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¿Qué creen los mormones acerca de la humanidad?

La historia de la humanidad en la Biblia comienza cuando Dios dice: «Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza» (Gn 1:26). ¿Qué significa que Dios nos hizo? ¿O qué fuimos hechos a Su imagen?

El cristianismo sostiene que Dios nos creó de la nada (ex nihilo) como todas las demás cosas, pero de una manera especial: formados del polvo y animados por el aliento de Dios (Gn 2:7). No estamos hechos literalmente a imagen de Dios porque Él no tiene una forma física. «Dios es espíritu» (Jn 4:24) y, aunque no lo fuera, «A Dios nunca lo ha visto nadie» (1 Jn 4:12). ¿Cómo podríamos verificar que nos parecemos a alguien a quien no podemos ver: al Señor Todopoderoso que habita en «luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver» (1 Ti 6:16)? Los cristianos basan su convicción en el testimonio de la Biblia.

Sin embargo, según el mormonismo, un hombre vio a Dios y observó Su forma física en una visión. Ese hombre es Joseph Smith, el fundador de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (SUD), y su visión le llevó a sugerir que los humanos son más parecidos a Dios de lo que los cristianos pensaban anteriormente.

Una historia de un origen diferente

Smith enseñó que el ser humano existía mucho antes de la formación del mundo. «El espíritu del hombre no es un ser creado», explicó Smith, «existió desde la eternidad y existirá hasta la eternidad». Compartimos un estado de inteligencia que es «coigual con Dios mismo», dijo. También estamos hechos de lo mismo que Dios, una materia increada que ha existido «en un estado elemental desde la eternidad». Nuestros espíritus dieron su primer paso hacia la mortalidad tras nacer del «Padre Celestial» y la «Madre Celestial». Así, todas las personas son hijos espirituales de Dios y hermanos entre sí. El hijo primogénito de Dios, Jesús, no es simplemente como un hermano para aquellos a los que salva (Ro 8:29He 2:11). Él es el hermano de todos, y vivíamos con Él en una familia celestial, creciendo en conocimiento y santidad y adorando sin cesar al Padre hasta que recibimos cuerpos terrenales en la mortalidad.

Ese paso hacia la mortalidad fue vital. Así es como seguimos creciendo como hijos de Dios. Así como Dios progresó a Su estado exaltado, nosotros también podemos hacerlo. Crecemos «de un pequeño grado a otro, y de una pequeña capacidad a una gran capacidad», llegando a ser, según los líderes de la iglesia mormona, «tan grandes como ustedes quieran ser, tan grandes como Dios mismo» (Lorenzo Snow, «The Grand Destiny of Man» [El gran destino del hombre], Deseret Evening News, 20 de julio de 1901). Nunca podremos superar la grandeza de Dios, por supuesto, así que siempre le deberemos nuestra adoración. Pero podemos alcanzar Su estado exaltado y compartir muchas de Sus experiencias. Se especula dentro del mormonismo que algunas personas no solo serán recibidas en el reino celestial de Dios; recibirán un reino celestial como dioses. Esta doctrina de la progresión eterna se resume comúnmente de esta manera: «Como el hombre ahora es, Dios una vez fue; como Dios ahora es, el hombre puede ser».

Para los cristianos, este colapso de la distinción Creador-creación está ausente de la Biblia. Como Dios es ahora, Dios siempre ha sido; como Dios siempre es, el hombre nunca será. Esto es algo bueno: preserva la gloria de Dios más allá de nuestra comprensión. «Grande es el Señor, y digno de ser alabado en gran manera, / Y Su grandeza es inescrutable» (Sal 145:3).

Propósito, no constitución física

El mormonismo enseña que los seres humanos están modelados según la forma física de Dios, habiendo sido hechos «a imagen de Su propio cuerpo», según las escrituras mormonas. «Si vieras [a Dios] hoy», aclaró Smith, «lo verías en toda la persona, imagen y forma misma como un hombre». El mormonismo interpreta palabras como «imagen» y «semejanza» (Gn 1:26) en términos concretos, rompiendo con la doctrina bíblica de que Dios es un Espíritu invisible (p. ej, Ex 33:20Dt 4:15Lc 24:39Jn 1:184:24Col 1:151 Ti 1:17).

Para el cristianismo, sin embargo, la doctrina de la imago Dei se refiere a nuestro propósito, no a nuestra constitución física. Existimos, en parte, para recordar al mundo a su Creador a través de nuestro amor, racionalidad y actividad, creados como imagen de Dios para el mundo, representando a Aquel que está espiritualmente presente aunque físicamente ausente. El pecado, por supuesto, ha empañado nuestra misión, estropeando la imagen de Dios en nosotros, razón por la cual, por la fe en Cristo, estamos siendo renovados «hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquel que lo creó» (Col 3:10).

Al final, seremos partícipes —no miembros— de la naturaleza divina de Dios (2 P 1:4).


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.

Kyle Beshears es el pastor de la iglesia Mars Hill en Mobile, Alabama, y autor de 40 Questions About Mormonism [40 preguntas sobre el mormonismo].

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