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Lectura de Hoy

26-10-2023

Devocional

Devocional: Daniel 11

El contenido real de la visión que el mensajero celestial desveló a Daniel ocupa Daniel 11 y la primera parte de Daniel 12. Aunque el significado de muchos de los detalles no resulta fácil de dilucidar, las líneas principales de pensamiento están razonablemente claras.

En 11:2, se considera el imperio persa. El punto de vista de la visión, según 10:1, es el reinado de Ciro. ¿Quiénes son los otros cuatro reyes? El imperio persa duró dos siglos más y produjo nueve reyes (sin contar a los usurpadores entre Cambises y Darío I). ¿Acaso son estos cuatro los más destacados? ¿Tal vez los que mencionan las Escrituras (Ciro, Darío, Jerjes [=Asuero], Artajerjes)? Lo desconocemos.

El conquistador griego (11:3-4) es Alejandro Magno, y los cuatro reinos en los que se rompió su imperio ya se han mencionado (Daniel 8; véase la meditación del 23 de octubre). Las luchas corrientes entre el rey del sur (los tolemaicos) y el rey del norte (los seléucidas) oprimieron entre ellas a los judíos. Finalmente, el reino del norte prevaleció (11:5-20). Al que envió a un recaudador de impuestos (11:20) se le conoce de forma universal como Seleuco IV, que murió en el 175 a.C. El “hombre despreciable” (11:21-39 [o posiblemente 21-45]) es, sin duda, Antíoco IV Epífanes, un monarca seléucida que ya hemos mencionado anteriormente (23 de octubre).

Los lectores de este libro que amen la historia deberían leer a Josefo, 1 y 2 Macabeos y las reconstrucciones contemporáneas de los acontecimientos dramáticos de aquel periodo. No disponemos aquí de espacio para analizar esa historia turbulenta. Sin embargo, debemos preguntar por qué las Escrituras le dedican tantas páginas. Desde ciertas perspectivas, Antíoco IV Epífanes no fue demasiado relevante. Entonces, ¿por qué tanta atención?

Existen al menos dos razones para ello. Primera, en cierto nivel, Antíoco intentó algo nuevo y profundamente malo. La opresión que los judíos habían sufrido hasta el momento había sido diversa, pero no como esta. Los antiguos egipcios los habían esclavizado, pero nunca les impusieron su propia religión. Durante el periodo de los jueces, los israelitas corrieron constantemente tras las divinidades paganas; cuando los paganos dominaron, impusieron sus tasas y su cruel subyugación, pero no su ideología. Con la excepción de un breve experimento por parte de Nabucodonor (Daniel 3), Asiria y Babilonia jamás aplicaron el politeísmo a la fuerza. Pero llega Antíoco IV Epífanes e ilegaliza la fe israelita, matando a todo aquel que tuviera una parte de la Torá entre sus posesiones, imponiendo obligando militarmente una cosmovisión pagana. El pueblo sufre y, finalmente, Dios los salva. Segundo, desde el punto de vista canónico, este periodo cruel de la historia se convierte en un modelo, un tipo de opresión ideológica, de sufrimiento y de martirio contra la iglesia. ¿Qué pasaje del Nuevo Testamento refleja esto?


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 1 Timoteo 4

Cuando aún era muy joven, comencé a pastorear una iglesia relativamente pequeña en Canadá. Las personas eran muy amables conmigo y mucho más pacientes con mis defectos y errores que lo que yo merecía.

Había una mujer en esa iglesia que a veces me resultaba particularmente exasperante. Casi todos los domingos por la mañana me daba las gracias enfáticamente por el sermón y luego añadía: “Pero eres tan joven”. Esto sucedió durante muchas semanas, hasta convertirse en poco más que una fórmula. Finalmente, mi celo excedió a mi sensatez. Tras escuchar una vez más su exclamación trillada (“Eres tan joven”), sonreí con dulzura y le respondí (citando una versión antigua): “Sí, pero la Biblia dice que ‘ninguno tenga en poco tu juventud’. ¡Ninguno!” Si bien es cierto que mi arrebato fue desmedido, funcionó, porque nunca volvió a decirme algo parecido.

No obstante, al reflexionar me di cuenta de que había citado la primera parte de 1 Timoteo 4:12 pero no la última. La primera parte dice: “Que nadie te menosprecie por ser joven”. Supongo que, si esa línea estuviera sola, una de las maneras de evitar que otros te menospreciaran sería atacarles con este versículo. Pero Pablo escribe: “Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza”. En otras palabras, si eres un creyente joven, particularmente uno que está en posición de liderazgo como Timoteo, la manera de evitar que los demás te menosprecien es dar ese ejemplo “en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” para que tu piedad transparente les haga callar.

Si eres diligente con los dones y la gracia que Dios te ha dado, Pablo añade, todos verán tu progreso (4:15). Tu diligencia debe ser exhaustiva y así las áreas en las que los demás detecten tu progreso también serán integradoras: “Ten cuidado de tu conducta y de tu enseñanza” (4:16). El resultado no sólo incluye que tu propia perseverancia produzca la salvación de la consumación, sino también la salvación de muchos de aquellos a quienes les ministres (4:16).

En este consejo un joven encuentra una gama de enseñanza moral cristiana. Las acciones suelen decir más que las palabras. Los líderes cristianos deben liderar, no sólo mediante palabras, sino con acciones que sean conformes con esas palabras. La autoridad que le corresponde a un líder cristiano no se obtiene con el oficio en sí, sino que se gana con el tiempo por la calidad de su vida cristiana. No sorprende entonces que gran parte del próximo capítulo se dedica a dar instrucciones específicas sobre cómo tratar a los hermanos en Cristo durante diversas etapas de vida. Cómo tratar a la gente siempre se halla cerca del centro del discipulado cristiano.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.

2 Reyes 7

Eliseo predice abundancia de pan

7 Entonces Eliseo dijo: «Oigan la palabra del SEÑOR. Así dice el SEÑOR: “Mañana como a esta hora en la puerta de Samaria, una medida (7.3 litros) de flor de harina se venderá a un siclo (11.4 gramos de plata), y dos medidas de cebada a un siclo”». El oficial real en cuyo brazo se apoyaba el rey, respondió al hombre de Dios, y dijo: «Mira, aunque el SEÑOR hiciera ventanas en los cielos, ¿podría suceder tal cosa?». Entonces Eliseo dijo: «Bien, tú lo verás con tus propios ojos, pero no comerás de ello».

Había cuatro leprosos a la entrada de la puerta, y se dijeron el uno al otro: «¿Por qué estamos aquí sentados esperando la muerte? Si decimos: “Vamos a entrar en la ciudad”, como el hambre está en la ciudad, moriremos allí; y si nos sentamos aquí, también moriremos. Ahora pues, vayamos y pasemos al campamento de los arameos. Si nos perdonan la vida, viviremos; y si nos matan, pues moriremos».

Los leprosos se levantaron al anochecer para ir al campamento de los arameos, y cuando llegaron a las afueras del campamento de los arameos, resultó que no había nadie allí. Porque el Señor había hecho que el ejército de los arameos oyera estruendo de carros y ruido de caballos, el estruendo de un gran ejército, de modo que se dijeron el uno al otro: «Ciertamente el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los hititas y a los reyes de los egipcios, para que vengan contra nosotros». Por lo cual se levantaron y huyeron al anochecer, y abandonaron sus tiendas, sus caballos y sus asnos y el campamento tal como estaba, y huyeron para salvar sus vidas. Cuando los leprosos llegaron a las afueras del campamento, entraron en una tienda y comieron y bebieron, y se llevaron de allí plata y oro y ropas, y fueron y lo escondieron; y volvieron y entraron en otra tienda y de allí también se llevaron botín, y fueron y lo escondieron.

Entonces se dijeron el uno al otro: «No estamos haciendo bien. Hoy es día de buenas nuevas, pero nosotros estamos callados; si esperamos hasta la luz de la mañana, nos vendrá castigo. Vamos pues, ahora, y entremos a dar la noticia a la casa del rey». 10 Así que fueron y llamaron a los porteros de la ciudad, y les informaron: «Fuimos al campamento de los arameos, y vimos que no había nadie allí, ni siquiera se oía voz de hombre; solamente los caballos atados, también los asnos atados y las tiendas intactas». 11 Los porteros de la puerta llamaron, y lo anunciaron dentro de la casa del rey. 12 Entonces el rey se levantó de noche y dijo a sus siervos: «Ahora les diré lo que los arameos nos han hecho. Saben que estamos hambrientos; por tanto han salido del campamento para esconderse en el campo, diciendo: “Cuando salgan de la ciudad, los tomaremos vivos y entraremos en la ciudad”».

13 Entonces uno de sus siervos respondió: «Deja que algunos hombres tomen cinco de los caballos que quedan, de los que quedan en la ciudad. Porque en todo caso les sucederá como a toda la multitud de Israel que queda en la ciudad, (como a toda la multitud de Israel que ya ha perecido), vamos a enviarlos y veamos qué sucede». 14 Así que tomaron dos carros con caballos, y el rey los envió en pos del ejército de los arameos, diciendo: «Vayan y vean». 15 Los siguieron hasta el Jordán, y resultó que todo el camino estaba lleno de vestidos y objetos diferentes que los arameos habían arrojado en su prisa. Entonces los mensajeros volvieron e informaron al rey.

16 Y el pueblo salió y saqueó el campamento de los arameos. Entonces una medida de flor de harina se vendió a un siclo y dos medidas de cebada a un siclo, conforme a la palabra del SEÑOR. 17 El rey había puesto a cargo de la puerta de la ciudad al oficial real en cuyo brazo se apoyaba; pero el pueblo lo atropelló junto a la puerta y murió, tal como había dicho el hombre de Dios, el cual habló cuando el rey descendió a verlo. 18 Aconteció tal como el hombre de Dios había hablado al rey, cuando dijo: «Mañana a estas horas a la puerta de Samaria dos medidas de cebada serán vendidas a un siclo y una medida de flor de harina a un siclo». 19 Y el oficial real, había respondido al hombre de Dios, diciendo: «Mira, aunque el SEÑOR hiciera ventanas en los cielos, ¿podría suceder tal cosa?». Y Eliseo le dijo: «Bien, tú lo verás con tus propios ojos, pero no comerás de ello». 20 Y así sucedió, porque el pueblo lo atropelló a la puerta, y murió.


Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

1 Timoteo 4

Predicción de la apostasía

4 El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, mediante la hipocresía de mentirosos que tienen cauterizada la conciencia. Esos prohibirán casarse y mandarán abstenerse de algunos alimentos, que Dios los ha creado para que con acción de gracias participen de ellos los que creen y que han conocido la verdad. Porque todo lo creado por Dios es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias; porque es santificado mediante la palabra de Dios y la oración.

El buen ministro de Cristo

Al señalar estas cosas a los hermanos serás un buen ministro de Cristo Jesús, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Pero nada tengas que ver con las fábulas profanas propias de viejas. Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad. Porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura. Palabra fiel es esta, y digna de ser aceptada por todos. 10 Porque por esto trabajamos y nos esforzamos, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, especialmente de los creyentes. 11 Esto manda y enseña. 12 No permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza. 13 Entretanto que llego, ocúpate en la lectura de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza. 14 No descuides el don espiritual que está en ti, que te fue conferido por medio de la profecía con la imposición de manos del presbiterio. 15 Reflexiona sobre estas cosas; dedícate a ellas, para que tu aprovechamiento sea evidente a todos. 16 Ten cuidado de ti mismo y de la enseñanza. Persevera en estas cosas, porque haciéndolo asegurarás la salvación tanto para ti mismo como para los que te escuchan.

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Daniel 11

Visión junto al Tigris

10 En el tercer año de Ciro, rey de Persia, un mensaje fue revelado a Daniel, a quien llamaban Beltsasar. El mensaje era verdadero y acerca de un gran conflicto; él comprendió el mensaje y tuvo entendimiento de la visión.

En aquellos días, yo, Daniel, había estado en duelo durante tres semanas completas. No comí manjar delicado ni entró en mi boca carne ni vino, ni usé ungüento alguno, hasta que se cumplieron las tres semanas. Y el día veinticuatro del primer mes, estando yo junto a la orilla del gran río, es decir, el Tigris, alcé los ojos y miré, y había un hombre vestido de lino, cuya cintura estaba ceñida con un cinturón de oro puro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, su rostro tenía la apariencia de un relámpago, sus ojos eran como antorchas de fuego, sus brazos y pies como el brillo del bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.

Y solo yo, Daniel, vi la visión. Los hombres que estaban conmigo no vieron la visión, pero un gran terror cayó sobre ellos y huyeron a esconderse. Me quedé solo viendo esta gran visión. No me quedaron fuerzas, y mi rostro se demudó, desfigurándose, sin retener yo fuerza alguna. Pero oí el sonido de sus palabras, y al oír el sonido de sus palabras, caí en un sueño profundo sobre mi rostro, con mi rostro en tierra.

10 Entonces, una mano me tocó, y me hizo temblar sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. 11 «Daniel, hombre muy estimado, entiende las palabras que te voy a decir y ponte en pie, porque ahora he sido enviado a ti», me dijo. Cuando él me dijo estas palabras, me puse en pie temblando.

12 Entonces me dijo: «No temas, Daniel, porque desde el primer día en que te propusiste en tu corazón entender y humillarte delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y a causa de tus palabras he venido. 13 Pero el príncipe del reino de Persia se me opuso por veintiún días, pero Miguel, uno de los primeros príncipes, vino en mi ayuda, ya que yo había sido dejado allí con los reyes de Persia. 14 Y he venido para darte a conocer lo que sucederá a tu pueblo al final de los días, porque la visión es para días aún lejanos».

15 Cuando habló conmigo estas palabras, volví mi rostro a tierra y enmudecí. 16 Y uno semejante a un hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: «Señor mío, a causa de la visión me ha invadido la angustia y me he quedado sin fuerzas. 17 ¿Cómo podrá, pues, este siervo de mi señor hablar con uno como mi señor? Porque a mí en este momento no me queda fuerza alguna, ni tampoco me queda aliento».

18 Entonces el que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez y me fortaleció, 19 y me dijo: «No temas, hombre muy estimado. La paz sea contigo. Sé fuerte y aliéntate». Cuando habló conmigo, recobré las fuerzas, y dije: «Hable mi señor, porque me has fortalecido».

20 Entonces él dijo: «¿Sabes por qué he venido a ti? Ahora vuelvo para luchar contra el príncipe de Persia, y cuando yo termine, el príncipe de Grecia vendrá. 21 Sin embargo, te declararé lo que está inscrito en el libro de la verdad, pero no hay nadie que se mantenga firme a mi lado contra estas fuerzas, sino Miguel, el príncipe de ustedes.

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Salmo 119:25–48

Dálet.

25 Postrada está mi alma en el polvo; Vivifícame conforme a Tu palabra. 26 De mis caminos te conté, y Tú me has respondido; Enséñame Tus estatutos. 27 Hazme entender el camino de Tus preceptos, Y meditaré en Tus maravillas. 28 De tristeza llora mi alma; Fortaléceme conforme a Tu palabra. 29 Quita de mí el camino de la mentira, Y en Tu bondad concédeme Tu ley. 30 He escogido el camino de la verdad; He puesto Tus ordenanzas delante de mí. 31 Me apego a Tus testimonios; SEÑOR, no me avergüences. 32 Por el camino de Tus mandamientos correré, Porque Tú ensancharás mi corazón.

He.

33 Enséñame, oh SEÑOR, el camino de Tus estatutos, Y lo guardaré hasta el fin. 34 Dame entendimiento para que guarde Tu ley Y la cumpla de todo corazón. 35 Hazme andar por la senda de Tus mandamientos, Porque en ella me deleito. 36 Inclina mi corazón a Tus testimonios Y no a la ganancia deshonesta. 37 Aparta mis ojos de mirar la vanidad, Y vivifícame en Tus caminos. 38 Confirma a Tu siervo Tu palabra, Que inspira reverencia por Ti. 39 Quita de mí el oprobio que me causa temor, Porque Tus juicios son buenos. 40 Yo anhelo Tus preceptos; Vivifícame por Tu justicia.

Vav.

41 Venga también a mí Tu misericordia, oh SEÑOR, Tu salvación, conforme a Tu palabra. 42 Así tendré respuesta para el que me afrenta, Pues confío en Tu palabra. 43 No quites jamás de mi boca la palabra de verdad, Porque yo espero en Tus ordenanzas. 44 Así que guardaré continuamente Tu ley, Para siempre y eternamente. 45 Y andaré en libertad, Porque busco Tus preceptos. 46 Hablaré también de Tus testimonios delante de reyes, Y no me avergonzaré. 47 Me deleitaré en Tus mandamientos, Los cuales amo. 48 Levantaré mis manos a Tus mandamientos, Los cuales amo, Y meditaré en Tus estatutos.


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