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3 advertencias para el líder de jóvenes

Nota del editor: Este es un fragmento del nuevo libro Líder de jóvenes: 12 marcas para impactar a las nuevas generaciones (B&H Español, 2024), un recurso de Coalición por el Evangelio.

Es una gran bendición servir a Cristo al servir a los jóvenes de Su cuerpo. Sin embargo, es de suma importancia que Él sea el centro de nuestra labor. Por eso quiero compartir contigo tres advertencias que te ayudarán en tu caminar como líder de jóvenes.

1) No te conviertas en el centro del ministerio

En ocasiones, el líder juvenil puede ceder a la tentación de centrar sus iniciativas en su personalidad. Esto se evidencia cuando él es la única voz que se escucha, cuando la estabilidad del ministerio depende de su presencia, cuando solo sus ideas se llevan a cabo, cuando no se desarrollan nuevos líderes y cuando el número de asistentes a las reuniones son su medida de éxito personal.

En otras palabras, eres el centro del ministerio juvenil cuando lo usas para llevar a cabo tus propósitos y para avanzar tu agenda personal. Por el contrario, si enfocas tus esfuerzos en desarrollar un ministerio centrado en Cristo, entonces el propósito es muy diferente: se trata de mostrar a Cristo por medio del servicio y proclamar Su evangelio de manera que los jóvenes sean formados a Su imagen.

2) No desarrolles una subcultura dentro de la iglesia

Si el ministerio juvenil no se traduce en un amor de los jóvenes por la iglesia local, entonces debes considerar si lo que estás haciendo es coherente con el plan de Dios para la iglesia. Si los jóvenes se identifican más con el ministerio juvenil que con las iniciativas generales de la iglesia, posiblemente se debe a que se encuentran en medio de una subcultura nociva.

"Muestra a Cristo por medio del servicio y proclama Su evangelio de manera que los jóvenes sean formados a Su imagen"

Cuídate de caer en el error de hacer el ministerio juvenil tan atractivo, dinámico y «relevante» que los jóvenes no sientan ningún tipo de interés en involucrarse en el cuerpo de Cristo. Evita que solo quieran ser parte de la burbuja de los jóvenes.

En mi andar como líder juvenil, he aprendido que crear una subcultura dentro de la iglesia es problemático por varias razones; entre ellas:

Crear una subcultura ocasionará una competencia innecesaria entre la agenda de la iglesia y la del ministerio de jóvenes. Esto genera una confusión de identidad, ya que los jóvenes pueden llegar a pensar que su iglesia es el ministerio juvenil. La lealtad y el sentido de pertenencia se manifestarán a favor de su círculo y no a favor de todo el cuerpo de Cristo.

¿El resultado? Una división que no debería existir. Haz tu propio diagnóstico: observa cómo inician las comparaciones por los estilos musicales, los estilos de predicación, el entretenimiento en las reuniones juveniles versus lo «aburrido» de los servicios dominicales, y cuando menos lo pienses, te encontrarás siendo el catalizador de una división.

Crear una subcultura es alejar a los jóvenes de la influencia del liderazgo de los pastores de la iglesia. Es natural que los jóvenes sientan más afinidad con quienes se parecen a ellos, quienes le predican en su propio lenguaje, quienes «los entienden», al sentir que solo pueden acudir a los líderes de jóvenes.

Pero la verdad es que tus jóvenes necesitan la influencia de los pastores de la iglesia, quienes son llamados a velar también por ellos.

En algunos casos, los pastores cometen el error de delegar completamente a los líderes juveniles la responsabilidad de hablar a los jóvenes y animarlos en la fe, al punto de sentir que ellos no tienen una voz de peso.

No permitas que esto suceda. Involucra a los pastores en las iniciativas y enseñanzas juveniles y rinde cuentas a ellos de todo lo que haces.

Crear una subcultura dentro de la iglesia dificulta la transición de los jóvenes a la adultez. Es un error encapsular a los jóvenes en actividades del ministerio y las relaciones con otros jóvenes, al punto de que los privemos del deseo de crecer a la madurez.

Rétalos a correr hacia la meta de la adultez. En lugar de que ellos vean en ti a un adulto «juvenil» —que a veces se traduce en infantil e inmaduro—, sé intencional en mostrar una madurez cristiana atractiva que los anime a desear crecer y convertirse en adultos piadosos.

Recuerda que el ministerio juvenil existe porque la iglesia local existe, y no al revés. La iglesia es el cuerpo de Cristo y los jóvenes son parte importante de ese cuerpo. Ninguna parte del cuerpo debe operar de forma independiente (1 Co 12:14‑20).

3) No subestimes el privilegio de servir a la iglesia

Hay líderes que ven el servicio a los jóvenes como un escalón en su carrera ministerial. Si este fuera tu caso, deseo animarte a adoptar una visión más amplia del ministerio juvenil: te invito a verlo como una oportunidad gloriosa de servir al cuerpo de Cristo.

"Centra tu ministerio en Cristo y trabaja arduamente para ayudar a los jóvenes a crecer en su entendimiento de la Escritura y el evangelio"

Si Dios te ha dado la gracia y los dones para dirigir a un remanente de jóvenes al que sirves en tu ministerio, hazlo con fidelidad y diligencia. No veas el ministerio juvenil como algo de segunda categoría, porque Dios no lo ve así.

Muchos de esos jóvenes han sido comprados por la sangre de Cristo, y otros aún no lo conocen en verdad, así que sé fiel en enseñar el evangelio y acompaña tu enseñanza con una vida que muestre el carácter de Cristo (Fil. 2:5‑11).

Mi encargo para ti es que enfoques todos tus esfuerzos en el ministerio juvenil hacia la edificación de la iglesia. No mires tu labor solo como una etapa transitoria para saltar al «ministerio real».

¡Ya estás en un ministerio real y que es un privilegio indescriptible! Así que centra tu ministerio en Cristo y trabaja arduamente para ayudar a los jóvenes a crecer en su entendimiento de la Escritura y el evangelio, para que ellos también amen y sirvan a la novia de Cristo, la iglesia.

Moisés Gómez sirve como uno de los pastores en la iglesia First Baptist Church of Irving en el área de Dallas, Texas. Actualmente se encuentra desarrollando la congregación hispana en esta iglesia. Está felizmente casado con Betsy Gómez, y tienen tres hijos: Josué, Samuel, y Grace (que viene en camino). Es graduado del SEBTS con una Maestría en Divinidad. A Moisés le apasiona compartir el evangelio y disfruta los deportes, especialmente el béisbol. Puedes seguirle en Twitter.

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