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23-08-2024

DEVOCIONAL

Devocional: 1 Samuel 15

Saúl tiene un historial de altibajos. Por un lado, rescató valientemente la ciudad de Jabes de los amonitas y demostró al principio gran dominio en el uso de su poder real (1 Samuel 11). No obstante, poco tiempo después, comenzó a tratar a Dios el Señor como si consistiera en un talismán y a su palabra como si fuera el equivalente de una bola mágica o astrológica de lo que debía hacer, y no como algo que es necesario reverenciar y obedecer antes que todo lo demás (1 Samuel 13). Ya en el capítulo 14, lo único que le impide matar a su hijo Jonatán—a causa de una promesa que nunca se debió haber hecho ni haber cumplido (comparar con la meditación del 28 de julio)— fue la intervención de sus propios hombres. Aquí en 1 Samuel 15, varios rasgos de carácter aseguran que Saúl no iba a encabezar una dinastía. Otro rey lo reemplazará.

(1) A pesar de recibir instrucciones específicas del Señor sobre los ama- lecitas, Saúl y su ejército no destruyeron las mejores ovejas y ganado, ni in- cluso a Agag, rey de Amalec, tal vez como una especie de trofeo. Peor aún, Saúl luego le mintió a Samuel acerca de esto, como si pudiera engañar a Dios. Esa mentira nos revela que, ya en este momento, Saúl pensaba sin tener presente a un Dios omnisciente; estaba pensando como un mero político, pagano o secular.

(2) Samuel entendió que la raíz del problema estaba en el cambio de la percepción que Saúl tenía de sí mismo (15:17): en cierto momento, ha- bía sido pequeño a sus propios ojos y difícilmente se imaginaba como rey. Ahora está dispuesto a mentirle al profeta de Dios y no arrepentirse jamás de verdad.

(3) Saúl cambió su estrategia y afirmó que había preservado las mejores ovejas y el ganado, pero para ofrecerle un gran sacrificio al Señor. Basta un poco de simulación religiosa para engañar a algunas personas, pero no a Samuel. “¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice?”, le preguntó. “El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros. La rebeldía es tan grave como la adivinación, y la arrogancia, como el pecado de la idolatría” (15:22-23). Estos recordatorios deberían ser sagrados en el ámbito evangélico moderno.

(4) De manera que Saúl ofrece un arrepentimiento formal, pero dice como excusa que le tenía miedo al pueblo. Sencillamente, no asume su propia responsabilidad y esto lo ve Samuel con toda claridad (15:24-26).

(5) Saúl intenta de nuevo arrepentirse formalmente; pero una vez más se revela su corazón al demostrar que considera más importante ser honrado por los ancianos de Israel que por el Dios de Israel (15:30-31). Cuando la opinión humana significa más para nosotros que la de Dios, estamos perdidos.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Jeremías 52
El apéndice histórico a la profecía de Jeremías (Jeremías 52) impone un “giro” sobre el libro como un todo. Sin él, ciertos puntos quedarían colgando, es decir, seguirían formando parte del cuerpo del mismo, pero no se podrían destacar de forma tan poderosa como lo hace este apéndice.

En primer lugar, puede resultar útil comentar varios detalles históricos de este informe. Sorprende bastante que no se mencionen las instrucciones de Nabucodonosor para la protección de Jeremías. Sin embargo, el interés reside realmente en el movimiento histórico general, no en las circunstancias personales del profeta. Algunos de los detalles complementan el relato de 2 Reyes 25. Este libro, por ejemplo, no habla del encarcelamiento de Sedequías (Jeremías52:11). Seraías, el sacerdote principal (52:24), uno de los líderes ejecutados, era nieto de Hilcías, sumo sacerdote durante el reinado de Josías, cuyo linaje procedía de Aarón (cp. 1 Crónicas 6:13-15). Las cifras de deportados (52:28-30) son mucho menores que las mencionadas en 2 Reyes 24. Probablemente, en Reyes se habla de totales, mientras que aquí se hace referencia a varones adultos o a varones adultos de cierto rango. La variación de datos entre 2 Reyes 25:8 y Jeremías 52 es el reflejo, respectivamente, de los métodos judío y babilónico de datación de reinados. El hijo de Nabucodonosor, Evil Merodac (52:31, Amel Marduk en las fuentes babilónicas) reinó únicamente un año (561— 560 a.C.). Los archivos babilónicos confirman que Jeconías se encontraba entre los que disfrutaron de la generosidad de este emperador.

En segundo lugar, deberíamos aislar los efectos teológicos de leer este capítulo al final del libro. Destacan dos elementos: (a) los detalles históricos recuerdan al lector que todo lo que Jeremías predijo se cumplió. Como no se nombra al profeta, estas palabras adquieren más intensidad aún: Dios hizo todo lo que dijo que haría. El pecado del pueblo persistió. Era corrosivo, perverso. No había arrepentimiento por su parte. Lejos de ablandar a los israelitas, la promesa de juicio, que Dios retrasó una y otra vez, simplemente endureció su corazón. El juicio prometido cayó finalmente sobre ellos. Nos viene a la mente el razonamiento de 2 Pedro 3; (b) Los versículos finales del capítulo (52:31-34) indican que el rey davídico legítimo quedó libre de su encarcelamiento y recibió un trato de honor durante sus últimos años de vida. Por supuesto, nunca regresó a Jerusalén ni a ninguna otra parte de la tierra de Israel. No obstante, los lectores concienzudos no pueden evitar reflexionar sobre el hecho de que el libro no termina en juicio. Sigue habiendo un hilo de esperanza. Dios no ha acabado aún con la dinastía de David. El primer bosquejo de las promesas de la profecía de Jeremías se atisba sobre el horizonte.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
1 Samuel 15
Desobediencia de Saúl
15 Entonces Samuel dijo a Saúl: «El Señor me envió a que te ungiera por rey sobre Su pueblo, sobre Israel; ahora pues, está atento a las palabras del Señor. 2 Así dice el Señor de los ejércitos: “Yo castigaré a Amalec por lo que hizo a Israel, cuando se puso contra él en el camino mientras subía de Egipto. 3 Ve ahora, y ataca a Amalec, y destruye por completo todo lo que tiene, y no te apiades de él; antes bien, da muerte tanto a hombres como a mujeres, a niños como a niños de pecho, a bueyes como a ovejas, a camellos como a asnos”».

4 Entonces Saúl convocó al pueblo, y los contó en Telaim: 200,000 soldados de a pie, y 10,000 hombres de Judá. 5 Saúl fue a la ciudad de Amalec y se emboscó en el valle. 6 Y dijo Saúl a los quenitas: «Váyanse, apártense, desciendan de entre los amalecitas, para que yo no los destruya junto con ellos; porque ustedes mostraron misericordia a todos los israelitas cuando subían de Egipto». Entonces los quenitas se apartaron de entre los amalecitas.

7 Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila en dirección a Shur, que está al oriente de Egipto. 8 Capturó vivo a Agag, rey de los amalecitas, y destruyó por completo a todo el pueblo a filo de espada. 9 Pero Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y lo mejor de las ovejas, de los bueyes, de los animales engordados, de los corderos y de todo lo bueno. No lo quisieron destruir por completo; pero todo lo despreciable y sin valor lo destruyeron totalmente.

10 Entonces vino la palabra del Señor a Samuel: 11 «Me pesa haber hecho rey a Saúl, porque ha dejado de seguirme y no ha cumplido Mis mandamientos». Y Samuel se conmovió, y clamó al Señor toda la noche. 12 Y se levantó Samuel muy de mañana para ir al encuentro de Saúl; y se le dio aviso a Samuel: Saúl se ha ido a Carmel, donde se ha levantado un monumento para sí, y dando la vuelta, ha seguido adelante bajando a Gilgal.

13 Entonces Samuel vino a Saúl, y Saúl le dijo: «¡Bendito seas del Señor! He cumplido el mandamiento del Señor». 14 Pero Samuel dijo: «¿Qué es este balido de ovejas en mis oídos y el mugido de bueyes que oigo?». 15 Y Saúl respondió: «Los han traído de los amalecitas, porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de los bueyes, para sacrificar al Señor tu Dios; pero lo demás lo destruimos por completo». 16 Dijo entonces Samuel a Saúl: «Espera, déjame declararte lo que el Señor me dijo anoche». Y él le dijo: «Habla».

17 Y Samuel dijo: «¿No es verdad que aunque eras pequeño a tus propios ojos, fuiste nombrado jefe de las tribus de Israel y el Señor te ungió rey sobre Israel, 18 y que el Señor te envió en una misión, y te dijo: “Ve, y destruye por completo a los pecadores, los amalecitas, y lucha contra ellos hasta que sean exterminados?”. 19 ¿Por qué, pues, no obedeciste la voz del Señor, sino que te lanzaste sobre el botín e hiciste lo malo ante los ojos del Señor?».

20 Entonces Saúl dijo a Samuel: «Yo obedecí la voz del Señor, y fui en la misión a la cual el Señor me envió, y he traído a Agag, rey de Amalec, y he destruido por completo a los amalecitas. 21 Pero el pueblo tomó del botín ovejas y bueyes, lo mejor de las cosas dedicadas al anatema, para ofrecer sacrificio al Señor tu Dios en Gilgal». 

22 Y Samuel dijo:

«¿Se complace el Señor tanto En holocaustos y sacrificios Como en la obediencia a la voz del Señor? Entiende, el obedecer es mejor que un sacrificio, Y el prestar atención, que la grasa de los carneros. 23 Porque la rebelión es como el pecado de adivinación, Y la desobediencia, como la iniquidad e idolatría. Por cuanto tú has desechado la palabra del Señor, Él también te ha desechado para que no seas rey».

Saúl rechazado por el Señor

24 Entonces Saúl dijo a Samuel: «He pecado. En verdad he quebrantado el mandamiento del Señor y tus palabras, porque temí al pueblo y escuché su voz. 25 Ahora pues, te ruego que perdones mi pecado y vuelvas conmigo para que adore al Señor». 26 Pero Samuel respondió a Saúl: «No volveré contigo; porque has desechado la palabra del Señor, y el Señor te ha desechado para que no seas rey sobre Israel».

27 Cuando Samuel se volvía para irse, Saúl asió el borde de su manto, y este se rasgó. 28 Entonces Samuel le dijo: «Hoy el Señor ha arrancado de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo que es mejor que tú. 29 También la Gloria de Israel no mentirá ni cambiará su propósito, porque Él no es hombre para que cambie de propósito». 30 Saúl respondió: «He pecado, pero te ruego que me honres ahora delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel y que regreses conmigo para que yo adore al Señor tu Dios». 

31 Volvió Samuel tras Saúl, y Saúl adoró al Señor.32 Entonces Samuel dijo: «Tráiganme a Agag, rey de los amalecitas». Y Agag vino a él alegremente. Y Agag dijo: «Ciertamente, la amargura de la muerte ha pasado ya». 33 Pero Samuel dijo: «Como tu espada ha dejado a las mujeres sin hijos, así también tu madre será sin hijo entre las mujeres». Y Samuel despedazó a Agag delante del Señor en Gilgal.

34 Luego Samuel se fue a Ramá, pero Saúl subió a su casa en Guibeá de Saúl. 35 Samuel no vio más a Saúl mientras vivió. Y Samuel lloraba por Saúl, pues el Señor se había arrepentido de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel

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Romanos 13
LIBRO QUINTO
Actitud hacia las autoridades
13 Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan. Porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. 2 Por tanto, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, recibirán condenación sobre sí mismos. 3 Porque los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal. ¿Deseas, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno y tendrás elogios de ella, 4 pues es para ti un ministro de Dios para bien. Pero si haces lo malo, teme. Porque no en vano lleva la espada, pues es ministro de Dios, un vengador que castiga al que practica lo malo.

5 Por tanto, es necesario someterse, no solo por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. 6 Pues por esto también ustedes pagan impuestos, porque los gobernantes son servidores de Dios, dedicados precisamente a esto. 7 Paguen a todos lo que deban: al que impuesto, impuesto; al que tributo, tributo; al que temor, temor; al que honor, honor.

El amor, cumplimiento de la ley

8 No deban a nadie nada, sino el amarse unos a otros. Porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley. 9 Porque esto: «No cometerás adulterio, no matarás, no hurtarás, no codiciarás», y cualquier otro mandamiento, en estas palabras se resume: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». 10 El amor no hace mal al prójimo. Por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley.

Se acerca el amanecer

11 Y hagan todo esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de despertarse del sueño. Porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando creímos. 12 La noche está muy avanzada, y el día está cerca. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas y vistámonos con las armas de la luz. 13 Andemos decentemente, como de día, no en orgías y borracheras, no en promiscuidad sexual y lujurias, no en pleitos y envidias. 14 Antes bien, vístanse del Señor Jesucristo, y no piensen en proveer para las lujurias de la carne.

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Jeremías 52
Caída de Jerusalén y la deportación

52 Sedequías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. El nombre de su madre era Hamutal, hija de Jeremías, de Libna. 2 Él hizo lo malo ante los ojos del Señor conforme a todo lo que había hecho Joacim. 3 Por causa de la ira del Señor sucedió esto en Jerusalén y en Judá, hasta que Él los echó de Su presencia. Y Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia. 

4 Y aconteció que en el año noveno de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra Jerusalén y acamparon contra ella, y edificaron un muro de asedio alrededor de ella. 5 La ciudad estuvo bajo sitio hasta el año once del rey Sedequías.6 En el mes cuarto, a los nueve días del mes, cuando se agravó el hambre en la ciudad y no había alimento para el pueblo, 7 se abrió una brecha en la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron y salieron de la ciudad de noche por el camino de la puerta entre los dos muros que había junto al jardín del rey, a pesar de que los caldeos estaban alrededor de la ciudad, y se fueron por el camino del Arabá. 

8 Pero el ejército de los caldeos persiguió al rey y alcanzó a Sedequías en los llanos de Jericó, y todo su ejército se dispersó de su lado. 9 Entonces capturaron al rey y lo trajeron al rey de Babilonia en Ribla en la tierra de Hamat, y allí él lo sentenció. 10 El rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedequías ante sus ojos y también degolló a todos los príncipes de Judá en Ribla. 11 Después sacó los ojos a Sedequías, y el rey de Babilonia lo ató con grillos de bronce y lo llevó a Babilonia y lo puso en prisión hasta el día de su muerte.

12 En el mes quinto, a los diez días del mes, siendo el año diecinueve del rey Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, que estaba al servicio del rey de Babilonia. 13 Y quemó la casa del Señor, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén; prendió fuego a toda casa grande. 14 Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia derribó todas las murallas alrededor de Jerusalén. 15 Entonces Nabuzaradán, capitán de la guardia, llevó al destierro a algunos de los más pobres del pueblo, al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia, y al resto de los artesanos. 

16 Pero Nabuzaradán, capitán de la guardia, dejó a algunos de los más pobres de la tierra para que fueran viñadores y labradores.17 Los caldeos rompieron en pedazos las columnas de bronce que estaban en la casa del Señor, también las basas y el mar de bronce que estaban en la casa del Señor, y llevaron todo su bronce a Babilonia. 18 Se llevaron además los calderos, las palas, las despabiladeras, los tazones, los cucharones y todos los utensilios de bronce que se usaban en el servicio del templo. 19 El capitán de la guardia también se llevó los cuencos, los braseros, los tazones, los calderos, los candelabros, los cucharones y los tazones de libación, lo que era de oro puro y lo que era de plata pura. 

20 En cuanto a las dos columnas, el mar, los doce toros de bronce que estaban debajo del mar y las basas que el rey Salomón había hecho para la casa del Señor, no era posible calcular el peso del bronce de todos estos objetos.21 Respecto a las columnas, la altura de cada columna era de 18 codos (8.1 metros), y tenía 12 codos (5.4 metros) de circunferencia y cuatro dedos de espesor, y era hueca. 22 Y había sobre ella un capitel de bronce; la altura de cada capitel era de 5 codos (2.25 metros), con una malla y granadas sobre el capitel, rodeándolo, todo de bronce. Y la segunda columna era igual, incluyendo las granadas. 23 Y había noventa y seis granadas que pendían; el total de las granadas era de cien en la malla alrededor.

24 Entonces el capitán de la guardia tomó a Seraías, el principal sacerdote, y a Sofonías, el segundo sacerdote, y a los tres oficiales del templo. 25 También tomó de la ciudad a un oficial que estaba encargado de los hombres de guerra, a siete de los consejeros del rey que se hallaban en la ciudad, al escriba del comandante del ejército que reclutaba al pueblo de la tierra, y a sesenta hombres del pueblo que se hallaban dentro de la ciudad. 26 Nabuzaradán, capitán de la guardia, los tomó y los llevó al rey de Babilonia en Ribla. 27 Entonces el rey de Babilonia los hirió y les dio muerte en Ribla en la tierra de Hamat. Así fue llevada Judá al destierro lejos de su tierra.

28 Este es el pueblo que Nabucodonosor llevó al destierro: en el año séptimo, 3,023 judíos; 29 en el año dieciocho de Nabucodonosor, 832 personas de Jerusalén; 30 en el año veintitrés de Nabucodonosor, Nabuzaradán, capitán de la guardia, llevó al destierro a 745 judíos; en total fueron 4,600 personas.31 Y en el año treinta y siete del destierro de Joaquín, rey de Judá, en el mes doce, a los veinticinco días del mes, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reino, favoreció a Joaquín, rey de Judá, y lo sacó de la cárcel. 

32 Le habló amigablemente y puso su trono por encima de los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia. 33 Joaquín se quitó sus vestidos de prisión y comió siempre en la presencia del rey, todos los días de su vida; 34 y para su sustento, se le dio de continuo una ración de parte del rey de Babilonia, una porción para cada día, todos los días de su vida hasta el día de su muerte.

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Salmos 31
Salmo de súplica y alabanza
Para el director del coro.
Salmo de David.
31 En Ti, oh Señor, me refugio; Jamás sea yo avergonzado; Líbrame en Tu justicia. 2 Inclina a mí Tu oído, rescátame pronto; Sé para mí roca fuerte, Fortaleza para salvarme. 3 Porque Tú eres mi roca y mi fortaleza, Y por amor de Tu nombre me conducirás y me guiarás.

4 Me sacarás de la red que en secreto me han tendido; Porque Tú eres mi refugio. 5 En Tu mano encomiendo mi espíritu; Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.
6 Aborrezco a los que confían en ídolos vanos; Pero yo confío en el Señor. 7 Me gozaré y me alegraré en Tu misericordia, Porque Tú has visto mi aflicción; Has conocido las angustias de mi alma, 8 Y no me has entregado en manos del enemigo; Tú has puesto mis pies en lugar espacioso.

9 Ten piedad de mí, oh Señor, porque estoy en angustia; Se consumen de sufrir mis ojos, mi alma y mis entrañas. 10 Pues mi vida se gasta en tristeza Y mis años en suspiros; Mis fuerzas se agotan a causa de mi iniquidad, Y se ha consumido mi cuerpo. 11 A causa de todos mis adversarios, he llegado a ser objeto de oprobio, Especialmente para mis vecinos, Y causa de espanto para mis conocidos; Los que me ven en la calle huyen de mí.

12 Como un muerto soy olvidado, sin ser recordado, Soy semejante a un vaso roto. 13 Porque he oído la calumnia de muchos, El terror está por todas partes; Mientras traman juntos contra mí, Planean quitarme la vida.

14 Pero yo, oh Señor, en Ti confío; Digo: «Tú eres mi Dios». 15 En Tu mano están mis años; Líbrame de la mano de mis enemigos, y de los que me persiguen. 16 Haz resplandecer Tu rostro sobre Tu siervo; Sálvame en Tu misericordia. 17 Oh Señor, no sea yo avergonzado, porque a Ti clamo; Sean avergonzados los impíos; que desciendan en silencio al Seol. 18 Enmudezcan los labios mentirosos, Porque hablan arrogantes contra el justo Con soberbia y desprecio.

19 ¡Cuán grande es Tu bondad, Que has reservado para los que te temen, Que has manifestado para los que en Ti se refugian, Delante de los hijos de los hombres! 20 De las conspiraciones de los hombres Tú los escondes en lo secreto de Tu presencia; En un refugio los pondrás a cubierto de los enredos de las lenguas. 21 Bendito sea el Señor, Porque ha hecho maravillosa Su misericordia para mí en ciudad asediada. 22 Y yo alarmado, decía: «¡Cortado soy de delante de Tus ojos!». Sin embargo, Tú oíste la voz de mis súplicas Cuando a Ti clamaba.

23 ¡Amen al Señor, todos Sus santos! El Señor preserva a los fieles, Pero les da su merecido a los que obran con soberbia. 24 Esfuércense, y aliéntese su corazón, Todos ustedes que esperan en el Señor.

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