Ministerio

Lo que he aprendido al predicar sobre identidad

Durante sus aventuras en el País de las Maravillas, Alicia se encuentra con una Oruga que le pregunta: «¿Quién eres?».

Su respuesta es interesante:

Alicia, un poco intimidada, contestó:
—Pues yo… yo, ahora mismo, señor, ni lo sé… Sí, sé quién era cuando esta mañana me levanté, pero he debido cambiar varias veces desde entonces.
—¿Qué quieres decir con eso? —dijo severamente la Oruga—. ¡Explícate!
—Me temo no poder, señor —dijo Alicia—, porque como ve, ya no soy yo.
—No veo —dijo la Oruga.
—Temo no poder exponerlo con mayor claridad —repuso muy cortésmente Alicia— porque, para empezar, ni yo misma lo comprendo; y el cambiar tantas veces de tamaño en un solo día es muy desconcertante (Lewis Carroll, Alice’s Adventures in Wonderland, p. 60).

Nosotros nos encontramos en una situación como la de Alicia. Creamos identidades para nosotros mismos en las redes sociales (quizás presentamos diferentes lados de nosotros mismos en cada plataforma), somos una persona en casa, otra en el trabajo y otra con los amigos. Tenemos identidades que se basan en nuestras carreras, logros, traumas y fracasos.

Así que, si se nos presiona como a Alicia, con la pregunta «¿Quién eres?», no es sorprendente ver que estamos confundidos.

"Somos propensos a crear identidades arraigadas en cualquier cosa que no sea Dios"

La identidad es un tema «candente» en nuestra cultura y en nuestras iglesias, así que los pastores debemos ser capaces de hablar bíblicamente sobre el tema, siendo conscientes y sensibles al diálogo cultural en el que está inmersa nuestra gente como participantes o espectadores.

Hace poco prediqué sobre este tema y aprendí algunas cosas que me ayudaron mientras preparaba mi sermón y cuando interactuaba con las personas que me hicieron preguntas después.

Debemos recordar que la identidad significa algo más que la identidad sexual

Dado el volumen de las noticias en los medios, es fácil que pastores y congregantes por igual piensen que la suma de la cuestión de la identidad es la de la sexualidad. Existen grandes presiones sobre los pastores para que prediquen acerca de temas que el mundo considera vitales, en lugar de lo que las Escrituras nos dicen que es vital.

Una advertencia: nunca permitas que el mundo dicte tu agenda de predicación. He descubierto que si predico fielmente a través de los libros de la Biblia, tocaré todos los temas culturalmente relevantes de forma natural, en lugar de manipular mi programa de predicación para adaptarlo a la narrativa cultural. Si perteneces a una tradición de predicación más temática, el punto sigue siendo el mismo: deja que las Escrituras te guíen, no la cultura.

Cuando miro lo que las Escrituras dicen sobre la identidad, veo que la identidad sexual no es más que una parte del problema al que nos enfrentamos hoy en día. La Biblia me recuerda que somos propensos a crear identidades arraigadas en cualquier cosa que no sea Dios. Esto significa que cualquier sermón que predique sobre identidad debe llegar al centro de nuestro deseo de ser algo distinto de lo que Dios nos ha creado para ser. La crisis de identidad en el mundo moderno no es menor que nuestra crisis de identidad sexual, pero es ciertamente mayor. Ten esto en cuenta cuando prepares tus sermones.

Necesitamos saber cómo la cultura moldea la identidad

La cultura ha moldeado y seguirá moldeando las identidades. Los predicadores tenemos que ser estudiantes de nuestra cultura, entender cómo y dónde el mundo intenta persuadirnos para que entendamos quiénes somos. Confieso mi vergonzosa afición por las películas navideñas cursis, y una de las muchas narrativas que estas películas intentan persuadirnos para que aceptemos es la idea de que sabremos quiénes somos realmente cuando encontremos a la persona «adecuada». El médico de la gran ciudad sabrá por fin quién está destinado a ser cuando conozca al tendero de la pequeña ciudad o al granjero que puede ayudarle a ver lo que realmente importa.

"Tenemos que ayudar a las personas a ver las mentiras de las narrativas del mundo y luego señalarles la verdad del evangelio"

Estas narrativas están por todas partes, son poderosas e informan y moldean nuestras identidades. Tenemos que ayudar a las personas a ver las mentiras de las narrativas del mundo y luego señalarles la verdad del evangelio. Hay muchos otros factores que moldean y forman nuestra identidad y de los que debemos ser conscientes. Por nombrar algunos, pensemos en cómo la tradición familiar nos da una idea de quiénes somos. Piensa en cómo la biología nos dice que somos hombres o mujeres, altos, bajos, etc., y por lo tanto nos da los bloques para construir identidades.

Necesitamos aceptar la identidad que Dios nos da

Más importante aún, tenemos que saber que la identidad que Dios nos da es mayor que la que podríamos crearnos nosotros mismos. Cada identidad que creamos para nosotros mismos es un intento (fallido) de reconciliar lo que sentimos sobre nosotros mismos con lo que somos.

Pero el evangelio viene y logra esto de una manera que nosotros nunca podríamos lograr. El evangelio nos dice que ya no somos rebeldes, sino hijos, ¡que somos nuevas criaturas!

No somos en primer lugar la suma de nuestros fracasos o éxitos, de nuestras tradiciones y expectativas familiares o incluso de nuestras preferencias sexuales, sino que somos hijos de Dios. No hay confusión. Para todo lo demás que podamos ser, somos ante todo hijos de Dios. Esta identidad tiene aspectos objetivos y subjetivos.

Objetivamente, somos hijos e hijas de Dios. Eso es lo que somos.
Subjetivamente, somos liberados de la carga emocional y espiritual de nuestra crisis de identidad moderna. Nuestra confusión de identidad ha desaparecido: ¡sabemos quiénes somos!

Nuestro sentimiento de que no tenemos valor ha desaparecido: ¡la cruz nos muestra cuán valorados somos! Nuestra sensación de falta de significado ha desaparecido: ¡sabemos para qué fuimos creados (para glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre)! Nuestra desesperanza ha desaparecido: sabemos hacia dónde se dirigen nuestras vidas, es decir, a estar con Dios para siempre.

En mi sermón sobre identidad, concluí como terminaré aquí. Los occidentales que no conocen el evangelio solo pueden verse a sí mismos, como bien resume Madonna: «Soy mi propio experimento. Soy mi propia obra de arte». Pero en Cristo, podemos estar de acuerdo con George MacDonald, quien escribió: «Preferiría ser lo que Dios eligió para hacerme que la criatura más gloriosa que se me pudiera ocurrir; porque haber sido pensado, nacido en el pensamiento de Dios, y luego hecho por Dios, es lo más apreciable, grandioso y precioso de todo el pensamiento».

Publicado originalmente en The Gospel Coalition CanadaTraducido por Eduardo Fergusson.

Carl Santos está casado con Sara y tiene seis hijos maravillosos. Carl es Pastor Principal en la Iglesia Redeemer en Niagara Falls y está completando su doctorado en Predicación en el Seminario Tyndale.

Acerca del Autor

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