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Lectura de Hoy

09-10-2023

Devocional

Devocional: Ezequiel 42

La descripción del templo (Ezequiel 41) precede a la de las estancias reservadas para los sacerdotes (Ezequiel 42). No obstante, insistiré en el tema de ayer un poco más y expondré otras dos interpretaciones de estos capítulos.

(3) Muchos comentaristas antiguos han argumentado que los capítulos 40—48 son símbolos claros de lo que se cumple en la iglesia cristiana. Hay algo de cierto en este punto de vista. Cobra fuerza cuando observamos, por ejemplo, que la visión de Juan de la ciudad santa en Apocalipsis comparte sustancialmente el lenguaje de Ezequiel. Sin embargo, los mismos pasajes de Apocalipsis explican la debilidad de esta interpretación. Cuando Juan emplea el lenguaje de Ezequiel (o de Daniel u otro escritor del Antiguo Testamento), habitualmente lo transmuta, o utiliza sus palabras y frases sin darles exactamente el mismo sentido. Aunque la descripción de Juan de la ciudad santa se apoya mucho en Ezequiel, la suya no tiene templo, porque Dios y el Cordero lo son (Apocalipsis 21:1—22:5). En ese sentido, Apocalipsis no constituye un cumplimiento directo e inmediato de una serie de símbolos.

(4) Es mejor, pero más embrollado, considerar estos capítulos como pertenecientes a los límites de la literatura y tipología apocalípticas. El simbolismo incluye características numéricas; su orientación hacia el futuro no brota de una mera predicción verbal o de un simbolismo simplista, sino de estructuras de modelos y acontecimientos que apuntan a lo venidero. Ya hemos vislumbrado este tipo de cosas en los capítulos 38—39, en la descripción de la batalla final, cuando Dios actúa soberanamente para destruir a todos sus enemigos. Interpretados de esta forma, los capítulos 40—48 prevén el futuro mesiánico, pero en las categorías simbólicas del presente de Ezequiel. El templo es una especie de representación o encarnación de la presencia y la bendición de Dios en la era que los israelitas piadosos anhelaban. Esta opinión incluye algunos temas teológicos y consuelos pastorales: (a) la presencia de Dios permanece constantemente como fuente de toda bendición. (b) El Señor restaura perfectamente a su pueblo. La perfección de su plan y de la experiencia de ellos tiene relación con la de la simetría de la edificación. (c) Debido a que Dios está totalmente presente, la plenitud de vida y el fruto fluyen de la presencia de Dios hacia todos los lugares yermos de la tierra. El universo se transforma. (d) La adoración a Dios es lo principal y se lleva a cabo exactamente como Dios exige. (e) El juicio y la justicia están al orden del día y se ven en la perfecta asignación de tierra y de responsabilidades.

De ser correcto este punto de vista, la esperanza definitiva se encuentra en el final de la historia, pero este ya la ha invadido en estos últimos días. La consumación no ha llegado aún, pero el reino ha comenzado.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 1 Reyes 12

La división del reino en dos partes dispares—el reino de Israel con sus diez tribus al norte y el reino de Judá con dos tribus al sur (1 Reyes 12)— nos presenta una dinámica asombrosa entre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana.

Dios ya había anunciado, a través del profeta Ahías, que Jeroboam le arrancaría al sucesor de Salomón las diez tribus del norte (11:26-40). A Jeroboam se le dijo de manera explícita que, si permanecía fiel al Señor, este establecería para él una dinastía. No obstante, una vez Jeroboam asegura las tribus del norte, lo primero que hace es construir becerros de oro en Betel y en Dan, y consagrar sacerdotes no levíticos porque no quiere que su pueblo viaje hasta el templo en Jerusalén (12:25-33). ¿Acaso no se da cuenta de que si Dios tiene el poder para darle las diez tribus y la preocupación de advertirle sobre la infidelidad, ciertamente también lo tiene para preservar la integridad del reino del norte aunque el pueblo suba a Jerusalén para las fiestas principales? No obstante, Jeroboam ejecuta sus juicios políticos, rehúsa obedecer a Dios y se muestra desagradecido ante lo que se le ha concedido. Su único legado duradero es que, en todo el resto del Antiguo Testamento, se le nombra como “Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel” (2 Reyes 14:24, por ejemplo).

Más inexplicable aún es Roboam, el hijo de Salomón. Puede que Salomón haya sido un diestro administrador de la justicia, pero, al final de su vida, sus proyectos enormemente costosos estaban desgastando a su pueblo. Sus representantes le garantizan a Roboam que le serán fieles únicamente si les alivia un poco la carga. Los ancianos le aseguran a Roboam que su petición es razonable: debe tomar la actitud de siervo ante este pueblo y servirle, pues así descubrirá que ellos le servirán para siempre (12:7). Con una enorme insensibilidad y crasa estupidez, Roboam escucha el consejo de “jóvenes” ensimismados que no tenían la menor noción sobre la gente en general y sobre esta nación en particular (12:8), de manera que Roboam responde con dureza, no sólo rechazando la petición del pueblo, sino prometiendo más exigencias y mayor brutalidad. Y, de repente, la rebelión ha comenzado.

Aun así, el escritor comenta: “De modo que el rey no le hizo caso al pueblo. Las cosas tomaron este rumbo por voluntad del Señor, para que se cumpliera lo que ya él le había dicho a Jeroboam hijo de Nabat por medio de Ahías el silonita” (12:15). La soberanía de Dios (ver, por ejemplo, la meditación del 3 de junio) no excusa ni mitiga la insensatez de Roboam ni la rebelión de Jeroboam; su estupidez y pecado no significa que Dios haya perdido el control. Estos misterios de la providencia hacen difícil “leer” la historia; también se vuelven un enorme consuelo y nos permiten descansar en Romanos 8:28.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

1 Reyes 12

División del reino

12 Entonces Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había ido a Siquem para hacerlo rey. Cuando lo supo Jeroboam, hijo de Nabat, que estaba viviendo en Egipto (porque todavía estaba en Egipto, adonde había huido de la presencia del rey Salomón), y enviaron a llamarlo, entonces vino Jeroboam con toda la asamblea de Israel, y hablaron con Roboam, y le dijeron: «Su padre hizo pesado nuestro yugo. Ahora pues, aligere la dura servidumbre de su padre y el pesado yugo que puso sobre nosotros y le serviremos». Entonces él les dijo: «Váyanse por tres días, después vuelvan a mí». Y el pueblo se fue.

El rey Roboam pidió consejo a los ancianos que habían servido a su padre Salomón cuando aún vivía, diciendo: «¿Qué me aconsejan que responda a este pueblo?». Y ellos le respondieron: «Si hoy se hace servidor de este pueblo, y les sirve y les concede su petición y les dice buenas palabras, entonces ellos serán sus siervos para siempre». Pero él abandonó el consejo que le habían dado los ancianos, y pidió consejo a los jóvenes que habían crecido con él y le servían. Y les preguntó: «¿Qué aconsejan que respondamos a este pueblo que me ha dicho: “Aligere el yugo que su padre puso sobre nosotros?”». 10 Y los jóvenes que se habían criado con él le respondieron: «Así dirá a este pueblo que le dijo: “Su padre hizo pesado nuestro yugo; pero usted hágalo más ligero para nosotros”. Así les hablará: “Mi dedo meñique es más grueso que los lomos de mi padre. 11 Por cuanto mi padre los cargó con un pesado yugo, yo añadiré al yugo de ustedes; mi padre los castigó con látigos, pero yo los castigaré con escorpiones”».

12 Entonces vino Jeroboam con todo el pueblo a Roboam al tercer día como el rey había dicho, diciendo: «Vuelvan a mí al tercer día». 13 El rey respondió con dureza al pueblo, pues había despreciado el consejo que los ancianos le habían dado, 14 y les habló conforme al consejo de los jóvenes, diciéndoles: «Mi padre hizo pesado el yugo de ustedes, pero yo añadiré a su yugo; mi padre los castigó con látigos, pero yo los castigaré con escorpiones». 15 El rey no escuchó al pueblo, porque lo que había sucedido era del SEÑOR, para que Él confirmara la palabra que el SEÑOR había hablado por medio de Ahías el silonita a Jeroboam, hijo de Nabat.

16 Cuando todo Israel vio que el rey no les escuchaba, el pueblo respondió al rey:

«¿Qué parte tenemos nosotros con David? No tenemos herencia con el hijo de Isaí. ¡A tus tiendas, Israel! ¡Mire ahora por su casa, David!».

Y todo Israel se fue a sus tiendas. 17 Pero en cuanto a los israelitas que habitaban en las ciudades de Judá, Roboam reinó sobre ellos. 18 Entonces el rey Roboam envió a Adoram, que estaba a cargo de los trabajos forzados, pero todo Israel lo mató a pedradas; y el rey Roboam se apresuró a subir a su carro para huir a Jerusalén. 19 Así Israel ha estado en rebeldía contra la casa de David hasta hoy. 20 Cuando todo Israel supo que Jeroboam había vuelto, enviaron a llamarlo a la asamblea y lo hicieron rey sobre todo Israel. No hubo quien siguiera a la casa de David, sino solo la tribu de Judá.

21 Cuando Roboam llegó a Jerusalén, reunió a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín, 180,000 hombres, guerreros escogidos, para pelear contra la casa de Israel y restituir el reino a Roboam, hijo de Salomón. 22 Pero la palabra de Dios vino a Semaías, hombre de Dios, diciendo: 23 «Habla a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, y a toda la casa de Judá y de Benjamín, y al resto del pueblo, diciéndoles24 “Así dice el SEÑOR: ‘No subirán ni pelearán contra sus hermanos los israelitas. Vuelva cada uno a su casa, porque de Mí ha venido esto’”». Y ellos escucharon la palabra del SEÑOR, y se volvieron para irse conforme a la palabra del SEÑOR.

La idolatría de Jeroboam

25 Entonces Jeroboam edificó Siquem en la región montañosa de Efraín, y habitó allí. De allí salió y edificó Penuel. 26 Y Jeroboam se dijo en su corazón: «Ahora el reino volverá a la casa de David. 27 Porque si este pueblo continúa subiendo a ofrecer sacrificios en la casa del SEÑOR en Jerusalén, el corazón de este pueblo se volverá a su señor, es decir a Roboam, rey de Judá, y me matarán y volverán a Roboam, rey de Judá».

28 Así que el rey buscó consejo, hizo dos becerros de oro, y dijo al pueblo: «Es mucho para ustedes subir a Jerusalén; aquí están sus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto». 29 Puso uno en Betel y el otro lo puso en Dan. 30 Y esto fue motivo de pecado, porque el pueblo iba aun hasta Dan a adorar delante de uno de los becerros31 Hizo también casas en los lugares altos, y nombró sacerdotes de entre el pueblo que no eran de los hijos de Leví.

32 Jeroboam instituyó una fiesta en el mes octavo, en el día 15 del mes, como la fiesta que hay en Judá, y subió al altar. Así hizo en Betel, ofreciendo sacrificio a los becerros que había hecho. Y puso en Betel a los sacerdotes de los lugares altos que él había construido. 33 Entonces subió al altar que había hecho en Betel el día 15 del mes octavo, es decir en el mes que él había planeado en su propio corazón. Instituyó una fiesta para los israelitas y subió al altar para quemar incienso.

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Filipenses 3

El valor infinito de conocer a Cristo

3 Por lo demás, hermanos míos, regocíjense en el Señor. A mí no me es molesto escribirles otra vez lo mismo, y para ustedes es motivo de seguridad. Cuídense de esos perros, cuídense de los malos obreros, cuídense de la falsa circuncisión.

Porque nosotros somos la verdadera circuncisión, que adoramos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no poniendo la confianza en la carne, aunque yo mismo podría confiar también en la carne. Si algún otro cree tener motivo para confiar en la carne, yo mucho más: circuncidado a los ocho días de nacer, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, hallado irreprensible. Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo.

Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, 10 y conocerlo a Él, el poder de Su resurrección y la participación en Sus padecimientos, llegando a ser como Él en Su muerte, 11 a fin de llegar a la resurrección de entre los muertos.

12 No es que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

15 Así que todos los que somos perfectos, tengamos esta misma actitud; y si en algo tienen una actitud distinta, eso también se lo revelará Dios. 16 Sin embargo, continuemos viviendo según la misma norma que hemos alcanzado.

La ciudadanía celestial

17 Hermanos, sean imitadores míos, y observen a los que andan según el ejemplo que tienen en nosotros. 18 Porque muchos andan como les he dicho muchas veces, y ahora se lo digo aun llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo, 19 cuyo fin es perdición, cuyo dios es su apetito y cuya gloria está en su vergüenza, los cuales piensan solo en las cosas terrenales.

20 Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, 21 el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de Su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a Él mismo.

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Ezequiel 42

Las cámaras del templo

42 Luego el hombre me sacó al atrio exterior, hacia el norte, y me llevó a la cámara que estaba frente a la zona separada y frente al edificio hacia el norte. A lo largo de la longitud, que era de 100 codos (52.5 metros), estaba la puerta del norte; la anchura era de 50 codos (26.25 metros). Frente a los 20 codos (10.5 metros) del atrio interior, y frente al pavimento del atrio exterior, había una galería frente a la otra galería en los tres pisos. Y delante de las cámaras había un corredor interior de 10 codos (5.25 metros) de ancho, una vía de 100 (52.5 metros); y sus entradas daban al norte. Las cámaras superiores eran más estrechas porque las galerías les quitaban más espacio que a las inferiores y a las intermedias del edificio. Pues estaban en tres pisos y no tenían pilares como los pilares de los atrios; por tanto, las cámaras superiores se estrechaban a partir del suelo más que las inferiores y las intermedias. El muro exterior a lo largo de las cámaras, en dirección al atrio exterior frente a las cámaras, tenía 50 codos (26.25 metros) de largo. Porque la longitud de las cámaras que estaban en el atrio exterior era de 50 codos (26.25 metros); y las que estaban frente al templo tenían 100 codos (52.5 metros). Y debajo de estas cámaras estaba la entrada del lado oriental, para entrar en ellas desde el atrio exterior.

10 A lo ancho del muro del atrio hacia el oriente, frente a la zona separada y frente al edificio, había cámaras. 11 El corredor delante de ellas era semejante al de las cámaras que estaban al norte; su longitud era igual a su anchura; y todas sus salidas, así como sus disposiciones y sus entradas, eran iguales12 Y correspondiendo a las entradas de las cámaras que daban hacia el sur, había una entrada al comienzo del corredor, el corredor frente al muro que daba al oriente, según se entra a ellas.

13 Entonces el hombre me dijo: «Las cámaras del norte y las cámaras del sur, que están frente a la zona separada, son las cámaras santas donde los sacerdotes que están cerca del SEÑOR comerán las cosas santísimas. Allí pondrán las cosas santísimas, la ofrenda de cereal, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la culpa; porque el lugar es santo. 14 Cuando entren los sacerdotes allí, no saldrán al atrio exterior desde el santuario sin haber dejado las vestiduras con que ministran, porque son santas. Se pondrán otras vestiduras para poder acercarse a lo que es del pueblo».

15 Cuando acabó de medir el interior del templo, me sacó por el camino de la puerta que daba al oriente, y lo midió todo alrededor. 16 Midió el lado oriental con la caña de medir, y tenía 500 cañas (262.5 metros) con la caña de medir. 17 Midió el lado norte con la caña de medir, y tenía 500 cañas (262.5 metros). 18 Al lado sur midió 500 cañas (262.5 metros) con la caña de medir. 19 Se volvió al lado occidental y midió 500 cañas (262.5 metros) con la caña de medir. 20 Por los cuatro lados lo midió; tenía un muro todo alrededor de 500 cañas (262.5 metros) de largo y 500 cañas de ancho, para dividir entre lo sagrado y lo profano.


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Salmos 94

Oración pidiendo justicia

94 Oh SEÑOR, Dios de las venganzas, Oh Dios de las venganzas, ¡resplandece! Levántate, Juez de la tierra; Da su merecido a los soberbios. ¿Hasta cuándo los impíos, SEÑOR, Hasta cuándo los impíos se regocijarán? Charlan, hablan con arrogancia; Todos los que hacen iniquidad se vanaglorían. Aplastan a Tu pueblo, SEÑOR, Y afligen a Tu heredad. Matan a la viuda y al extranjero, Y asesinan a los huérfanos. Y dicen: «El SEÑOR no ve nada Ni hace caso el Dios de Jacob».

Hagan caso, torpes del pueblo; Necios, ¿cuándo entenderán? El que hizo el oído, ¿acaso no oye? El que dio forma al ojo, ¿acaso no ve? 10 ¿No reprenderá el que castiga a las naciones, El que enseña conocimiento al hombre? 11 El SEÑOR conoce los pensamientos del hombre, Sabe que son solo un soplo.

12 Bienaventurado el hombre a quien reprendes, SEÑOR, Y lo instruyes en Tu ley; 13 Para darle descanso en los días de aflicción, Hasta que se cave una fosa para el impío. 14 Porque el SEÑOR no abandonará a Su pueblo, Ni desamparará a Su heredad. 15 Porque el juicio volverá a ser justo, Y todos los rectos de corazón lo seguirán. 16 ¿Quién se levantará por mí contra los malhechores? ¿Quién me defenderá de los que hacen iniquidad?

17 Si el SEÑOR no hubiera sido mi ayuda, Pronto habría habitado mi alma en el lugar del silencio. 18 Si digo: «Mi pie ha resbalado», Tu misericordia, oh SEÑOR, me sostendrá. 19 Cuando mis inquietudes se multiplican dentro de mí, Tus consuelos deleitan mi alma. 20 ¿Puede ser aliado Tuyo un trono de destrucción, Que planea el mal por decreto? 21 Se unen contra la vida del justo, Y condenan a muerte al inocente. 22 Pero el SEÑOR ha sido mi baluarte, Y mi Dios la roca de mi refugio. 23 Él ha hecho volver sobre ellos su propia iniquidad, Y los destruirá en su maldad; El SEÑOR, nuestro Dios, los destruirá.

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