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Lectura de Hoy

07-09-2024

DEVOCIONAL

Devocional: 2 Samuel 1

Cuando David se entera de la muerte de Saúl y Jonatán (2 Samuel 1), su luto no es meramente formal. Tenía que saber que se le había abierto el camino hacia el trono. Sin embargo, su dolor fue tan genuino, que compuso un extenso lamento (1:19-27), le puso música y se lo enseñó a los hombres de su tribu (1:18) para que se cantara por largo tiempo como una de las baladas populares de la tierra.

Muchos elementos de este lamento merecen una larga reflexión. Hoy meditaré sobre un solo versículo: “No lo anunciéis en Gat, ni lo pregonéis en las calles de Ascalón, para que no se alegren las filisteas, ni lo celebren esas paganas” (1:20). En términos formales, el texto es suficientemente claro. Gat y Ascalón eran las dos ciudades principales de los filisteos. David está diciendo, en efecto, que no se informe a los filisteos sobre la muerte de Saúl y de Jonatán, para que no se alegren ni se regocijen.

Por supuesto que los filisteos inevitablemente se enterarían y David, en especial, lo sabía. Pero su propósito al escribir estas palabras no era literalmente mantener a los filisteos en la ignorancia un poco más. ¿Cómo iba a serlo? Ya habían colgado el cuerpo de Saúl en el muro de Betsán (1 Samuel 31:10) y habían enviado mensajeros con la noticia por toda la tierra de los filisteos (31:9). Entonces, si estos versos de la pluma de David no funcionan como un consejo literal, ¿cuál es su función?

En parte, es sencillamente un lamento. Es una manera poderosa de decir que los enemigos de Israel se deleitarían en la noticia y, por tanto, su placer da medida de la tragedia. Pero sospecho que hay otra insinuación. Cuando uno de nuestros líderes cae, compórtate de tal manera que no le des fuerza a la oposición.

Esta lección debe ser aprendida una y otra vez en la iglesia. Cuando se descubre que un ministro del evangelio ha adulterado o malversado fondos de la congregación, ciertamente es necesario aplicar inmediatamente el principio bíblico de la disciplina. Si ha quebrantado la ley, hay que contactar con las autoridades civiles. Si hay familias afectadas, será necesario mucho trabajo pastoral. No obstante, debemos entender bien que muchos no creyentes estarán frotándose las manos y diciendo:

“¿Veis? ¿Qué se puede esperar? Todo eso de la religión es pura hipocresía y falsedad”.

Así, se desprecia a Cristo y la credibilidad del testimonio cristiano disminuye. Los cristianos deben refrenar sus lenguas, vigilar lo que dicen y ser especialmente cuidadosos en no decir nada innecesario a los no creyentes. Es tiempo de luto, no de chisme. “No lo anunciéis en Gat…”.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Ezequiel 10
A la luz de los terribles juicios pronunciados contra Jerusalén en Ezequiel 8—11, con el comienzo de la retirada de la gloria del Señor en Ezequiel 10, deberíamos reflexionar sobre la repercusión de semejantes pecados en nuestra propio marco vital:
¿Por qué escogemos lo que sólo dura una hora
antes de tenerlo que dejar atrás?

¿Por qué las posesiones ejercen un poder brutal
que nos hace duros y desagradables?
¿Por qué las simples cosas tienen el encanto de una flor
cuyo aroma nos hace egoístas y ciegos?
Las cisternas se secan y nuestro aliento es agrio;
moramos en el valle de muerte.

¿Por qué la traición nos es tan atractiva
a quienes nos hieren y nos traicionan?
¿Por qué intercambiar la fiel devoción por la lujuria,
alejar la integridad?

¿Por qué nuestros sueños, nuestros hechos, confían en un mendigo,
por ser nuestra culpa demasiado dura de pagar?
Las cisternas se secan y nuestro aliento es agrio;
moramos en el valle de muerte.

¿Por qué nos obcecamos y representamos un papel,
convenciendo al mundo de que hemos ganado?
¿Por qué tan solo por ganar venderemos nuestra alma,
por ser el número uno?

¿Por qué anular nuestra conciencia para tener el control
desesperando por lo que recibimos?
Las cisternas se secan y nuestro aliento es agrio;
moramos en el valle de muerte.
Oh Jesús

¿Por qué prometes apagar nuestra sed,
cuando hemos menospreciado todos tus caminos?
¿Por qué rescatas a los condenados y los malditos
muriendo nuestra muerte en nuestro lugar?

¿Por qué transformas nuestro corazón hasta que estalla
con vibrantes expresiones de alabanza?
El pozo fluye lleno de vida —y nos sentimos satisfechos—,
la fuente que fluye procede solo de ti.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
2 Samuel 1
David oye de la muerte de Saúl
1 Después de la muerte de Saúl, habiendo regresado David de derrotar a los amalecitas, David permaneció dos días en Siclag. Al tercer día, un hombre llegó del campamento de Saúl con sus ropas rasgadas y polvo sobre su cabeza. Al llegar ante David, se inclinó a tierra y se postró. David le preguntó: «¿De dónde vienes?». «Me he escapado del campamento de Israel», le respondió. 

David le preguntó: «¿Qué aconteció? Te ruego que me lo digas». Y él respondió: «El pueblo ha huido de la batalla, y también muchos del pueblo han caído y han muerto; también Saúl y su hijo Jonatán han muerto». Así que David le preguntó al joven que se lo había contado: «¿Cómo sabes que Saúl y su hijo Jonatán han muerto?».

El joven que se lo había contado, dijo: «Yo estaba por casualidad en el monte Gilboa, y vi que Saúl estaba apoyado sobre su lanza. Y que los carros y los jinetes lo perseguían de cerca. Al mirar él hacia atrás, me vio y me llamó. Y dije: “Aquí estoy”. Y él me dijo: “¿Quién eres?”. Y le respondí: “Soy un amalecita”. Entonces él me dijo: “Te ruego que te pongas junto a mí y me mates, pues la agonía se ha apoderado de mí, porque todavía estoy con vida”. 

10 Me puse, pues, junto a él y lo maté, porque yo sabía que él no podía vivir después de haber caído. Tomé la corona que estaba en su cabeza y la pulsera que estaba en su brazo, y los he traído aquí a mi señor».

11 Entonces David agarró sus ropas y las rasgó, y así hicieron también todos los hombres que estaban con él. 12 Se lamentaron y lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo del SEÑOR y por la casa de Israel, porque habían caído a espada. 13 David le preguntó al joven que se lo había contado: «¿De dónde eres?». «Soy hijo de un extranjero, un amalecita», le respondió. 

14 Y David le dijo: «¿Cómo es que no tuviste temor de extender tu mano para destruir al ungido del SEÑOR?». 15 Llamando David a uno de los jóvenes, le dijo: «Ve, mátalo». Y él lo hirió, y murió. 16 Y David le dijo: «Tu sangre sea sobre tu cabeza, porque tu boca ha testificado contra ti, al decir: “Yo he matado al ungido del SEÑOR”».

Elegía de David por Saúl y Jonatán

17 Entonces David entonó esta elegía por Saúl y por su hijo Jonatán, 
18 y ordenó que enseñaran a los hijos de Judá el cántico del arco; el cual está escrito en el libro de Jaser:
19 «Tu hermosura, oh Israel, ha perecido sobre tus montes.
¡Cómo han caído los valientes!
20 No lo anuncien en Gat,
No lo proclamen en las calles de Ascalón;
Para que no se regocijen las hijas de los filisteos,
Para que no se alegren las hijas de los incircuncisos.

21 Oh montes de Gilboa,
No haya sobre ustedes rocío ni lluvia, ni campos de ofrendas;
Porque allí fue deshonrado el escudo de los valientes,
El escudo de Saúl, no ungido con aceite.
22 De la sangre de los muertos, de la grasa de los poderosos,
El arco de Jonatán no volvía atrás,
Y la espada de Saúl no volvía vacía.
23 Saúl y Jonatán, amados y amables en su vida,
Y en su muerte no fueron separados;
Más ligeros eran que águilas,
Más fuertes que leones.

24 Hijas de Israel, lloren por Saúl,
Que las vestía lujosamente de escarlata,
Que ponía adornos de oro en sus vestidos.
25 ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla!
Jonatán, muerto en tus alturas.
26 Estoy afligido por ti, Jonatán, hermano mío;
Tú me has sido muy estimado.
Tu amor fue para mí más maravilloso
Que el amor de las mujeres.
27 ¡Cómo han caído los valientes,
Y perecido las armas de guerra!».

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1 Corintios 12
LIBRO QUINTO
Los dones espirituales
12 En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que sean ignorantes. Ustedes saben que cuando eran paganos, de una manera u otra eran arrastrados hacia los ídolos mudos. Por tanto, les hago saber que nadie hablando por el Espíritu de Dios, dice: «Jesús es anatema»; y nadie puede decir: «Jesús es el Señor», excepto por el Espíritu Santo.

Diversidad y unidad de los dones

4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5 Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. 6 Y hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. 7 Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común.

8 Pues a uno le es dada palabra de sabiduría por el Espíritu; a otro, palabra de conocimiento según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe por el mismo Espíritu; a otro, dones de sanidad por el único Espíritu; 10 a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversas clases de lenguas, y a otro, interpretación de lenguas. 11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, distribuyendo individualmente a cada uno según Su voluntad.

La iglesia, cuerpo de Cristo

12 Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero, todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos, constituyen un solo cuerpo, así también es Cristo. 13 Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya judíos o griegos, ya esclavos o libres. A todos se nos dio a beber del mismo Espíritu.14 Porque el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. 15 Si el pie dijera: «Porque no soy mano, no soy parte del cuerpo», no por eso deja de ser parte del cuerpo. 

16 Y si el oído dijera: «Porque no soy ojo, no soy parte del cuerpo», no por eso deja de ser parte del cuerpo. 17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo fuera oído, ¿qué sería del olfato?18 Ahora bien, Dios ha colocado a cada uno de los miembros en el cuerpo según le agradó. 19 Y si todos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? 

20 Sin embargo, hay muchos miembros, pero un solo cuerpo.21 Y el ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito»; ni tampoco la cabeza a los pies: «No los necesito». 22 Por el contrario, la verdad es que los miembros del cuerpo que parecen ser los más débiles, son los más necesarios; 23 y las partes del cuerpo que estimamos menos honrosas, a estas las vestimos con más honra. Así que las partes que consideramos más íntimas, reciben un trato más honroso, 24 ya que nuestras partes presentables no lo necesitan. Pero así formó Dios el cuerpo, dando mayor honra a la parte que carecía de ella, 25 a fin de que en el cuerpo no haya división, sino que los miembros tengan el mismo cuidado unos por otros. 

26 Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; y si un miembro es honrado, todos los miembros se regocijan con él.27 Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él. 28 Y en la iglesia, Dios ha designado primeramente, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego, milagros; después, dones de sanidad, ayudas, administraciones, diversas clases de lenguas.29 ¿Acaso son todos apóstoles? ¿Acaso son todos profetas? ¿Acaso son todos maestros? ¿Acaso son todos obradores de milagros? 

30 ¿Acaso tienen todos dones de sanidad? ¿Acaso hablan todos en lenguas? ¿Acaso interpretan todos? 31 Pero deseen ardientemente los mejores dones.Y aun yo les muestro un camino más excelente.

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Ezequiel 10
Visión de la gloria de Dios

10 Después miré, y en el firmamento que estaba sobre las cabezas de los querubines, vi que apareció sobre ellos como una piedra de zafiro de apariencia semejante a un trono. 2 Y el SEÑOR le dijo al hombre vestido de lino: «Entra en medio de las ruedas debajo de los querubines, llena tus manos de carbones encendidos de entre los querubines y espárcelos sobre la ciudad». Y el hombre entró ante mis ojos.3 Los querubines estaban de pie a la derecha del templo cuando el hombre entró, y la nube llenaba el atrio interior. 

4 Entonces la gloria del SEÑOR subió del querubín hacia el umbral del templo, y el templo se llenó de la nube, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria del SEÑOR. 5 El ruido de las alas de los querubines se oía hasta el atrio exterior, como la voz del Dios Todopoderoso cuando habla.6 Cuando Él le ordenó al hombre vestido de lino: «Toma fuego de entre las ruedas, de entre los querubines», él entró y se paró junto a una rueda. 7 El querubín extendió su mano de entre los querubines hacia el fuego que estaba entre ellos, lo tomó y lo puso en las manos del que estaba vestido de lino, el cual lo tomó y salió. 

8 Debajo de sus alas los querubines parecían tener la forma de la mano de un hombre.9 Entonces miré, y vi cuatro ruedas junto a los querubines, cada rueda junto a cada querubín; el aspecto de las ruedas era como el brillo de una piedra de Tarsis. 10 En cuanto a su apariencia, las cuatro tenían la misma semejanza, como si una rueda estuviera dentro de la otra rueda. 11 Cuando andaban, se movían en las cuatro direcciones, sin volverse cuando andaban, sino que seguían la dirección en que ponían el rostro, sin volverse cuando andaban. 

12 Y todo su cuerpo, sus espaldas, sus manos, sus alas y las ruedas estaban llenos de ojos alrededor, las ruedas de los cuatro. 13 A las ruedas se les llamó «torbellino», y yo lo oí. 14 Y cada uno de los querubines tenía cuatro caras. La primera cara era la cara de un querubín; la segunda, la cara de un hombre; la tercera, la cara de un león; y la cuarta, la cara de un águila.15 Entonces los querubines se levantaron. Estos eran los seres vivientes que yo había visto en el río Quebar. 

16 Cuando los querubines andaban, las ruedas andaban a su lado; y cuando los querubines alzaban sus alas para elevarse del suelo, las ruedas no se apartaban de su lado. 17 Cuando los querubines se detenían, las ruedas se detenían, y cuando se levantaban, las ruedas se levantaban con ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en ellas.

18 Entonces la gloria del SEÑOR salió de sobre el umbral del templo y se puso sobre los querubines. 19 Cuando los querubines alzaron sus alas y se elevaron del suelo ante mis ojos salieron con las ruedas a su lado, y se detuvieron a la entrada de la puerta oriental de la casa del SEÑOR. Y la gloria del Dios de Israel estaba por encima, sobre ellos.20 Estos eran los seres vivientes que yo había visto debajo del Dios de Israel junto al río Quebar; entonces supe que eran querubines. 

21 Cada uno tenía cuatro caras y cada uno cuatro alas, y había una semejanza de manos de hombre debajo de sus alas. 22 En cuanto a la forma de sus caras, eran las mismas caras cuya apariencia yo había visto junto al río Quebar. Cada uno caminaba derecho hacia adelante.

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Salmos 49
La insensatez de confiar en las riquezas
Para el director del coro.
Salmo de los hijos de Coré.
LIBRO SEGUNDO
49 Oigan esto, pueblos todos;
Escuchen, habitantes todos del mundo,
2 Tanto humildes como encumbrados,
Ricos y pobres juntos.
3 Mi boca hablará sabiduría,
Y la meditación de mi corazón será entendimiento.

4 Inclinaré al proverbio mi oído,
Con el arpa declararé mi enigma.5 ¿Por qué he de temer en los días de adversidad
Cuando la iniquidad de mis enemigos me rodee,
6 De los que confían en sus bienes
Y se jactan de la abundancia de sus riquezas?
7 Nadie puede en manera alguna redimir a su hermano,
Ni dar a Dios rescate por él,

8 Porque la redención de su alma es muy costosa,
Y debe abandonar el intento para siempre,
9 Para que viva eternamente,
Para que no vea corrupción.10 Porque él ve que aun los sabios mueren;
El torpe y el necio perecen de igual manera,
Y dejan sus riquezas a otros.
11 Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas,
Y sus moradas por todas las generaciones;
A sus tierras han dado sus nombres.

12 Pero el hombre, en su vanagloria, no permanecerá;
Es como las bestias que perecen.13 Este es el camino de los insensatos,
Y de los que después de ellos aprueban sus palabras. (Selah)
14 Como ovejas son destinados para el Seol,
La muerte los pastoreará,
Los rectos los regirán por la mañana;
Su forma será para que el Seol la consuma,
De modo que no tienen morada.
15 Pero Dios redimirá mi alma del poder del Seol,
Pues Él me recibirá. (Selah)

16 No temas cuando alguien se enriquece,
Cuando la gloria de su casa aumenta;
17 Porque nada se llevará cuando muera,
Ni su gloria descenderá con él.
18 Aunque mientras viva, a sí mismo se felicite
(Y aunque los hombres te alaben cuando prosperes),
19 Irá a reunirse con la generación de sus padres,
Quienes nunca verán la luz.

20 El hombre en su vanagloria, pero sin entendimiento,
Es como las bestias que perecen.

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