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Lectura de Hoy

03-08-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Jueces 17

Las señales de la decadencia moral, espiritual e intelectual de Israel du- rante la época de los jueces ahora se multiplican, algunas obvias y otras su- tiles. A pesar de que Jueces 17 es un capítulo corto, está saturado de tales señales.

(1) Un hombre adulto llamado Micaía aparentemente le ha robado mil cien siclos de plata a su madre. Esto no nos habla muy bien de sus relacio- nes familiares, aunque, por supuesto, esto es sólo un incidente. Él le con- fiesa el delito a su madre (17:2). Juzgando por sus palabras, al hombre no le motiva tanto el amor a su madre ni la conciencia de su pecado, sino más bien un temor supersticioso porque su madre había pronunciado una mal- dición sobre el ladrón, quien hasta ese momento le era desconocido.

(2) La madre de Micaía le recompensa con una expresión piadosa: “¡Que el Señor [es decir, Yahvé] te bendiga, hijo mío!” (17:2)—lo cual demues- tra que sigue habiendo una conciencia fuerte del Dios del pacto que los sacó de Egipto, o al menos la retención de su nombre. Pero muy rápidamente el lector puede percibir que lo único que ha sobrevivido es la capa externa de la lealtad al pacto. El sincretismo está dominando. Agradecida por el reci- bo de su dinero, se lo devuelve a su hijo, consagrándolo solemnemente “al Señor [Yahvé]” para hacer “una imagen tallada y un ídolo de fundición” (17:3), lo cual, por supuesto, estaba prohibido claramente por el pacto en el Sinaí.

(3) Él devolvió rápidamente la plata a su madre para este fin, la cual le dio doscientos siclos (por lo que le quedan novecientos, a pesar de que ella lo había “consagrado”) a un fundidor para que hiciera un ídolo. La avaricia triunfa aún sobre la idolatría. Luego, sitúan al pequeño ídolo en la casa de Micaía, como un talismán y como recordatorio de las relaciones familiares restauradas después de un robo; incluso tal vez como algo para ahuyentar la maldición que su madre había pronunciado (17:4).

(4) El sincretismo religioso de Micaía es más profundo aún. Tiene su propio altar e instala a uno de sus hijos como su sacerdote personal para que ofrezca oraciones y sacrificios, y le prepara una vestimenta sacerdotal (el efod, 17:5). Las infracciones se multiplican. Bajo el pacto, sólo debía ha- ber un “santuario”—en este momento, el tabernáculo—y únicamente los levitas podían ser sacerdotes.

(5) Micaía recordaba algunas estipulaciones del pacto, de modo que, al encontrarse en un viaje a un joven levita, ¡lo contrata como su sacerdote privado! Micaía está convencido de que así asegurará que el Señor le pros- pere (17:13). La religión del pacto ha perdido gran parte de su estructura y toda su disciplina y obediencia. Es un triste desorden lleno de supersti- ción pagana.

Por primera vez, leemos las palabras: “En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor.” (17:6).  

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Jeremías 30–31
Jeremías 30—31 interrumpe el material biográfico relativo a Jeremías con una serie de afirmaciones acerca de la restauración de Israel y Judá. Unas veces, se nombran los dos reinos (30:3); otras, ambos se denominan “Jacob” (30:7) o “Israel” (30:10; 31:1). Tal como ocurre en la profecía de Isaías, sólo el contexto determina si “Israel” se refiere al reino del norte, ya en el exilio desde hace más de un siglo, o a todo “Jacob” (para ser más exactos, la parte que oye y regresa a la tierra). La herida “incurable” y la llaga que “no tiene remedio” son consecuencias de su pecado (30:12-14), una realidad invariable a este lado de la Caída.

“‘Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas, afirma el Señor’” (30:17). Destacaremos dos reflexiones:

(1) Jeremías 31:15Raquel, una de las matriarcas, cuya tumba se encontraba cerca de Ramá, a unos ocho kilómetros al norte de Jerusalén (1 Samuel 10:2-3Josué 18:25), se representa aquí llorando por sus “hijos” deportados en 722 a.C. (cuando las tribus del norte fueron al exilio), y de nuevo en 587 (cuando se llevaron lo que quedaba del reino del sur, Jeremías 40:1). Mateo 2:17-18 afirma que estas palabras se cumplen (tipológicamente) cuando las madres lloren de nuevo a raíz de la matanza de inocentes relacionada con el nacimiento de Jesús. Aunque los exiliados retornaron a Jerusalén durante el período persa, las características más maravillosas que rodearon al fin del exilio no empiezan a revelarse hasta la venida del Mesías.

(2) Jeremías 31:29ss.: esta promesa de un nuevo pacto es extraordinariamente penetrante. Debido a la naturaleza tribal y representativa del antiguo pacto, el pueblo acuñó un proverbio: “Los padres comieron uvas agrias, y a los hijos les dio dentera” (31:29). Bajo el pacto mosaico, las personas especiales, esto es, profetas, reyes y otros pocos individuos, eran ungidos especialmente con el Espíritu y desempeñaban la tarea de representar al pueblo ante Dios, y a este ante aquel. “¡Conoce al Señor!”, exhortaban. Debido a esta estructura tribal y representativa, cuando los líderes pecaban (“comieron uvas agrias”), toda la nación caía en la corrupción y sufría la destrucción (“a los hijos les dio dentera”). Sin embargo, bajo el nuevo pacto, el proverbio ya no se aplica (31:30ss.). Todos los que están bajo el nuevo pacto conocerán al Señor: Dios pondrá su ley en la mente de ellos y la escribirá en su corazón (31:33). Ya no habrá más maestros que actúen como mediadores, porque todos lo conocerán (31:34); estos simplemente formarán parte del cuerpo, no tendrán un conocimiento “interno” de Dios. El perdón de pecados será absoluto (31:34).

Identifique en qué partes del Nuevo Testamento se tratan estos temas.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Jueces 17
Idolatría de Micaía
17 Había un hombre de la región montañosa de Efraín, llamado Micaía. Y él dijo a su madre: «Las 1,100 monedas de plata que te quitaron, acerca de las cuales proferiste una maldición a mis oídos, mira, esa plata está en mi poder; yo la tomé». «Bendito sea mi hijo por el Señor», le dijo su madre. Entonces él devolvió las 1,100 monedas de plata a su madre, y su madre dijo: «Yo de corazón dedico la plata de mi mano al Señor por mi hijo, para hacer una imagen tallada y una de fundición; ahora, por tanto, yo te las devuelvo».

Cuando él devolvió la plata a su madre, su madre tomó 200 monedas de plata y se las dio al platero que las convirtió en una imagen tallada y una de fundición, las cuales quedaron en casa de Micaía. Y este hombre Micaía tenía un santuario. Hizo un efod e ídolos domésticos, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote.

6 En aquellos días no había rey en Israel. Cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos.7 Había un joven de Belén de Judá, de la familia de Judá, que era levita y extranjero allí. 8 Y el hombre salió de la ciudad, de Belén de Judá, para residir donde encontrara lugar; y mientras proseguía su camino, llegó a la región montañosa de Efraín, a la casa de Micaía. 9 «¿De dónde vienes?», le preguntó Micaía. «Soy un levita de Belén de Judá», le respondió él; «y voy a residir donde encuentre lugar».

10 Entonces Micaía le dijo: «Quédate conmigo y sé padre y sacerdote para mí, y yo te daré diez monedas de plata por año, el vestido y la comida». Entonces el levita entró. 11 El levita consintió en quedarse con el hombre, y el joven fue para él como uno de sus hijos.12 Micaía consagró al levita, y el joven vino a ser su sacerdote, y vivió en la casa de Micaía. 13 Entonces Micaía dijo: «Ahora sé que el Señor me prosperará, porque tengo un levita por sacerdote».

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Hechos 21
LIBRO QUINTO
Despedida en Tiro
21 Después de separarnos de ellos, salimos y navegamos con rumbo directo a Cos, al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara. 2 Al encontrar un barco que iba para Fenicia, subimos a bordo y nos hicimos a la vela.3 Cuando vimos la isla de Chipre, dejándola a la izquierda, navegamos hacia Siria, y desembarcamos en Tiro porque la nave debía dejar allí su cargamento. 

4 Después de hallar a los discípulos, nos quedamos allí siete días, y ellos le decían a Pablo, por el Espíritu, que no fuera a Jerusalén.5 Pasados aquellos días partimos y emprendimos nuestro viaje mientras que todos ellos, con sus mujeres e hijos, nos acompañaron hasta las afueras de la ciudad. Después de arrodillarnos y orar en la playa, nos despedimos unos de otros. 6 Entonces subimos al barco y ellos regresaron a sus hogares.

Pablo en Cesarea

7 Terminado el viaje desde Tiro, llegamos a Tolemaida, y después de saludar a los hermanos, nos quedamos con ellos un día. 8 Al día siguiente partimos y llegamos a Cesarea, y entrando en la casa de Felipe, el evangelista, que era uno de los siete, nos quedamos con él. 9 Este tenía cuatro hijas vírgenes que profetizaban.

10 Y deteniéndonos allí varios días, descendió de Judea cierto profeta llamado Agabo, 11 quien vino a vernos, y tomando el cinto de Pablo, se ató las manos y los pies, y dijo: «Así dice el Espíritu Santo: “Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinto, y lo entregarán en manos de los gentiles”».12 Al escuchar esto, tanto nosotros como los que vivían allí le rogábamos que no subiera a Jerusalén. 

13 Entonces Pablo respondió: «¿Qué hacen, llorando y quebrantándome el corazón? Porque listo estoy no solo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús». 14 Como no se dejaba persuadir, dejamos de insistir, diciéndonos: «Que se haga la voluntad del Señor».15 Después de estos días nos preparamos y comenzamos a subir hacia Jerusalén. 

16 Nos acompañaron también algunos de los discípulos de Cesarea, quienes nos condujeron a Mnasón, de Chipre, un antiguo discípulo con quien deberíamos hospedarnos.

Pablo en Jerusalén

17 Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con regocijo. 18 Al día siguiente Pablo fue con nosotros a ver a Jacobo, y todos los ancianos estaban presentes. 19 Después de saludarlos, comenzó a referirles una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles mediante su ministerio.

20 Ellos, cuando lo oyeron, glorificaban a Dios y le dijeron: «Hermano, ya ves cuántos miles hay entre los judíos que han creído, y todos son celosos de la ley. 21 Se les ha contado acerca de ti, que enseñas a todos los judíos entre los gentiles que se aparten de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni observen las tradiciones. 22 Entonces, ¿qué es lo que se debe hacer? Porque sin duda la multitud se reunirá pues oirán que has venido.

23 »Por tanto, haz esto que te decimos. Tenemos cuatro hombres que han hecho un voto; 24 tómalos y purifícate junto con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza. Así todos sabrán que no hay nada cierto en lo que se les ha dicho acerca de ti, sino que tú también vives ordenadamente, guardando la ley. 25 Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito, habiendo decidido que deben abstenerse de todo lo que ha sido sacrificado a los ídolos, de sangre y de comer carne de animales estrangulados y de fornicación».

26 Entonces Pablo tomó consigo a los hombres, y al día siguiente, purificándose junto con ellos, fue al templo, notificando de la terminación de los días de purificación, hasta que el sacrificio se ofreciera por cada uno de ellos.

El tumulto en el templo

27 Cuando estaban para cumplirse los siete días, los judíos de Asia, al verlo en el templo alborotaron a todo el pueblo y le echaron mano, 28 gritando: «¡Hombres de Israel, ayúdennos! Este es el hombre que enseña a todos, por todas partes, contra nuestro pueblo, la ley y este lugar. Además, incluso ha traído griegos al templo, y ha profanado este lugar santo». 29 Pues anteriormente habían visto a Trófimo el Efesio con él en la ciudad, y pensaban que Pablo lo había traído al templo.

30 Se alborotó toda la ciudad, y llegó el pueblo corriendo de todas partes. Apoderándose de Pablo lo arrastraron fuera del templo, y al instante cerraron las puertas. 31 Mientras procuraban matarlo, llegó aviso al comandante de la compañía romana que toda Jerusalén estaba en confusión. 32 Inmediatamente tomó consigo algunos soldados y centuriones, y corrió hacia ellos; cuando el pueblo vio al comandante y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo.

33 Entonces el comandante llegó y lo arrestó, y ordenó que lo ataran con dos cadenas, y preguntaba quién era y qué había hecho. 34 Pero entre la muchedumbre unos gritaban una cosa y otros otra, y como él no pudo averiguar con certeza los hechos, debido al tumulto, ordenó que llevaran a Pablo al cuartel. 35 Cuando Pablo llegó a las gradas, los soldados tuvieron que cargarlo por causa de la violencia de la turba; 36 porque la multitud del pueblo lo seguía, gritando: «¡Muera!».

Defensa de Pablo en Jerusalén

37 Cuando estaban para meterlo en el cuartel, Pablo dijo al comandante: «¿Puedo decirte algo?». Y él dijo*: «¿Sabes griego? 38 ¿Entonces tú no eres el egipcio que hace tiempo levantó una revuelta y sacó los 4,000 hombres de los asesinos al desierto?».39 Pablo respondió: «Yo soy judío de Tarso de Cilicia, ciudadano de una ciudad no sin importancia. Te suplico que me permitas hablar al pueblo». 40 Cuando el comandante le concedió el permiso, Pablo, de pie sobre las gradas, hizo señal al pueblo con su mano, y cuando hubo gran silencio, les habló en el idioma hebreo:

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Jeremías 30–31
Promesa de liberación

30 Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor: 2 «Así dice el Señor, Dios de Israel: “Escribe en un libro todas las palabras que te he hablado. 3 Porque, vienen días”, declara el Señor, “cuando restauraré el bienestar de Mi pueblo, Israel y Judá”. El Señor dice: “También los haré volver a la tierra que di a sus padres y la poseerán”».4 Estas son las palabras que el Señor habló acerca de Israel y de Judá: 5 «Porque así dice el Señor:

“He oído voces de terror,
De pánico, y no de paz.
6 Pregunten ahora, y vean
Si el varón da a luz.
¿Por qué veo a todos los hombres
Con las manos sobre sus caderas, como mujer de parto?
¿Y por qué se han puesto pálidos todos los rostros?
7 ¡Ay! Porque grande es aquel día,
No hay otro semejante a él.
Es tiempo de angustia para Jacob,
Mas de ella será librado.

8 ”En aquel día”, declara el Señor de los ejércitos, “quebraré el yugo de su cuello y romperé sus coyundas, y extranjeros no lo esclavizarán más, 9 sino que servirán al Señor su Dios, y a David su rey, a quien Yo levantaré para ellos.

10 Así que tú no temas, Jacob, siervo Mío”, declara el Señor,
“Ni te atemorices, Israel;
Porque te salvaré de lugar remoto,
Y a tu descendencia de la tierra de su cautiverio.
Y volverá Jacob, y estará tranquilo
Y seguro, y nadie lo atemorizará.

11 Porque Yo estoy contigo”, declara el Señor, “para salvarte;
Pues acabaré con todas las naciones entre las que te he esparcido,
Pero no acabaré contigo,
Sino que te castigaré con justicia.
De ninguna manera te dejaré sin castigo”.

12 »Porque así dice el Señor:
“Incurable es tu quebranto,
Y grave tu herida.
13 No hay quien defienda tu causa;
No hay cura para tu llaga,
No hay mejoría para ti.
14 Todos tus amantes te han olvidado,
Ya no te buscan;
Porque con herida de enemigo te han herido,
Con castigo de hombre cruel,
Por lo grande de tu iniquidad
Y lo numeroso de tus pecados.

15 ¿Por qué gritas a causa de tu quebranto?
Tu dolor es incurable.
Por lo grande de tu iniquidad
Y lo numeroso de tus pecados,
Te he hecho esto.

16 Por tanto, todos los que te devoran serán devorados,
Y todos tus adversarios, todos ellos, irán al cautiverio.
Todos los que te saquean serán saqueados,
Y a todos los que te despojan los daré al despojo.

17 Porque Yo te devolveré la salud,
Y te sanaré de tus heridas”, declara el Señor,
“Porque te han llamado la Desechada, diciendo:
‘Esta es Sión, nadie se preocupa por ella’”.

Restauración de Jacob

18 »Así dice el Señor:
“Restauraré el bienestar de las tiendas de Jacob,
Y tendré misericordia de sus moradas.
La ciudad será reedificada sobre sus ruinas,
Y el palacio se asentará como estaba.
19 Saldrá de ellos el canto de acción de gracias
Y la voz de los que se divierten.
Los multiplicaré y no disminuirán,
Los honraré y no serán despreciados.
20 Y serán sus hijos como antes,
Su congregación delante de Mí será confirmada,
Y castigaré a todos sus opresores.

21 Uno de ellos será su guía,
De en medio de ellos saldrá su gobernante.
Lo haré acercarse y él se llegará a Mí;
Porque ¿quién se atrevería a arriesgar su vida para llegarse a Mí?” declara el Señor.
22 “Ustedes serán Mi pueblo,
Y Yo seré su Dios”».

23 La tempestad del Señor
Ha salido con furor;
Una tempestad devastadora
Descargará sobre la cabeza de los malvados.
24 La ardiente ira del Señor no se aplacará
Hasta que haya hecho y cumplido
Los propósitos de Su corazón.
En los postreros días ustedes entenderán esto.

Gozo en lugar de duelo

31«En aquel tiempo», declara el Señor,
«Yo seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellos serán Mi pueblo». 
2 Así dice el Señor:«Ha hallado gracia en el desierto
El pueblo que escapó de la espada:
Israel, cuando iba en busca de su reposo».
3 Desde lejos el Señor se le apareció, y le dijo:
«Con amor eterno te he amado,
Por eso te he sacado con misericordia.

4 De nuevo te edificaré, y serás reedificada,
Virgen de Israel;
De nuevo tomarás tus panderos,
Y saldrás a las danzas con los que se divierten.
5 De nuevo plantarás viñas
En los montes de Samaria;
Los plantadores las plantarán
Y las disfrutarán.
6 Porque habrá un día en que clamarán los guardas
En la región montañosa de Efraín:
“Levántense y subamos a Sión,
Al Señor nuestro Dios”».

7 Porque así dice el Señor:«Griten con alegría por Jacob,
Y den voces por la primera de las naciones.
Proclamen, den alabanza, y digan:
“Oh Señor, salva a Tu pueblo,
Al remanente de Israel”.
8 Yo los traigo del país del norte,
Y los reuniré de los confines de la tierra,
Entre ellos los ciegos y los cojos,
La mujer encinta y también la que está dando a luz.
Una gran compañía volverá acá.
9 Con llanto vendrán,
Y entre súplicas los guiaré.
Los haré andar junto a arroyos de aguas,
Por camino derecho en el cual no tropezarán;
Porque soy un padre para Israel,
Y Efraín es Mi primogénito».

10 Oigan, naciones, la palabra del Señor,
Anuncien en las costas lejanas,
Y digan: «El que dispersó a Israel lo reunirá,
Y lo guardará como un pastor a su rebaño».
11 Porque el Señor ha rescatado a Jacob
Y lo ha redimido de manos más fuertes que él.
12 «Vendrán y gritarán de júbilo en lo alto de Sión,
Y radiarán de gozo por la bondad del Señor:
Por el grano, por el vino y por el aceite,
Y por las crías de las ovejas y de las vacas.
Su alma será como huerto regado,
Y nunca más languidecerán.
13 Entonces la virgen se alegrará en la danza,
Y los jóvenes y los ancianos a una;
Cambiaré su duelo en gozo,
Los consolaré y los alegraré de su tristeza.
14 Y llenaré con abundancia el alma de los sacerdotes,
Y Mi pueblo se saciará de Mi bondad», declara el Señor.

15 Así dice el Señor:

«Se oye una voz en Ramá,
Lamento y llanto amargo.
Raquel llora por sus hijos;
Rehúsa ser consolada, por sus hijos
Que ya no existen».

16 Así dice el Señor:«Reprime tu voz del llanto,
Y tus ojos de las lágrimas;
Hay pago para tu trabajo», declara el Señor,
«Pues volverán de la tierra del enemigo.
17 Y hay esperanza para tu porvenir», declara el Señor,
«Los hijos volverán a su territorio.
18 Ciertamente he oído a Efraín lamentarse:
“Me has castigado, y castigado fui
Como becerro indómito.
Hazme volver para que sea restaurado,
Pues Tú, Señor, eres mi Dios.
19 Porque después que me aparté, me arrepentí,
Y después que comprendí, me di golpes en el muslo;
Me avergoncé y también me humillé,
Porque llevaba el oprobio de mi juventud”.

20 ¿No es Efraín Mi hijo amado?
¿No es un niño encantador?
Pues siempre que hablo contra él,
Lo recuerdo aún más.
Por eso Mis entrañas se conmueven por él,
Ciertamente tendré de él misericordia», declara el Señor.

21 «Levanta para ti señales,
Coloca para ti majanos;
Presta atención a la calzada,
Al camino que anduviste.
Vuelve, virgen de Israel,
Vuelve a estas tus ciudades.
22 ¿Hasta cuándo andarás errante,
Hija infiel?
Porque el Señor ha creado algo nuevo en la tierra:
La mujer rodeará al hombre».

23 Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: «Otra vez hablarán esta palabra en la tierra de Judá y en sus ciudades, cuando Yo restaure su bienestar:

“El Señor te bendiga, morada de justicia,
Monte santo”.

24 Y morarán juntos en ella Judá y todas sus ciudades, los labradores y los que van con los rebaños. 25 Porque Yo he de satisfacer al alma cansada y he de saciar a toda alma atribulada». 26 En esto me desperté y miré, y mi sueño me resultó agradable.

El nuevo pacto

27 «Vienen días», declara el Señor, «en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal. 28 Y como velé sobre ellos para arrancar y para derribar, para derrocar para destruir y para traer calamidad, así velaré sobre ellos para edificar y para plantar», declara el Señor. 29 «En aquellos días no dirán más:“Los padres comieron uvas agrias,
Y los dientes de los hijos tienen la dentera”,

30 sino que cada cual por su propia iniquidad morirá. Todo hombre que coma uvas agrias, sus dientes tendrán la dentera. 31 Vienen días», declara el Señor, «en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, 32 no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, Mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos», declara el Señor. 33 «Porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días», declara el Señor. «Pondré Mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré. Entonces Yo seré su Dios y ellos serán Mi pueblo. 34 No tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciéndole: “Conoce al Señor”, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande», declara el Señor, «pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado».

35 Así dice el Señor,El que da el sol para luz del día,
Y las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche,
El que agita el mar para que bramen sus olas;
El Señor de los ejércitos es Su nombre:
36 «Si estas leyes se apartan
De Mi presencia», declara el Señor,
«También la descendencia de Israel dejará
De ser nación en Mi presencia para siempre».

37 Así dice el Señor:«Si los cielos arriba pueden medirse,
Y explorarse abajo los cimientos de la tierra,
También Yo desecharé toda la descendencia de Israel
Por todo lo que hayan hecho», declara el Señor.

38 «Vienen días», declara el Señor, «en que la ciudad será reedificada para el Señor, desde la torre de Hananel hasta la puerta del Ángulo. 39 Y el cordel de medir saldrá más allá, directamente hasta la colina de Gareb, y girará hasta Goa. 40 Y todo el valle de los cadáveres y de las cenizas, y todos los campos hasta el arroyo Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los Caballos hacia el oriente, serán santos al Señor. La ciudad no será arrancada ni derribada nunca jamás».

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Marcos 16
La resurrección
16 Pasado el día de reposo, María Magdalena, María, la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungir el cuerpo de Jesús. Muy de mañana, el primer día de la semana, llegaron* al sepulcro cuando el sol ya había salido. Y se decían unas a otras: «¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?». 

Cuando levantaron los ojos, vieron que la piedra, aunque era sumamente grande, había sido removida.
Entrando en el sepulcro, vieron* a un joven sentado al lado derecho, vestido con ropaje blanco; y ellas se asustaron. Pero él les dijo*: «No se asusten; ustedes buscan a Jesús el Nazareno, el que fue crucificado. Ha resucitado, no está aquí; miren el lugar donde lo pusieron. Pero vayan, digan a Sus discípulos y a Pedro: “Él va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán, tal como les dijo”». 

Y saliendo ellas, huyeron del sepulcro, porque un gran temblor y espanto se había apoderado de ellas; y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo.

Aparición de Jesús a María Magdalena

9 Después de haber resucitado, muy temprano el primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado fuera siete demonios. 10 Y ella fue y se lo comunicó a los que habían estado con Él, que estaban lamentándose y llorando. 11 Cuando ellos oyeron que Jesús estaba vivo y que ella lo había visto, se negaron a creerlo.

Aparición a dos discípulos

12 Después de esto, Jesús se apareció en forma distinta a dos de ellos cuando iban de camino al campo. 13 Y estos fueron y se lo comunicaron a los demás, pero a ellos tampoco les creyeron.

La gran comisión

14 Después Jesús se apareció a los once discípulos cuando estaban sentados a la mesa, y los reprendió por su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. 15 Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura. 16 El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado. 17 Y estas señales acompañarán a los que han creído: en Mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas; 18 tomarán serpientes en las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y se pondrán bien».

Ascensión de Jesucristo

19 Entonces, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue recibido en el cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Y ellos salieron y predicaron por todas partes, colaborando el Señor con ellos, y confirmando la palabra por medio de las señales que la seguían.Ellas comunicaron inmediatamente a Pedro y a sus compañeros todas estas instrucciones. Y después de esto, Jesús mismo envió por medio de ellos, desde el oriente hasta el occidente, el mensaje sacrosanto e incorruptible de la salvación eterna.

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