Vida Cristiana

Mira la fe de Jesús, y sigue adelante como Él

LA FE VIVIDA POR JESÚS COMO NUESTRA FUERZA Y MODELO EN EL SERVICIO

A menudo nos quedamos maravillados por la divinidad de Jesús, olvidando su humanidad. Sin embargo, en medio de esa grandeza, encontramos un tesoro más precioso: la fe que vivía en su corazón humano. Filipenses 3:9 nos recuerda que Jesús, a pesar de ser el Hijo de Dios, también experimentó y vivió por la fe como un ser humano y nos lleva a reflexionar sobre la fe de Cristo, y no solamente la fe en Cristo.

Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe. (Fil. 3:9 RV60)

Este detalle es significativo, ya que nos nvita a considerar la fe que Jesús mismo poseía durante su tiempo en la tierra. Cristo tenía fe, no porque necesitara ser salvado, sino como una expresión de su profunda conexión y confianza en el Padre celestial. Aunque la naturaleza de su fe puede ser un tema complejo, nos sirve como un modelo y un llamado a buscar y cultivar una fe similar.

Un modelo de fe en la tierra

¡Qué asombroso es contemplar que el mismo Hijo de Dios, encarnado en hombre, llevaba en su ser la llama ardiente de la fe! Gálatas 2:16-21 nos revela que somos justificados ante Dios por la fe de Jesús. [1] En el cruce de lo divino y lo humano, nos encontramos con la verdad eterna de que Jesús, el Hijo de Dios, también fue un creyente, un peregrino de la fe en la tierra y nuestra fe está intrínsecamente ligada a la fe de Jesús, quien nos justifica ante Dios mediante su fidelidad y obediencia. Y en el eco eterno de Habacuc 2:4, escuchamos la melodía celestial que proclama: «El justo vivirá por su fe», pero de la fe de Jesús de la que participamos (en un sentido corporativo) y de la que vivimos los creyentes.

Así, en este viaje de la fe, nos sumergimos en la maravilla de ser coherederos de la misma fe que habitaba en el corazón de nuestro Salvador, de modo que cuando tengamos la fe de Cristo, podremos afirmar que verdaderamente estamos en Cristo.

El camino de servicio cristiano está marcado por diversas dificultades y desafíos que pueden ponernos a prueba. La fe de Jesús nos equipa para enfrentar las dificultades del servicio cristiano emulando su ejemplo, permitiéndonos enfrentar las dificultades inherentes al servicio cristiano con la seguridad de la victoria si permanecemos arraigados en Él.

Jesús nunca vaciló en su confianza en Dios. En el desierto, resistió las tentaciones del diablo. En Getsemaní, se sometió completamente a la voluntad del Padre, aceptando el sacrificio que le aguardaba en la cruz. El objetivo que persigue la tentación es bloquear todo proyecto realizador y salvífico y es ahí cuando Jesús se erige en modelo y nos enseña cómo convertir la tentación en crisol depurador. Su fe inquebrantable fue la fuerza que lo sostuvo hasta el final, confiando en que el propósito divino se cumpliría.

Enfrentando las debilidades y tentaciones en el servicio cristiano

La tentación es una realidad inevitable, aunque no deseada. Surge como resultado de nuestra fragilidad inherente. Por lo tanto, no podemos permitirnos ser perezosos, ya que donde falta el compromiso, la debilidad se hace presente, y con ella la tentación se vuelve más fuerte. La tentación busca socavar nuestro compromiso, pero para fortalecerlo, no necesitamos ser héroes; solo necesitamos seguir el ejemplo de Jesús.

Jesucristo es nuestro modelo supremo de servicio y amor sacrificial. Nos muestra que es posible superar las tentaciones manteniendo una fe firme en Dios. Las tentaciones, pruebas, traición y el sufrimiento que él experimentó son paralelos a las dificultades que encontramos en nuestro servicio. Su ejemplo nos inspira a perseverar y confiar en que Dios nos capacitará para superar cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino.

Perseverando en el servicio con la fe de Jesús

Jesús no se desvió ante las sombras amenazantes, ni cedió ante las dulces promesas que trataban de distorsionar su mensaje. La muerte no fue su deseo, pero tampoco temió enfrentarla. Podría haber evitado su destino con solo guardar silencio, sin provocar a los poderosos del templo o a los gobernantes romanos. Sin embargo, prefirió abrazar la cruz antes que traicionar su razón de ser. mantenerse firme no solo implicó aceptar un final doloroso, sino también vivir cada día enfrentando el rechazo y las burlas.

En la vida de Jesús, la tentación no fue solo una prueba que superó, sino una experiencia que vivió desde su esencia como el Hijo de Dios. Su fidelidad no solo se manifestó en resistir las tentaciones, sino en cómo las abordó desde su naturaleza divina. Para nosotros, reconocer la presencia de Dios en nuestra realidad frágil puede resultar desafiante. Sin embargo, en Jesús vemos un ejemplo de cómo enfrentar nuestras luchas desde una conexión profunda con lo divino. Él nos muestra que, incluso en medio de nuestras dificultades diarias, la presencia de Dios está siempre disponible para aquellos que sinceramente la buscan.

Firmes en las tentaciones

El propósito del «diablo» en las tentaciones no es simplemente poner a nuestra filiación como hijo de Dios, sino desviarnos de nuestra vocación de ser un hijo obediente. El objetivo no es verificar nuestra identidad divina, sino inducirnos a desobedecer y actuar en nuestro propio interés, al margen del plan de Dios. Mientras Satanás proponía a Jesús que utilizase los recursos de poder que disponía para poner fin a una situación penosa para Él mismo, el Señor afirmaba delante del diablo que lo único válido en la vida del hombre es poner su confianza plenamente en Dios y esperar en su tiempo. [2] Recogiendo las palabras del teólogo alemán asesinado por los nazis: «El pan es importante, la libertad es más importante, pero lo más importante de todo es la fidelidad constante y la adoración jamás traicionada».

En Lucas 4:13, tras enfrentar todas las tentaciones en el desierto, el diablo se apartó de Jesús, aunque el texto añade una frase intrigante: «por un tiempo». Esta breve adición nos recuerda que la retirada del diablo es temporal, sugiriendo que la lucha espiritual es continua. La tentación satánica del poder persistirá a lo largo de la vida de Jesús y en la nuestra. Cada día, nos enfrentamos a la tentación de traicionar nuestra misión divina. Pero al igual que Jesús, podemos encontrar fuerza en su ejemplo para resistir, confiando en la gracia de Dios. En esta lucha, encontramos oportunidad de crecimiento y renovación espiritual, acercándonos más al corazón de Dios.

Fuentes y referencias:

  1. Sobre la fe de Jesús, ver Rom. 3:2226Gál. 2:1620Fil. 3:9.
  2. Pérez Millos, S. (2009). Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento: Mateo. Barcelona: Clie, p. 218.

Por José Ángel Sánchez

Natural de España, licenciado y masterado en Administración y Dirección de Empresas (Universidad de Oviedo y Escuela de Negocios de Barcelona). Actualmente estudiando un máster en Teología (Universidad de Murcia). Junto con su trabajo secular como responsable de departamento de contabilidad, enseñar y predicar a través de estudios bíblicos y discipulado es su pasión. Miembro de la Primera Asamblea de Dios del Principado de Asturias, sirvió por más de un año y medio en la Cottage Lane Mission Church (Liverpool, Inglaterra) bajo la cobertura de dicha iglesia.


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