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Lectura de Hoy

20-08-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Romanos 10

Aquí quisiera reflexionar sobre una pequeña parte de Romanos 10.

Como parte de su insistencia en que tanto los judíos como los gentiles pueden ser salvos únicamente por la fe, el apóstol Pablo repasa la “palabra de fe” cristiana fundamental:

“que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo” (10:9).

Luego lo amplía un poco: “Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo” (10:10). El versículo adicional no nos presenta la salvación en dos pasos concretos: primer paso, cree en tu corazón y serás justificado; segundo paso, confiesa con tu boca y serás salvo. Esto casi implicaría que la justificación podría suceder separada de la salvación y que la fe es un medio inadecuado que debe ser complementado con la confesión. Más cercano al pensamiento del apóstol sería decir que ambas líneas son paralelas, no porque cada una dice lo mismo que la otra (no es así), sino porque cada una arroja luz sobre la otra, la clarifica, la explica un poco. Fe en el corazón sin confesión con la boca se vuelve inverosímil; por otro lado, una confesión con la boca que es meramente formal y no generada por fe en el corazón tampoco es lo que el apóstol tenía en mente.

Él propone una fe que genera confesión; esta confesión nace junto con la fe. Y de esta fe/confesión surge la justificación/salvación. Una vez más, las categorías coinciden, de manera que para Pablo, no se puede tener la una sin la otra.

Así, Pablo redondea su planteamiento: en este sentido, no hay diferencia entre judío y gentil, pues el mismo Señor es Señor de todos y bendice a todos los que claman a él, como dice la Escritura: “Todo el que invoque el nombre del Señor será salvo” (10:13; Joel 2:32). Esto significa que los cristianos necesitan enviar personas con las buenas noticias, porque de otra manera, ¿cómo invocará la gente a aquel de quien no han oído (10:14-15)?

Debe observarse que el mismo Pablo que afirma con tanta contundencia en Romanos 8 y 9 que Dios es incondicionalmente soberano insiste con la misma fuerza en Romanos 10 que las personas deben creer en sus corazones y confesar la verdad del evangelio con sus bocas si es que van a ser salvos, y encomienda a la conciencia de los creyentes el mandato de llevar estas buenas noticias a aquellos que no las han oído. Toda teología que intente disminuir la soberanía de Dios al apelar a la libertad humana es tan profundamente no-paulina como cualquiera que de alguna manera disminuya la responsabilidad humana al apelar a un burdo fatalismo divino.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Salmos 26–27
El Salmo 27 comparte algunos temas con sus vecinos más cercanos (26, 28), pero es más eufórico que ambos.

(1) El Señor es mi luz (27:1-3). La luz evoca casi todo lo bueno: la verdad, el conocimiento, el gozo, la pureza moral, la revelación, y más. Aquí, la palabra está relacionada con “salvación” y “baluarte” (27:1); la luz se asocia con la seguridad. David se enfrenta a enemigos que le atacan como una manada de lobos, pero el Señor es su luz y salvación. David no tendrá miedo. Con un Dios tan soberano, tan bueno, que se revela tanto a sí mismo, en quién podemos deleitarnos, ¿cómo no va a ser también nuestra seguridad?

(2) El Señor es mi santuario (27:4-6), en el doble sentido que la palabra puede tener. Por un lado, el tema de los tres primeros versículos continúa. Dios es el santuario de David en cuanto a que es su protección, fortaleza: “En el día de la aflicción él me resguardará en su morada” (27:5). Sin embargo, por otro lado, esta “morada” aporta mucho más que una simple seguridad política: 

“Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida” (27:4).

No quiere decir que David albergue un deseo secreto e imposible de ser levita. Más bien, tiene un profundo anhelo de permanecer en la presencia del Dios viviente. Ahí es donde se encuentra la seguridad.

(3) El Señor es mi dirección (27:7-12). David no concibe su relación con el Todopoderoso como algo estático, sino como una búsqueda vitalicia. Además, comprende que esta lo irá formando. Si busca el rostro de Dios como debiera (27:8), si suplica misericordia a fin de que él le trate compasivamente y sin airarse (27:9-10), entonces también aprenderá a conocer la forma de actuar del Señor y a andar en un camino recto (27:11). Eso no puede decirse excesivamente fuerte o con demasiada frecuencia: pretender que se está buscando a Dios sin una transformación concurrente de la vida ni una conformidad creciente a sus caminos es un sinsentido malvado y peligroso.

(4) El Señor es mi esperanza (27:13-14). Por muy cierto que sea que Dios es el refugio del creyente, en ocasiones no parece ser cierto en este mundo caído y destrozado. La verdad es que la escala del tiempo del Señor difícilmente es la misma que la nuestra. Muchas veces, él exige que le esperemos pacientemente: sus tiempos son perfectos. La vindicación de su pueblo tiene lugar de forma frecuente en la historia (27:13), pero raramente tan pronto como queremos; sin embargo, cuando lo haga de manera definitiva, su valor será incalculable. “Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor!” (27:14).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
1 Samuel 12
Samuel habla al pueblo
12 Entonces Samuel dijo a todo Israel: «Yo he escuchado su voz en todo lo que me dijeron, y he puesto un rey sobre ustedes. 2 Ahora, aquí está el rey que va delante de ustedes. Yo ya soy viejo y lleno de canas, y mis hijos son parte suya. Yo he andado delante de ustedes desde mi juventud hasta hoy. 3 Aquí estoy; testifiquen contra mí delante del Señor y delante de Su ungido. ¿A quién he quitado un buey, o a quién he quitado un asno, o a quién he defraudado? ¿A quién he oprimido, o de mano de quién he tomado soborno para cegar mis ojos con él? Testifiquen, y se lo restituiré». 

4 Ellos respondieron: «Tú no nos has defraudado, tampoco nos has oprimido, ni has tomado nada de mano de ningún hombre». 5 Y Samuel les dijo: «El Señor es testigo contra ustedes, y Su ungido es testigo en este día que nada han hallado en mi mano». «Él es testigo», contestaron ellos.6 Entonces Samuel dijo al pueblo: «El Señor es el que designó a Moisés y a Aarón, y el que sacó a sus padres de la tierra de Egipto. 7 Ahora pues, preséntense para que yo discuta con ustedes delante del Señor acerca de todos los hechos de justicia del Señor que Él hizo por ustedes y por sus padres. 

8 Cuando Jacob fue a Egipto y sus padres clamaron al Señor, el Señor envió a Moisés y a Aarón, quienes sacaron a sus padres de Egipto y los establecieron en este lugar. 9 Pero ellos olvidaron al Señor su Dios, y Él los vendió en manos de Sísara, jefe del ejército de Hazor, en manos de los filisteos y en manos del rey de Moab, los cuales pelearon contra ellos. 10 Entonces clamaron al Señor, y dijeron: “Hemos pecado porque hemos dejado al Señor y hemos servido a los Baales y a Astarot; pero ahora, líbranos de la mano de nuestros enemigos, y te serviremos”.11 »Entonces el Señor envió a Jerobaal, a Bedán, a Jefté y a Samuel, y los libró a ustedes de mano de sus enemigos en derredor, de manera que habitaron con seguridad. 

12 Cuando vieron que Nahas, rey de los amonitas, venía contra ustedes, me dijeron: “No, sino que un rey ha de reinar sobre nosotros”, aunque el Señor su Dios era su rey. 13 Ahora pues, aquí está el rey que han escogido, a quien han pedido; este es a quien el Señor ha puesto rey sobre ustedes. 14 Si temen al Señor y le sirven, escuchan Su voz y no se rebelan contra el mandamiento del Señor, entonces ustedes, como el rey que reine sobre ustedes, estarán siguiendo al Señor su Dios. 15 Pero si no escuchan la voz del Señor, sino que se rebelan contra el mandamiento del Señor, entonces la mano del Señor estará contra ustedes, como estuvo contra sus padres.

16 »Preséntense ahora, y vean esta gran cosa que el Señor hará delante de sus ojos. 17 ¿No es ahora la siega del trigo? Yo clamaré al Señor, para que mande truenos y lluvia. Entonces conocerán y verán que es grande la maldad que han hecho ante los ojos del Señor, al pedir para ustedes un rey». 18 Clamó Samuel al Señor, y el Señor envió aquel día truenos y lluvia; y todo el pueblo temió grandemente al Señor y a Samuel.19 Entonces todo el pueblo dijo a Samuel: «Ruega por tus siervos al Señor tu Dios para que no muramos, porque hemos añadido este mal a todos nuestros pecados al pedir para nosotros un rey». 

20 Y Samuel dijo al pueblo: «No teman; aunque ustedes han hecho todo este mal, no se aparten de seguir al Señor, sino sirvan al Señor con todo su corazón. 21 No se deben apartar, porque entonces irían tras vanidades que ni ayudan ni libran, pues son vanidades. 22 Porque el Señor, a causa de Su gran nombre, no desamparará a Su pueblo, pues el Señor se ha complacido en hacerlos pueblo Suyo.23 »Y en cuanto a mí, lejos esté de mí que peque contra el Señor cesando de orar por ustedes, antes bien, les instruiré en el camino bueno y recto. 

24 Solamente teman al Señor y sírvanle en verdad con todo su corazón; pues han visto cuán grandes cosas ha hecho por ustedes. 25 Pero si perseveran en hacer mal, ustedes y su rey perecerán».

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Romanos 10
LIBRO QUINTO
10 Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos es para su salvación. 2 Porque yo testifico a su favor de que tienen celo de Dios, pero no conforme a un pleno conocimiento. 3 Pues desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. 4 Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree.

Cómo ser salvo

5 Pues Moisés escribe que el hombre que practica la justicia que es de la ley, vivirá por ella. 6 Pero la justicia que es de la fe, dice así: «No digas en tu corazón: “¿Quién subirá al cielo?”. Esto es, para hacer bajar a Cristo, 7 o “¿Quién descenderá al abismo?”. Esto es, para subir a Cristo de entre los muertos».8 Pero, ¿qué dice? «Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón», es decir, la palabra de fe que predicamos: 

9 que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.11 Pues la Escritura dice: «Todo el que cree en Él no será avergonzado». 12 Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo Señor es Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que le invocan; 13 porque: «Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo».

14 ¿Cómo, pues, invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15 ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: «¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del bien!».

Israel rechaza el evangelio

16 Sin embargo, no todos hicieron caso al evangelio, porque Isaías dice: «Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?». 17 Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.18 Pero yo digo, ¿acaso nunca han oído? Ciertamente que sí:«Por toda la tierra ha salido su voz,
Y hasta los confines del mundo sus palabras».19 Y añado: ¿Acaso Israel no sabía? En primer lugar, Moisés dice:«Yo los provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo;

Con un pueblo sin entendimiento los provocaré a ira».20 E Isaías es muy osado, y dice:«Fui hallado por los que no me buscaban;
Me manifesté a los que no preguntaban por Mí».21 Pero en cuanto a Israel, dice: «Todo el día he extendido Mis manos a un pueblo desobediente y rebelde».

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Jeremías 49
Profecía sobre Amón

49 Acerca de los amonitas.
Así dice el Señor:
«¿No tiene hijos Israel?
¿No tiene heredero?
¿Por qué, pues, Milcom se ha apoderado de Gad
Y su pueblo se ha establecido en sus ciudades?

2 Por tanto, vienen días», declara el Señor,
«En que haré que se oiga el grito de guerra
Contra Rabá de los amonitas,
Y será convertida en montón de ruinas,
Y sus ciudades serán incendiadas.
Entonces se apoderará Israel de los que lo poseían», dice el Señor.

3 «Gime, Hesbón, porque Hai ha sido destruida.
Clamen, hijas de Rabá,
Cíñanse de cilicio y laméntense,
Corran de un lado a otro por entre los muros,
Porque Milcom irá al destierro
Junto con sus sacerdotes y sus príncipes.

4 ¡Cómo te jactas de los valles!
Tu valle se desvanece,
Hija infiel,
La que confía en sus tesoros, diciendo:
“¿Quién vendrá contra mí?”.

5 Traigo sobre ti terror»,
Declara el Señor, Dios de los ejércitos,
«De todos tus alrededores;
Y serán lanzados cada uno delante de sí,
Y no habrá quien reúna a los fugitivos.
6 Pero después restauraré
El bienestar de los amonitas»,
Declara el Señor.

Profecía sobre Edom

7 Acerca de Edom.Así dice el Señor de los ejércitos:
«¿No hay ya sabiduría en Temán?
¿Se ha perdido el consejo de los prudentes?
¿Se ha corrompido su sabiduría?
8 Huyan, vuelvan, moren en las profundidades,
Habitantes de Dedán,
Porque la ruina de Esaú traeré sobre él
Al momento de castigarlo.

9 Si vinieran a ti vendimiadores,
¿No dejarían algunos racimos?
Si vinieran ladrones de noche,
Solo destruirían hasta que les bastara.
10 Pero Yo he despojado totalmente a Esaú,
He descubierto sus escondrijos
Y no podrá esconderse.
Ha sido destruida su descendencia, sus hermanos
Y vecinos, y él ya no existe.

11 Deja a tus huérfanos, Yo los conservaré con vida;
Que tus viudas confíen en Mí».12 Pues así dice el Señor: «Los que no estaban condenados a beber la copa, ciertamente la beberán, ¿y serás tú absuelto por completo? No serás absuelto, sino que ciertamente la beberás. 13 Porque por Mí he jurado», declara el Señor, «que Bosra será motivo de horror, de oprobio, de ruina y de maldición. Todas sus ciudades se convertirán en ruinas perpetuas».

14 He oído un mensaje de parte del Señor,
Y un mensajero es enviado entre las naciones, diciéndoles:
«Reúnanse y vengan contra él,
Y levántense para la guerra».
15 «Pues pequeño te he hecho entre las naciones,
Despreciado entre los hombres.
16 En cuanto al terror que infundías,
Te ha engañado la soberbia de tu corazón;
Tú que vives en las hendiduras de las peñas,
Que ocupas la cumbre del monte.
Aunque hagas tu nido tan alto como el del águila,

De allí te haré bajar», declara el Señor.17 «Y Edom se convertirá en objeto de horror; todo el que pase por él se quedará atónito y silbará a causa de todas sus heridas. 18 Como en la destrucción de Sodoma y Gomorra y de sus ciudades vecinas», dice el Señor, «nadie habitará allí, ni residirá en él hijo de hombre. 19 Viene uno que subirá como león de la espesura del Jordán contra la pradera de verdes pastos, y en un instante lo haré huir de él, y al que sea escogido nombraré sobre él. Porque ¿quién es como Yo y quién me citará a juicio? ¿Quién es el pastor que me podrá resistir?».

20 Por tanto, oigan el plan que el Señor ha trazado contra Edom, y los designios que ha decretado contra los habitantes de Temán: ciertamente los arrastrarán, aun a los más pequeños del rebaño; ciertamente a causa de ellos hará una desolación de su pastizal. 21 Al estruendo de su caída tiembla la tierra; hay un clamor. Hasta el Mar Rojo se oye su voz. 22 Se remonta, vuela veloz como un águila y extiende Sus alas contra Bosra. En aquel día el corazón de los valientes de Edom será como el corazón de una mujer de parto.

Profecía sobre Damasco

23 Acerca de Damasco.«Avergonzadas están Hamat y Arfad.
Porque han oído malas noticias,
Están desalentadas.
Hay ansiedad como en el mar
Que no se puede calmar.
24 Desamparada está Damasco;
Se ha vuelto para huir,
Y el pánico se ha apoderado de ella;
Angustia y dolores la oprimen
Como a mujer de parto.

25 ¿Cómo es que no ha sido abandonada la ciudad alabada,
La ciudad de Mi regocijo?
26 Por eso sus jóvenes caerán en sus calles,
Y todos los hombres de guerra serán
Silenciados en aquel día», declara el Señor de los ejércitos.
27 «Y prenderé fuego al muro de Damasco
Que consumirá los palacios de Ben Adad».

Profecía sobre Cedar y Hazor

28 Acerca de Cedar y de los reinos de Hazor,
que derrotó Nabucodonosor, rey de Babilonia.
Así dice el Señor:«Levántense, suban a Cedar
Y destruyan a los hijos del oriente.
29 Sus tiendas y sus rebaños serán tomados;
Las cortinas de sus tiendas, todos sus bienes y sus camellos se los llevarán,
Y gritarán el uno al otro: “¡Terror por todas partes!”.

30 Escapen, huyan; moren en las profundidades,
Habitantes de Hazor», declara el Señor,
«Porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha concebido un plan contra ustedes,
Ha trazado un designio contra ustedes.
31 Levántense, suban contra una nación tranquila,
Que vive confiada», declara el Señor.
«No tiene puertas ni cerrojos;
Viven solitarios.

32 Sus camellos serán el despojo,
Y la multitud de sus ganados el botín;
Esparciré a todos los vientos a los que se rapan las sienes,
Y de todos lados les traeré su ruina», declara el Señor.
33 «Y Hazor será guarida de chacales,
Una desolación para siempre;
Nadie habitará allí,
Ni residirá en ella hijo de hombre».

Profecía sobre Elam

34 Palabra del Señor que vino al profeta Jeremías acerca de Elam al comienzo del reinado de Sedequías, rey de Judá: 35 «Así dice el Señor de los ejércitos:“Voy a quebrar el arco de Elam,
Lo mejor de su fortaleza.
36 Y traeré sobre Elam los cuatro vientos
Desde los cuatro extremos del cielo,
Y a todos estos vientos los esparciré.
No habrá nación
Adonde no vayan los expulsados de Elam.
37 Destrozaré a Elam delante de sus enemigos
Y delante de los que buscan sus vidas;
Traeré sobre ellos calamidad,
El ardor de Mi ira”, declara el Señor,
“Y enviaré tras ellos la espada
Hasta que los haya acabado.
38 Entonces pondré Mi trono en Elam,
Y allí destruiré al rey y a los príncipes”,
Declara el Señor.
39 “Pero sucederá en los postreros días
Que restauraré el bienestar de Elam”»,
Declara el Señor

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Salmos 26–27
Oración del íntegro
Salmo de David.
26 Hazme justicia, oh Señor, porque yo en mi integridad he andado, Y en el Señor he confiado sin titubear. 2 Examíname, oh Señor, y pruébame; Escudriña mi mente y mi corazón. 3 Porque delante de mis ojos está Tu misericordia, Y en Tu verdad he andado.

4 Con los falsos no me he sentado, Ni con los hipócritas iré. 5 Aborrezco la reunión de los malhechores, Y no me sentaré con los impíos. 6 Lavaré en inocencia mis manos, Y andaré alrededor de Tu altar, oh Señor, 7 Proclamando con voz de acción de gracias Y contando todas Tus maravillas.

8 Oh Señor, yo amo la habitación de Tu casa, Y el lugar donde habita Tu gloria. 9 No juntes mi alma con pecadores, Ni mi vida con hombres sanguinarios, 10 En cuyas manos hay intrigas, Y cuya diestra está llena de sobornos. 11 Pero yo en mi integridad andaré; Redímeme, y ten piedad de mí. 12 Sobre tierra firme está mi pie; En las congregaciones bendeciré al Señor.

Confianza absoluta en Dios
Salmo de David.


27 El Señor es mi luz y mi salvación;
¿A quién temeré?
El Señor es la fortaleza de mi vida;
¿De quién tendré temor?
2 Cuando los malhechores vinieron sobre mí para devorar mis carnes,
Ellos, mis adversarios y mis enemigos, tropezaron y cayeron.
3 Si un ejército acampa contra mí,
No temerá mi corazón;
Si contra mí se levanta guerra,
A pesar de ello, yo estaré confiado.

4 Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré:
Que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida,
Para contemplar la hermosura del Señor
Y para meditar en Su templo.
5 Porque en el día de la angustia me esconderá en Su tabernáculo;
En lo secreto de Su tienda me ocultará;
Sobre una roca me pondrá en alto.

6 Entonces será levantada mi cabeza sobre mis enemigos que me cercan,
Y en Su tienda ofreceré sacrificios con voces de júbilo;
Cantaré, sí, cantaré alabanzas al Señor.7 Escucha, oh Señor, mi voz cuando clamo;
Ten piedad de mí, y respóndeme.
8 Cuando dijiste: «Busquen Mi rostro», mi corazón te respondió:
«Tu rostro, Señor, buscaré».
9 No escondas Tu rostro de mí;
No rechaces con ira a Tu siervo;
Tú has sido mi ayuda.
No me abandones ni me desampares,
Oh Dios de mi salvación.

10 Porque aunque mi padre y mi madre me hayan abandonado,
El Señor me recogerá.11 Señor, enséñame Tu camino,
Y guíame por senda llana
Por causa de mis enemigos.
12 No me entregues a la voluntad de mis adversarios;
Porque testigos falsos se han levantado contra mí,
Y los que respiran violencia.
13 Hubiera yo desmayado, si no hubiera creído que había de ver la bondad del Señor
En la tierra de los vivientes.
14 Espera al Señor;
Esfuérzate y aliéntese tu corazón.
Sí, espera al Señor

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