Cómo no va a ser así? Decir mediante la participación que “recordamos” y “proclamamos”, a la vez que disfrutamos del pecado, es acercarse a esta mesa de manera indigna. Es “pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor” (11:27). Sea o no correcta esta interpretación particular, la advertencia se debe tomar muy en serio. No se trata de ser suficientemente bueno, porque nadie lo es. La única “manera digna” de acercarse a esta Cena es la contrición y la fe.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Ezequiel 9
Si Ezequiel 8 describe la adoración corrupta que se estaba desarrollando en Jerusalén en los años que llevaron a su destrucción en 587 a.C., Ezequiel 9 habla de lo que Dios hará sobre ello.
Existen tanto un componente negativo como un elemento positivo. En su visión, Ezequiel oye que Dios llama a los “verdugos de la ciudad” (9:1). Llegan seis hombres, “cada uno con un arma mortal en la mano” (9:2). Un séptimo hombre, vestido de lino, tiene un estuche también de lino en la cintura. Dios lo comisiona a poner una señal identificativa en la frente de los que se salvarán de la matanza; encomienda a los verdugos la tarea de recorrer toda la ciudad y matar “sin piedad ni compasión” (9:5), comenzando por el propio templo. Por tanto, “aquellos hombres comenzaron a matar a los viejos que estaban al frente del templo” (9:6).

Mientras proceden a realizar su macabra tarea, Ezequiel grita: “¡Ay, Señor y Dios! ¿Descargarás tu furor sobre Jerusalén y destruirás a todo el resto de Israel?” (9:8). El Señor responde con una acusación devastadora (9:9-10) que incluye un juego de palabras: el pueblo de Israel insiste en que Dios no “ve” (o “mira”), por lo que él decide no “verlos/mirarlos” compasivamente ni salvarlos. “Por eso no tendré piedad ni compasión de ellos, sino que les pediré cuentas de su conducta” (9:10).
Ya se ha hecho alusión al elemento positivo. No todos perecen. El séptimo hombre, el que llevaba el estuche de escriba, va por la ciudad marcando la frente “de quienes giman y hagan lamentación por todos los actos detestables que se cometen en la ciudad” (9:4). Se prohíbe terminantemente a los verdugos hacer daño a estas personas (9:5). Observemos un detalle importante: los que se salvan no son los que simplemente se mantienen al margen, sino los que lamentan de forma activa la degradación espiritual de la ciudad. Puede que no tengan poder para provocar un cambio, pero no han caído en la laxitud de una indiferencia negligente.

Por supuesto, todo lo descrito aquí tiene lugar dentro del mundo visionario de Dios. En el mundo real, no debemos pensar que todos los justos y solo ellos escaparon de los sufrimientos relacionados con el asedio de Nabucodonosor: la Biblia está llena de historias en las que los justos sufren (p. ej., Nabot, el dueño de la viña). Esta visión significa que es el propio Dios quien ordena el juicio y que él mismo vindica a los que son fieles al pacto. Encontramos un simbolismo parecido al final de Apocalipsis 13 y al principio del capítulo 14 (véase la meditación del 23 de diciembre del volumen 1).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
1 Samuel 31
Muerte de Saúl y de sus hijos
31 Los filisteos pelearon contra Israel y los hombres de Israel huyeron delante de los filisteos y cayeron muertos en el monte Gilboa. 2 Los filisteos persiguieron muy de cerca a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl. 3 La batalla se intensificó contra Saúl, y los arqueros lo alcanzaron y fue gravemente herido por ellos. 

4 Entonces Saúl dijo a su escudero: «Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y me traspasen y hagan burla de mí». Pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Así que Saúl tomó su espada y se echó sobre ella. 5 Al ver su escudero que Saúl había muerto, él también se echó sobre su espada y murió con él. 6 Así murió Saúl aquel día, junto con sus tres hijos, su escudero y todos sus hombres.7 Cuando los hombres de Israel que estaban al otro lado del valle, con los que estaban más allá del Jordán, vieron que los hombres de Israel habían huido y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron las ciudades y huyeron. Entonces vinieron los filisteos y habitaron en ellas. 

8 Al día siguiente, cuando vinieron los filisteos a despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus tres hijos caídos en el monte Gilboa. 9 Le cortaron la cabeza y lo despojaron de sus armas, y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos, para que llevaran las buenas nuevas a la casa de sus ídolos y al pueblo. 10 Pusieron sus armas en el templo de Astarot, y ataron su cuerpo al muro de Bet Sán.

11 Cuando oyeron los habitantes de Jabes de Galaad lo que los filisteos habían hecho a Saúl, 12 se levantaron todos los hombres valientes, y caminando toda la noche, tomaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet Sán, y volviendo a Jabes, los quemaron allí. 13 Y tomando sus huesos, los enterraron debajo del tamarisco en Jabes, y ayunaron siete días.

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1 Corintios 11
LIBRO QUINTO
11 Sean imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo.

La mujer en la iglesia

2 Los alabo porque en todo se acuerdan de mí y guardan las tradiciones con firmeza, tal como yo se las entregué. 3 Pero quiero que sepan que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios. 

4 Todo hombre que cubre su cabeza mientras ora o profetiza, deshonra su cabeza. 5 Pero toda mujer que tiene la cabeza descubierta mientras ora o profetiza, deshonra su cabeza, porque se hace una con la que está rapada.6 Porque si la mujer no se cubre la cabeza, que también se corte el cabello; pero si es deshonroso para la mujer cortarse el cabello, o raparse, que se cubra. 7 Pues el hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es la imagen y gloria de Dios, pero la mujer es la gloria del hombre. 

8 Porque el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre. 9 En verdad el hombre no fue creado a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre. 10 Por tanto, la mujer debe tener un símbolo de autoridad sobre la cabeza, por causa de los ángeles.11 Sin embargo, en el Señor, ni la mujer es independiente del hombre, ni el hombre independiente de la mujer. 

12 Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; y todas las cosas proceden de Dios. 13 Juzguen ustedes mismos: ¿es propio que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta? 14 ¿No les enseña la misma naturaleza que si el hombre tiene el cabello largo le es deshonra, 15 pero que si la mujer tiene el cabello largo le es una gloria? Pues a ella el cabello le es dado por velo. 

16 Pero si alguien parece ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni la tienen las iglesias de Dios.

La Cena del Señor

17 Pero al darles estas instrucciones, no los alabo, porque no se congregan para lo bueno, sino para lo malo. 18 Pues, en primer lugar, oigo que cuando se reúnen como iglesia hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo. 19 Porque es necesario que entre ustedes haya bandos, a fin de que se manifiesten entre ustedes los que son aprobados.20 Por tanto, cuando se reúnen, esto ya no es comer la Cena del Señor. 

21 Porque al comer, cada uno toma primero su propia cena, y uno pasa hambre y otro se embriaga. 22 ¿Qué? ¿No tienen casas para comer y beber? ¿O desprecian la iglesia de Dios y avergüenzan a los que nada tienen? ¿Qué les diré? ¿Los alabaré? En esto no los alabaré.23 Porque yo recibí del Señor lo mismo que les he enseñado: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, 24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Esto es Mi cuerpo que es para ustedes; hagan esto en memoria de Mí».

25 De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado, diciendo: «Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre; hagan esto cuantas veces la beban en memoria de Mí». 26 Porque todas las veces que coman este pan y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que Él venga.27 De manera que el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor. 28 Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba de la copa. 29 Porque el que come y bebe sin discernir correctamente el cuerpo del Señor, come y bebe juicio para sí. 

30 Por esta razón hay muchos débiles y enfermos entre ustedes, y muchos duermen. 31 Pero si nos juzgáramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados. 32 Pero cuando somos juzgados, el Señor nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.33 Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros. 34 Si alguien tiene hambre, coma en su casa, para que no se reúnan para juicio. Los demás asuntos los arreglaré cuando vaya.

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Ezequiel 9
Visión de la matanza de los culpables

9 Entonces Dios gritó a mis oídos con gran voz, diciendo: «Acérquense, verdugos de la ciudad, cada uno con su arma destructora en la mano». 2 Y seis hombres venían por el camino de la puerta superior que mira al norte, cada uno con su arma destructora en la mano. Entre ellos había un hombre vestido de lino con una cartera de escribano a la cintura. Y entraron y se pusieron junto al altar de bronce.3 Entonces la gloria del Dios de Israel subió del querubín sobre el cual había estado, hacia el umbral del templo. Y llamó al hombre vestido de lino que tenía la cartera de escribano a la cintura; 4 y el SEÑOR le dijo: «Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y pon una señal en la frente de los hombres que gimen y se lamentan por todas las abominaciones que se cometen en medio de ella». 

5 Pero oí que a los otros les dijo: «Pasen por la ciudad en pos de él y hieran; no tenga piedad su ojo, no perdonen. 6 Maten a viejos, jóvenes, doncellas, niños y mujeres hasta el exterminio, pero no toquen a ninguno sobre quien esté la señal. Comenzarán por Mi santuario». Comenzaron, pues, con los ancianos que estaban delante del templo. 7 Entonces les dijo: «Profanen el templo y llenen de muertos los atrios. ¡Salgan!». Y salieron, y fueron hiriendo por la ciudad. 8 Mientras herían, quedé yo solo y caí sobre mi rostro; clamé y dije: «¡Ah, Señor DIOS! ¿Destruirás a todo el remanente de Israel derramando Tu furor sobre Jerusalén?».9 Entonces el SEÑOR me respondió: «La iniquidad de la casa de Israel y de Judá es grande en extremo, la tierra está llena de sangre y la ciudad está llena de perversión; porque dicen: “El SEÑOR ha abandonado la tierra, el SEÑOR nada ve”. 

10 Pero en cuanto a Mí, tampoco Mi ojo tendrá piedad, ni Yo perdonaré, sino que haré recaer su conducta sobre sus cabezas».11 Entonces el hombre vestido de lino que tenía la cartera a la cintura, trajo un informe, diciendo: «He hecho tal como me ordenaste».

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Salmos 48
Hermosura y gloria de Sión
Cántico.
Salmo de los hijos de Coré
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LIBRO SEGUNDO

48 Grande es el SEÑOR, y muy digno de ser alabado En la ciudad de nuestro Dios, Su santo monte. Hermoso en su elevación, el gozo de toda la tierra Es el monte Sión, en el extremo norte, La ciudad del gran Rey. Dios en sus palacios Se dio a conocer como baluarte.
Pues los reyes se reunieron; Pasaron juntos. Ellos la vieron y quedaron pasmados; Se aterrorizaron y huyeron alarmados. Allí se apoderó de ellos un temblor; Dolor como el de mujer que está de parto. Con el viento del este Tú destrozas las naves de Tarsis. Como lo hemos oído, así lo hemos visto En la ciudad del SEÑOR de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios; Dios la afirmará para siempre. (Selah)
Hemos meditado en Tu misericordia, oh Dios, En medio de Tu templo. 10 Oh Dios, como es Tu nombre, Así es Tu alabanza hasta los confines de la tierra; Llena de justicia está Tu diestra. 11 Alégrese el monte Sión, Regocíjense las hijas de Judá, A causa de Tus juicios. 12 Caminen por Sión y vayan alrededor de ella; Cuenten sus torres; 13 Consideren atentamente sus murallas, Recorran sus palacios, Para que lo cuenten a la generación venidera. 14 Porque Este es Dios, Nuestro Dios para siempre; Él nos guiará hasta la muerte.

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