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Aprendamos a usar las preguntas como Jesús

«En medio de un “entorno VICA” (volátil, incierto, complejo y ambiguo), Jesús enfatizó la actitud de escucha y formuló aproximadamente el doble de preguntas que las que le dirigieron a Él», escribe Jaume Llenas en un libro que está por publicarse.

Esta observación significativa de la vida del Maestro por excelencia tiene que hacernos reflexionar y cuestionar: ¿Cómo y por qué Jesús formulaba preguntas? Considero que esta forma de Jesús de relacionarse con los demás es una invitación para que hagamos lo mismo en nuestras relaciones con otras personas.


¿Por qué preguntar?

Es un ejercicio fascinante estudiar las preguntas que Jesús formuló de manera intencional a diferentes personas en los evangelios: diversidad de preguntas para responder a diferentes situaciones y provocar diferentes reacciones. En la tarea de ayudar y discipular a otros es provechoso estudiar el modelo de cómo, cuándo y por qué preguntó Jesús, y cuál fue el resultado.

El ejemplo de Jesús nos mueve a cambiar nuestro paradigma de una actitud de meros informadores a una actitud de discipuladores y mentores. La pregunta es un instrumento que podemos usar para crear puentes con las personas a las que queremos bendecir y edificar.

¿Por qué hacer preguntas es una buena estrategia relacional? Estas son al menos dos razones que se pueden extraer del ejemplo de Jesús:

1. Nos permite identificar la situación de las personas

En primer lugar, preguntar nos permite identificar dónde está la persona con la que entablamos una conversación y hablarle de una forma relevante a su situación.

"El ejemplo de Jesús al hacer preguntas nos mueve a cambiar nuestro paradigma de una actitud de meros informadores a una actitud de discipuladores"

Por ejemplo, si soy un apasionado del ajedrez y quiero jugar una partida con mi amigo, primero tendré que averiguar si sabe jugar; y si no sabe, tendré que averiguar si tiene interés en aprender. De lo contrario, la conversación podría convertirse en un monólogo y perderé el interés de mi amigo. Si no indago dónde está parado el otro, la conversación no tendrá ningún sentido o relevancia para él.

De la misma manera, pensemos en aspectos más profundos del discipulado y de nuestro caminar con Cristo. Si queremos aportar algún tipo de influencia edificante, debemos, en primer lugar, tratar de conocer no solo lo que el otro sabe a nivel intelectual, sino indagar qué apertura tiene a nivel emocional.

No hablaremos de la misma forma a todas las personas, porque dependerá de su contexto y situación, su experiencia de vida, sus necesidades, su formación, entre otros aspectos. Antes de adentrarnos en conversaciones profundas, necesitamos saber cuál es la situación de la persona.

Pienso que este ejemplo de Jesús puede ayudarnos a meditar en este uso de las preguntas:

"Enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de Él, volviéndose entre la gente, dijo: «¿Quién ha tocado Mi ropa?». Y Sus discípulos le dijeron: «Ves que la multitud te oprime, y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”» (Mr 5:30-31, énfasis añadido)."

A primera vista, la intención de la pregunta de Jesús es aclaratoria. Sin embargo, Él va mucho más allá, puesto que Su pregunta quiere provocar la identificación de la persona que tocó Su manto. Jesús quiere identificar a la mujer delante de todos para hacer evidente la oportunidad de extender a la mujer no solo sanidad, sino salvación y restauración social (v. 34).

Además, con la pregunta se detiene el tiempo y Jairo es desafiado a esperar y confiar en el poder sanador de Jesús; y a los discípulos y a toda una multitud se les permitirá vislumbrar la identidad de Aquel al que siguen.

Una simple pregunta puede resultar ser un acto poderoso con resultados asombrosos.

"Hacer preguntas nos invita a tener una postura de humildad, en la que demostramos que estimamos a los demás como superiores a nosotros mismos"

Si somos sinceros, en más de una ocasión nos hemos encontrado, por no escuchar detenidamente, ¡respondiendo a preguntas que las personas no hicieron! Preguntar y escuchar bien nos puede ayudar a que las conversaciones no se desvíen a nuestras propias agendas como humanos, sino a lo que las otras personas necesitan y desean saber, al conectar sus respuestas con el evangelio.

Veamos otro ejemplo de Jesús al interactuar con una persona en necesidad:

"Y muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten misericordia de mí!». Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». Y llamaron al ciego, diciéndole: «¡Anímate! Levántate, que te llama». Arrojando su manto, se levantó de un salto y fue a Jesús.
Y dirigiéndose a él, Jesús le preguntó: «¿Qué deseas que haga por ti?». Y el ciego le respondió: «Raboní, que recobre la vista». «Vete, tu fe te ha sanado», le dijo Jesús. Al instante el ciego recobró la vista, y lo seguía por el camino (Mr 10:48-52, énfasis añadido)."

No creo que debamos interpretar que Jesús no sabía lo qué necesitaba el ciego. Más bien, con Su pregunta, Jesús demuestra al ciego que lo está viendo y que lo trata con dignidad. Jesús conecta con él demostrando Su interés; no asume nada, sino que escucha, valora y respeta.

Y el ciego recibe más de lo que anhelaba por mucho tiempo: la vista para ver no solo las realidades físicas sino también las espirituales.

Una simple pregunta puede resultar en un acto poderoso con resultados asombrosos.

¿Cuándo preguntar?

La pregunta es sin duda una herramienta clave en nuestro diálogo con otras personas. Sin embargo, es necesario hacer una advertencia: debemos escoger bien el momento para usarla.

Es una pérdida de tiempo tratar de conversar con alguien que no quiere escuchar. Nosotros no actuamos por nosotros mismos, sino que, al final, somos instrumentos de Dios para alcanzar a las personas. Por eso debemos asegurarnos de que estamos conectados con el Espíritu y de que hablamos en el Espíritu; es decir, llenos de la Palabra.

Debemos decidir dejarnos guiar como instrumentos de Dios para la bendición de otros y no actuar de forma impulsiva. Por eso, hemos de ser sabios en discernir y aprovechar la oportunidad de una conversación edificante.

Por último, quisiera resaltar que hacer preguntas nos invita a tener una postura de humildad, en la que demostramos que estimamos a los demás como superiores a nosotros mismos (Fil 2:3), a una actitud de compasión (Ef 4:43) y a un compromiso de oración (Stg 5:16). De esa manera honramos a Jesús en el uso de las preguntas.

Edith Vilamajó Sanchis es la Decana de estudiantes y profesora de la asignatura de Pedagogía en la EET. Se graduó en Pedagogía por la Universidad de Barcelona y obtuvo seguidamente una Maestría en teología en la Trinity Evangelical Divinity School (USA). Dedicó los primeros veinte años de su ministerio a la obra estudiantil, en una primera etapa con GBU España (1996-2003), desde su ciudad natal Barcelona, y en una segunda etapa (2003-2013) con IFES Europa y algunas visitas a América Latina, desde Oxford, donde reside actualmente con su marido Peter y su hijo Alex. En el 2016 obtuvo su DMin en Liderazgo Transformacional por el Ashland Theological Seminary. Su tesis ha servido, en buena medida, como base de su primer libro publicado en el 2019 por la Editorial Andamio: «Formar para transformar. Propuesta para renovar el ministerio de enseñanza en la Iglesia».

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