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08-11-2023

Devocional

Devocional: Oseas 14

El tono del capítulo final de la profecía, Oseas 14, es más suave. Es como si el trueno de la rebelión y el juicio se hubiesen agotado y la gracia triunfara. El capítulo comienza y acaba con una exhortación de Oseas. En medio, tenemos, en primer lugar, las palabras del pueblo (o, de forma más precisa, las que el profeta indica al pueblo que deben pronunciar) y, a continuación, lo que Dios dice. Reflexionaré brevemente en cada una de estas cuatro secciones.

(1) Oseas comienza con arrepentimiento: “Vuélvete, Israel, al Señor tu Dios” (14:1). “Tu Dios” responde perfectamente a “vuélvete”: el profeta no está llamando a un nuevo y peligroso viaje espiritual, sino a que se aparten de la rebelión, a un retorno al Señor al que conocen desde hace tanto tiempo. Deben aceptar el corazón del problema: “¡Tu perversidad te ha hecho caer!” (14:1). Nunca hay un camino de vuelta sin captar su realidad fundamental. Además, el profeta no quiere un mero regreso de adherencia formal a un código de ley. Quiere que “lleven un ruego” con ellos cuando retornen (14:2). Por supuesto, las palabras pueden ser huecas: algunos actos hablan mejor que las palabras. Pero, con frecuencia, el auténtico arrepentimiento no solo exige una conducta de mala gana, sino palabras; no un taciturno regreso al ritual prescrito y a la asistencia a la iglesia, sino la clase de arrepentimiento que balbucea en palabras que revelan lo que hay en el corazón.

(2) ¿Y qué palabras deberían pronunciar? Oseas se las refiere (14:2b-3). Deben pedir perdón por los pecados; deben suplicar a Dios que los reciba; deben renunciar a sus lealtades políticas, reconociendo implícitamente que tales vínculos les distrajeron de confiar en Dios; deben dejar a un lado su idolatría y depositar su esperanza en el Dios vivo. ¿De qué formas precisas se hacen eco estas peticiones en nuestra propia vida?

(3) Las palabras del Señor (14:4-8) son hermosas. “Yo corregiré su rebeldía y los amaré de pura gracia, porque mi ira contra ellos se ha calmado” (14:4). Luego, en una serie de imágenes, Dios describe las bendiciones que él representará y concederá a Israel. Las últimas líneas de la sección refuerzan la idea teológica de todo el capítulo: “Soy como un pino siempre verde; tu fruto procede de mí” (14:89). Dios tiene todo el “verdor”, la constancia de lo perenne y todo el alimento y la prosperidad de un árbol fructífero (cf. Salmo 1:3).

(4) Oseas concluye el libro: “El que es sabio entiende estas cosas; el que es inteligente las comprende. Ciertamente son rectos los caminos del Señor: en ellos caminarán los justos, mientras que allí tropiezan los rebeldes” (14:9).


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Hebreos 3

Muchos han comentado que un resumen adecuado del tema del libro de Hebreos es: “Jesús es superior”. En los capítulos 1-2, es superior que los ángeles; en el capítulo 3, es superior que Moisés. En Hebreos 4, el descanso que él ofrece es superior al descanso que la Tierra Prometida proveyó. En los capítulos 5 y 7, su sumo sacerdocio es superior que el sacerdocio levítico; en el capítulo 8, el nuevo pacto que él preside es superior que el antiguo. En los capítulos 9-10, oficia en un santuario superior que el tabernáculo, ejercita un ministerio superior y ofrece un sacrificio superior. En resumen, “Jesús es superior”. El mensaje está diseñado para fortalecer los corazones y las mentes de los cristianos judíos que, aunque en el pasado sufrieron voluntariamente por Cristo, en este momento se ven tentados a regresar a los rituales y prácticas judías que heredaron. El escritor de Hebreos teme que ellos estén abandonando la confianza exclusiva en Cristo, sucumbiendo de alguna manera a la tentación de pensar que, aunque Jesucristo está bien, ellos podrían obtener un poco más de sustancia, de espiritualidad, de profundidad histórica o de aceptación de sus parientes. Cualquiera de estas cosas les llevaría a desviarse hacia una negación implícita de que Jesús sea superior.

Nada de esto significa que el antiguo pacto era malo; sencillamente, quiere decir que no era el último. Por eso, en la breve comparación entre Moisés y Jesús en Hebreos 3:1-6, se nos dice que Moisés fue “fiel en toda la casa de Dios” (3:2); “fue fiel como siervo en toda la casa de Dios, para dar testimonio de lo que Dios diría en el futuro” (3:5). No se le reprocha nada.

Pero Jesús es superior. Es útil entender que, tanto en hebreo como en griego, casa también puede significar “hogar” o “familia”. Como Moisés, nos asegura el autor de Hebreos, Jesús “fue fiel al que lo nombró” (3:2). Sin embargo, “Jesús ha sido estimado digno de mayor honor que Moisés”. ¿Por qué? Porque “el constructor de una casa recibe mayor honor que la casa misma” (3:3). Esto parece sugerir que el papel de Jesús en cuanto a la “casa” o a la “familia” de Dios es radicalmente diferente al de Moisés. Este fue fiel como siervo dentro de la casa, y su papel más importante fue el de testificar lo que habría de venir. Jesús es fiel “como Hijo al frente de su casa” (3:6) y esa casa se refiere a la comunidad de creyentes (3:6). Moisés aparece como un siervo dentro de la casa, mirando hacia el futuro; Jesús lo hace como el Hijo de Dios sobre la casa, construyendo esa casa (3:3) y demostrando ser la sustancia misma de eso que Moisés señalaba en el futuro.

Si bien las semejanzas entre estos dos hombres son importantes, sus diferencias son lo más sorprendente.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.

2 Reyes 21

Reinado de Manasés

21 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén. El nombre de su madre era Hepsiba. Hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, conforme a las abominaciones de las naciones que el SEÑOR había desposeído delante de los israelitas. Porque reedificó los lugares altos que su padre Ezequías había destruido; levantó también altares a Baal e hizo una Asera, como había hecho Acab, rey de Israel, y adoró a todo el ejército de los cielos y los sirvió.

Edificó además altares en la casa del SEÑOR, de la cual el SEÑOR había dicho: «En Jerusalén pondré Mi nombre». Edificó altares a todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa del SEÑOR. Hizo pasar por fuego a su hijo, practicó la hechicería, usó la adivinación y trató con adivinos y espiritistas. Hizo mucho mal ante los ojos del SEÑOR, provocándolo a ira.

Colocó la imagen tallada de Asera que él había hecho, en la casa de la cual el SEÑOR había dicho a David y a su hijo Salomón: «En esta casa y en Jerusalén, que he escogido de entre todas las tribus de Israel, pondré Mi nombre para siempre. Y haré que nunca más los pies de Israel vaguen fuera de la tierra que di a sus padres, con tal de que cuiden de hacer conforme a todo lo que les he mandado, y conforme a toda la ley que Mi siervo Moisés les ordenó». Pero ellos no escucharon, y Manasés hizo que se extraviaran para que hicieran lo malo, más que las naciones que el SEÑOR había destruido delante de los israelitas.

10 Entonces el SEÑOR habló por medio de Sus siervos los profetas: 11 «Por cuanto Manasés, rey de Judá, ha hecho estas abominaciones, habiendo hecho lo malo más que todo lo que hicieron los amorreos antes de él, haciendo pecar también a Judá con sus ídolos; 12 por tanto, así dice el SEÑOR, Dios de Israel: “Voy a traer tal calamidad sobre Jerusalén y Judá, que a todo el que oiga de ello le retumbarán ambos oídos. 13 Extenderé sobre Jerusalén el cordel de Samaria y la plomada de la casa de Acab, y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, limpiándolo y volviéndolo boca abajo. 14 Abandonaré al remanente de Mi heredad y los entregaré en mano de sus enemigos, y serán para presa y despojo para todos sus enemigos; 15 porque han hecho lo malo ante Mis ojos, y han estado provocándome a ira desde el día en que sus padres salieron de Egipto, hasta el día de hoy”».

16 Además, Manasés derramó muchísima sangre inocente hasta llenar a Jerusalén de un extremo a otro, aparte de su pecado con el que hizo pecar a Judá para que hiciera lo malo ante los ojos del SEÑOR. 17 Los demás hechos de Manasés, todo lo que hizo y el pecado que cometió, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá? 18 Manasés durmió con sus padres, y fue sepultado en el jardín de su casa, en el jardín de Uza; y su hijo Amón reinó en su lugar.

Reinado de Amón

19 Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén. El nombre de su madre era Mesulemet, hija de Haruz, de Jotba. 20 Hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, como había hecho su padre Manasés. 21 Pues anduvo en todo el camino en que su padre había andado, sirvió a los ídolos a los que su padre había servido y los adoró. 22 Abandonó al SEÑOR, el Dios de sus padres, y no anduvo en el camino del SEÑOR. 23 Y conspiraron contra él los siervos de Amón y mataron al rey en su casa. 24 Pero el pueblo de la tierra mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón, y en su lugar el pueblo de la tierra hizo rey a su hijo Josías. 25 Los demás hechos que Amón hizo, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá? 26 Amón fue sepultado en su sepulcro en el jardín de Uza; y su hijo Josías reinó en su lugar.

Hebreos 3

Jesús, superior a Moisés

3 Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, consideren a Jesús, el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe. El cual fue fiel al que lo designó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios. Porque Jesús ha sido considerado digno de más gloria que Moisés, así como el constructor de la casa tiene más honra que la casa. Porque toda casa es hecha por alguno, pero el que hace todas las cosas es Dios.

Moisés fue fiel en toda la casa de Dios como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir más tarde. Pero Cristo fue fiel como Hijo sobre la casa de Dios, cuya casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin nuestra confianza y la gloria de nuestra esperanza.

Por lo cual, como dice el Espíritu Santo:

«SI USTEDES OYEN HOY SU VOZ, NO ENDUREZCAN SUS CORAZONES, COMO EN LA PROVOCACIÓN, COMO EN EL DÍA DE LA PRUEBA EN EL DESIERTO, DONDE SUS PADRES me TENTARON Y me PUSIERON A PRUEBA, Y VIERON MIS OBRAS POR CUARENTA AÑOS. 10 POR LO CUAL YO ME DISGUSTÉ CON AQUELLA GENERACIÓN, Y DIJE: “SIEMPRE SE DESVÍAN EN SU CORAZÓN, Y NO HAN CONOCIDO MIS CAMINOS”; 11 COMO JURÉ EN MI IRA: “NO ENTRARÁN EN MI REPOSO”».

12 Tengan cuidado, hermanos, no sea que en alguno de ustedes haya un corazón malo de incredulidad, para apartarse del Dios vivo. 13 Antes, exhórtense los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: «Hoy»; no sea que alguno de ustedes sea endurecido por el engaño del pecado. 14 Porque somos hechos partícipes de Cristo, si es que retenemos firme hasta el fin el principio de nuestra seguridad. 15 Por lo cual se dice:

«SI USTEDES OYEN HOY SU VOZ, NO ENDUREZCAN SUS CORAZONES, COMO EN LA PROVOCACIÓN».

16 Porque ¿quiénes, habiendo oído, lo provocaron? ¿Acaso no fueron todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés? 17 ¿Con quiénes se disgustó por cuarenta años? ¿No fue con aquellos que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? 18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en Su reposo, sino a los que fueron desobedientes? 19 Vemos, pues, que no pudieron entrar a causa de su incredulidad.

Oseas 14

Conversión y perdón de Israel

14 Vuelve, oh Israel, al SEÑOR tu Dios, Pues has tropezado a causa de tu iniquidad. Tomen con ustedes palabras, y vuélvanse al SEÑOR. Díganle: «Quita toda iniquidad, Y acéptanos bondadosamente, Para que podamos presentar el fruto de nuestros labios. Asiria no nos salvará, No montaremos a caballo, Y nunca más diremos: “Dios nuestro” A la obra de nuestras manos, Pues en Ti el huérfano halla misericordia».

Yo sanaré su apostasía, Los amaré generosamente, Pues Mi ira se ha apartado de ellos. Seré como rocío para Israel; Florecerá como lirio, Y extenderá sus raíces como los cedros del Líbano. Brotarán sus renuevos, Y será su esplendor como el del olivo, Y su fragancia como la de los cedros del Líbano. Los que moran a su sombra, Cultivarán de nuevo el trigo Y florecerán como la vid. Su fama será como la del vino del Líbano.

Efraín, ¿qué tengo Yo que ver ya con los ídolos? Yo respondo y te cuido. Yo soy como un frondoso ciprés; De Mí procede tu fruto.

Quien es sabio, que entienda estas cosas; Quien es prudente, que las comprenda. Porque rectos son los caminos del SEÑOR, Y los justos andarán por ellos; Pero los transgresores tropezarán en ellos.

Salmos 139

Omnipresencia y omnisciencia del SEÑOR

Para el director del coro. Salmo de David.

139 Oh SEÑOR, Tú me has escudriñado y conocido. Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; Desde lejos comprendes mis pensamientos. Tú escudriñas mi senda y mi descanso, Y conoces bien todos mis caminos. Aun antes de que haya palabra en mi boca, Oh SEÑOR, Tú ya la sabes toda. Por detrás y por delante me has cercado, Y Tu mano pusiste sobre mí. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Es muy elevado, no lo puedo alcanzar.

¿Adónde me iré de Tu Espíritu, O adónde huiré de Tu presencia? Si subo a los cielos, allí estás Tú; Si en el Seol preparo mi lecho, allí Tú estás. Si tomo las alas del alba, Y si habito en lo más remoto del mar, 10 Aun allí me guiará Tu mano, Y me tomará Tu diestra. 11 Si digo: «Ciertamente las tinieblas me envolverán, Y la luz a mi alrededor será noche»; 12 Ni aun las tinieblas son oscuras para Ti, Y la noche brilla como el día. Las tinieblas y la luz son iguales para Ti.

13 Porque Tú formaste mis entrañas; Me hiciste en el seno de mi madre. 14 Te daré gracias, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; Maravillosas son Tus obras, Y mi alma lo sabe muy bien. 15 No estaba oculto de Ti mi cuerpo, Cuando en secreto fui formado, Y entretejido en las profundidades de la tierra. 16 Tus ojos vieron mi embrión, Y en Tu libro se escribieron todos Los días que me fueron dados, Cuando no existía ni uno solo de ellos.

17 ¡Cuán preciosos también son para mí, oh Dios, Tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! 18 Si los contara, serían más que la arena; Al despertar aún estoy contigo. 19 ¡Oh Dios, si Tú hicieras morir al impío! Por tanto, apártense de mí, hombres sanguinarios. 20 Porque hablan contra Ti perversamente, Y Tus enemigos toman Tu nombre en vano. 21 ¿No odio a los que te aborrecen, SEÑOR? ¿Y no me repugnan los que se levantan contra Ti? 22 Los aborrezco con el más profundo odio; Se han convertido en mis enemigos.

23 Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis inquietudes. 24 Y ve si hay en mí camino malo, Y guíame en el camino eterno.


Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

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