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Lectura de Hoy

19-06-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Deuteronomio 24

Es sorprendente hasta qué punto la ley de Moisés hace provisión para los pobres.
Consideremos Deuteronomio 24. Aquí Dios prohíbe tomar en prenda una piedra de molino, “ni la de arriba” (es decir, la más movible, 24:6). Sería como tomar en prenda las herramientas de trabajo de un mecánico, o el software del ordenador de un escritor. Sería quitarle los únicos medios con los cuales puede ganarse la vida, lo cual no sólo agravaría su pobreza, sino haría que el pago de la deuda fuese imposible.

En 24:10-12, hay dos estipulaciones que se establecen en lo que se refiere a los avales de las deudas. (1) Si haces un préstamo a tu prójimo, no entres en su casa para exigir la deuda. Mantente fuera; deja que sea él quien te la traiga. Una conducta así de discreta permite que el deudor conserve su dignidad, y frena la tendencia de parte de algunos ricos de usar su riqueza para intimidar a los pobres y tratarles como si fueran escoria. (2) No tomes en prenda aquello que un pobre necesita como fuente esencial de calor y de abrigo.

En 24:14-15, a los empleadores se les dice que paguen diariamente a sus obreros. En una sociedad pobre y agraria, donde hasta el 70% o el 80% de los ingresos se destinaban a la comida, esto garantizaba que los jornaleros y sus familias tuviesen al menos lo suficiente para poder comer cada día. No pagar ese sueldo no sólo infligía sufrimiento, sino que también era injusto. Hay consideraciones relativas a la justicia aún más amplias en los versos 17 al 18: los huérfanos y los extranjeros, es decir, los que carecían de protectores, y no comprendían cómo se manejaban “los hilos” de la cultura, merecen que se les trate con justicia y nunca deben ser tratados con injusticia, ni maltratados, ni explotados.
Finalmente, en 24:19-22, se les avisa a los agricultores que no recojan de forma exhaustiva todo el producto de sus cultivos a fin de maximizar sus beneficios. Es mejor dejar algo para “el extranjero, el huérfano y la viuda” (ver también la meditación del 9 de Agosto).

Dos observaciones: En primer lugar, esta clase de provisiones para los pobres funcionan mejor en una sociedad agraria y no tecnológica, donde la tierra y el trabajo van emparejados y donde son los miembros de una comunidad local los que ayudan a los otros miembros de la misma. No hay ningún sistema burocrático. Por otro lado, sin algún tipo de estructura organizada es difícil imaginarse cómo fomentar la de ayuda para los pobres, por ejemplo, el sur de Chicago, donde no hay agricultores que puedan dejar parte de sus cosechas sin recoger. En segundo lugar, el incentivo en todos los casos era actuar bien, por la gracia de Dios, especialmente teniendo presente el recuerdo de los años cuando ellos también fueron extranjeros en Egipto (24:13-20). Estos versos exigen una lectura muy detenida.

Allí donde la gente vive en el temor, en el amor y en el conocimiento de Dios, la compasión social y la generosidad práctica se pondrán de manifiesto; allí donde se va olvidando a Dios o este desaparece en la niebla de lo sentimental, tampoco habrá una compasión robusta –como se ve más adelante en las rigurosas denuncias del libro de Amós.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Isaías 51
A la luz de las alternativas absolutas presentadas al final de Isaías 50, temer al Señor, obedecer a su Siervo y conocer su bendición, o vivir lejos de Dios y sufrir tormentos, Isaías 51:1-11 comienza con palabras de aliento para el remanente fiel. El pasaje culmina con una grandiosa visión del retorno hacia el Señor, de la entrada en Sion cantando (51:11). Las palabras evocan los peregrinajes que los piadosos acometían cuando estaban en la tierra. Eran ocasiones alegres, llenas de cánticos, de recuerdos personales y familiares, de una expectativa gozosa cuando el pueblo de Dios se ponía en marcha hacia Sion, hacia el templo del Dios viviente. Sin embargo, el peregrinaje que el profeta tiene en mente eclipsa a cualquier otro. Los antiguos tenían lugar tres veces al año, para las fiestas prescritas. Aquí, se conserva el lenguaje de estos, pero podemos atisbar cómo será el final: “Volverán los rescatados del Señor, y entrarán en Sion con cánticos de júbilo; su corona será el gozo eterno. Se llenarán de regocijo y alegría, y se apartarán de ellos el dolor y los gemidos” (51:11). Hemos regresado a la esperanza definitiva expresada en 2:1-5 y 11:1-16.

Sin embargo, el pueblo aún no ha llegado allí. Si están desanimados por ser pocos y por sus circunstancias difíciles, deberían recordar sus orígenes, la roca de la cual han sido cortados: Abraham fue sólo un hombre, pero Dios lo bendijo y lo multiplicó (51:2). Aquí también: “El Señor consolará a Sion; consolará todas sus ruinas” (51:3). De hecho, la salvación de Dios durará eternamente, y su justicia nunca fallará (51:6). Entretanto, el pueblo de Dios debe escucharlo. Tiene la “ley” del Señor en su corazón (51:7): la palabra significa realmente “instrucción”, y aquí puede incluir no solo a la ley de Moisés, sino todas las instrucciones dadas por Dios mediante profetas y sacerdotes. Si esta palabra es la que nos sostiene, el siguiente mandato es razonable: “No temáis el reproche de los hombres, ni os desalentéis por sus insultos” (51:7). A largo plazo, estos desaparecerán como una prenda apolillada, mientras la justicia y salvación de Dios “permanecerán para siempre… por todas las generaciones” (51:8).

Algunos manuscritos conservan (quizás con razón) una lectura diferente en el versículo 4. En lugar de “pueblo mío” y “nación mía”, dicen “pueblos” y “naciones”. Eso significa que 51:4-6 se dirige a otro grupo de peregrinos además de los israelitas, los venidos de alrededor del mundo. Todos ellos, junto con el remanente de israelitas, constituyen el grupo de “los rescatados del Señor” (51:11; cf. Apocalipsis 5:9-10)¿Cómo se relaciona entonces la segunda parte de este capítulo con la primera? Seguramente, de esta forma: aquellos a los que se dirige 50:1-3 siguen pareciendo ajenos, distantes, insensibles, cínicos, mientras aquí, en 50:10-11, se traza una línea en la arena, que concierne al Siervo. A un lado de la misma, se encuentra la persona que “teme al Señor y obedece la voz de su siervo”, que, a pesar de la terrible oscuridad que lo envuelve, “confía en el nombre del Señor” (50:10, cursivas añadidas). Al otro lado, está la persona que trata de proveer su propia luz, que enciende fuegos de rebelión; Dios dice a tal persona: “Esto es lo que vosotros recibiréis de mi mano: en medio de tormentos quedaréis tendidos” (50:11). Así pues, la identidad del “pueblo de Dios” se somete a una sutil redefinición. En 49:8-12, engloba tanto a israelitas como a gentiles; aquí, un elemento que lo define es que obedece la palabra del Siervo del Señor.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Deuteronomio 24
24 »Cuando alguien toma una mujer y se casa con ella, si sucede que no le es agradable porque ha encontrado algo reprochable en ella, y le escribe certificado de divorcio, lo pone en su mano y la despide de su casa, y ella sale de su casa y llega a ser mujer de otro hombre; si el segundo marido la aborrece y le escribe certificado de divorcio, lo pone en su mano y la despide de su casa, o si muere este último marido que la tomó para ser su mujer, al primer marido que la despidió no le es permitido tomarla nuevamente como mujer, porque ha sido despreciada; pues eso es abominación ante el SEÑOR. No traerás pecado sobre la tierra que el SEÑOR tu Dios te da por heredad.
»Cuando un hombre es recién casado, no saldrá con el ejército ni se le impondrá ningún deber; quedará libre en su casa por un año para hacer feliz a la mujer que ha tomado.
»Ninguno tomará en prenda el molino de mano ni la muela del molino, porque sería tomar en prenda la vida del hombre.
»Si se encuentra a un hombre que haya secuestrado a alguien de sus hermanos de los israelitas, y lo haya tratado con violencia, o lo haya vendido, entonces ese ladrón morirá. Así quitarás el mal de en medio de ti.
»Cuídate de una infección de lepra, para que observes diligentemente y hagas conforme a todo lo que los sacerdotes levitas les enseñen. Como les he ordenado, así cuidarán de hacer. Recuerda lo que el SEÑOR tu Dios hizo a Miriam en el camino, cuando ustedes salían de Egipto.
10 »Cuando prestes cualquier cosa a tu prójimo, no entrarás en su casa para tomar su prenda. 11 Tú te quedarás afuera, y el hombre a quien hiciste el préstamo te traerá la prenda. 12 Si él es un hombre pobre, no te acostarás reteniendo aún su prenda. 13 Al ponerse el sol, sin falta le devolverás la prenda para que se acueste con su ropa, y te bendiga; y te será justicia delante del SEÑOR tu Dios.
14 »No oprimirás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de tus conciudadanos o uno de los extranjeros que habita en tu tierra y en tus ciudades. 15 En su día le darás su jornal antes de la puesta del sol, porque es pobre y ha puesto su corazón en él; para que él no clame contra ti al SEÑOR, y llegue a ser pecado en ti.
16 »Los padres no morirán por sus hijos, ni los hijos morirán por sus padres; cada uno morirá por su propio pecado.
17 »No pervertirás la justicia debida al extranjero ni al huérfano, ni tomarás en prenda la ropa de la viuda, 18 sino que recordarás que fuiste esclavo en Egipto y que el SEÑOR tu Dios te rescató de allí; por tanto, yo te mando que hagas esto.
19 »Cuando siegues tu cosecha en tu campo y olvides alguna gavilla en el campo, no regresarás a recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda, para que el SEÑOR tu Dios te bendiga en toda obra de tus manos. 20 Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de ti, serán para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. 21 Cuando vendimies tu viña, no la repasarás; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. 22 Recordarás que tú fuiste esclavo en la tierra de Egipto; por tanto, yo te mando que hagas estas cosas.

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Salmos 114-115
LIBRO QUINTO
Los prodigios de Dios en el éxodo
114 Cuando Israel salió de Egipto, La casa de Jacob de entre un pueblo de lengua extraña, Judá vino a ser Su santuario, Israel, Su dominio.
Lo miró el mar, y huyó; El Jordán se volvió atrás. Los montes saltaron como carneros, Y los collados como corderitos. ¿Qué te pasa, oh mar, que huyes, Y a ti, Jordán, que te vuelves atrás, A ustedes, montes, que saltan como carneros, Y a ustedes, collados, que saltan como corderitos?
Tiembla, oh tierra, ante la presencia del Señor, Ante la presencia del Dios de Jacob, Que convirtió la roca en estanque de agua, Y en fuente de aguas el pedernal.

Contraste entre los ídolos y el SEÑOR

115 No a nosotros, SEÑOR, no a nosotros, Sino a Tu nombre da gloria, Por Tu misericordia, por Tu fidelidad. ¿Por qué han de decir las naciones: «¿Dónde está ahora su Dios?». Nuestro Dios está en los cielos; Él hace lo que le place. Los ídolos de ellos son plata y oro, Obra de manos de hombre. Tienen boca, y no hablan; Tienen ojos, y no ven; Tienen oídos, y no oyen; Tienen nariz, y no huelen; Tienen manos, y no tocan; Tienen pies, y no caminan; No emiten sonido alguno con su garganta. Se volverán como ellos los que los hacen, Y todos los que en ellos confían.
Oh Israel, confía en el SEÑOR; Él es tu ayuda y tu escudo. 10 Oh casa de Aarón, confíen ustedes en el SEÑOR; Él es su ayuda y su escudo. 11 Los que temen al SEÑOR, confíen en el SEÑOR; Él es su ayuda y su escudo. 12 El SEÑOR se ha acordado de nosotros; Él nos bendecirá; Bendecirá a la casa de Israel; Bendecirá a la casa de Aarón. 13 Él bendecirá a los que temen al SEÑOR, Tanto a pequeños como a grandes. 14 El SEÑOR los prospere, A ustedes y a sus hijos. 15 Benditos sean del SEÑOR, Que hizo los cielos y la tierra.
16 Los cielos son los cielos del SEÑOR, Pero la tierra la ha dado a los hijos de los hombres. 17 Los muertos no alaban al SEÑOR, Ni ninguno de los que descienden al silencio. 18 Pero nosotros bendeciremos al SEÑOR Desde ahora y para siempre. ¡Aleluya!

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Isaías 51
Anuncio de salvación para Sión

51 «Escúchenme , ustedes que siguen la justicia, Los que buscan al SEÑOR. Miren la roca de donde fueron tallados, Y la cantera de donde fueron extraídos. Miren a Abraham, su padre, Y a Sara, que los dio a luz. Cuando él era uno solo lo llamé, Y lo bendije y lo multipliqué». Ciertamente el SEÑOR consolará a Sión, Consolará todos sus lugares desolados. Convertirá su desierto en Edén, Y sus lugares desolados en huerto del SEÑOR. Gozo y alegría se encontrarán en ella, Acciones de gracias y voces de alabanza.
«Préstame atención, pueblo Mío, Y óyeme, nación Mía. Porque de Mí saldrá una ley, Y estableceré Mi justicia para luz de los pueblos. Cerca está Mi justicia, ha salido Mi salvación, Y Mis brazos juzgarán a los pueblos. Por Mí esperan las costas, Y en Mi brazo ponen su esperanza. Alcen los ojos a los cielos, Y miren la tierra abajo. Porque los cielos como humo se desvanecerán, Y la tierra como un vestido se gastará. Sus habitantes como mosquitos morirán, Pero Mi salvación será para siempre, Y Mi justicia no disminuirá. Escúchenme, ustedes que conocen la justicia, Pueblo en cuyo corazón está Mi ley. No teman el oprobio del hombre, Ni se desalienten a causa de sus ultrajes. Porque como a vestido se los comerá la polilla, Y como a lana se los comerá la larva. Pero Mi justicia durará para siempre, Y Mi salvación por todas las generaciones».
Despierta, despierta, vístete de poder, oh brazo del SEÑOR. Despierta como en los días de antaño, en las generaciones pasadas. ¿No eres Tú el que despedazó a Rahab, El que traspasó al dragón? 10 ¿No eres Tú el que secó el mar, Las aguas del gran abismo; El que transformó en camino las profundidades del mar Para que pasaran los redimidos? 11 Los rescatados del SEÑOR volverán, Entrarán en Sión con gritos de júbilo, Con alegría eterna sobre sus cabezas. Gozo y alegría alcanzarán, Y huirán la tristeza y el gemido.
12 «Yo, Yo soy su consolador. ¿Quién eres tú que temes al hombre mortal, Y al hijo del hombre que como hierba es tratado? 13 ¿Has olvidado al SEÑOR, tu Hacedor, Que extendió los cielos Y puso los cimientos de la tierra, Para que estés temblando sin cesar todo el día ante la furia del opresor, Mientras este se prepara para destruir? Pero ¿dónde está la furia del opresor?
14 »El desterrado pronto será libertado, y no morirá en la cárcel, ni le faltará su pan. 15 Porque Yo soy el SEÑOR tu Dios, que agito el mar y hago bramar sus olas (el SEÑOR de los ejércitos es Su nombre) 16 Y he puesto Mis palabras en tu boca, y con la sombra de Mi mano te he cubierto al establecer los cielos, poner los cimientos de la tierra y decir a Sión: “Tú eres Mi pueblo”».
17 ¡Despierta, despierta! Levántate, Jerusalén, Tú, que has bebido de la mano del SEÑOR la copa de Su furor, Que has bebido el cáliz del vértigo hasta vaciarlo. 18 No hay quien la guíe entre todos los hijos que dio a luz, Ni hay quien la tome de la mano entre todos los hijos que crió. 19 Estas dos cosas te han acontecido, ¿Quién te confortará?; Desolación y destrucción, hambre y espada, ¿Quién te consolará? 20 Tus hijos han desfallecido, Yacen en las esquinas de todas las calles Como antílope en la red, Llenos del furor del SEÑOR, De la reprensión de tu Dios.
21 Por tanto, oye ahora esto, afligida, Que estás ebria, pero no de vino: 22 Así dice tu Señor, el SEÑOR tu Dios, Que lucha por Su pueblo: «He quitado de tu mano la copa del vértigo, El cáliz de Mi furor, Nunca más lo beberás. 23 Lo pondré en las manos de los que te atormentan, Que te han dicho: “Póstrate para que pasemos”. Y tú pusiste tu espalda como suelo, Como calle para los que pasaban».

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Apocalipsis 21
Un cielo nuevo y una tierra nueva
21 Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: «El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado».
El que está sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas». Y añadió*: «Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas». También me dijo: «Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, Yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El vencedor heredará estas cosas, y Yo seré su Dios y él será Mi hijo. Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras, y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda».

La nueva Jerusalén

Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las últimas siete plagas, y habló conmigo, diciendo: «Ven, te mostraré la novia, la esposa del Cordero». 10 Entonces me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, 11 y tenía la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedra de jaspe cristalino.
12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas doce ángeles, y en las puertas estaban escritos los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel. 13 Había tres puertas al este, tres puertas al norte, tres puertas al sur, y tres puertas al oeste. 14 El muro de la ciudad tenía doce cimientos, y en ellos estaban los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
15 El que hablaba conmigo tenía una vara de medir de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. 16 La ciudad está asentada en forma de cuadro, y su longitud es igual que su anchura. Y midió la ciudad con la vara, 12,000 estadios (2,160 kilómetros). Su longitud, anchura, y altura son iguales. 17 Midió su muro, 144 codos (64.8 metros), según medida humana, que es también medida de ángel.
18 El material del muro era jaspe, y la ciudad era de oro puro semejante al cristal puro. 19 Los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas: el primer cimiento, jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; 20 el quinto, sardónice; el sexto, sardio; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; y el duodécimo, amatista. 21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era de una sola perla. La calle de la ciudad era de oro puro, como cristal transparente.
22 No vi en ella templo alguno, porque su templo es el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero.
23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. 24 Las naciones andarán a su luz y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria.
25 Sus puertas nunca se cerrarán de día (pues allí no habrá noche); 26 y traerán a ella la gloria y el honor de las naciones.
27 Jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino solo aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero.

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