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¿Qué es la paz según la Biblia? | Preguntas bíblicas

La paz se suele definir como un estado en el que hay relaciones armónicas y que denota reposo y tranquilidad, pública o privada (Gn 15:15).

En el Antiguo Testamento, las palabras «paz» (shalom) e «integridad» (shalem) comparten la misma raíz hebrea. Esto permite ver que hay una relación estrecha entre la paz y la integridad. Es decir, incluso desde una perspectiva semántica, las Escrituras revelan que la paz genuina se fundamenta en la integridad, lo cual da como resultado bienestar y salud (otros dos significados relacionados con el término shalom).

Desde los primeros capítulos de Génesis, la paz entre Dios y la humanidad se dio por terminada por la falta de integridad en Adán y Eva. Desde entonces, la historia del Antiguo Testamento revela que el ser humano es incapaz de vivir con integridad y ser salvo por ella. Era necesario que Cristo viniera para morir en nuestro lugar y así restaurar la paz con Dios (1 Co 15:21-22). No tenemos paz con Dios por nuestra justicia, sino por la integridad que Cristo vivió y que lo llevó a cumplir en obediencia perfecta Su propósito al venir al mundo (Heb 4:15).

El término «paz» aparece más de 370 veces en la Biblia. Esto revela que es importante para Dios y, por lo tanto, tiene una enorme riqueza en su significado y aplicaciones. Veamos algunos ejemplos:

La paz como saludo

«Paz a vosotros» es una frase que la Biblia registra por primera vez cuando el mayordomo notificó a los hermanos de José que no eran acusados por robo, después de que ellos le contaran su preocupación y defendieran su inocencia. El mayordomo les respondió con un saludo: «Paz a vosotros» (Gn 43:23 RV60), que significa en este contexto: «No se preocupen, no teman» (NBLA). Después les explicó por qué los saludaba de esa manera: «El Dios de ustedes y el Dios de su padre les ha dado ese tesoro en sus costales». En este pasaje, la Escritura nos recuerda que podemos tener paz en Dios al confiar en que Él está al control de nuestras vidas y todo sucede por un propósito divino, incluso de aquello que no comprendemos.

Cristo saludó a Sus discípulos con estas mismas palabras cuando ya había consumado la obra en la cruz (gr. tetelestai) después de Su resurrección, y los envió a compartir el evangelio (Lc 24:26Jn 20:192126). Encontramos el saludo «paz a ustedes» en varias cartas de Pablo, siempre conectado a la persona de Cristo (p. ej., Ro 1:71 Co 1:32 Co 1:2Ef 1:2).

La paz como ausencia de conflictos

Santiago afirmó que los conflictos vienen de las pasiones que combaten en nosotros (4:1). Un corazón que está en conflicto con Dios no podrá estar en paz con los demás. Entonces, si todo conflicto se origina cuando damos lugar al pecado en nuestra vida, la paz se origina cuando el Dios trino obra en nuestra vida. La paz con Dios en ocasiones trae relaciones pacíficas con los enemigos (Pr 16:7).

Sin embargo, no siempre es así, por eso Pablo aconseja que «si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos los hombres» (Ro 12:18). ¿Cómo promover relaciones pacíficas en medio del conflicto? Pablo responde que evitemos vengarnos y que amemos a nuestros enemigos (Ro 12:19-21). También tenemos el llamado de Pedro a apartarnos del mal, hacer el bien, buscar la paz y seguirla (1 P 3:11).

Los creyentes somos llamados a promover la paz en los términos de Dios, lo cual será posible si adoramos con nuestra vida al Príncipe de paz. 

La paz como mensaje

Pablo afirmó que anunciamos a Cristo crucificado y que Él es nuestra paz (1 Co 2:2Ef 2:14). El mensaje de Cristo fue un llamado al arrepentimiento. Su llegada significó la paz entre Dios y Su pueblo arrepentido que atiende a Su llamado.

Sin embargo, Cristo puede ser causa de división entre los familiares que creen en Él y lo aman, y quienes lo rechazan e idolatran a sus familias (Mt 10:34-38). ¿Por qué Cristo demanda que lo amemos más que a nuestra familia? No por egoísmo, sino porque al amarlo primero, vivimos para Su gloria y además nos enseñará a amar de manera adecuada a nuestros familiares. Así podemos llegar a tener la oportunidad de compartir el mensaje reconciliador con ellos y con el mundo, para que conozcan por medio del evangelio la verdadera paz que solo está en Dios (Ro 10:15b).

La paz como fruto del Espíritu Santo

La paz forma parte del regalo de la salvación. Pedro afirmó que quien se arrepiente y cree en Cristo, recibe la presencia del Espíritu Santo en su vida (Hch 2:38). Su presencia en nosotros nos brinda una serie de beneficios espirituales de los cuales sabemos por la Escritura y que podemos ver a medida que caminamos con Dios. Uno de esos beneficios es el fruto del Espíritu Santo, que incluye la paz (Gá 5:22-23).

El fruto del Espíritu Santo en nuestra vida se ve en primera instancia en que tenemos paz con Dios por medio de Cristo (Ro 5:110), la cual nos lleva a tener paz en nuestros corazones y a procurar tener paz con las demás personas.

Una de las formas más efectivas de procurar la paz es compartir el mensaje del evangelio con los necesitados. «Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5:9). La paz como fruto del Espíritu no se limita a un sentimiento interno de tranquilidad, va más allá; la paz en Cristo nos lleva a compartir el mensaje de reconciliación con otros.

La paz como esperanza futura

Todos los beneficios que una persona recibe como resultado de creer en Cristo son un hecho indudable. Sin embargo, son parciales por ahora y esperan a cumplirse de manera plena con el regreso de Cristo. Mientras tanto, debemos recordar que la paz que el mundo ofrece es falsa y pasajera, porque la verdadera paz no la puede crear ni dar nada que haya sido creado. Solo Dios nos puede dar la paz genuina y que disfrutaremos plenamente al final de los tiempos (Heb 13:19-21).

Si Cristo es tu Señor y Salvador, no encontraste la paz o shalom; la Paz te encontró a ti y desea que disfrutes de la vida eterna en Él con integridad o shalem desde ahora.


Nimrod López Noj posee una licenciatura en teología y estudios de maestría en Biblia del Seminario Teológico Centroamericano (SETECA) en Guatemala. Es profesor en el Instituto Bíblico Bautista de Ecuador y editor en Coalición por el Evangelio. Vive en Ecuador con su esposa Jeanine y su bebé.

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