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Lectura de Hoy

16-09-2024

DEVOCIONAL

Devocional: 2 Samuel 12

En la dramática confrontación de Natán con el rey David (2 Samuel 12), la valentía del profeta se unió a una sagacidad formidable. ¿Cómo podría un profeta captar la atención de un rey autocrático y denunciarle su pecado de frente, si no fuera mediante este acercamiento indirecto?

Debemos reflexionar sobre ciertos elementos de este capítulo.

Primero, la diferencia fundamental entre David y Saúl resulta ahora evidente. Ambos abusaron del poder en su alto puesto. Lo que les diferencia es la manera como responden a la reprensión. Cuando Samuel acusó a Saúl de su pecado, este fingió; cuando Jonatán cuestionó la política de Saúl, le arrojaron una lanza. Por el contrario, a pesar de que Natán aborda su tema de manera indirecta, pronto el pecado queda al descubierto: “¡Tú eres ese hombre!” (12:7). No obstante, la respuesta de David es radicalmente diferente: “¡He pecado contra el Señor!” (12:13).

Seguramente, esta es una de las mayores pruebas de la dirección que toma la vida de una persona. Somos una raza de pecadores. Aun la gente buena, gente con una fe fuerte, incluso alguien como David—que es un “hombre conforme al corazón de Dios” (cf. 1 Samuel 13:14) —puede resbalar y pecar. Nunca hay una excusa válida para ello, pero, cuando sucede, jamás nos debería sorprender. Quienes tomen en serio el conocimiento de Dios regresarán en su momento con un arrepentimiento genuino. Los falsos conversos y los apóstatas desplegarán una plétora de excusas insulsas, pero no admitirán la culpa personal excepto de manera muy superficial.

Segundo, sólo Dios puede perdonar el pecado. Cuando lo hace, no se aplica el castigo justo para el pecado: la muerte misma (12:13).

Tercero, a pesar de que la sanción máxima del pecado no se ejecuta, puede que haya otras consecuencias que, en este mundo caído, no podemos evitar. David ahora se enfrenta a tres de ellas: (1) que el hijo que Betsabé tiene en el vientre morirá, (2) que durante toda su vida habrá luchas y guerra mientras él intenta establecer su reino y (3) que, en algún momento de su vida, experimentará en carne propia la traición: alguien de su propia casa tomará el trono de manera temporal, ejemplificándolo al acostarse con el harem real (12:12-13). Cada una es lacerante. La primera está vinculada al adulterio mismo; la segunda es quizás una pista de que la razón por la cual David se vio tentado fue por quedarse en su hogar y no ir a la guerra con Joab (11:1), evidentemente anhelando la paz; y la tercera le paga a David con la misma moneda de traición que él practicó.

Cuarto, la respuesta de David al más duro de los juicios muestra su profunda sumisión. Dios no es el equivalente de un Destino impersonal. Es una persona y, como tal, se le puede pedir y buscar. A pesar de su enorme fracaso, David sigue siendo un hombre que conoce mejor a Dios que sus numerosos críticos.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: Ezequiel 19

Por un lado, el lamento por los príncipes de Israel (Ezequiel 19) es bastante claro. La leona de los primeros versículos del salmo es la nación como un todo, la cual dio a luz a los reyes. En esa época, como ahora, el león era el rey de los animales, y por ello era apropiado como símbolo del linaje real davídico (p. ej., Génesis 49:9Miqueas 5:8). En 19:10-14, la nación es la viña.

Los reyes que Ezequiel tiene en mente en cada sección son bastante obvios. Joacaz es el primero. Los egipcios lo capturaron y llevaron a Egipto en 609 a.C. (19:4). Se omite a Joacim, pero el destino de Jeconías queda claro en 19:5-9. Lo llevaron a Babilonia en 597 (19:9). El destino de Sedequías se describe en 19:10-14). Si este poema se escribió sobre la misma época que los capítulos aledaños (es decir, alrededor de 592 o 591), Sedequías aún no había caído derrotado (587). En tal caso, esta parte del mismo es predictiva. Otra opción es que Ezequiel completase el lamento después de los acontecimientos de aquellos días.

Resulta sorprendente que las palabras no describan únicamente la derrota de un poder menor ante una fuerza superior, sino el declive del linaje e incluso de la nación, lo cual forma parte de la imagen de la viña en 19:12-14. La propia nación se volvió patéticamente débil: “¡Nada queda de esas vigorosas ramas, aptas para ser cetros de reyes!”. La peor de las ironías es que el fuego que consumió sus frutos brotó de una de sus ramas: se está haciendo alusión a la rebelión de Sedequías, que provocó la expedición de castigo de los babilonios. Este hecho no solo puso fin al linaje davídico, sino que destruyó virtualmente la identidad nacional de Israel durante muchos años. Dentro de la teología de la profecía de Ezequiel, Dios mismo es el causante real de la destrucción de Israel, actuando en juicio. Sin embargo, queda claro aquí que la causa inmediata de la destrucción se encontraba en su interior.

No es ni la primera ni la última vez que una nación o institución se destruye desde su interior. Los aficionados a la historia recordarán el imperio Romano, los años del comunismo en Rusia, ciertas iglesias locales, universidades cristianas, seminarios confesionales, etc. Sabemos que las instituciones humanas no tienen una base tan sólida que garantice los resultados, ya que la raíz del dilema humano se encuentra tan sumergida en el pecado personal que no existe estructura alguna que pueda reformarla definitivamente. El lamento por los príncipes de Israel se vuelve un lamento por la raza humana, que necesita desesperadamente una solución mucho más profunda y efectiva que la que los reyes, los presidentes y las estructuras pueden proveer.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

2 Samuel 12

Natán reprende a David

12 Entonces el Señor envió a Natán a David. Y Natán vino a él y le dijo:

«Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía muchas ovejas y vacas. Pero el pobre no tenía más que una corderita Que él había comprado y criado, La cual había crecido junto con él y con sus hijos. Comía de su pan, bebía de su copa y dormía en su seno, Y era como una hija para él. Vino un viajero a visitar al hombre rico Y este no quiso tomar de sus ovejas ni de sus vacas Para preparar comida para el caminante que había venido a él, Sino que tomó la corderita de aquel hombre pobre y la preparó para el hombre que había venido a visitarlo».

Y se encendió la ira de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: «Vive el Señor, que ciertamente el hombre que hizo esto merece morir; y debe pagar cuatro veces por la cordera, porque hizo esto y no tuvo compasión».

Entonces Natán dijo a David: «Tú eres aquel hombre. Así dice el Señor, Dios de Israel: “Yo te ungí rey sobre Israel y te libré de la mano de Saúl. Yo también entregué a tu cuidado la casa de tu señor y las mujeres de tu señor, y te di la casa de Israel y de Judá; y si eso hubiera sido poco, te hubiera añadido muchas cosas como estas. ¿Por qué has despreciado la palabra del Señor haciendo lo malo ante Sus ojos? Has matado a espada a Urías el hitita, has tomado su mujer para que sea mujer tuya, y a él lo has matado con la espada de los amonitas. 10 Ahora pues, la espada nunca se apartará de tu casa, porque me has despreciado y has tomado la mujer de Urías el hitita para que sea tu mujer”.

11 Así dice el Señor: “Por eso, de tu misma casa levantaré el mal contra ti; y aun tomaré tus mujeres delante de tus ojos y las daré a tu compañero, y este se acostará con tus mujeres a plena luz del día. 12 En verdad, tú lo hiciste en secreto, pero Yo haré esto delante de todo Israel y a plena luz del sol”». 13 Entonces David dijo a Natán: «He pecado contra el Señor». Y Natán dijo a David: «El Señor ha quitado tu pecado; no morirás. 14 Sin embargo, por cuanto con este hecho has dado ocasión de blasfemar a los enemigos del Señor, ciertamente morirá el niño que te ha nacido». 15 Y Natán regresó a su casa.

Entonces el Señor hirió al niño que la viuda de Urías dio a David, y se puso muy enfermo. 16 David rogó a Dios por el niño; y ayunó, y fue y pasó la noche acostado en el suelo. 17 Los ancianos de su casa se pusieron a su lado para levantarlo del suelo, pero él no quiso, y no comió con ellos. 18 Sucedió que al séptimo día el niño murió. Los siervos de David temían informarle que el niño había muerto, pues se decían: «Si cuando el niño todavía estaba vivo, le hablábamos y no nos escuchaba, ¿cómo, pues, vamos a decirle que el niño ha muerto? Puede hacerse daño». 19 Pero viendo David que sus siervos susurraban entre sí, comprendió que el niño había muerto, y dijo a sus siervos: «¿Ha muerto el niño?». «Ha muerto», respondieron ellos. 20 Entonces David se levantó del suelo, se lavó, se ungió y se cambió de ropa; entró en la casa del Señor y adoró. Después vino a su casa y cuando pidió, le pusieron comida delante y comió. 21 Así que sus siervos le dijeron: «¿Qué es esto que ha hecho? Mientras el niño vivía, usted ayunaba y lloraba, pero cuando el niño murió, se levantó y comió pan». 22 Y él respondió: «Mientras el niño aún vivía, yo ayunaba y lloraba, pues me decía: “¿Quién sabe si el Señor tendrá compasión de mí y el niño viva?”. 23 Pero ahora que ha muerto, ¿por qué he de ayunar? ¿Podré hacer que vuelva? Yo iré a él, pero él no volverá a mí».

24 Entonces David consoló a Betsabé su mujer, y vino a ella y se acostó con ella; y ella dio a luz un hijo; y él le puso por nombre Salomón. Y el Señor lo amó, 25 y envió un mensaje por medio del profeta Natán, y le puso el nombre de Jedidías, por causa del Señor.

David conquista a Rabá

26 Joab combatió contra Rabá, ciudad de los amonitas, y conquistó la ciudad real. 27 Entonces Joab envió mensajeros a David que le dijeran: «He combatido contra Rabá, y también he tomado la ciudad de las aguas. 28 Ahora pues, reúna el resto del pueblo y acampe contra la ciudad y tómela, no sea que tome yo la ciudad y sea llamada por mi nombre».

29 David reunió a todo el pueblo y fue a Rabá, y peleó contra ella y la tomó. 30 Quitó la corona de la cabeza de su rey, la cual pesaba 34 kilos de oro y tenía una piedra preciosa, y fue puesta sobre la cabeza de David. Y él sacó botín de la ciudad en grandes cantidades. 31 Y la gente que había en ella, la sacó y la puso a trabajar con sierras, con trillos de hierro y con hachas de hierro; también la puso a trabajar en los hornos de ladrillos. Así hizo a todas las ciudades de los amonitas. Entonces regresó David con todo el pueblo a Jerusalén.


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2 Corintios 5

5Porque sabemos que si la tienda terrenal que es nuestra morada, es destruida, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha por manos, eterna en los cielos. Pues, en verdad, en esta morada gemimos, anhelando ser vestidos con nuestra habitación celestial; y una vez vestidos, no seremos hallados desnudos.

Porque asimismo, los que estamos en esta tienda, gemimos agobiados, pues no queremos ser desvestidos, sino vestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Y el que nos preparó para esto mismo es Dios, quien nos dio el Espíritu como garantía. Por tanto, animados siempre y sabiendo que mientras habitamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor. (Porque por fe andamos, no por vista).

Pero cobramos ánimo y preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el Señor. Por eso, ya sea presentes o ausentes, ambicionamos agradar al Señor. 10 Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por sus hechos estando en el cuerpo, de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo.

La nueva criatura

11 Por tanto, conociendo el temor del Señor, persuadimos a los hombres, pero a Dios somos manifiestos, y espero que también seamos manifiestos en las conciencias de ustedes. 12 No nos recomendamos otra vez a ustedes, sino que les damos oportunidad de estar orgullosos de nosotros, para que tengan respuesta para los que se jactan en las apariencias y no en el corazón. 13 Porque si estamos locos, es para Dios; y si estamos cuerdos, es para ustedes.

14 Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que Uno murió por todos, y por consiguiente, todos murieron. 15 Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos.

16 De manera que nosotros de ahora en adelante ya no conocemos a nadie según la carne. Aunque hemos conocido a Cristo según la carne, sin embargo, ahora ya no lo conocemos así. 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas.

El ministerio de la reconciliación

18 Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió con Él mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 es decir, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo con Él mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación.

20 Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios! 21 Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.


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Ezequiel 19

Elegía por los príncipes de Israel

19 «Y tú, eleva una elegía por los príncipes de Israel, y di:

“¿Qué era tu madre? Una leona entre leones. Echada en medio de leoncillos, Crió a sus cachorros. Cuando exaltó a uno de sus cachorros, Este se hizo león, Y aprendió a desgarrar su presa; Devoró hombres. Entonces las naciones oyeron de él; En su foso fue capturado, Y lo llevaron con garfios A la tierra de Egipto. Cuando ella vio, mientras aguardaba, Que su esperanza estaba perdida, Tomó otro de sus cachorros Y lo hizo un leoncillo. Y él andaba entre los leones; Hecho ya un leoncillo, Aprendió a desgarrar su presa; Devoró hombres. Destruyó sus torres fortificadas Y asoló sus ciudades; La tierra y cuanto había en ella estaban aterrados Por el estruendo de sus rugidos. Entonces se pusieron contra él los pueblos De las provincias de alrededor, Y tendieron sobre él su red; En su foso fue capturado. Lo pusieron en una jaula con garfios Y lo llevaron al rey de Babilonia; Lo llevaron enjaulado Para que su voz no se oyera más En los montes de Israel. 10 Tu madre era como una vid en tu viña, Plantada junto a las aguas; Estaba llena de frutos y ramas Por la abundancia de aguas. 11 Tenía ramas fuertes Propias para cetros de gobernantes, Y su estatura se elevó Hasta en medio de las nubes, Y fue vista a causa de su altura Y por sus muchos sarmientos. 12 Pero fue arrancada con furor, Derribada a tierra, Y el viento del este secó su fruto; Su rama fuerte fue quebrada Y se secó; El fuego la consumió. 13 Y ahora está plantada en el desierto, En una tierra árida y reseca. 14 De su rama ha salido fuego, Que ha consumido sus pámpanos y su fruto, Y no queda en ella rama fuerte, Para cetro de gobernante”».

Esta es una elegía, y de elegía servirá.


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Salmos 64–65

Oración pidiendo protección divina

Para el director del coro. Salmo de David.

64 Escucha mi voz, oh Dios, en mi queja;
Guarda mi vida del terror del enemigo.
Escóndeme de los planes secretos de los malhechores,
Del asalto de los obradores de iniquidad,
Que afilan su lengua como espada,
Y lanzan palabras amargas como flecha,
Para herir en oculto al íntegro;
Lo hieren repentinamente, y no temen.
Se aferran en propósitos malignos;
Hablan de tender trampas en secreto,
Y dicen: «¿Quién las verá?».
Traman injusticias, diciendo:
«Estamos listos con una trama bien concebida;
Pues los pensamientos del hombre y su corazón son profundos».
Pero Dios les disparará con flecha;
Repentinamente serán heridos.
Vuelven su lengua tropezadero contra sí mismos;
Todos los que los vean moverán la cabeza.
Entonces todos los hombres temerán,
Declararán la obra de Dios
Y considerarán sus hechos.
10 El justo se alegrará en el Señor, y en Él se refugiará;
Y todos los rectos de corazón se gloriarán.

La abundante generosidad de Dios

Para el director del coro. Salmo de David. Cántico.

65 Silencio habrá delante de Ti, y alabanza en Sión, oh Dios.
A Ti se cumplirá el voto.
¡Oh Tú, que escuchas la oración!
Hasta Ti viene todo hombre.
Las iniquidades prevalecen contra mí,
Pero nuestras transgresiones Tú las perdonas.
Cuán bienaventurado es aquel que Tú escoges, y acercas a Ti,
Para que more en Tus atrios.
Seremos saciados con el bien de Tu casa,
Tu santo templo.
Con grandes prodigios nos respondes en justicia,
Oh Dios de nuestra salvación,
Tú eres la confianza de todos los términos de la tierra
y del más lejano mar;
El que afirma los montes con Su poder,
Ceñido de potencia;
El que calma el rugido de los mares,
El estruendo de las olas,
Y el tumulto de los pueblos.
Por eso los que moran en los confines de la tierra temen Tus obras,
Tú haces cantar de júbilo a la aurora y al ocaso.
Tú visitas la tierra y la riegas en abundancia,
En gran manera la enriqueces.
El río de Dios rebosa de agua;
Tú les preparas su grano, porque así preparas la tierra.
10 Riegas sus surcos abundantemente,
Allanas sus camellones,
La ablandas con lluvias,
Bendices sus renuevos.
11 Tú has coronado el año con Tus bienes,
Y Tus huellas destilan grasa.
12 Destilan los pastos del desierto,
Y los collados se adornan de alegría.
13 Las praderas se visten de rebaños,
Y los valles se cubren de grano;
Dan voces de júbilo, sí, cantan.

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