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Lectura de Hoy

31-01-2024

Devocional

Devocional: Génesis 32

¡Qué transformación se ha producido en Jacob! (Génesis 32). A primera vista, por supuesto, no han cambiado muchas cosas. Deja Beerseba y se dirige hacia Padán-aram, temiendo por su vida; a su hermano Esaú, le sobraban motivos, desde su propia perspectiva, para matarle. Ahora, vuelve a casa, aterrado ante la posible reacción de su hermano. También en el plano superficial, se podría argumentar que han cambiado muchas cosas; Jacob era un hombre soltero cuando abandonó las tiendas de sus padres, llevándose prácticamente nada, mientras ahora retorna un hombre rico, casado y con muchos hijos.

Pero las diferencias más profundas entre los dos viajes se manifiestan en su actitud totalmente transformada hacia Dios. En su viaje de ida, Jacob no toma ninguna iniciativa en lo que se refiere a asuntos espirituales. No hizo más que quedarse dormido (Génesis 28). Es Dios quien interviene en su vida con la visión extraordinaria de una escalera que sube hasta el cielo. Al despertarse, Jacob reconoce que lo que ha vivido debe ser una especie de manifestación de parte de Dios (28:16-17), pero su respuesta es intentar negociar con Dios: si Dios le concede seguridad, prosperidad y un feliz regreso a casa al final, Jacob, en cambio, reconocerá a Dios y le entregará el diezmo.

Ahora todo ha cambiado. Es cierto que otra vez es Dios quien toma la iniciativa: Jacob se encuentra con unos mensajeros angélicos (32:1-2). Jacob decide actuar con prudencia y envía por delante a unos cuantos de su séquito para anunciar a Esaú que vuelve su hermano. Esto da lugar a una noticia inquietante: Esaú sale a su encuentro, pero con cuatrocientos hombres.

Por un lado, Jacob pone en marcha un plan que ha tramado anteriormente con gran esmero: una ola de regalos tras otra llega a Esaú, acompañados del más alto grado de cortesía y de respeto por parte de Jacob. Por otra parte, Jacob reconoce que las cosas están fuera de su alcance. Ya ha desaparecido el espíritu negociador “sintió mucho miedo, y se puso muy angustiado” (32:7). Jacob actúa, y luego ora pidiendo ayuda. Le recuerda a Dios las promesas del pacto, confiesa su propia indignidad, reconoce la gran cantidad de bienes que ha recibido inmerecidamente, confiesa la angustia que sufre (32:9-12). Y luego, en sus horas más oscuras, lucha con esta extraña manifestación de Dios mismo (32:22-30).

Han pasado unos veinte años desde que Jacob emprendió su viaje de ida. Algunas personas no aprenden nada en veinte años. Jacob sí ha aprendido humildad, tenacidad, temor piadoso y cómo orar. Nada de esto supone que esté tan paralizado por el miedo, que no haga nada excepto refugiarse en la oración. Más bien significa que hace lo que puede, convencido, sin embargo, de que la salvación viene del Señor.

Cuando amanezca el nuevo día, es posible que camine cojo, pero es un hombre más fuerte y maduro.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Romanos 3

Casi todo en Romanos 3:21-26 es discutido. No disponemos de espacio para justificar una exégesis particular. Sin embargo, en mi opinión, podemos extraer unas conclusiones importantes:

(1) “Pero ahora” (3:21): la expresión es temporal, no meramente lógica. Pablo ha dedicado 1:18—3:20 a demostrar que toda la raza humana, judíos y gentiles por igual, esto es, los que tienen la ley mosaica y los que no, son culpables ante Dios. No obstante, en este punto de la historia redentora, ha ocurrido algo nuevo. Se ha dado a conocer una “justicia de Dios”.

(2) La frase “sin la mediación de la ley” probablemente modifica “se ha manifestado”, es decir, “sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios”.

(3) “La ley” no es “legalismo” aquí, como si Pablo estuviese diciendo que ahora se había dado a conocer una justicia sin el legalismo. La reflexión de Pablo, más bien, es que ahora, con la muerte y la resurrección de Jesús, se ha manifestado una justicia de Dios sin la ley-pacto, la ley de Moisés. Esto no significa que aquella no haya sido anunciada. Todo lo contrario: de ella “dan testimonio la ley y los profetas” (esto es, las sagradas Escrituras). En otras palabras, “la justicia de Dios” que ha venido a nosotros por medio de Jesús apareció de forma independiente a la ley-pacto, pero aun así, la antigua ley, de hecho, toda la Biblia hebrea, contuvo testimonio de ella y la anunció.

(4) Esta “justicia de Dios” viene a todos los que creen (3:22-24). No puede ir a los buenos porque Pablo acaba de invertir dos capítulos demostrando que todos son malos. Viene, por tanto, a aquellos que creen, libremente por la gracia de Dios “mediante la redención que Cristo Jesús efectuó” (3:24).

(5) Dios consiguió esta redención ofreciendo a Cristo Jesús como “sacrificio de expiación” (3:25) o, más precisamente, como “propiciación” (rvr60). Así pues, Dios dio lugar a la muerte de Jesús, de forma que en su crucifixión este murió, “el justo por los injustos” (1 P. 3:18), haciendo a Dios favorable o “propicio” a aquellos que, de lo contrario, solo se enfrentarían a su ira. Por tanto, la muerte de Cristo no es únicamente una “expiación” (cancela nuestro pecado), sino una “propiciación” (hace a Dios propicio). Por supuesto, como es el propio Todopoderoso quien provee el sacrificio, existe un profundo sentido en el que Dios se propicia, es decir, provee por gracia el sacrificio que pacifica su propia ira.

(6) Afirmado de otra forma, Dios no sólo ofrece a Cristo para justificar a los pecadores impíos como nosotros los que tenemos fe en Jesús, sino también para mantener su propia justicia, ser justo, frente a todos los pecados que se han cometido siempre (3:25-26).


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Génesis 32

Jacob teme encontrarse con Esaú

32 Cuando Jacob siguió su camino, los ángeles de Dios le salieron al encuentro. Y al verlos, Jacob dijo: «Este es el campamento de Dios». Por eso le puso a aquel lugar el nombre de Mahanaim.

Entonces Jacob envió mensajeros delante de sí a su hermano Esaú, a la tierra de Seir, región de Edom. Y les dio órdenes, diciendo: «Así dirán a mi señor Esaú: “Así dice su siervo Jacob: ‘He morado con Labán, y allí me he quedado hasta ahora. Tengo bueyes, asnos y rebaños, siervos y siervas; y envío a avisar a mi señor, para hallar gracia ante sus ojos’”».

Los mensajeros regresaron a Jacob, diciendo: «Fuimos a su hermano Esaú, y él también viene a su encuentro, y 400 hombres con él». Jacob tuvo mucho temor y se angustió. Dividió en dos campamentos la gente que estaba con él, y las ovejas, las vacas y los camellos, y dijo: «Si Esaú viene a un campamento y lo ataca, el campamento que queda escapará».

Entonces Jacob dijo: «Oh Dios de mi padre Abraham y Dios de mi padre Isaac, oh Señor, que me dijiste: “Vuelve a tu tierra y a tus familiares, y Yo te haré prosperar”. 10 Indigno soy de toda misericordia y de toda la fidelidad que has mostrado a Tu siervo. Porque con solo mi cayado crucé este Jordán, y ahora he llegado a tener dos campamentos. 11 Líbrame, te ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque yo le tengo miedo, no sea que venga y me hiera a mí y a las madres con los hijos. 12 Porque Tú me dijiste: “De cierto te haré prosperar, y haré tu descendencia como la arena del mar que no se puede contar por su gran cantidad”».

13 Jacob pasó la noche allí. Entonces de lo que tenía consigo escogió un presente para su hermano Esaú: 14 200 cabras y 20 machos cabríos, 200 ovejas y 20 carneros, 15 30 camellas criando con sus crías, 40 vacas y 10 novillos, 20 asnas y 10 asnos. 16 Jacob los entregó a sus siervos, cada manada aparte, y dijo a sus siervos: «Pasen delante de mí, y pongan un buen espacio entre manada y manada».

17 Y ordenó al primero: «Cuando mi hermano Esaú te encuentre y te pregunte: “¿De quién eres y adónde vas, y de quién son estos animales que van delante de ti?”, 18 entonces responderás: “Son de su siervo Jacob. Es un presente enviado a mi señor Esaú. Mire, él también viene detrás de nosotros”».

19 También dio órdenes al segundo y al tercero, y a todos los que iban tras las manadas, diciendo: «De esta manera hablarán a Esaú cuando lo encuentren, 20 y dirán: “Mire, su siervo Jacob también viene detrás de nosotros”». Pues dijo: «Lo apaciguaré con el presente que va delante de mí. Y después veré su rostro; quizá me acepte». 21 El presente pasó, pues, delante de él, y Jacob durmió aquella noche en el campamento.

Jacob lucha con el ángel de Dios

22 Aquella misma noche Jacob se levantó, y tomó a sus dos mujeres, a sus dos siervas y a sus once hijos, y cruzó el vado de Jaboc. 23 Después que los tomó y los hizo pasar el arroyo, hizo pasar también todo lo que tenía.

24 Jacob se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta rayar el alba. 25 Cuando vio que no podía prevalecer contra Jacob, lo tocó en la coyuntura del muslo, y se dislocó la coyuntura del muslo de Jacob mientras luchaba con él. 26 Entonces el hombre dijo: «Suéltame porque raya el alba». «No te soltaré si no me bendices», le respondió Jacob. 27 «¿Cómo te llamas?», le preguntó el hombre. «Jacob», le respondió él.

28 el hombre dijo: «Tu nombre ya no será Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has prevalecido». 29 Entonces Jacob le dijo: «Dame a conocer ahora tu nombre». «¿Para qué preguntas por mi nombre?», le respondió el hombre. Y lo bendijo allí.

30 Y Jacob le puso a aquel lugar el nombre de Peniel, porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y ha sido preservada mi vida». 31 El sol salía cuando Jacob cruzaba Peniel, y cojeaba de su muslo. 32 Por eso, hasta hoy, los israelitas no comen el tendón de la cadera que está en la coyuntura del muslo, porque el hombre tocó la coyuntura del muslo de Jacob en el tendón de la cadera.

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Marcos 3

Jesús sana al hombre de la mano seca

3 Otra vez entró Jesús en una sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca. Y lo observaban para ver si lo sanaba en el día de reposo, para poder acusar a Jesús. Y Jesús le dijo* al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte aquí en medio».

Entonces Jesús dijo* a los otros: «¿Es lícito en el día de reposo hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matar?». Pero ellos guardaban silencio. Y mirando con enojo a los que lo rodeaban, y entristecido por la dureza de sus corazones, le dijo* al hombre: «Extiende tu mano». Y él la extendió, y su mano quedó sana. Pero cuando los fariseos salieron, enseguida comenzaron a tramar con los herodianos en contra de Jesús, para ver cómo lo podrían destruir.

Las multitudes siguen a Jesús

Entonces Jesús se retiró al mar con Sus discípulos, y una gran multitud de Galilea lo siguió. Y también de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran multitud, que al oír todo lo que Jesús hacía, vino a Él.

Y dijo a Sus discípulos que tuvieran lista una barca para Él por causa de la multitud, para que no lo oprimieran; 10 porque Él había sanado a muchos, de manera que todos los que tenían aflicciones, para tocar a Jesús, se echaban sobre Él. 11 Y siempre que los espíritus inmundos veían a Jesús, caían delante de Él y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». 12 Pero Él les advertía con insistencia que no revelaran Su identidad.

Designación de los doce apóstoles

13 Después Jesús subió* al monte, llamó* a los que Él quiso, y ellos vinieron a Él. 14 Designó a doce, para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar, 15 y para que tuvieran autoridad de expulsar demonios.

16 Designó, pues, a los doce: Simón (a quien puso por nombre Pedro), 17 Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan hermano de Jacobo (a quienes puso por nombre Boanerges, que significa: «Hijos del Trueno»); 18 Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananita; 19 y Judas Iscariote, el que también lo entregó.

Jesús y Beelzebú

20 Jesús llegó* a una casa, y la multitud se juntó* de nuevo, a tal punto que ellos ni siquiera podían comer. 21 Cuando Sus parientes oyeron esto, fueron para hacerse cargo de Él, porque decían: «Está fuera de sí».

22 Y los escribas que habían descendido de Jerusalén decían: «Tiene a Beelzebú; y expulsa los demonios por medio del príncipe de los demonios». 23 Llamándolos junto a Él, Jesús les hablaba en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? 24 Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede perdurar. 25 Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá permanecer. 26 Y si Satanás se ha levantado contra sí mismo y está dividido, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin.

27 »Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes si primero no lo ata; entonces podrá saquear su casa. 28 En verdad les digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias con que blasfemen, 29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene jamás perdón, sino que es culpable de pecado eterno». 30 Porque decían: «Tiene un espíritu inmundo».

La madre y los hermanos de Jesús

31 Entonces llegaron* Su madre y Sus hermanos, y quedándose afuera, mandaron a llamar a Jesús. 32 Y había una multitud sentada alrededor de Él, y le dijeron*: «Tu madre y Tus hermanos están afuera y te buscan». 33 «¿Quiénes son Mi madre y Mis hermanos?», les dijo* Jesús.

34 Y mirando a los que estaban sentados en círculo alrededor de Él, dijo*: «Aquí están Mi madre y Mis hermanos. 35 Porque cualquiera que hace la voluntad de Dios, ese es Mi hermano, y hermana y madre».


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Ester 8

Decreto a favor de los judíos

8 Aquel mismo día el rey Asuero dio a la reina Ester la casa de Amán, enemigo de los judíos; y Mardoqueo vino delante del rey, porque Ester le había revelado lo que era él para ella. Entonces el rey se quitó el anillo que había recobrado de Amán, y se lo dio a Mardoqueo. Y Ester puso a Mardoqueo sobre la casa de Amán.

Ester habló de nuevo delante del rey, cayó a sus pies, y llorando, le imploró que impidiera los propósitos perversos de Amán el agagueo y el plan que había tramado contra los judíos. El rey extendió hacia Ester el cetro de oro, y Ester se levantó y se puso delante del rey, y dijo: «Si le place al rey, y si he hallado gracia delante de él, si el asunto le parece bien al rey y yo soy grata ante sus ojos, que se escriba para revocar las cartas concebidas por Amán, hijo de Hamedata, el agagueo, las cuales escribió para destruir a los judíos que están en todas las provincias del rey. Porque ¿cómo podría yo ver la calamidad que caería sobre mi pueblo? ¿Cómo podría yo ver la destrucción de mi gente?».

Entonces el rey Asuero dijo a la reina Ester y al judío Mardoqueo: «Miren, he dado a Ester la casa de Amán, y a él lo han colgado en la horca porque extendió su mano contra los judíos. Ustedes, pues, escriban acerca de los judíos como les parezca bien, en nombre del rey, y séllenlo con el anillo del rey. Porque un decreto que está escrito en nombre del rey y sellado con el anillo del rey no puede ser revocado».

Así que fueron llamados los escribas del rey en aquel momento en el mes tercero (es decir, el mes de Siván), en el día veintitrés; y conforme a todo lo que ordenó Mardoqueo se escribió a los judíos, a los sátrapas, a los gobernadores y a los príncipes de las provincias que se extendían desde la India hasta Etiopía, 127 provincias, a cada provincia conforme a su escritura, y a cada pueblo conforme a su lengua, y a los judíos conforme a su escritura y a su lengua. 10 Mardoqueo escribió en nombre del rey Asuero y sellaron las cartas con el anillo del rey, y se enviaron por medio de correos a caballo, que montaban en corceles engendrados por caballos reales.

11 En ellas el rey concedía a los judíos que estaban en cada ciudad el derecho de reunirse y defender su vida, de destruir, de matar y de exterminar al ejército de cualquier pueblo o provincia que los atacara, incluso a niños y mujeres, y de saquear sus bienes, 12 en un mismo día en todas las provincias del rey Asuero, el día trece del mes doce (es decir, el mes de Adar).

13 Una copia del edicto que había de promulgarse como ley en cada provincia fue publicado a todos los pueblos, para que los judíos estuvieran listos para ese día a fin de vengarse de sus enemigos. 14 Los correos, apresurados y apremiados por la orden del rey, salieron montados en los corceles reales; y el decreto fue promulgado en la fortaleza de Susa.

15 Entonces Mardoqueo salió de la presencia del rey en vestiduras reales de azul y blanco, con una gran corona de oro y un manto de lino fino y púrpura. La ciudad de Susa dio vivas y se regocijó. 16 Para los judíos fue día de luz y alegría, de gozo y gloria. 17 En cada provincia, en cada ciudad y en todo lugar adonde llegaba el mandato del rey y su decreto había alegría y gozo para los judíos, banquete y día festivo. Y muchos de entre los pueblos de la tierra se hicieron judíos, porque había caído sobre ellos el temor de los judíos.


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Romanos 3

¿Qué ventaja tiene el judío?

3 ¿Cuál es, entonces, la ventaja del judío? ¿O cuál el beneficio de la circuncisión? Grande, en todo sentido. En primer lugar, porque a ellos les han sido confiados los oráculos de Dios. Entonces ¿qué? Si algunos fueron infieles, ¿acaso su infidelidad anulará la fidelidad de Dios? ¡De ningún modo! Antes bien, sea hallado Dios veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso; como está escrito:

«Para que seas justificado en Tus palabras,
Y venzas cuando seas juzgado».

Pero si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Acaso es injusto el Dios que expresa Su ira? Hablo en términos humanos. ¡De ningún modo! Pues de otra manera, ¿cómo juzgaría Dios al mundo?

Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para Su gloria, ¿por qué también soy yo aún juzgado como pecador? ¿Y por qué no decir, como se nos calumnia, y como algunos afirman que nosotros decimos: Hagamos el mal para que venga el bien? La condenación de los tales es justa.

Todos han pecado

¿Entonces qué? ¿Somos nosotros mejores que ellos? ¡De ninguna manera! Porque ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo pecado. 10 Como está escrito:

«No hay justo, ni aun uno;
11 No hay quien entienda,
No hay quien busque a Dios.
12 Todos se han desviado, a una se hicieron inútiles;
No hay quien haga lo bueno,
No hay ni siquiera uno.
13 Sepulcro abierto es su garganta,
Engañan de continuo con su lengua.
Veneno de serpientes hay bajo sus labios;
14 Llena está su boca de maldición y amargura.
15 Sus pies son veloces para derramar sangre.
16 Destrucción y miseria hay en sus caminos,
17 Y la senda de paz no han conocido.
18 No hay temor de Dios delante de sus ojos».

Justificación por medio de la fe

19 Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se calle y todo el mundo sea hecho responsable ante Dios. 20 Porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado.

21 Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, confirmada por la ley y los profetas. 22 Esta justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo es para todos los que creen. Porque no hay distinción, 23 por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios.

24 Todos son justificados gratuitamente por Su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe, como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, 26 para demostrar en este tiempo Su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús.

27 ¿Dónde está, pues, la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿La de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28 Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley.

29 ¿O es Dios el Dios de los judíos solamente? ¿No es también el Dios de los gentiles? Sí, también de los gentiles, 30 porque en verdad Dios es uno, el cual justificará en virtud de la fe a los circuncisos y por medio de la fe a los incircuncisos.

31 ¿Anulamos entonces la ley por medio de la fe? ¡De ningún modo! Al contrario, confirmamos la ley.

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