ArteCultura

Despoja a los egipcios: El valor de leer los clásicos paganos

Nota del editor: 

Para más reflexión sobre el tema de este escrito, te invitamos a leer también los artículos ¿Deberían los líderes cristianos leer libros no cristianos? Y 5 maneras en que cristianos pueden leer libros no cristianos.

Los cristianos harían bien en leer los clásicos paganos de la antigua Grecia y Roma. Estos clásicos incluyen las epopeyas de Homero, Virgilio y Ovidio; las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides; las historias de Heródoto, Tucídides, Livio y Plutarco; y la filosofía de Platón, Aristóteles y Cicerón.

Aunque ciertamente no pueden sustituir a las Escrituras, las epopeyas, tragedias, historias y filosofías del mundo antiguo proveen vistazos de verdadera sabiduría humana real.

Pero lo más importante es que ayudan a los creyentes a comprender mejor el mundo al que Dios envió a Su Hijo. Era un mundo regido por el orden, la justicia y el deber romanos, pero construido sobre la cultura y la filosofía griegas. Entender esa cultura nos ayuda a leer mejor las Escrituras y a comprender las principales influencias de nuestro mundo occidental.

Epopeyas

La Ilíada y La Odisea de Homero son tan fundamentales para el imaginario de la civilización occidental como los cinco libros de Moisés. Ambas epopeyas exploran con detalle atemporal lo que significa ser un ser humano racional y volitivo en un mundo que a menudo parece arbitrario, injusto y francamente cruel.

En La Ilíada, Aquiles lucha contra su mortalidad. Sabe que debía ser el hijo inmortal de Zeus y no el hijo mortal de un padre humano y una madre diosa. Durante muchos años, evita pensar en su muerte acumulando trofeos de guerra. Sin embargo, cuando su comandante en jefe le arrebata uno de sus trofeos, se retira de la guerra de Troya y busca una nueva forma de llevar su vida. Sus cavilaciones se ven truncadas cuando su mejor amigo, Patroclo, es asesinado por el troyano Héctor. Furioso, Aquiles vuelve a la guerra y causa estragos en todo lo que toca. Su ira casi aplasta la piedad necesaria para mantener la civilización; solo se apacigua cuando se aflige junto al padre de su enemigo. Momentos así de reconciliación deberían ser experimentados por todos los cristianos que quieran comprender lo que significa ser humano.

La Odisea, más cómica, es una lectura igualmente vital para quienes están en proceso de aprender quiénes son y cuáles son sus deberes. Aunque Odiseo viaja por el mundo mediterráneo, ganándose el amor de dos diosas por el camino, opta por volver a casa y cumplir con su papel de esposo de Penélope, padre de Telémaco y rey de Ítaca.

Mientras que La Ilíada ensalza las virtudes del campo de batalla, La Odisea glorifica la vida doméstica y la forma que da a nuestra identidad. Ambas obras son testigos imperfectos de la eternidad escrita en el corazón humano (Ec 3:11).

Tragedias

Los antiguos griegos inventaron el género de la tragedia y lo elevaron al mayor nivel de  perfección (aparte de Shakespeare). Aunque los atenienses, que vivían en el siglo V a. C., ambientaban sus tragedias en la misma época mítica y lejana de la guerra de Troya, las escribían de tal manera que comentaban los problemas y retos de los ciudadanos que vivían en democracia.

Somos sus herederos y debemos plantearnos las mismas preguntas y luchar contra los mismos obstáculos que ellos. En las obras de Sófocles, especialmente en Edipo Antígona, esas preguntas y luchas alcanzan un punto álgido.

Puede parecer, al principio, que un cristiano moderno puede aprender poco de un héroe que mata accidentalmente a su padre y se casa con su madre, o de una heroína condenada a muerte porque entierra a su hermano rebelde contra las órdenes de su tiránico tío. Pero una lectura más atenta demostrará lo contrario. Edipo trata de un hombre tan dedicado a salvar su ciudad y a responder enigmas que lo arriesga todo para descubrir los oscuros secretos de su pasado. Antígona trata de una mujer que antepone la piedad y la devoción a la conveniencia política. Ambos anhelan respuestas que su sociedad preferiría suprimir. Fijan sus ojos en la verdad, cueste lo que cueste. Son personajes profundamente imperfectos que apuntan a la verdadera virtud humana.

Historias

El griego Plutarco escribió en el siglo I d. C. una serie de biografías de griegos y romanos célebres. Al igual que Jueces, 1 y 2 Samuel y 1 y 2 Reyes, las Vidas de Plutarco ofrecen una lectura moral de la historia y la acción humana. Como un psicólogo moderno, Plutarco intenta comprender lo que motiva a las personas a realizar los actos y tomar las decisiones que toman.

Plutarco muestra, con gran perspicacia, cómo las decisiones que tomamos tienen consecuencias. Sus exploraciones de las decisiones tomadas por Alejandro y César, Temístocles y Pericles, Bruto y Marco Antonio son tan reconocibles y atemporales como los retratos bíblicos de Jacob y Moisés, Sansón y David, Pedro y Pablo. Además, obras históricas como las de Plutarco ayudan a los cristianos a comprender el mundo político en el que nació Jesús.

Filosofía

Todo cristiano que quiera discernir los matices de la teología debería leer a Platón y luchar con él. Las ideas y formas de pensamiento de la cultura que heredaron los escritores del Nuevo Testamento recibieron una fuerte influencia de Platón, en su mayoría, diría yo, para bien.

Platón ya había orientado la filosofía y el lenguaje hacia lo eterno. Si bien es cierto que Platón tendía a restar importancia al cuerpo (aunque mucho menos que los neoplatónicos que le siguieron), tenía razón al enseñar que la bondad, la verdad y la belleza absolutas trascienden nuestro mundo quebrantado y fragmentado. En su famosa alegoría de la caverna, en La República, Platón animaba a los lectores a ir más allá de las sombras de nuestro mundo y a buscar el verdadero origen de todo lo que vemos a nuestro alrededor.

El mundo de Dios; el tiempo de Dios.

Dios ordenó cuándo y cómo la segunda persona de la Trinidad entraría en la historia de la humanidad. Sabía que el Nuevo Testamento se escribiría en griego, igual que el Antiguo Testamento se había escrito en hebreo. De hecho, debido al imperio helenístico fundado por Alejandro Magno —quien tuvo como tutor a Aristóteles, el mejor alumno de Platón— el Antiguo Testamento se tradujo al griego siglos antes de que Cristo naciera.

Los antiguos griegos y romanos no tuvieron acceso a la revelación especial de Cristo y la Biblia, pero sí creo que leyeron atentamente la revelación general en la creación superior y la conciencia interior. Dios los utilizó, en mi opinión, para preparar al mundo grecorromano para la llegada del evangelio, hasta el punto de que Pablo pudo prometer a un grupo de estoicos y filósofos paganos de Atenas que lo que ellos habían buscado durante tanto tiempo en la ignorancia, él se lo proclamaría ahora como conocido (Hch 17:23).

Del mismo modo que los israelitas despojaron a los egipcios de sus tesoros egipcios mientras huían hacia la tierra prometida (Éx 12:36), los cristianos modernos pueden beneficiarse de la lectura de los clásicos paganos de la antigua Grecia y Roma.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido y adaptado por Eduardo Fergusson.

Louis Markos es profesor y academico residente en Houston Baptist University. Ha escrito varios libros, incluyendo Apologetics for the 21st CenturyOn the Shoulders of Hobbits: The Road to Virtue with Tolkien and LewisLewis AgonistesRestoring Beautyy The Dreaming Stone (una novela para niños).

Acerca del Autor

0.00 avg. rating (0% score) - 0 votes
Mostrar Más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Verifique también
Close
Back to top button
18405