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Lectura de Hoy

11-03-2024

Devocional

Devocional: Éxodo 22

Haríamos bien en reflexionar sobre algunas de las leyes específicas que encontramos en el Pentateuco, comenzando con las leyes de restitución que encontramos en Éxodo 22:1-15.

Los ladrones no sólo debían devolver lo que robaban, sino también algo más (22:1-4). Este “algo más” no es sólo un castigo para el ladrón, sino que sirve para compensar a la víctima por la sensación de haber sido ultrajado, o por la molestia de haberse quedado sin aquello que le fue robado. Zaqueo comprendía muy bien este principio, y la autenticidad de su arrepentimiento quedó demostrada por su decisión de restituir a sus víctimas cuatro veces lo que les hubiese robado, y dar a los pobres con generosidad (Lucas 19:1-10).

En el caso de que un ladrón sea incapaz de restituir lo robado, la ley exigía que se vendiese a sí mismo como esclavo para pagar su deuda (22:3). La esclavitud en las culturas antiguas tenía raíces económicas. No existían las leyes actuales de insolvencia, por lo cual alguien podía venderse a sí mismo como esclavo a fin de afrontar deudas insatisfechas. Sin embargo, en Israel la esclavitud era limitada: debía finalizarse al cabo del ciclo de siete años (21:2-4).

Los versículos posteriores exponen la restitución que se debía realizar para una variedad de delitos, con ciertas excepciones que se incluían a fin de que la ley fuese suficientemente flexible para encajar las situaciones más difíciles o delicadas (p. ej., 22:14-15). En algunos casos, las reivindicaciones que se contradicen deben presentarse ante un juez, a quien se le encarga la tarea de discernir cuál de los adversarios dice la verdad. Por ejemplo, si alguien da a su prójimo su dinero o sus bienes para que los guarde, y luego el prójimo afirma que le fueron robados por un ladrón, le corresponde al juez determinar si el prójimo está diciendo la verdad, o si es él el ladrón. Si se detiene al ladrón, este debe pagar el doble. Pero si el juez determina que el prójimo está mintiendo, es el prójimo quien tiene que pagar el doble (22:7-9).

Cuando el delito es el robo, la restitución es el principio que salvaguarda el concepto de la justicia. Al ser enviados los ladrones a la cárcel, tarde o temprano los expertos se pondrán a discutir si el propósito de la cárcel es correctivo, terapéutico, pedagógico, custodial (la protección de la sociedad) o vengativo. Una sentencia que corresponda al delito preserva la primacía de la justicia. Lo mismo se podría decir, por supuesto, del principio, a menudo ridiculizado, del estatuto de la lex talionis: “ojo por ojo” (21:23-25), el cual no era en absoluto una excusa para una vendetta personal, sino una medida que permitiese a los tribunales aplicar sentencias que correspondiesen lo más exactamente posible al delito. Este concepto de una justicia que reclama ser satisfecha impregna las partes del Antiguo Testamento que tratan el tema del pecado y la transgresión, y al mismo tiempo preparan el camino para una compresión plena de la cruz como el sacrificio que satisface las demandas de la justicia (ver Romanos 3:25-26).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Job 40

Dios da a Job la oportunidad de responder hacia la mitad de su largo discurso. Tras una pregunta retórica (“¿Corregirá al Todopoderoso quien contra él contiende?”), Dios dice: “¡Que le responda a Dios quien se atreve a acusarlo!” (Job 40:2).

Resulta vital para la comprensión de este libro no malinterpretar esta exhortación. Dios no está retirando a Job su estima inicial (1:1, 8). Incluso bajo el terrible hostigamiento de Satanás y los tres “miserables consoladores”, la integridad fundamental de Job y su lealtad básica al Todopoderoso no se han debilitado. No ha seguido el consejo de su mujer, que le insta a maldecir a Dios y morir, ni el de sus amigos, que le dicen simplemente que reconozca estar sufriendo debido a sus pecados no confesados, por lo que debe arrepentirse. Sin embargo, ha estado a punto de culpar a Dios por sus sufrimientos, o mejor dicho, ha insistido en pedir audiencia ante el Señor para justificarse. Implícitamente, y en ocasiones de forma explícita, Job ha acusado a Dios de ser injusto o de estar tan lejos que los justos y los impíos parecen abocados al mismo destino. En sus mejores momentos, Job se aparta de su retórica menos contenida, pero siente que, como mínimo, Dios le debe una explicación.

Sin embargo, ahora el Señor está diciendo que quien quiera “contender” con él, debatir algún asunto, no debe comenzar dando por hecho que Dios está cometiendo un error, ni acusar al Todopoderoso de no hacer bien las cosas. Ese ha sido el sentido de las preguntas retóricas (caps. 38–39): Job no tiene el conocimiento ni el poder necesarios para resistir el juicio de Dios.

Llegados a este punto, parece que Job ha aprendido la lección: “¿Qué puedo responderte, si soy tan indigno? ¡Me tapo la boca con la mano! Hablé una vez, y no voy a responder; hablé otra vez, y no voy a insistir” (40:4-5). No obstante, surge una pregunta: ¿está Job verdaderamente convencido de su equivocación? ¿Cree realmente ahora que, por muy justo que haya podido ser, no tiene derecho a hablar así a Dios? ¿O simplemente, como hombre piadoso que es, se ha visto obligado a conformarse?

Dios no quiere correr riesgos: presenta a Job dos capítulos más de preguntas retóricas. Una vez le dice que “se prepare”, y después comienza: “¿Vas acaso a invalidar mi justicia? ¿Me harás quedar mal para que tú quedes bien?” (40:8). Es como si el Señor quisiese algo más de él, algo que Job sólo reconoce en el último capítulo del relato.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Éxodo 22

Leyes sobre la restitución

22 »Si alguien roba un buey o una oveja, y lo mata o vende, pagará cinco bueyes por el buey y cuatro ovejas por la oveja.

»Si el ladrón es sorprendido forzando una casa, y es herido y muere, no será homicidio. Pero si ya ha salido el sol, será considerado homicidio. Ciertamente, el que roba debe hacer restitución. Si no tiene con qué, entonces será vendido por el valor de su robo. Si lo que robó, sea buey o asno u oveja, es hallado vivo en su posesión, pagará el doble.

»Si alguien deja que un campo o viña sea pastado totalmente, y deja suelto su animal para que paste en campo ajeno, hará restitución con lo mejor de su campo y con lo mejor de su viña.

»Si estalla un incendio y se extiende a los espinos, de modo que las cosechas, amontonadas o en pie, o el campo mismo se consuman, el que encendió el fuego ciertamente hará restitución.

»Si alguien da a su vecino dinero o cosas a guardar, y son hurtados de la casa de este, el ladrón, si es hallado, pagará el doble. Si no es hallado el ladrón, entonces el dueño de la casa se presentará ante los jueces, para determinar si él metió la mano en la propiedad de su vecino. En toda clase de fraude, ya se trate de buey, de asno, de oveja, de ropa, o de cualquier cosa perdida, de la cual se pueda decir: “Esto es mío”, la causa de ambos se llevará ante los jueces; y aquel a quien los jueces declaren culpable pagará el doble a su vecino.

10 »Si alguien da a su vecino un asno, un buey, una oveja, o cualquier otro animal para ser guardado, y muere o sufre daño, o es robado sin que nadie lo vea, 11 los dos harán juramento delante del Señor de que no metieron la mano en la propiedad de su vecino, y el dueño lo aceptará, y el otro no hará restitución. 12 Pero si en verdad el animal le ha sido robado, hará restitución a su dueño. 13 Si ha sido despedazado, que lo traiga como prueba. No hará restitución por lo que ha sido despedazado.

14 »Si alguien pide prestado un animal a su vecino, y el animal sufre daño o muere en ausencia de su dueño, hará completa restitución. 15 Si el dueño está presente, no hará restitución. Si es alquilado, solamente pagará el alquiler.

Leyes diversas

16 »Si alguien seduce a una doncella que no esté comprometida para casarse, y se acuesta con ella, deberá pagar una dote por ella para que sea su mujer. 17 Y si el padre rehúsa dársela, él pagará una cantidad igual a la dote de las vírgenes.

18 »No dejarás con vida a la hechicera.

19 »A cualquiera que se eche con un animal, ciertamente se le dará muerte.

20 »El que ofrezca sacrificio a otro dios, que no sea el Señor, será destruido por completo.

21 »Al extranjero no maltratarás ni oprimirás, porque ustedes fueron extranjeros en la tierra de Egipto. 22 A la viuda y al huérfano no afligirán. 23 Si los afliges y ellos claman a Mí, ciertamente Yo escucharé su clamor, 24 y se encenderá Mi ira y a ustedes los mataré a espada, y sus mujeres quedarán viudas y sus hijos huérfanos.

25 »Si prestas dinero a Mi pueblo, a los pobres entre ustedes, no serás usurero con él; no le cobrarás interés. 26 Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, 27 porque es su único abrigo; es el vestido para su cuerpo. ¿En qué otra cosa dormirá? Y será que cuando él clame a Mí, Yo le oiré, porque soy clemente.

28 »No maldecirás a Dios, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo.

29 »No demorarás la ofrenda de tu cosecha ni de tu vendimia. Me darás el primogénito de tus hijos. 30 Lo mismo harás con tus bueyes y con tus ovejas. Siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás.

31 »Ustedes serán hombres santos para Mí. No comerán carne despedazada por las fieras en el campo. A los perros la echarán.

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Juan 1

Prólogo

1 En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres. La Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.

Vino al mundo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan. Este vino como testigo para testificar de la Luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. No era él la Luz, sino que vino para dar testimonio de la Luz.

Existía la Luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre.

10 Él estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no lo conoció. 11 A lo Suyo vino, y los Suyos no lo recibieron. 12 Pero a todos los que lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre, 13 que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.

El Verbo se hace carne

14 El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dio* testimonio de Él y clamó: «Este era del que yo decía: “El que viene después de mí, es antes de mí, porque era primero que yo”». 16 Pues de Su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia. 17 Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo. 18 Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él lo ha dado a conocer.

Testimonio de Juan el Bautista

19 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas de Jerusalén a preguntarle: «¿Quién eres tú?». 20 Y él confesó y no negó, pero confesó: «Yo no soy el Cristo». 21 «¿Entonces, qué?», le preguntaron, «¿Eres Elías?». Y él dijo*: «No lo soy». «¿Eres el Profeta?». «No», respondió Juan. 22 Entonces le preguntaron: «¿Quién eres? Ya que tenemos que dar respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?». 23 Juan les respondió: «Yo soy la voz del que clama en el desierto: “Enderecen el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».

24 Los que habían sido enviados eran de los fariseos, 25 y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?».

26 Juan les respondió: «Yo bautizo en agua, pero entre ustedes está Uno a quien ustedes no conocen. 27 Él es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de la sandalia».

28 Estas cosas sucedieron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

El Cordero de Dios

29 Al día siguiente Juan vio* a Jesús que venía hacia él, y dijo*: «Ahí está el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. 30 Este es Aquel de quien yo dije: “Después de mí viene un Hombre que es antes de mí porque era primero que yo”. 31 Yo no lo conocía, pero para que Él fuera manifestado a Israel, por esto yo vine bautizando en agua».

32 Juan también dio testimonio, diciendo: «He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y se posó sobre Él. 33 Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: “Aquel sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre Él, Este es el que bautiza en el Espíritu Santo”. 34 Y yo lo he visto y he dado testimonio de que Este es el Hijo de Dios».

Los primeros discípulos

35 Al día siguiente Juan estaba otra vez allí con dos de sus discípulos, 36 y vio a Jesús que pasaba, y dijo*: «Ahí está el Cordero de Dios». 37 Y los dos discípulos le oyeron hablar, y siguieron a Jesús. 38 Jesús se volvió, y viendo que lo seguían, les dijo*: «¿Qué buscan?». Y ellos le dijeron: «Rabí (que traducido quiere decir Maestro), ¿dónde te hospedas?». 39 «Vengan y verán», les dijo* Jesús. Entonces fueron y vieron dónde se hospedaba; y se quedaron con Él aquel día, porque eran como las cuatro de la tarde.

40 Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro. 41 Él encontró* primero a su hermano Simón, y le dijo*: «Hemos hallado al Mesías» (que traducido quiere decir, Cristo). 42 Entonces lo trajo a Jesús. Jesús mirándolo, dijo: «Tú eres Simón, hijo de Juan; tú serás llamado Cefas», que quiere decir Pedro.

Felipe y Natanael

43 Al día siguiente Jesús se propuso salir para Galilea, y encontró* a Felipe, y le dijo*: «Sígueme». 44 Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y de Pedro. 45 Felipe encontró* a Natanael y le dijo*: «Hemos hallado a Aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas, a Jesús de Nazaret, el hijo de José». 46 Y Natanael le dijo: «¿Puede algo bueno salir de Nazaret?». «Ven, y ve», le dijo* Felipe.

47 Jesús vio venir a Natanael y dijo* de él: «Ahí tienen a un verdadero israelita en quien no hay engaño». 48 Natanael le preguntó*: «¿Cómo es que me conoces?». Jesús le respondió: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». 49 «Rabí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel», respondió Natanael.

50 Jesús le contestó: «¿Porque te dije que te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás». 51 También le dijo*: «En verdad les digo que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre».

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Job 40

Reto de Dios a Job

40 Entonces continuó el Señor y dijo a Job:

«¿Podrá el que censura discutir con el Todopoderoso?
El que reprende a Dios, responda a esto».

Entonces Job respondió al Señor:
«Yo soy insignificante; ¿qué puedo yo responderte?
Mi mano pongo sobre la boca.
Una vez he hablado, y no responderé;
Aun dos veces, y no añadiré más».

Entonces el Señor respondió a Job desde la tormenta:
«Ciñe ahora tus lomos como un hombre;
Yo te preguntaré, y tú me instruirás.
¿Anularás realmente Mi juicio?
¿Me condenarás para justificarte tú?
¿Acaso tienes tú un brazo como el de Dios,
Y truenas con una voz como la suya?

10 »Adórnate ahora de majestad y dignidad,
Y vístete de gloria y de esplendor.
11 Derrama los torrentes de tu ira,
Mira a todo soberbio y abátelo,
12 Mira a todo soberbio y humíllalo,
Y pisotea a los impíos donde están.
13 Escóndelos juntos en el polvo;
átalos en el lugar oculto.
14 Entonces Yo también te confesaré
Que tu mano derecha te puede salvar.

15 »Mira a Behemot, al cual hice como a ti,
Que come hierba como el buey.
16 Su fuerza está en sus lomos,
Y su vigor en los músculos de su vientre.
17 Mueve su cola como un cedro;
Entretejidos están los tendones de sus muslos.
18 Sus huesos son tubos de bronce;
Sus miembros como barras de hierro.

19 »Es la primera de las obras de Dios;
Que solo su hacedor le acerque su espada.
20 Ciertamente alimento le traen los montes,
Y todas las bestias del campo retozan allí.
21 Bajo los lotos se echa,
En lo oculto de las cañas y del pantano.
22 Lo cubren los lotos con su sombra;
Los sauces del arroyo lo rodean.
23 Si el río ruge, él no se alarma;
Tranquilo está, aunque el Jordán se lance hacia su boca.
24 ¿Lo capturará alguien cuando está vigilando?
¿Perforará alguien su nariz con garfios?


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2 Corintios 10

Las armas del apostolado

10 Yo mismo, Pablo, les ruego por la mansedumbre y la benignidad de Cristo, yo, que soy humilde cuando estoy delante de ustedes, pero osado para con ustedes cuando estoy ausente, ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que ser osado con la confianza con que me propongo proceder resueltamente contra algunos que nos consideran como si anduviéramos según la carne.

Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne. Porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo, y estando preparados para castigar toda desobediencia cuando la obediencia de ustedes sea completa.

Ustedes ven las cosas según la apariencia exterior. Si alguien tiene confianza en sí mismo de que es de Cristo, considere esto dentro de sí otra vez: que así como él es de Cristo, también lo somos nosotros. Pues aunque yo me gloríe más todavía respecto de nuestra autoridad, que el Señor nos dio para edificación y no para la destrucción de ustedes, no me avergonzaré, para que no parezca como que deseo asustarlos con mis cartas. 10 Porque ellos dicen: «Sus cartas son severas y duras, pero la presencia física es poco impresionante, y la manera de hablar despreciable». 11 Esto tenga en cuenta tal persona: que lo que somos en palabra por carta, estando ausentes, lo somos también en hechos, estando presentes.

12 Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos. Pero ellos, midiéndose a sí mismos y comparándose consigo mismos, carecen de entendimiento. 13 Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino dentro de la medida de la esfera que Dios nos señaló como límite para llegar también hasta ustedes. 14 Pues no nos excedemos a nosotros mismos, como si no los hubiéramos alcanzado, ya que nosotros fuimos los primeros en llegar hasta ustedes con el evangelio de Cristo.

15 No nos gloriamos desmedidamente, esto es, en los trabajos de otros, sino tenemos la esperanza de que conforme la fe de ustedes crezca, nosotros seremos, dentro de nuestra esfera, engrandecidos aún más por ustedes, 16 para predicar el evangelio aun a las regiones que están más allá de ustedes, y para no gloriarnos en lo que ya se ha hecho en la esfera de otro. 17 Pero el que se gloría, que se gloríe en el Señor. 18 Porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien el Señor alaba.

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