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¿Qué creen los mormones sobre Jesús?

«Por supuesto que creemos en Jesús», afirmó uno de los misioneros en tono amable pero firme. «Incluso está en el nombre de nuestra iglesia: la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días» (IJSUD), mientras hacía énfasis en Jesús para asegurarse de que yo lo entendía.
La etiqueta con su nombre que llevaba puesta en el traje era una imagen familiar en Salt Lake City (ciudad estadounidense importante para los mormones, quienes la establecieron), y la conversación que siguió con estos misioneros de la IJSUD sacó a la luz una cuestión importante: ¿qué creen los mormones sobre Jesús?
Estas son cuatro cosas que debes saber.
1. Los mormones creen que Jesús era un hijo espiritual del “Padre Celestial” y de la “Madre Celestial”.
Los mormones creen que el «Hijo de Dios» fue producto de la procreación divina, el primogénito de muchos hijos espirituales hechos por padres celestiales. El mormonismo sugiere algo parecido al arrianismo histórico, que «hubo un tiempo en que el Hijo no era». Algunos adherentes a la IJSUD afirman que Jesús es eterno, pero quieren decir «siempre será», no «siempre ha sido».
Profesan que el Padre Celestial eligió a María para dar a luz a Jesús, momento en el que el Hijo de Dios recibió un cuerpo mortal. De esa forma, Jesús alcanzaría la madurez mediante Su resurrección y glorificación y, finalmente, sería exaltado. Afirman que se convirtió en un dios, allanando el camino para la divinización de Sus hermanos en el futuro.
Así que confiesan que Jesús primero fue creado, luego progresó y finalmente fue exaltado a la divinidad, donde ahora está unido en propósito y poder con el Padre Celestial. El Jesús de los mormones fue un hombre que se convirtió en dios, en oposición al Hijo eterno que proclaman los cristianos y que tomó forma de carne.
2. Los mormones creen que Jesús se convirtió en el Redentor porque tuvo una estrategia mejor que Lucifer.
Los mormones deducen que el plan de salvación del Padre Celestial fue enseñado a sus hijos espirituales durante su existencia premortal. Quería un redentor, y tanto Jesús como Lucifer dijeron: «Heme aquí, envíame a mí». Con dos candidatos dispuestos, el Padre escuchó sus respectivas propuestas.
Lucifer compitió por el título mesiánico sugiriendo un plan de compulsión. Los hijos de Dios serían conducidos con seguridad a través de su existencia mortal en la tierra al ser obligados a hacer lo correcto.
Jesús, en cambio, se ofreció a asumir la mortalidad, vivir entre los hombres como maestro y ejemplo y defender la santidad de la libertad de acción. El Padre Celestial aceptó el plan de Jesús porque preservaba la libertad de actuar y elegir.
En consecuencia, estalló la guerra en el cielo y Satanás y un tercio de los espíritus fueron expulsados. Jesús, según enseñan los mormones, fue ordenado entonces para ser el Salvador y ganó el título de Redentor.
3. Los mormones creen que la mayor obra expiatoria de Jesús fue en Getsemaní, no en la cruz.
El profesor Robert J. Matthews, de la Universidad Brigham Young, explicó: «Fue en Getsemaní, en las laderas del Monte de los Olivos, donde Jesús hizo su expiación perfecta mediante el derramamiento de su sangre, más que en la cruz». Esa última frase explica cómo la cruz es minimizada en la enseñanza de la IJSUD. Los mormones consideran que llevar o exhibir el símbolo de la muerte de Jesús es un tabú, razón por la cual los campanarios de Salt Lake City están coronados con agujas en lugar de cruces. Según ellos fue un Salvador agonizante, no un Salvador crucificado, quien expió el pecado.
Esto coincide con la profundidad de la expiación que los miembros de la IJSUD creen que necesitan. Como dijo Brigham Young: «Mi fe está en que, cuando hayamos hecho todo lo que podamos, entonces el Señor está bajo obligación, y no defraudará a los fieles; Él hará el resto». En otras palabras, la expiación de Cristo no hace toda la diferencia; solo compensa la diferencia.
4. Los mormones creen en un Jesús histórico, pero no en el Jesús bíblico.
Los Santos de los Últimos Días sinceros buscan fervientemente vivir 2 Nefi 25:26 del Libro de Mormón: «hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo». Se podría decir que desean estar «centrados en Cristo». Pero, lamentablemente, el Cristo del Libro de Mormón no es el Cristo del cristianismo. Aunque creen en una figura histórica llamada Jesús que llamó apóstoles, hizo milagros, murió en una cruz y resucitó —y aunque incluyen Su nombre en el título de su iglesia— no es el Jesús de la Biblia.
Conozco a dos personas diferentes llamadas Jared Jenkins. Uno es un joven soltero que trabaja como residente pastoral y está terminando sus estudios en el seminario. El otro es pastor en Utah, profesor de seminario, esposo y padre de cuatro hijos. Imagina un escenario en el que te digo que Jared Jenkins pasó por mi casa para una visita. «Qué maravilla», dices. Entonces paso a explicar que me ha dado un libro para leer de una de sus clases en el seminario. Me contestas: «Ojalá hubiera podido verle. Quería planificarle una cita con una joven encantadora». Sorprendido, respondo: «¿Una cita? Es un pastor felizmente casado y con cuatro hijos». Por supuesto, ambos nos damos cuenta de que, aunque hemos estado hablando de Jared Jenkins, nos referíamos a personas diferentes.
Aunque tanto los mormones como los cristianos históricos creen en «Jesucristo», se refieren a personas diferentes. Timothy Tennent ha señalado de manera útil la importancia, cuando se trata de lo divino, de «notar los predicados». Los predicados que los mormones atribuyen a Jesús en sus textos sagrados y enseñanzas proféticas son muy diferentes de los predicados revelados en la Biblia. Son tan diferentes que el mormonismo y el cristianismo histórico no pueden estar hablando del mismo tema.
Los mormones hablan de un Jesús que era un hijo espiritual del Padre Celestial y la Madre Celestial. Se refieren a Jesús como el hermano de Lucifer que propuso un mejor plan de redención y se ganó la designación de «Mesías». Creen en un Jesús que llenó el vacío de la necesidad de la humanidad a través de Su sudor expiatorio en Getsemaní.
Pero ese no es el Jesús de la Biblia. Él se revela como el Hijo de Dios sin principio, desde la eternidad hasta la eternidad (Jn 1:117:24Col 1:17). Las Escrituras presentan a Satanás como un ángel caído, un ser creado; nada parecido al Hijo de Dios, quien es el Creador de todas las cosas (Col 1:16He 1:2-4). Según la Palabra de Dios, Jesús es el sacrificio que paga satisfactoriamente por los pecados (1 Jn 2:2He 9:1226). Cuando se trata de la salvación, no realizamos una parte y dejamos que Jesús termine el trabajo. Toda viene de Él, Aquel que murió declarando: «Consumado es» (Jn 19:30; cp. Gá 2:21).
Es el deseo de mi corazón que mis amigos y vecinos de la IJSUD lleguen a creer en este Jesús.

Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido y adaptado por Eduardo Fergusson.

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