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Lectura de Hoy

19-08-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Romanos 9

Una de las preguntas importantes que los primeros cristianos tuvieron que contestar mientras daban testimonio de Jesús el Mesías, fue algo como: “Si Jesús realmente es el Mesías prometido, ¿por qué tantos judíos lo rechazan?” Inevitablemente, hubo variaciones, como por ejemplo: “Si los cristianos tenéis razón, ¿no significa esto que Dios no cumplió sus promesas a los judíos?” o “¿Por qué apóstoles como Pablo invierten tanto tiempo en evangelizar a los gentiles como si hubieran abandonado a su propio grupo?”

Las páginas del Nuevo Testamento ofrecen muchas respuestas complementarias a estas preguntas y a otras parecidas. Aquí, podemos notar algunos componentes de la respuesta de Pablo (Romanos 9).
Primero, a pesar del énfasis sobre los gentiles en el ministerio de Pablo, este nunca descartó a los de su propia raza. Todo lo contrario: hubiera deseado ser maldecido si con ello hubiera podido salvarlos (9:3). Sería fácil descartar este tipo de lenguaje como si fuera una hipérbole fundada en una mera posibilidad hipotética. Pero el hecho de que Pablo pueda escribir en esos términos revela, no a un apóstol que es un simple experto en apologética, frío y analítico, sino a un hombre con pasión y extraordinario amor por su propio pueblo. La iglesia necesita hoy día desesperadamente evangelistas con el mismo tipo de corazón.

Segundo, Pablo afirma que si muchos judíos no creen, no es porque la palabra de Dios haya fracasado (9:6). En absoluto: nunca se estableció que todos los hijos de Abraham serían incluidos en el pacto. Dios especificó que la línea sería a través de Isaac, no de Ismael ni de los hijos de Cetura (9:7). Para decirlo de otra manera, sólo los “hijos de la promesa” se consideran descendientes de Abraham, no todos los hijos naturales (9:8). Más aún, Pablo ya les había recordado a sus lectores la promesa a Abraham de que por medio de su descendencia serían benditas todas las naciones de la tierra (4:16-17), no sólo los judíos.

Tercero, la defensa de estas proposiciones da un giro dramático. Dios coordinó una selección de entre los hijos de Abraham—no sólo en la generación de Abraham sino con respecto a los hijos de Isaac (9:8-13)— “y para confirmar el propósito de la elección divina, no en base a las obras sino al llamado de Dios” (9:11-12). Nada deja más claro la supremacía de la gracia que la doctrina de la elección. Dios no tenía que salvar a nadie. Si salvaba a uno, sería un gran acto de gracia. Aquí salva a una inmensa cantidad de personas culpables, sólo por su gracia, teniendo compasión de quien él quiera (9:15), pues tal es su derecho (9:16-24).

Cuarto, las Escrituras del Antiguo Testamento habían previsto que un día el pueblo de Dios dejaría de estar limitado a la raza judía (9:25-26).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Salmos 25
Uno de los temas impactantes en los salmos, especialmente los de David, es el de los enemigos, algo que inquieta a muchos cristianos. ¿Acaso no nos dice Jesús que amemos a nuestros enemigos (Mateo 5:43- 47)? Aquí, David pide a Dios que no los deje triunfar sobre él (Salmos 25, especialmente v. 1), los llama traidores (25:3) y se queja de que han aumentado y le odian desmedidamente (25:19).

No debemos atribuir estas dos posturas a diferencias entre el nuevo pacto y el antiguo.Detengámonos en algunas reflexiones preliminares:(1) Incluso las enseñanzas de Jesús que instan a sus seguidores a amar a sus enemigos presuponen que los tienen. El mandato de Jesús de amar a nuestros enemigos no debe reducirse a la noción sentimental de que todos nos volvamos tan “buenos” que nunca los tengamos.(2) Los creyentes del Nuevo Testamento pueden tener enemigos a los que deben enfrentarse en ciertos ámbitos. El apóstol Pablo, por ejemplo, dice que ha entregado a Himeneo y Alejandro a Satanás para que aprendan a no blasfemar (1 Timoteo 1:20).

Tanto 2 Pedro 2 como Judas emplean un lenguaje muy elocuente para denunciar a los principales enemigos del Evangelio. Aunque esté hablando en un sentido hiperbólico, Pablo desea que los agitadores de Galacia se mutilen (Gálatas 5:12). El propio Señor Jesús, el mismo que, muriendo en la cruz, clamó: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (23:34), denuncia a sus enemigos en otros pasajes con un lenguaje espectacularmente vívido (Mateo 23).

Es difícil no llegar a la conclusión de que, a no ser que acusemos a Jesús y los apóstoles de contradecirse de forma hipócrita, la exigencia de amar a nuestros enemigos no debe reducirse a una necedad sentimental que simplemente pretende que estos no existen.(3) Se puede defender muy bien la opinión de que el objetivo principal de Mateo 5:43-47 es erradicar las represalias personales, evitar la venganza, vencer el mal que recibimos con el bien que hacemos, asumir el odio de un oponente y devolver amor. No obstante, ninguna de estas cosas niega en absoluto que la otra persona sea un enemigo.

Además, los que ostentan el liderazgo pueden, desde el amor, sentirse obligados a proteger el rebaño persiguiendo al lobo con piel de oveja, dejando en entredicho al charlatán y denunciando al malvado, sin caer en la tentación de llevarlo al terreno personal.(4) Existe un indicio que muestra si nuestra reacción se produce por el odio y el deseo de venganza o por una cuestión de principios basados en el amor a la santidad de Dios, que dejan lugar a la paciencia y el amor. Se trata de los compromisos relacionados con la misma. En el caso de David, estos incluyen la confianza (25:1-3, 4-5, 7b, 16, 21), el arrepentimiento y la fe (25:7, 11, 18), y la fidelidad al pacto (25:10).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
1 Samuel 11
Saúl asume el reinado
11 Y subió Nahas el amonita y sitió a Jabes de Galaad, y todos los hombres de Jabes dijeron a Nahas: «Haz un pacto con nosotros y te serviremos».  Pero Nahas el amonita les dijo: «Lo haré con esta condición: que a todos ustedes les saque yo el ojo derecho; así haré que esto sea una afrenta sobre todo Israel».  Y los ancianos de Jabes le dijeron: «Danos siete días para que enviemos mensajeros por todo el territorio de Israel. Y si no hay quien nos libre, nos entregaremos a ti». 

 Entonces los mensajeros fueron a Guibeá de Saúl y hablaron estas palabras a oídos del pueblo, y todo el pueblo alzó la voz y lloró.  Y sucedió que Saúl regresaba del campo detrás de los bueyes, y dijo: «¿Qué pasa con el pueblo que está llorando?». Entonces le contaron las palabras de los mensajeros de Jabes.

 El Espíritu de Dios vino con poder sobre Saúl al escuchar estas palabras, y Saúl se enojó grandemente.  Tomando una yunta de bueyes, los cortó en pedazos y los mandó por todo el territorio de Israel por medio de mensajeros, diciendo: «Así se hará a los bueyes del que no salga en pos de Saúl y en pos de Samuel». Entonces el terror del Señor cayó sobre el pueblo, y salieron como un solo hombre.  Y Saúl los contó en Bezec, y los israelitas eran 300,000 y los hombres de Judá 30,000.

 Y dijeron a los mensajeros que habían venido: «Así dirán a los hombres de Jabes de Galaad: “Mañana cuando caliente el sol serán librados”». Entonces los mensajeros fueron y lo anunciaron a los hombres de Jabes, y estos se regocijaron. 10  Entonces los hombres de Jabes dijeron a Nahas: «Mañana saldremos a ustedes y podrán hacernos lo que les parezca bien». 11  A la mañana siguiente, a la vigilia de la mañana (2 a 6 a.m.), Saúl dispuso al pueblo en tres compañías; y entraron en medio del campamento, e hirieron a los amonitas hasta que calentó el día. Los que quedaron fueron dispersados, no quedando dos de ellos juntos.

12  Entonces el pueblo dijo a Samuel: «¿Quién es el que dijo: “¿Ha de reinar Saúl sobre nosotros?”. Traigan a esos hombres para que los matemos». 13  Pero Saúl dijo: «A nadie se matará en este día, porque hoy el Señor ha hecho liberación en Israel».

14  Entonces Samuel dijo al pueblo: «Vengan, vayamos a Gilgal y renovemos el reino allí». 15  Así que todo el pueblo fue a Gilgal, y allí en Gilgal, hicieron rey a Saúl delante del Señor. Allí también ofrecieron sacrificios de las ofrendas de paz delante del Señor; y se regocijaron grandemente allí Saúl y todos los hombres de Israel.

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Romanos 9
LIBRO QUINTO
La elección de Israel
9 Digo la verdad en Cristo, no miento, dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo, 2  de que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. 3  Porque desearía yo mismo ser anatema, separado de Cristo por amor a mis hermanos, mis parientes según la carne. 

4  Porque son israelitas, a quienes pertenece la adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas, 5  de quienes son los patriarcas, y de quienes, según la carne, procede el Cristo, el cual está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén.6  Pero no es que la palabra de Dios haya fallado. Porque no todos los descendientes de Israel son Israel; 7  ni son todos hijos por ser descendientes de Abraham, sino que «por Isaac será llamada tu descendencia». 

8  Esto es, no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son considerados como descendientes.9  Porque la palabra de promesa es esta: «Por este tiempo volveré, y Sara tendrá un hijo». 10  Y no solo esto, sino que también Rebeca concibió mellizos de uno, nuestro padre Isaac. 

11  Porque cuando aún los mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni malo, para que el propósito de Dios conforme a Su elección permaneciera, no por las obras, sino por Aquel que llama, 12  se le dijo a Rebeca: «El mayor servirá al menor». 13  Tal como está escrito: «A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí».

Dios no es injusto

14  ¿Qué diremos entonces? ¿Qué hay injusticia en Dios? ¡De ningún modo! 15  Porque Él dice a Moisés: «Tendré misericordia del que Yo tenga misericordia, y tendré compasión del que Yo tenga compasión». 16  Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. 17  Porque la Escritura dice a Faraón: «Para esto mismo te he levantado, para demostrar Mi poder en ti, y para que Mi nombre sea proclamado por toda la tierra». 

18  Así que Dios tiene misericordia, del que quiere y al que quiere endurece.19  Me dirás entonces: «¿Por qué, pues, todavía reprocha Dios? Porque ¿quién resiste a Su voluntad?». 20  Al contrario, ¿quién eres tú, oh hombre, que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el objeto modelado al que lo modela: «Por qué me hiciste así?». 21  ¿O no tiene el alfarero derecho sobre el barro de hacer de la misma masa un vaso para uso honorable y otro para uso ordinario? 

22  ¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar Su ira y hacer notorio Su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción?23  Lo hizo para dar a conocer las riquezas de Su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano Él preparó para gloria, 24  es decir, nosotros, a quienes también llamó, no solo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles. 25  Como también dice en Oseas:«A los que no eran Mi pueblo, llamaré: “pueblo Mío”,
Y a la que no era amada: “amada mía”.

26  Y sucederá que en el lugar donde se les dijo: “Ustedes no son Mi pueblo”,
Allí serán llamados hijos del Dios viviente».27  Isaías también exclama en cuanto a Israel: «Aunque el número de los hijos de Israel sea como la arena del mar, solo el remanente será salvo; 28  porque el Señor ejecutará Su palabra sobre la tierra cabalmente y con brevedad». 29  Y como Isaías predijo:«Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia,
Hubiéramos llegado a ser como Sodoma, y hechos semejantes a Gomorra».

Razón del tropiezo de Israel

30  ¿Qué diremos entonces? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, alcanzaron justicia, es decir, la justicia que es por fe; 31  pero Israel, que iba tras una ley de justicia, no alcanzó esa ley. 32  ¿Por qué? Porque no iban tras ella por fe, sino como por obras. Tropezaron en la piedra de tropiezo, 33  tal como está escrito:«He aquí, pongo en Sión una piedra de tropiezo y roca de escandalo;
Y el que crea en Él no será avergonzado».

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Jeremías 48
Profecía sobre Moab

48 Acerca de Moab.Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel:
«¡Ay de Nebo, porque ha sido destruida!
Quiriataim ha sido avergonzada, ha sido tomada;
La altiva fortaleza ha sido avergonzada y destrozada.
2  Ya no hay alabanza para Moab,
En Hesbón han tramado mal contra ella:
“Vengan y quitémosla de entre las naciones”.
También tú, Madmena, serás silenciada,
La espada te seguirá.
3  Voz de clamor desde Horonaim:
“Devastación y gran destrucción”.

4  Moab está quebrantada,
Sus pequeños dejan oír gritos de angustia.
5  Porque la cuesta de Luhit
La suben con llanto continuo;
Porque a la bajada de Horonaim
Se oyen gritos angustiosos de destrucción.
6  Huyan, salven sus vidas,
Sean como un arbusto en el desierto.
7  Por cuanto pusiste tu confianza en tus ganancias y en tus tesoros,
También tú serás conquistada,
Quemos, tu dios, saldrá al destierro
Junto con sus sacerdotes y sus príncipes.

8  Vendrá el destructor de cada ciudad,
Y ninguna ciudad escapará;
También el valle será devastado,
Y la meseta será destruida,
Como ha dicho el Señor.
9  Den alas a Moab,
Para que se escape;
Sus ciudades serán una desolación,
Sin que nadie habite en ellas.
10  Maldito el que hace la obra del Señor con engaño;
Maldito el que retrae su espada de la sangre.

11  »Reposada ha estado Moab desde su juventud,
Ha estado tranquila sobre su sedimento;
No ha sido vaciada de vasija en vasija,
Ni ha ido al destierro;
Por eso retiene su sabor,
Y su aroma no ha cambiado.

12  Por tanto, vienen días», declara el Señor,
«cuando le enviaré gente que lo trasvasarán;
vaciarán sus vasijas y harán pedazos sus cántaros. 

13  Y Moab se avergonzará de Quemos,
como la casa de Israel se avergonzó de Betel, su confianza.
14  ¿Cómo pueden decir: “Somos poderosos guerreros,
Y hombres valientes para la guerra”?
15  Es destruida Moab, el devastador ha subido a sus ciudades;
La flor de sus jóvenes desciende a la matanza»,
Declara el Rey, cuyo nombre es el Señor de los ejércitos.

16  «La ruina de Moab vendrá pronto,
Y su calamidad se ha apresurado.
17  Lloren por él, todos los que habitan a su alrededor,
Y todos los que saben su nombre.
Digan: “¡Cómo se ha roto el poderoso cetro,
El báculo glorioso!”.

18  Desciende de tu gloria,
Siéntate en tierra reseca,
Moradora hija de Dibón,
Porque el destructor de Moab ha subido contra ti,
Para destruir tus fortalezas.
19  Párate junto al camino y vela,
Moradora de Aroer;
Pregunta al que huye y a la que escapa,
Y di: “¿Qué ha sucedido?”.

20  Avergonzada está Moab porque ha sido destrozada.
Den gemidos y clamen;
Anuncien junto al Arnón
Que Moab ha sido destruida.
21  También ha venido juicio sobre la llanura,
sobre Holón, sobre Jahaza y contra Mefaat, 
22  contra Dibón, contra Nebo y contra Bet Deblataim,
23  contra Quiriataim, contra Bet Gamul y contra Bet Meón, 
24  contra Queriot, contra Bosra y contra todas las ciudades de la tierra de Moab, las lejanas y las cercanas. 

25  El cuerno de Moab ha sido cortado y quebrado su brazo»,
declara el Señor. 
26  «Embriáguenlo, porque se ha vuelto arrogante con el Señor.
Moab se revolcará en su vómito, y será también objeto de burla. 
27  ¿Acaso no fue Israel objeto de burla para ti?
¿O fue sorprendido entre ladrones?
Porque cada vez que hablas de él, te burlas.

28  Abandonen las ciudades y moren en las peñas,
Moradores de Moab,
Sean como paloma que anida
Más allá de la boca de la caverna.
29  Hemos oído del orgullo de Moab (es muy orgulloso),
De su soberbia, de su orgullo, de su arrogancia y de su altivez.
30  Yo conozco su cólera», declara el Señor,
«Pero es inútil;
Sus vanas jactancias nada consiguen.

31  Por tanto, gemiré por Moab,
Sí, por todo Moab clamaré;
Sollozaré por los hombres de Kir Hares.
32  Más que el llanto por Jazer
Lloraré por ti, viña de Sibma.
Tus sarmientos pasaron el mar,
Llegaron hasta el mar de Jazer;
Sobre tus frutos de verano y sobre tu vendimia
Ha caído el destructor,
33  Y fueron quitados la alegría y el regocijo
Del campo fértil, de la tierra de Moab.
He hecho que se acabe el vino de los lagares;
Nadie los pisará con gritos de regocijo,
Y si hay gritos no serán gritos de júbilo.

34 El clamor de Hesbón llega hasta Eleale y hasta Jahaza;
levantaron su voz, desde Zoar hasta Horonaim y hasta Eglat Selisiya;
porque también las aguas de Nimrim se secarán. 
35 Y haré desaparecer de Moab», declara el Señor,
«al que ofrece sacrificios en lugar alto y al que quema incienso a sus dioses.
36 »Por tanto, Mi corazón gime por Moab como una flauta;
Mi corazón gime también como una flauta por los hombres de Kir Hares,
ya que perdieron la abundancia que se había producido. 

37 Porque toda cabeza está rapada y toda barba rasurada;
en todas las manos hay sajaduras y sobre los lomos cilicio. 
38 En todas las terrazas de Moab y en sus calles todo es lamentación,
porque he quebrado a Moab como a vaso indeseable», declara el Señor. 
39 «¡Cómo ha sido destrozada!
¡Cómo ha gemido!
¡Cómo ha vuelto la espalda Moab avergonzada!
Moab será, pues, objeto de burla y de terror para todos los que lo rodean». 

40 Porque así dice el Señor:«Como águila volará veloz,
Uno que extenderá sus alas contra Moab.
41 Ha sido tomada Queriot
Y las fortalezas han sido ocupadas;
Será el corazón de los valientes de Moab en aquel día
Como el corazón de una mujer de parto.
42 Y Moab será destruida, dejará de ser pueblo
Porque se engrandeció contra el Señor.
43 Terror, foso y lazo vienen sobre ti,
Morador de Moab», declara el Señor.

44 «El que huya del terror
Caerá en el foso,
Y el que suba del foso
Caerá en el lazo;
Porque Yo traeré sobre él, sobre Moab,
El año de su castigo», declara el Señor.

45 «A la sombra de Hesbón
Se paran sin fuerzas los fugitivos;
Pues ha salido fuego de Hesbón,
Y una llama de en medio de Sehón,
Que ha consumido las sienes de Moab
Y los cráneos de los hijos del tumulto.

46 ¡Ay de ti, Moab!
Ha perecido el pueblo de Quemos;
Porque tus hijos han sido tomados en cautiverio,
Y tus hijas en cautividad.
47 Pero restauraré el bienestar de Moab
En los postreros días», declara el Señor.

Hasta aquí, el juicio de Moab..

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Salmos 25
Oración pidiendo amparo, guía y perdón
Salmo de David.
25 A Ti, oh Señor, elevo mi alma.
2  Dios mío, en Ti confío;
No sea yo avergonzado,
Que no se regocijen sobre mí mis enemigos.
3  Ciertamente ninguno de los que esperan en Ti será avergonzado;
Sean avergonzados los que sin causa se rebelan.

4  Señor, muéstrame Tus caminos,
Enséñame Tus sendas.
5  Guíame en Tu verdad y enséñame,
Porque Tú eres el Dios de mi salvación;
En Ti espero todo el día.
6  Acuérdate, oh Señor, de Tu compasión y de Tus misericordias,
Que son eternas.

7  No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones;
Acuérdate de mí conforme a Tu misericordia,
Por Tu bondad, oh Señor.8  Bueno y recto es el Señor;
Por tanto, Él muestra a los pecadores el camino.
9  Dirige a los humildes en la justicia,
Y enseña a los humildes su camino.

10  Todas las sendas del Señor son misericordia y verdad
Para aquellos que guardan Su pacto y Sus testimonios.
11  Oh Señor, por amor de Tu nombre,
Perdona mi iniquidad, porque es grande.

12  ¿Quién es el hombre que teme al Señor?
Él le instruirá en el camino que debe escoger.
13  En prosperidad habitará su alma,
Y su descendencia poseerá la tierra.
14  Los secretos del Señor son para los que le temen,
Y Él les dará a conocer Su pacto.

15  De continuo están mis ojos hacia el Señor,
Porque Él sacará mis pies de la red.16  Vuélvete a mí y tenme piedad,
Porque estoy solitario y afligido.
17  Las angustias de mi corazón han aumentado;
Sácame de mis congojas.
18  Mira mi aflicción y mis trabajos,
Y perdona todos mis pecados.

19  Mira mis enemigos, que son muchos,
Y con odio violento me detestan.
20  Guarda mi alma y líbrame;
No sea yo avergonzado, porque en Ti me refugio.
21  La integridad y la rectitud me preserven,
Porque en Ti espero.
22  Oh Dios, redime a Israel
De todas sus angustias.

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