Vida Cristiana

Dios te llama a orar por las autoridades de tu país

Nota del editor: Este es un fragmento adaptado del libro Más allá de mi lista de oración: Lo que nos enseñan las cartas de Pablo (B&H Español, 2023), por Wendy Bello.

La Biblia habla mayormente en absolutos. Un buen ejemplo lo encontramos en la exhortación de Pablo a Timoteo y la iglesia que él lideraba, porque el apóstol les dice que intercedan por todos los hombres: «Exhorto, pues, ante todo que se hagan plegarias, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres» (1 Ti 2:1).

Tal vez hubiéramos preferido que dijera «por algunos», «por los hermanos en la fe», «por nuestros familiares», «por los amigos» o «solo por los que nos caen bien». Pero el Espíritu Santo no hizo excepciones cuando inspiró al apóstol, ¡porque Dios no las hace! De modo que la exhortación, el llamado, es a elevar oraciones por todas las personas.

Como señala Donald Guthrie: «estas instrucciones se mantienen unidas por la misión de la iglesia a los de afuera».1 Nuestra misión no está encerrada en cuatro paredes. Nuestro llamado no es solo a los que ya forman parte del pueblo de Dios, sino a los de afuera, porque allí están los que en algún momento también formarán parte del pueblo de Dios.

Pero lo más evidente es que todo debe comenzar en oración.
Pablo entonces pasa de este grupo general a presentar algo particular: «Exhorto, pues, ante todo que se hagan plegarias, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en autoridad» (1 Ti 2:1-2a).

Oremos por toda autoridad

Dentro del conjunto de todos los seres humanos, encontramos a aquellos que ocupan posiciones de alto liderazgo. Dios nos dice en Su Palabra que oremos por nuestras autoridades. Creo que tal vez sé lo que estás pensando: que es más fácil orar cuando los líderes son piadosos, cuando los gobernantes muestran integridad y, especialmente, cuando los que ocupan esos lugares son aquellos por los cuales votamos.

"Cuando intercedemos por nuestro país, intercedemos por nuestro bienestar y por la oportunidad de vivir de una manera que exalte el evangelio"

Solemos orar sin mucha dificultad cuando el candidato de nuestro partido favorito está de turno. Sin embargo, lo que Pablo dice más adelante debe hacernos reflexionar: «para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad» (1 Ti 2:2b). Esa es la razón. La Escritura nos llama a orar por los gobernantes y autoridades porque sus decisiones afectan nuestras vidas de una manera muy directa. Un ejemplo de esto lo encontramos en las palabras de Dios para Israel por medio del profeta Jeremías durante la cautividad en Babilonia: «Y busquen el bienestar de la ciudad adonde los he desterrado, y rueguen al SEÑOR por ella; porque en su bienestar tendrán bienestar» (Jr 29:7).

Pidamos el bienestar común

Cuando intercedemos por nuestra ciudad, nuestro país, nuestro mundo, estamos intercediendo también por nuestro propio bienestar y por la oportunidad de vivir de una manera que exalte el evangelio. Al mirar el panorama mundial contemporáneo, resulta casi imposible encontrar un líder —ya sea gubernamental, de negocios o de alguna otra índole en la esfera sociopolítica— que sea temeroso de Dios.

Las leyes que una y otra vez se aprueban, independientemente del país donde vivas, no suelen reflejar el temor a Dios ni considerar Su Palabra. Eso no debería llevarnos a la desesperanza y a simplemente dejarlos fuera de nuestras oraciones, sino que ¡con más razón tenemos que interceder por ellos! Cuando lo hacemos, también estamos intercediendo por nosotros mismos y por las generaciones que nos seguirán.

"La Escritura nos llama a orar por los gobernantes y autoridades porque sus decisiones afectan nuestras vidas de una manera muy directa"

Recordemos que esta carta (1 Timoteo) fue escrita en el tiempo del Imperio romano, donde la opresión sanguinaria sobre los grupos considerados disidentes o peligrosos para el orden establecido —como lo eran los cristianos— era una amenaza latente. Orar por las autoridades era vital y lo sigue siendo, especialmente por las autoridades y gobiernos donde la iglesia es perseguida. Quizá todavía no sea nuestra realidad, pero no olvidemos interceder también por los gobiernos y líderes de los países donde nuestros hermanos en la fe cada día enfrentan peligros, carencias y dificultades por seguir a Cristo.

Al mismo tiempo, es válido recordar que creemos que nuestro Dios es soberano sobre todas las cosas y que la conducta de los creyentes, que han sido transformados por las buenas nuevas del evangelio, también implica que nos sujetemos a las autoridades porque entendemos que han sido puestas por Dios (Ro 13:1). Orar por ellas es un buen primer paso.

De hecho, Pablo afirma que orar de esta manera «es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador» (1 Ti 2:3).

Anhelemos la salvación de todos

1 Timoteo 2 nos enseña que interceder por todos los seres humanos, incluidas las autoridades, está ligado al deseo redentor de Dios porque Su deseo es que «todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad» (1 Ti 2:4). El contexto de la misma carta y otros pasajes con la autoría de Pablo nos permiten entender que la idea es que haya una inclusión tanto de judíos como de gentiles en la iglesia.

En otras palabras, la salvación no es para un grupo étnico exclusivo. La Escritura nos enseña que la obra redentora de Cristo en la cruz compró para Dios un pueblo que tendrá miembros de toda tribu, lengua, pueblo y nación (ver Ap 5:97:9). Por eso estamos llamados a interceder para que el Señor, el Dios Salvador, traiga a Su pueblo a los redimidos que arribarán al conocimiento de la verdad (otra manera de referirse al conocimiento del evangelio).

No quisiera desaprovechar la oportunidad para añadir que debemos incluir en nuestras oraciones al cónyuge, los hijos, los padres, los familiares y los amigos que no conocen al Señor.

La salvación viene del Señor y, aunque nosotros no la causamos ni tenemos jurisdicción en cuanto a quién Dios salva y a quién no, eso no impide que oremos y clamemos a favor de aquellos que no lo conocen y están en oscuridad. Muchos de los que hoy caminamos en la luz de Cristo tuvimos la bendición de que otros oraran por nuestra salvación. Yo me cuento entre ellos. No quiero decir con esto que la salvación depende de la oración, sino que el Señor nos da el privilegio de orar por otros. Intercedemos por ellos, como vemos en la historia de Abraham o la de Moisés, no basándonos en nuestros méritos o nuestra elocuencia, sino sobre la base de quién es nuestro Dios: un Dios misericordioso, de gracia, autor de la salvación. Intercedamos y descansemos en Su soberanía y perfecto plan.


Wendy Bello 
es licenciada en Lengua y Literatura Inglesa; escritora, y conferencista cubana, radicada en la ciudad de Miami. Hace parte del equipo de autoras de LifeWay Mujeres, y también sirve en el ministerio de mujeres de su iglesia local. Está casada con Abel y tienen dos hijos adolescentes. Actualmente cursa una Maestría en Estudios Teológicos en Southern Baptist Seminary. Puedes visitar su página web, y encontrarla en Instagram.

Acerca del Autor

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