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Lectura de Hoy

29-01-2024

Devocional

Devocional: Génesis 30

Cuando era niño e iba a la escuela dominical, aprendí los nombres de las doce tribus de Israel mediante un coro sencillo: “Estos son los nombres de los hijos de Jacob: / Gad, Aser y Simeón / Rubén, Isacar y Leví / Judá, Dan y Neftalí- Doce en total pero nunca en pares / Zabulón, José y Benjamín.”

Pero hicieron falta muchos años más para que comprendiera la importancia que tienen las doce tribus en la narrativa bíblica. La organización de la nación de Israel depende de que se apartase a una tribu, los levitas, como sacerdotes. De otra tribu, la de Judá, nace la dinastía davídica, la cual culmina en el nacimiento del Mesías. Al cabo de varios siglos, la tribu de José se vería dividida en dos: Efraín y Manasés; en gran parte, Benjamín se uniría a Judá. En el último libro de la Biblia, vemos cómo las doce tribus del Antiguo Testamento constituyen un contrapunto con respecto a los doce apóstoles del nuevo: esta clave 12 por 12 (es decir 144 en términos del simbolismo de este texto apocalíptico) engloba de hecho a todo el pueblo de Dios.

Pero ¡qué sórdidos son los comienzos tal como se relatan en Génesis 30! El engaño de Labán en Génesis 29, como resultado del cual Jacob acabó casándose tanto con Lea como con Raquel, ahora desemboca en uno de los episodios más feos de rivalidad entre hermanos de todas las Escrituras. Cada una de las mujeres de esta familia tiene tantas ansias de destacar con respecto a la otra, que está dispuesta a entregar su criada a su marido para evitar que la otra le aventaje en la carrera para dar a luz. Tan egocéntricas e impetuosas son las relaciones aquí descritas, que otra vez más Raquel llega a vender la intimidad sexual con su marido a su hermana Lea a cambio de un par de mandrágoras. La poligamia se ha establecido, junto con el caos de relaciones distorsionadas a la que da lugar.

De estas relaciones dolorosas y francamente disfuncionales, nacen 11 hijos y una hija (el nacimiento de Benjamín se relata en el capítulo 35). He aquí los orígenes de las doce tribus de Israel, los cimientos de la nación israelita, unos orígenes que no son peores que los de cualquier otra nación, sino que son sencillamente típicos. Pero una cosa ya va quedando clara: Dios no se asocia con esta familia porque esta sea algo superior a las demás familias. Más bien, escoge usarla a fin de mantener sus promesas a Abraham, Isaac y Jacob. Por gracia, persevera con ellos a fin de llevar a cabo sus grandes propósitos redentores. Ni la sórdida dinámica familiar, la cual podría constituir el argumento de una película de segunda categoría, es capaz de impedir que el Soberano del universo mantenga las promesas de su pacto.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Ester 6

“Aquella noche el rey no podía dormir” (Ester 6:1). ¡Qué línea más elocuente! ¿Acaso pensamos que fue por accidente?

Tanto la Biblia como la historia ofrecen innumerables “coincidencias” surgidas de la providencia de Dios, cuya importancia solo se disciernen a posteriori. Incluso en este capítulo, Amán elige esta mañana en particular para presentarse temprano en la corte, a fin de obtener permiso para ejecutar a Mardoqueo, lo que provoca que se sea el hombre a quien el rey hace su fatídica pregunta (6:4-6). En la meditación del 25 de enero, observamos que el momento determinado en que se produjo la visita de Agripa II a Porcio Festo obligó a Pablo a apelar a César, algo que le llevó a Roma. Igualmente, en la providencia de Dios, Augusto César, más de medio siglo antes, había decretado que el mundo romano efectuase un censo que, siguiendo las normas locales, llevó a José y María a Belén justo en el momento del nacimiento de Jesús, cumpliéndose así la profecía bíblica que anunció la venida al mundo del Mesías en Belén (Miqueas 5:2).

La historia ajena al canon muestra numerosas circunstancias en que el más mínimo cambio pudo haber alterado el curso de los acontecimientos. Si Gran Bretaña no hubiese descubierto y descifrado los códigos de las máquinas “Enigma”, ¿habría acabado de forma diferente la batalla de Inglaterra e incluso la Segunda Guerra Mundial? Supongamos que Hitler no hubiese contenido sus panzers en Dunkirk, enviando a sus aviones en su lugar. ¿Habrían muerto o capturado 150000 soldados británicos, cambiando de nuevo el signo de la guerra? ¿No es destacable que la persecución de los judíos por parte de Hitler llevase a algunas de las mejores mentes científicas de Alemania a los Estados Unidos? De no haberlo hecho, es muy posible que hubiese dispuesto de la bomba atómica antes que los estadounidenses. ¿Cómo hubiese sido entonces la historia de los pasados cincuenta años? Supongamos que Kruschev se hubiese mantenido firme en la crisis de los misiles de Cuba y se hubiese producido una guerra nuclear. ¿Cuál sería el estado actual del mundo? ¿Y si la bala disparada a Kennedy, a Martin Luther King o al archiduque Francisco Fernando en Sarajevo no hubiese llegado a su destino? Los cristianos sabemos con certeza que cualquiera de estos acontecimientos y millones de ellos más, pequeños y grandes, han estado sometidos al control de Dios.

Así pues, el primer versículo de Ester 6 prepara al lector para el espectacular desarrollo de los hechos en el capítulo, sumergiéndonos en muchas reflexiones útiles relativas a la sabiduría sin igual y la particular providencia de Dios. Después, el final del mismo no es menos elocuente: “Mientras todavía estaban hablando con Amán, llegaron los eunucos del rey y lo llevaron de prisa al banquete ofrecido por Ester” (6:14). ¿Qué beneficio encontrará el lector al reflexionar acerca de este punto de inflexión?


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Génesis 30

Lea y Raquel

30 Pero viendo Raquel que ella no daba hijos a Jacob, tuvo celos de su hermana, y dijo a Jacob: «Dame hijos, o si no, me muero». Entonces se encendió la ira de Jacob contra Raquel, y dijo: «¿Estoy yo en lugar de Dios, que te ha negado el fruto de tu vientre?».

Y ella dijo: «Aquí está mi sierva Bilha. Llégate a ella para que dé a luz sobre mis rodillas, para que por medio de ella yo también tenga hijos». Raquel le dio a su sierva Bilha por mujer, y Jacob se llegó a ella. Bilha concibió y dio a luz un hijo a Jacob. Entonces Raquel dijo: «Dios me ha vindicado. Ciertamente ha oído mi voz y me ha dado un hijo». Por tanto le puso por nombre Dan.

Concibió otra vez Bilha, sierva de Raquel, y dio a luz un segundo hijo a Jacob. Y Raquel dijo: «Con grandes luchas he luchado con mi hermana, y ciertamente he prevalecido». Y le puso por nombre Neftalí.

Viendo Lea que había dejado de dar a luz, tomó a su sierva Zilpa y la dio por mujer a Jacob. 10 Y Zilpa, sierva de Lea, dio a luz un hijo a Jacob. 11 Entonces Lea dijo: «¡Cuán afortunada!». Y le puso por nombre Gad. 12 Después Zilpa, sierva de Lea, dio a luz un segundo hijo a Jacob. 13 Y Lea dijo: «Dichosa de mí, porque las mujeres me llamarán bienaventurada». Y le puso por nombre Aser.

14 En los días de la cosecha de trigo, Rubén fue y halló mandrágoras en el campo, y las trajo a su madre Lea. Entonces Raquel dijo a Lea: «Dame, te ruego, de las mandrágoras de tu hijo». 15 Pero ella le respondió: «¿Te parece poco haberme quitado el marido? ¿Me quitarás también las mandrágoras de mi hijo?». «Que él duerma, pues, contigo esta noche a cambio de las mandrágoras de tu hijo», le dijo Raquel.

16 Cuando Jacob vino del campo por la tarde, Lea salió a su encuentro y le dijo: «Debes llegarte a mí, porque ciertamente te he alquilado por las mandrágoras de mi hijo». Y él durmió con ella aquella noche. 17 Escuchó Dios a Lea, y ella concibió y dio a luz el quinto hijo a Jacob. 18 Entonces Lea dijo: «Dios me ha dado mi recompensa porque di mi sierva a mi marido». Y le puso por nombre Isacar.

19 Concibió Lea otra vez y dio a luz el sexto hijo a Jacob. 20 Y Lea dijo: «Dios me ha favorecido con una buena dote. Ahora mi marido vivirá conmigo, porque le he dado seis hijos». Y le puso por nombre Zabulón. 21 Después dio a luz una hija, y le puso por nombre Dina. 22 Entonces Dios se acordó de Raquel. Y Dios la escuchó y le concedió hijos. 23 Ella concibió y dio a luz un hijo, y dijo: «Dios ha quitado mi afrenta». 24 Y le puso por nombre José, diciendo: «Que el Señor me añada otro hijo».

Prosperidad de Jacob

25 Cuando Raquel hubo dado a luz a José, Jacob dijo a Labán: «Despídeme para que me vaya a mi lugar y a mi tierra. 26 Dame mis mujeres y mis hijos por los cuales te he servido, y déjame ir. Porque tú bien sabes el servicio que te he prestado». 27 Pero Labán le respondió: «Si ahora he hallado gracia ante tus ojos, quédate conmigo. Me he dado cuenta de que el Señor me ha bendecido por causa tuya». 28 Y añadió: «Fíjame tu salario, y te lo daré».

29 Pero Jacob le respondió: «Tú sabes cómo te he servido, y cómo le ha ido a tu ganado conmigo. 30 Porque tenías poco antes de que yo viniera, y ha aumentado hasta ser multitud. El Señor te ha bendecido en todo lo que he hecho. Y ahora, ¿cuándo proveeré yo también para mi propia casa?». 31 «¿Qué te daré?», preguntó Labán. «No me des nada», respondió Jacob. «Volveré a pastorear y a cuidar tu rebaño si tan solo haces esto por mí: 32 déjame pasar por entre todo tu rebaño hoy, apartando de él toda oveja moteada o manchada y todos los corderos negros, y las manchadas o moteadas de entre las cabras, y ese será mi salario. 33 Mi honradez responderá por mí el día de mañana, cuando vengas a ver acerca de mi salario. Todo lo que no sea moteado y manchado entre las cabras, y negro entre los corderos, si es hallado conmigo, se considerará robado».

34 Y Labán dijo: «Muy bien, sea conforme a tu palabra».

35 Aquel mismo día apartó Labán los machos cabríos rayados o manchados y todas las cabras moteadas o manchadas, y todo lo que tenía algo de blanco, y de entre los corderos todos los negros, y lo puso todo al cuidado de sus hijos. 36 Y puso una distancia de tres días de camino entre sí y Jacob; y Jacob apacentaba el resto de los rebaños de Labán.

37 Entonces Jacob tomó varas verdes de álamo, de almendro y de plátano, y les sacó tiras blancas de la corteza, descubriendo así lo blanco de las varas. 38 Y colocó las varas que había descortezado delante de los rebaños, en los canales, en los abrevaderos, donde los rebaños venían a beber; y se apareaban cuando venían a beber. 39 Así se apareaban los rebaños junto a las varas, y los rebaños tenían crías rayadas, moteadas y manchadas. 40 Jacob apartó los corderos, y puso los rebaños en dirección a lo rayado y a todo lo negro en el rebaño de Labán, y puso su propio rebaño aparte. No lo puso con el rebaño de Labán.

41 Además, cada vez que los más robustos del rebaño se apareaban, Jacob ponía las varas a la vista del rebaño en los canales, para que se aparearan frente a las varas. 42 Pero cuando el rebaño era débil, no las ponía, de manera que las crías débiles vinieron a ser de Labán y las robustas de Jacob. 43 Así prosperó el hombre en gran manera, y tuvo grandes rebaños, y siervas y siervos, y camellos y asnos.

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Marcos 1

Predicación de Juan el Bautista

1 Principio del evangelio de Jesucristo el Mesías, Hijo de Dios.

Como está escrito en el profeta Isaías:

«He aquí, Yo envío Mi mensajero delante de Ti,
El cual preparará Tu camino.
Voz del que clama en el desierto:
“Preparen el camino del Señor,
Hagan derechas Sus sendas”».

Juan el Bautista apareció en el desierto predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados. Acudía a él toda la región de Judea, y toda la gente de Jerusalén, y confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán. Juan estaba vestido de pelo de camello, tenía un cinto de cuero a la cintura, y comía langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: «Tras mí viene Uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de inclinarme y desatar la correa de Sus sandalias. Yo los bauticé a ustedes con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo».

Bautismo y tentación de Jesús

Sucedió que en aquellos días Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 Inmediatamente, al salir del agua, vio que los cielos se abrían, y que el Espíritu descendía sobre Él como una paloma; 11 y vino una voz de los cielos, que decía: «Tú eres Mi Hijo amado, en Ti me he complacido».

12 Enseguida el Espíritu lo impulsó* a ir al desierto. 13 Y estuvo en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y estaba entre las fieras, y los ángeles le servían.

Jesús principia su ministerio

14 Después que Juan había sido encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio de Dios. 15 «El tiempo se ha cumplido», decía, «y el reino de Dios se ha acercado; arrepiéntanse y crean en el evangelio».

Llamamiento de los primeros discípulos

16 Mientras caminaba junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón, echando una red en el mar, porque eran pescadores. 17 Y Jesús les dijo: «Vengan conmigo, y Yo haré que ustedes sean pescadores de hombres». 18 Dejando al instante las redes, ellos lo siguieron.

19 Yendo un poco más adelante, Jesús vio a Jacobo, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, los cuales estaban también en la barca, remendando las redes. 20 Al instante los llamó; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron con Jesús.

Jesús enseña en Capernaúm

21 Entraron* en Capernaúm; y enseguida, en el día de reposo, Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. 22 Y se admiraban de Su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

23 En ese momento estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar: 24 «¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quien Tú eres: el Santo de Dios». 25 Jesús lo reprendió, diciendo: «¡Cállate, y sal de él!».

26 Entonces el espíritu inmundo, causándole convulsiones al hombre, gritó a gran voz y salió de él. 27 Y todos se asombraron de tal manera que discutían entre sí, diciendo: «¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! Él manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen».

28 Enseguida Su fama se extendió por todas partes, por toda la región alrededor de Galilea.

Jesús sana a la suegra de Simón y a muchos otros

29 Inmediatamente después de haber salido de la sinagoga, fueron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan. 30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y enseguida hablaron* a Jesús de ella. 31 Él se le acercó, y tomándola de la mano la levantó, y la fiebre la dejó; y ella les servía.

32 A la caída de la tarde, después de la puesta del sol, trajeron a Jesús todos los que estaban enfermos y los endemoniados. 33 Toda la ciudad se había amontonado a la puerta. 34 Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y expulsó muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque ellos sabían quién era Él.

Jesús recorre Galilea

35 Levantándose muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, Jesús salió y fue a un lugar solitario, y allí oraba. 36 Simón y sus compañeros salieron a buscar a Jesús. 37 Lo encontraron y le dijeron*: «Todos te buscan».

38 Jesús les respondió*: «Vamos a otro lugar, a los pueblos vecinos, para que Yo predique también allí, porque para eso he venido». 39 Y fue por toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando demonios.

Curación de un leproso

40 Un leproso vino* rogando a Jesús, y arrodillándose, le dijo: «Si quieres, puedes limpiarme». 41 Movido a compasión, extendiendo Jesús la mano, lo tocó y le dijo*: «Quiero; sé limpio».

42 Al instante la lepra lo dejó y quedó limpio. 43 Entonces Jesús lo despidió enseguida amonestándole severamente: 44 «Mira», le dijo*, «no digas nada a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que Moisés ordenó, para testimonio a ellos».

45 Pero él, en cuanto salió comenzó a proclamarlo abiertamente y a divulgar el hecho, a tal punto que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que se quedaba fuera en lugares despoblados; y venían a Él de todas partes.


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Ester 6

Mardoqueo honrado por el rey

6 Aquella noche el rey no podía dormir y dio orden que trajeran el libro de las Memorias, las crónicas, y que las leyeran delante del rey. Y fue hallado escrito lo que Mardoqueo había informado acerca de Bigtán y Teres, dos de los eunucos del rey, guardianes del umbral, de que ellos habían procurado echar mano al rey Asuero. Y el rey preguntó: «¿Qué honor o distinción se le ha dado a Mardoqueo por esto?». Respondieron los siervos del rey que le servían: «Nada se ha hecho por él». Entonces el rey preguntó: «¿Quién está en el atrio?». Y Amán acababa de entrar al atrio exterior del palacio del rey, para pedir al rey que hiciera ahorcar a Mardoqueo en la horca que él le había preparado.

Los siervos del rey le respondieron: «Amán está en el atrio». El rey dijo: «Que entre». Cuando Amán entró, el rey le preguntó: «¿Qué se debe hacer para el hombre a quien el rey quiere honrar?». Y Amán se dijo: «¿A quién desearía el rey honrar más que a mí?». Amán respondió al rey: «Para el hombre a quien el rey quiere honrar, que traigan un manto real con que se haya vestido el rey, y un caballo en el cual el rey haya montado y en cuya cabeza se haya colocado una diadema real; y el manto y el caballo sean entregados en mano de uno de los príncipes más nobles del rey, y vistan al hombre a quien el rey quiere honrar, lo lleven a caballo por la plaza de la ciudad y anuncien delante de él: “Así se hace al hombre a quien el rey quiere honrar”».

10 Entonces el rey dijo a Amán: «Toma presto el manto y el caballo como has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que está sentado a la puerta del rey. No omitas nada de todo lo que has dicho». 11 Y Amán tomó el manto y el caballo, vistió a Mardoqueo y lo llevó a caballo por la plaza de la ciudad, y anunció delante de él: «Así se hace al hombre a quien el rey quiere honrar».

12 Después Mardoqueo regresó a la puerta del rey, pero Amán se apresuró a volver a su casa, lamentándose, con la cabeza cubierta. 13 Y Amán contó a su mujer Zeres y a todos sus amigos todo lo que le había acontecido. Entonces sus sabios y su mujer Zeres le dijeron: «Si Mardoqueo, delante de quien has comenzado a caer, es de descendencia judía, no podrás con él, sino que ciertamente caerás delante de él». 14 Aún estaban hablando con él, cuando llegaron los eunucos del rey y llevaron aprisa a Amán al banquete que Ester había preparado.


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Romanos 1

Saludo

1 Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que Él ya había prometido por medio de Sus profetas en las Sagradas Escrituras. Es el mensaje acerca de Su Hijo, que nació de la descendencia de David según la carne, y que fue declarado Hijo de Dios con un acto de poder, conforme al Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos: nuestro Señor Jesucristo.

Es por medio de Él que hemos recibido la gracia y el apostolado para promover la obediencia a la fe entre todos los gentiles, por amor a Su nombre; entre los cuales están también ustedes, llamados de Jesucristo. A todos los amados de Dios que están en Roma, llamados a ser santos: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Deseos de Pablo de visitar a Roma

En primer lugar, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo por todos ustedes, porque por todo el mundo se habla de su fe. Pues Dios, a quien sirvo en mi espíritu en la predicación del evangelio de Su Hijo, me es testigo de cómo sin cesar hago mención de ustedes 10 siempre en mis oraciones, implorando que ahora, al fin, por la voluntad de Dios, logre ir a ustedes.

11 Porque anhelo verlos para impartirles algún don espiritual, a fin de que sean confirmados; 12 es decir, para que cuando esté entre ustedes nos confortemos mutuamente, cada uno por la fe del otro, tanto la de ustedes como la mía. 13 Y no quiero que ignoren, hermanos, que con frecuencia he hecho planes para ir a visitarlos, pero hasta ahora me he visto impedido, a fin de obtener algún fruto también entre ustedes, así como entre los demás gentiles.

14 Tengo obligación tanto para con los griegos como para con los bárbaros, para con los sabios como para con los ignorantes. 15 Así que, por mi parte, ansioso estoy de anunciar el evangelio también a ustedes que están en Roma.

Una definición del evangelio

16 Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree, del judío primeramente y también del griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

El hombre ha ignorado a Dios

18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad. 19 Pero lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. 20 Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa.

21 Pues aunque conocían a Dios, no lo honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. 22 Profesando ser sabios, se volvieron necios, 23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

La consecuente corrupción del hombre

24 Por lo cual Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos. 25 Porque ellos cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos. Amén.

26 Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza. 27 De la misma manera también los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío.

28 Y así como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen. 29 Están llenos de toda injusticia, maldad, avaricia y malicia, llenos de envidia, homicidios, pleitos, engaños, y malignidad. Son chismosos, 30 detractores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de lo malo, desobedientes a los padres, 31 sin entendimiento, indignos de confianza, sin amor, despiadados. 32 Ellos, aunque conocen el decreto de Dios que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también dan su aprobación a los que las practican.

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