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02-03-2024

Devocional

Devocional: Lucas 16

A primera vista, la parábola del gerente astuto y su conclusión sorprendente es una de los relatos más extraños narrados por Jesús (Lucas 16:1-9).

Un gerente derrochador e ineficiente es llamado por un propietario rico, y se le informa que será despedido. Debe cerrar los libros y recoger sus fichas de clientes. Profundamente turbado acerca de su futuro, el gerente considera sus opciones. Ya no posee las fuerzas físicas que le permitirían hacer un trabajo manual, y no le atrae mucho la idea del desempleo.

Por lo tanto, diseña un plan totalmente falto de escrúpulos. Mientras sigue gozando de una legítima autoridad con relación a los bienes y cuentas de su jefe, reduce con un gran margen todas y cada una de las deudas que se deben a este y siguen pendientes, en algunos casos hasta un 50%. Su razonamiento es muy sencillo. En una cultura donde una dádiva conlleva una obligación, se da cuenta de que todas estas personas se sentirán en deuda con él y obligados a echarle un cable cuando se encuentre sin empleo y sin ingresos. Teniendo en cuenta las cantidades en cuestión, podrá confiar en su hospitalidad durante mucho tiempo. No cabe duda de que al propietario no le iba a gustar que le estafaran, pero era lo suficientemente astuto, él también, como para reconocer que su gerente había actuado con inteligencia.

Luego viene la muy sorprendente conclusión: “Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. Por eso os digo que os valgáis de las riquezas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando estas se acaben haya quienes os reciban en las viviendas eternas” (16:8-9) ¿Qué significa esto?

No puede significar que Jesús apruebe prácticas comerciales indecentes. Lo importante aquí es que el gerente utilizara recursos que estaban en sus manos, aunque no fuesen suyos, para preparar su propio futuro. Y los hijos de la luz, ¿acaso utilizan los recursos que están a su alcance para prepararse su propio futuro? ¿Cuál es este futuro? El gerente astuto quería ser bien recibido en los hogares de estos deudores; los hijos de la luz han de desear ser “recibidos” en “las viviendas eternas” (16:9). Por lo tanto, ¿no deberíamos estar invirtiendo generosamente en el cielo, haciendo riquezas allá? Si esto implica gastar nuestro dinero en lo que sea más apropiado, así sea: al quedarnos sin dicho dinero, aun tendremos delante de nosotros un hogar eterno. No se trata de comprar el cielo, sino de que es irresponsable no hacer inversiones aquí con miras a nuestro hogar verdadero, especialmente teniendo en cuenta que la gente de este mundo sabe planificar para sus hogares futuros. Como se puede comprender, los siguientes versículos (16:10-15) desmontan el aparente glamour de los bienes materiales a favor de lo que Dios realmente valora.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 2 Corintios 1

Una vez más, podemos hacer reflexiones útiles a partir de los pasajes elegidos.

Job 31 es el capítulo final de la última respuesta de Job a los tres amigos. Los tres capítulos finales de su discurso (caps. 29—31) están dominados por dos temas. En primer lugar, Job ya no se lamenta tanto por su sufrimiento físico, sino por su pérdida de prestigio en la comunidad. Ha sido un hombre de dignidad y honor, pero le tratan con escarnio, incluso los jóvenes de familias despreciables (por ejemplo, 30:1). En segundo lugar, aunque Job ha manifestado en todo momento que es inocente y está sufriendo injustamente, ahora revela los hábitos de su vida que explican por qué el primer capítulo lo describe como “recto e intachable”, un hombre que “temía a Dios y vivía apartado del mal” (1:1).

De hecho, una de las razones por las que Job es tan honrado en la comunidad es que su justicia y generosidad eran bien conocidas: rescataba a los pobres y a los huérfanos, asistía a los moribundos y ayudaba a las viudas (29:12). Así también en el presente capítulo: casi desesperado por las acusaciones vertidas contra él, Job expone las pruebas de su inocencia. Hizo un pacto con sus ojos, “no mirar con lujuria a ninguna mujer” (31:1). Recordaba constantemente el ojo de Dios que todo lo ve (31:4) y, por tanto, hablaba la verdad y era honrado en los negocios (31:5-8). Evitaba el adulterio; se ocupaba equitativamente de cualquier queja de sus siervos y siervas, sabiendo que él mismo debe enfrentarse a la justicia de Dios, y que en cualquier caso son seres humanos como él (31:13-15). Por su temor de Dios, era especialmente generoso con los pobres (31:16-23). A pesar de su gran riqueza, nunca confió en ella (31:24-28), ni se permitió regodearse de las desgracias de otros (31:29-30). Así pues, el capítulo termina con Job manteniendo su reputación de integridad y sin encontrar consuelo.

Pablo también sufre, no sólo la pérdida de posesiones, familia y salud, sino también las presiones del ministerio de vanguardia, y aún peor, una persecución feroz (2 Corintios 1:1-11). Por supuesto, las circunstancias son radicalmente diferentes. Pablo sabe, Job no, que ha sido llamado a sufrir (por ejemplo, Hechos 9:16). Además, el apóstol vive y sirve a este lado de la cruz: sigue conscientemente a alguien que sufrió injustamente por causa de los demás. Lo más importante es quizás que Pablo sabe que puede transmitir a los demás la exhortación que ha recibido del “Padre misericordioso y Dios de toda consolación” (1:3). Sabe que el Señor “nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren” (1:4). Pobres de aquellos que nunca han sido consolados; nunca podrán hacerlo tampoco.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Éxodo 13

Consagración de los primogénitos

13 Entonces el Señor habló a Moisés y le dijo: «Conságrame todo primogénito. El primer nacido de toda matriz entre los israelitas, tanto de hombre como de animal, me pertenece».

Y Moisés dijo al pueblo: «Acuérdense de este día en que salieron de Egipto, de la casa de esclavitud, pues el Señor los ha sacado de este lugar con mano poderosa. No comerán en él nada leudado. Van a salir hoy, en el mes de Abib. Y será que cuando el Señor te lleve a la tierra del cananeo, del hitita, del amorreo, del heveo y del jebuseo, la cual juró a tus padres que te daría, tierra que mana leche y miel, celebrarás esta ceremonia en este mes. Por siete días comerás pan sin levadura, y en el séptimo día habrá fiesta solemne al Señor. Se comerá pan sin levadura durante los siete días. Nada leudado se verá contigo, ni levadura alguna se verá en todo tu territorio.

»Lo harás saber a tu hijo en aquel día, diciendo: “Esto es con motivo de lo que el Señor hizo por mí cuando salí de Egipto”. Y te será como una señal en tu mano, y como un recordatorio en tu frente, para que la ley del Señor esté en tu boca. Porque con mano fuerte te sacó el Señor de Egipto. 10 Guardarás, pues, esta ordenanza a su debido tiempo de año en año.

11 »Y cuando el Señor te lleve a la tierra del cananeo, como te juró a ti y a tus padres, y te la dé, 12 dedicarás al Señor todo primer nacido de la matriz. También todo primer nacido del ganado que poseas. Los machos pertenecen al Señor. 13 Pero todo primer nacido de asno, lo redimirás con un cordero; pero si no lo redimes, quebrarás su cuello. Todo primogénito de hombre de entre tus hijos, lo redimirás.

14 »Y cuando tu hijo te pregunte el día de mañana: “¿Qué es esto?”, le dirás: “Con mano fuerte nos sacó el Señor de Egipto, de la casa de servidumbre. 15 Y aconteció que cuando Faraón se obstinó en no dejarnos ir, el Señor mató a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito del hombre hasta el primogénito de los animales. Por esta causa yo sacrifico al Señor los machos, todo primer nacido de la matriz, pero redimo a todo primogénito de mis hijos”. 16 Será, pues, como una señal en tu mano y como insignias entre tus ojos. Porque con mano fuerte nos sacó el Señor de Egipto».

Dios guía a su pueblo

17 Cuando Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los guió por el camino de la tierra de los filisteos, aunque estaba cerca, porque dijo Dios: «No sea que el pueblo se arrepienta cuando vea guerra y se vuelva a Egipto». 18 Dios, pues, hizo que el pueblo diera un rodeo por el camino del desierto, hacia el Mar Rojo. En orden de batalla subieron los israelitas de la tierra de Egipto.

19 Moisés tomó consigo los huesos de José, pues este había hecho jurar solemnemente a los israelitas y dijo: «Ciertamente Dios los visitará, y entonces se llevarán de aquí mis huesos con ustedes». 20 Y salieron de Sucot y acamparon en Etam, al borde del desierto.

21 El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche. 22 No quitó de delante del pueblo la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego durante la noche.

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Lucas 16

El mayordomo infiel

16 Decía también Jesús a los discípulos: «Había cierto hombre rico que tenía un mayordomo; y este fue acusado ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque no puedes ser más mayordomo”. Y el mayordomo se dijo a sí mismo: “¿Qué haré? Pues mi señor me quita la administración. No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza mendigar. Ya sé lo que haré, para que cuando se me destituya de la administración algunos me reciban en sus casas”.

»Llamando a cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: “¿Cuánto le debes a mi señor?”. Y él dijo: “Cien barriles (3,700 litros) de aceite”. Él mayordomo le dijo: “Toma tu factura, siéntate pronto y escribe cincuenta”. Después dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Y él respondió: “Cien medidas (unos 37,000 litros) de trigo”. Él mayordomo le dijo*: “Toma tu factura y escribe ochenta”.

»El señor elogió al mayordomo injusto porque había procedido con sagacidad, pues los hijos de este siglo son más sagaces en las relaciones con sus semejantes que los hijos de la luz. Pero Yo les digo: háganse amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando les falten, los reciban en las moradas eternas.

10 »El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho. 11 Por tanto, si no han sido fieles en el uso de las riquezas injustas, ¿quién les confiará las riquezas verdaderas? 12 Y si no han sido fieles en el uso de lo ajeno, ¿quién les dará lo que es de ustedes? 13 Ningún siervo puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y a las riquezas».

Los fariseos y la ley

14 Los fariseos, que eran amantes del dinero, oían todas estas cosas y se burlaban de Él. 15 Y Jesús les dijo: «Ustedes son los que se justifican a sí mismos ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones, porque lo que entre los hombres es de alta estima, abominable es delante de Dios.

16 »La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan; desde entonces se anuncian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17 Pero es más fácil que el cielo y la tierra pasen, que un ápice de la ley deje de cumplirse.

18 »Todo el que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la que está divorciada del marido, comete adulterio.

El rico y Lázaro

19 »Había cierto hombre rico que se vestía de púrpura y lino fino, celebrando cada día fiestas con esplendidez. 20 Y un pobre llamado Lázaro que se tiraba en el suelo a su puerta cubierto de llagas, 21 ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; además, hasta los perros venían y le lamían las llagas.

22 »Sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y fue sepultado. 23 En el Hades el rico alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio* a Abraham a lo lejos, y a Lázaro en su seno. 24 Y gritando, dijo: “Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, pues estoy en agonía en esta llama”.

25 »Pero Abraham le dijo: “Hijo, recuerda que durante tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro, igualmente, males; pero ahora él es consolado aquí, y tú estás en agonía. 26 Además de todo esto, hay un gran abismo puesto entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieran pasar de aquí a ustedes no pueden, y tampoco nadie puede cruzar de allá a nosotros”.

27 »Entonces él dijo: “Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, 28 pues tengo cinco hermanos, de modo que él los prevenga, para que ellos no vengan también a este lugar de tormento”. 29 Pero Abraham dijo*: “Ellos tienen a Moisés y a los profetas; que los oigan a ellos”. 30 Y el rico contestó: “No, padre Abraham, sino que si alguien va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán”. 31 Pero Abraham le contestó: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán si alguien se levanta de entre los muertos”».


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Job 31

Job afirma su integridad

31 »Hice un pacto con mis ojos,
¿Cómo podía entonces mirar a una virgen?
¿Y cuál es la porción de Dios desde arriba,
O la heredad del Todopoderoso desde las alturas?
¿No es la calamidad para el injusto,
Y el infortunio para los que obran iniquidad?
¿No ve Él mis caminos,
Y cuenta todos mis pasos?

»Si he caminado con la mentira,
si mi pie se ha apresurado tras el engaño,
Que Él me pese en balanzas de justicia,
Y que Dios conozca mi integridad.
Si mi paso se ha apartado del camino,
Si mi corazón se ha ido tras mis ojos,
si alguna mancha se ha pegado en mis manos,
Que yo siembre y otro coma,
Y sean arrancadas mis cosechas.

»Si mi corazón fue seducido por mujer,
O he estado al acecho a la puerta de mi prójimo,
10 Que muela para otro mi mujer,
Y otros se encorven sobre ella.
11 Porque eso sería una terrible ofensa,
Y una iniquidad castigada por los jueces;
12 Porque sería fuego que consume hasta el Abadón,
Y arrancaría toda mi ganancia.

13 »Si he negado el derecho de mi siervo o de mi sierva
Cuando presentaron queja contra mí,
14 ¿Qué haré cuando Dios se levante?
Y cuando Él me pida cuentas, ¿qué le responderé?
15 ¿Acaso Aquel que me hizo en el seno materno, no lo hizo también a él?
¿No fue uno mismo el que nos formó en la matriz?

16 »Si he impedido a los pobres su deseo,
O he hecho desfallecer los ojos de la viuda,
17 si he comido mi bocado solo,
Y el huérfano no ha comido de él
18 (Aunque desde mi juventud él creció conmigo como con un padre,
Y a la viuda la guié desde mi infancia);
19 Si he visto a alguien perecer por falta de ropa,
Y sin abrigo al necesitado,
20 Si su corazón no me ha expresado gratitud,
Pues se ha calentado con el vellón de mis ovejas;
21 Si he alzado contra el huérfano mi mano,
Porque vi que yo tenía apoyo en la puerta,
22 Que mi hombro se caiga de la coyuntura,
Y mi brazo se quiebre en el codo.
23 Porque el castigo de Dios es terror para mí,
Y ante Su majestad nada puedo hacer.

24 »Si he puesto en el oro mi confianza,
Y he dicho al oro fino: “Tú eres mi seguridad”;
25 Si me he alegrado porque mi riqueza era grande,
Y porque mi mano había adquirido mucho;
26 Si he mirado al sol cuando brillaba,
O a la luna marchando en esplendor,
27 Y fue mi corazón seducido en secreto,
Y mi mano tiró un beso de mi boca,
28 Eso también hubiera sido iniquidad que merecía juicio,
Porque habría negado al Dios de lo alto.

29 »¿Acaso me he alegrado en la destrucción de mi enemigo,
O me he regocijado cuando el mal le sobrevino?
30 No, no he permitido que mi boca peque
Pidiendo su vida en una maldición.
31 ¿Acaso no han dicho los hombres de mi tienda:
“¿Quién puede hallar a alguien que no se haya saciado con su carne?”.
32 El extranjero no pasa la noche afuera,
Porque al viajero he abierto mis puertas.
33 ¿Acaso he cubierto mis transgresiones como Adán,
Ocultando en mi seno mi iniquidad,
34 Porque temí a la gran multitud,
O el desprecio de las familias me aterró,
Y guardé silencio y no salí de mi puerta?
35 ¡Quién me diera que alguien me oyera!
Aquí está mi firma.
¡Que me responda el Todopoderoso!
Y la acusación que ha escrito mi adversario,
36 Ciertamente yo la llevaría sobre mi hombro,
Y me la pondría como una corona.
37 Del número de mis pasos yo le daría cuenta,
Como a un príncipe me acercaría a Él.

38 »Si mi tierra clama contra mí,
Y sus surcos lloran juntos;
39 Si he comido su fruto sin dinero,
O si he causado que sus dueños pierdan sus vidas,
40 ¡Que en lugar de trigo crezcan cardos,
Y en lugar de cebada, hierba maloliente!».

Aquí terminan las palabras de Job.


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2 Corintios 1

Saludo

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo,

A la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

El Dios de toda consolación

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.

Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo. Pero si somos atribulados, es para el consuelo y salvación de ustedes; o si somos consolados, es para consuelo de ustedes, que obra al soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos. Y nuestra esperanza respecto de ustedes está firmemente establecida, sabiendo que como son copartícipes de los sufrimientos, así también lo son de la consolación.

Porque no queremos que ignoren, hermanos, acerca de nuestra aflicción sufrida en Asia. Porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida. De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos, 10 el cual nos libró de tan gran peligro de muerte y nos librará, y en quien hemos puesto nuestra esperanza de que Él aún nos ha de librar. 11 Ustedes también cooperaron con nosotros con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don que nos ha sido impartido por medio de las oraciones de muchos.

Sinceridad de Pablo

12 Porque nuestra satisfacción es esta: el testimonio de nuestra conciencia que en la santidad y en la sinceridad que viene de Dios, no en sabiduría carnal sino en la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo y especialmente hacia ustedes. 13 Porque ninguna otra cosa les escribimos sino lo que leen y entienden, y espero que entenderán hasta el fin; 14 como también ustedes nos han entendido en parte que nosotros somos el motivo de su gloria, así como también ustedes la nuestra en el día de nuestro Señor Jesús.

15 Y con esta confianza me propuse ir primero a ustedes para que dos veces recibieran bendición, 16 es decir, quería visitarlos de paso a Macedonia, y de Macedonia ir de nuevo a ustedes y ser encaminado por ustedes en mi viaje a Judea.

17 Por tanto, cuando me propuse esto, ¿acaso obré precipitadamente? O lo que me propongo, ¿me lo propongo conforme a la carne, para que en mí haya al mismo tiempo el sí, sí, y el no, no? 18 Pero como Dios es fiel, nuestra palabra a ustedes no es sí y no. 19 Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que fue predicado entre ustedes por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no fue sí y no, sino que ha sido sí en Él.

20 Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son sí. Por eso también por medio de Él, es nuestro Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros. 21 Ahora bien, el que nos confirma con ustedes en Cristo y el que nos ungió, es Dios, 22 quien también nos selló y nos dio el Espíritu en nuestro corazón como garantía.

23 Pero yo invoco a Dios como testigo sobre mi alma, que por consideración a ustedes no he vuelto a Corinto. 24 No es que queramos tener control de su fe, sino que somos colaboradores con ustedes para su gozo, porque es en la fe que permanecen firmes.

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