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Génesis y el triage teológico

El conflicto aparente entre Génesis y la ciencia en realidad no es un conflicto entre la fe y la razón, sino más bien un conflicto entre corazones que reconocen a Dios y corazones que se rebelan a él. No hay nada en las enseñanzas centrales de los primeros capítulos de Génesis —ni el resto de la Escritura— que atente contra la razón ni esté en conflicto con las verdades reveladas por la ciencia.

En este episodio de Piensa aprenderemos que Génesis es importante. Muy importante. Este libro nos dice mucho acerca de Dios, la humanidad, y el universo en que vivimos. No habla solo acerca de cosas espirituales, sino que también relata cómo el universo físico llegó a existir.

Sin embargo, también es cierto que en Génesis hay espacio para el diálogo y el desacuerdo amoroso entre hermanos. No todo está tan claro como nos gustaría pensar.

TRANSCRIPCIÓN

“En la oscuridad empezaba a suceder algo por fin. Una voz había comenzado a cantar. Sonaba muy distante y a Digory le costaba mucho decidir de qué dirección provenía. En ocasiones parecía provenir de todas a la vez; otras veces casi creía que surgía de la tierra bajo sus pies, pues las notas bajas eran lo bastante graves como para ser la voz de la tierra misma. No había palabras. Apenas si existía una melodía. Sin embargo se trataba, sin comparación posible, del sonido más hermoso que había oído jamás. Resultaba tan hermoso que apenas podía soportarlo. […] En ese momento ocurrieron dos prodigios al mismo tiempo. Uno fue que a la voz se le unieron de repente otras voces; tantas que era imposible contarlas. Estaban en armonía con ella, pero situadas en un punto mucho más alto de la escala: voces frías, tintineantes y brillantes. El segundo prodigio fue que la oscuridad sobre sus cabezas se llenó, de improviso, de fulgurantes estrellas. Éstas no surgieron suavemente de una en una, como sucede en una tarde de verano, sino que, de una total oscuridad, se pasó a miles y miles de puntos de luz que se materializaron todos a la vez: estrellas individuales, constelaciones y planetas, más brillantes y grandes que los de nuestro mundo. No había nubes. Las nuevas estrellas y las nuevas voces nacieron justo al mismo tiempo, y si las hubieses visto y escuchado, como lo hizo Digory, te habrías sentido muy seguro de que eran las mismas estrellas las que cantaban, y de que fue la primera voz, la voz profunda, la que las había hecho aparecer y cantar”.

Hola a todos. Mi nombre es Ana Ávila. Soy química bióloga clínica y editora de temas de ciencia y fe en Coalición por el Evangelio. Esto es PIENSA.

En este pasaje de El sobrino del mago, el primer libro de Las Crónicas de Narnia, somos cautivados por la hermosa voz de Aslan creando un mundo entero de la nada. Después de la creación de las estrellas, la música del gran león cambió. Con una dulce melodía formó los árboles y la hierba; después, con una canción llena de energía, Aslan creó toda clase de animales fantásticos. 

A través de las palabras de su novela, C. S. Lewis nos transporta al primer capítulo de la Escritura, en el que la voz de Alguien incomparablemente sublime creó el universo entero de la nada.

“In the beginning God created the heavens and the earth…”.

“Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra…”

En 1989, Apolo 8 se convirtió en la primera misión espacial en abandonar la gravitación terrestre, alcanzar la Luna, y orbitarla. El 24 de diciembre de ese año, mientras la tripulación se acercaba al amanecer lunar, el astronauta Bill Anders anunció que tenían un mensaje para todos los escuchas en la Tierra:

“And the earth was without form, and void; and darkness was upon the face of the deep. And the Spirit of God moved upon the face of the waters. And God said, Let there be light: and there was light. And God saw the light, that it was good: and God divided the light from the darkness”.

Los astronautas a bordo del Apolo 8 fueron las primeras personas que fotografiaron el planeta entero desde el espacio. Ellos contemplaron la cara oculta de la luna con sus propios ojos y orbitaron nuestro satélite diez veces. James Lovell, piloto del módulo de comando, expresó “La gran soledad es impresionante y te hace darte cuenta de lo que tienes allá en la Tierra”.

¿Qué mejor forma de capturar este sentido de asombro para la multitud que esperaba escuchar acerca de su experiencia desde la tierra? Los primeros versos del capítulo de Génesis expresan la majestad de la creación de forma inigualable.

Resulta un poco irónico que el mismo pasaje que hace 50 años fue central en un momento histórico de la ciencia espacial, es ahora para muchos el principio de un cuento de hadas antiintelectual.

Cuando hablamos de la Biblia y su relación con la ciencia, los primeros capítulos de Génesis son una de las primeras cosas que vienen a nuestra mente. En este pasaje encontramos el registro divino del inicio del cosmos y los seres humanos. Es un inicio glorioso. Pero cualquiera puede darse cuenta de que difiere mucho del inicio que encontramos en nuestros libros de biología e historia.

¿Miles de millones de años o siete días de 24 horas? ¿Átomos organizados al azar o seres humanos creados a partir del barro de la tierra?

Las preguntas parecen bastante directas y tu respuesta determinará de qué lado estás. ¿A quién entregarás tu lealtad? La realidad, sin embargo, no es tan simple como parece.

El libro de Génesis es el principio de la revelación del Dios del universo para el hombre pecador. Es un lugar en el que encontramos muchas respuestas acerca de nuestro origen. Pero quizá no sean las respuestas que estábamos esperando.

Hay dos extremos en los que podemos caer fácilmente cuando hablamos del libro de Génesis y su relación con la ciencia moderna. El primero es el de menospreciar esta porción de la Escritura, reduciéndola a una especie de alegoría que solo es relevante en el plano espiritual. Es pensar que los primeros capítulos de la Biblia no tienen nada que decirnos acerca de el universo físico y nuestro origen como seres humanos. Por otro lado, podemos caer en el extremo de pensar que la manera exacta en que interpretamos cada detalle de los primeros capítulos de Génesis determinará cuán fieles somos en la lectura del resto de la Escritura e incluso revelará nuestra condición espiritual.

Génesis es importante. Muy importante. Este libro nos dice mucho acerca de Dios, la humanidad, y el universo en que vivimos. No habla solo acerca de cosas espirituales, sino que también relata cómo el universo físico llegó a existir.

Sin embargo, también es cierto que en Génesis hay espacio para el diálogo y el desacuerdo amoroso entre hermanos. No todo está tan claro como nos gustaría pensar.

Hay cosas que quizá nos parecen bastante obvias cuando leemos los primeros capítulos de la Biblia; sin embargo cuando empezamos a escuchar las perspectivas de otros hermanos podríamos sorprendernos de que posturas distintas podrían parecer igual de obvias. Por ejemplo, a pesar de que muchos podrían considerar obvio que la palabra “día” que encontramos repetida una y otra vez en Génesis 1 se refiere a días convencionales 24 horas, Agustín de Hipona, uno de los más grandes teólogos de la Iglesia (y que por cierto vivió en el siglo IV, mucho antes del advenimiento de la ciencia moderna) escribió que “ciertamente es una tarea ardua y extremadamente difícil arribar a lo que el escritor quiso decir con estos seis días, por más concentrada que esté nuestra atención y por más brillantes que sean nuestras mentes”. Agustín continúa diciendo que “no debemos tener ninguna duda de que [los días de Génesis] no son como ellos [o sea, los días de 24 horas], sino muy, muy diferentes”.

Estemos de acuerdo con Agustín o no, lo cierto es que a este teólogo le parecía muy obvio que los días de Génesis 1 no eran días convencionales de 24 horas. Eso debe hacernos bajar la marcha y considerar que personajes muy respetados en la historia de la Iglesia (y que no fueron influenciados por la ciencia moderna) tenían posturas distintas a la que podríamos pensar es la más común.

“La Biblia es un libro muy eficiente”, escribió Francis Schaeffer en su libro Genesis in Space and Time [Génesis en el espacio y tiempo]. “Necesitamos recordar su propósito: Es el mensaje de Dios para el hombre caído”. En su libro, Schaeffer nos explica que la Biblia no contiene absolutamente todo lo que podríamos saber acerca de un tema determinado. Por ejemplo, en las Escrituras encontramos la realidad del cielo, pero no nos ofrece todos los detalles acerca de cómo es y cómo seremos nosotros en la gloria. La Biblia menciona a los ángeles, pero no se enfoca demasiado en ellos. Y la Palabra también nos habla sobre la realidad de la creación del universo y de los seres humanos, pero su enfoque principal no está en todos los detalles que quizá nos gustaría conocer acerca de esta creación.

Esto no significa que no debemos tener convicciones firmes acerca de lo que Génesis nos enseña, sino que debemos aprender a discernir que existen verdades centrales que se enseñan claramente y verdades secundaria en las que puede haber desacuerdo. Es necesario estar dispuestos a escuchar posturas distintas a las nuestras, aprender de ellas y tal vez ser corregidos.

Pero ¿cómo podemos identificar aquellas doctrinas a las que debemos aferrarnos cueste lo que cueste de aquellas sobre las que podemos discutir y preservar la unidad entre hermanos a pesar del desacuerdo? Una de las formas es a través de lo que se conoce como “triage teológico”. Este concepto fue introducido por el teólogo Albert Mohler, presidente del Southern Baptist Theological Seminary. El triage es un método de clasificación utilizado en las emergencias médicas y desastres naturales para identificar qué condiciones requieren de atención inmediata y cuáles pueden ser atendidas después. Mohler explica que “La misma disciplina que da orden a la agitada arena de la sala de emergencias también puede ofrecer una gran ayuda a los cristianos que defienden la verdad en la era actual”. Aplicado a la teología, el triage nos ayuda a identificar cuáles doctrinas son esenciales para el evangelio y la integridad de nuestra fe y cuáles doctrinas no. Por supuesto, esto no significa que solo algunas doctrinas bíblicas sean importantes. Mohler advierte que el triage no implica que los cristianos deben tomar algunas doctrinas con poca seriedad, sino más bien que “no hay doctrinas insignificantes reveladas en la Biblia, pero hay un fundamento esencial de la verdad que sustenta todo el sistema de la verdad bíblica”.

En su libro Finding the Right Hills to Die On [Encontrando las colinas correctas para morir], el teólogo Gavin Ortlund nos ayuda a pensar con más de claridad en cómo podemos evaluar la importancia de distintas doctrinas de la Escritura para determinar cuáles batallas teológicas vale la pena tener y en cuáles podemos estar más abiertos a la colaboración incluso cuando no llegamos a un acuerdo. Ortlund comparte el siguiente sistema de triage teológico:

  1. Las doctrinas de primer rango —aquellas por las que vale la pena pelear— son las doctrinas que son esenciales para el evangelio. Sin ellas, el evangelio se pierde o se ve severamente comprometido. Un ejemplo de doctrina de primer rango es la Trinidad.
  2. Las doctrinas de segundo rango —aquellas doctrinas complejas que demandan mucha sabiduría y balance— son doctrinas que no son esenciales pero sí son urgentes para la salud y la práctica de la Iglesia. Este tipo de doctrinas no son esenciales pero son lo suficientemente importantes para justificar división al nivel de iglesia local, denominación y a veces ministerio. Un ejemplo es el rol de la mujer en el hogar y la iglesia.
  3. Después tenemos las doctrinas de tercer rango; doctrinas que son importantes pero no deberían dividirnos en ningún nivel. Aquí encontramos el tema de los días de la creación.
  4. Finalmente, las doctrinas de cuarto rango son aquellas que no son importantes para la predicación del evangelio ni la colaboración ministerial, como el uso de ciertos instrumentos durante la adoración.

El triage teológico es tanto una ciencia como un arte. Hay preguntas específicas que nos podemos hacer para evaluar la importancia de una doctrina (¿Qué tan clara es la Biblia respecto a esta enseñanza? ¿Cómo afecta el evangelio tomar una postura u otra? O, ¿cuál ha sido la postura histórica de la Iglesia respecto a este asunto?, por ejemplo). Con todo, algunas veces es difícil determinar exactamente qué rango asignar a una doctrina u otra. Es inevitable que incluso a la hora de clasificar existan desacuerdos.

Pero a pesar de que a veces puede ser difícil navegar esta realidad del desacuerdo entre creyentes, es importante que lo hagamos. Si no, nos estamos perdiendo de mucho. Estamos gastando energía discutiendo acerca de doctrinas de tercer orden como si fueran doctrinas de primer orden, invirtiendo mucho más tiempo y recursos explicándoles a nuestros hermanos por qué están equivocados que en compartir las verdades centrales del mensaje del evangelio con aquellos que todavía no lo han escuchado. En el mejor de los casos dejamos de colaborar con aquellos que no piensan exactamente igual que nosotros y en el peor de los casos cuestionamos lo genuino de su fe.

Por supuesto, esto no significa que no debemos invertir tiempo discutiendo acerca de asuntos doctrinales secundarios y terciarios. Como hemos dicho, toda verdad de la Escritura es importante y debe ser atesorada. Sin embargo, sí es crucial identificar aquellos lugares en los que puede existir un desacuerdo (y desafortunadamente siempre habrá desacuerdo de este lado de la eternidad) para poder seguir colaborando con y aprendiendo de nuestros hermanos y hermanas que no tienen exactamente la misma postura que nosotros respecto a cada enseñanza doctrinal.

El triage teológico no es una manera de minimizar la importancia de ciertas doctrinas. Es más bien, como escribió el teólogo Samuel Emadi, “una manera de poder decir que todas las doctrina son importantes, pero algunas son más importantes que otras”.

Los cristianos sabemos que la verdad, aquello que corresponde con la realidad, es una sola. Pero también reconocemos que nuestra capacidad de comprender esta realidad es limitada. Algunas doctrinas han sido reveladas de manera innegable en la Escritura, mientras que otras están un poco borrosas de este lado de la eternidad. Es importante que reconozcamos esta realidad, así como la posibilidad de que estemos equivocados en ciertos aspectos de la interpretación de la revelación. De otra manera, el diálogo será imposible. Recordemos que nuestro Señor nos ha llamado a la unidad, incluso en medio de la diversidad. Sostengamos convicciones firmes en aquellas cosas que la Escritura revela claramente, y tengamos discusiones fructíferas en aquellas cosas en las que hay espacio para el diálogo y desacuerdo.

Entonces, si en Génesis encontramos muchas enseñanzas acerca de Dios, el hombre y el universo en que vivimos… ¿cuáles de estas doctrinas debemos sostener con firmeza para no comprometer la integridad del evangelio?

En su artículo Una teología de la creación en doce puntos, el teólogo Donald Carson nos ayuda. Él reflexiona en una pregunta importante que Schaffer hace en su libro sobre Génesis: ¿Qué es lo mínimo sobre lo que debemos estar seguros, claros, para que el resto de la Biblia sea coherente y verdadera?

Según Carson, estas son las cosas que debemos enfatizar cuando hablamos de los primeros capítulos de Génesis, las cosas menos negociables de esta sección de la Escritura.

1) Dios está primero: “Dios, en el principio”. Dios no depende de su creación. Él estuvo antes de que el universo existiera.

2) Dios habla: Dios no está callado, sino que desde el principio trajo al mundo a existencia con su voz. A lo largo de la Escritura, Dios sigue revelándose de manera que los humanos puedan entender.

3) Dios lo hizo todo: Dios no es parte de la creación, sino que es el Hacedor de la misma. 

4) Dios es bueno e hizo todo bueno: No hay un lado bueno y un lado malo en competencia. Dios se relaciona con el bien y el mal de manera asimétrica. El mal siempre tiene causalidades secundarias (como la serpiente).

5) Los hombres somos responsables: Dios nos hizo y le debemos rendir cuentas a Él.

6) Dios es complejo: Aunque la trinidad no se ve de manera completa en Génesis, sí vemos pistas de la misma, cuando Dios dice “hagamos al hombre a Nuestra imagen”.

7) La creación de los hombres: Los seres humanos de un modo somos igual que el resto de la creación (somos polvo), y de otra manera somos únicos (imagen de Dios).

8) Los hombres son mayordomos de la creación: Dios puso la tierra bajo el dominio del hombre para que él la administrara.

9) Unidad y distinción entre el hombre y la mujer: Hombre y mujer son hechos a imagen de Dios, pero de forma binaria. Iguales en dignidad pero distintos entre sí.

10) La creación espera ser restaurada: El orden creado se sujeta a muerte y deterioro… ahora gime esperando la glorificación de los creyentes.

11) El día de reposo: Dios descansa y después (en el decálogo) aprendemos que Él nos llama a descansar.

12) La gloria de Dios en lo creado: La Biblia enfatiza que la creación testifica acerca de Dios, y esto inicia en la creación.

Carson reconoce que esta lista no es exhaustiva, sin embargo, estas doce verdades son un lugar excelente para empezar a pensar en las cosas más importantes que Génesis tiene para nosotros y que se desarrollan en el resto de las Escrituras. Aunque cuando hablamos de los primeros capítulos de la Escritura nuestra mente suele ir directamente a temas como los días de la creación, la edad del universo, y más, ese no es el realidad el enfoque principal del autor de estos capítulos.

Todos los cristianos afirmamos que los primeros capítulos de Génesis son historia. Narran algo que realmente sucedió. El Dios del universo habló y el universo fue creado de la nada. Los seres humanos fueron formados a Su imagen. Adán y Eva pecaron y cayeron. En lo que los creyentes discrepan es en la manera en que esa historia real fue registrada. Ortlund nos advierte que “las descripciones poéticas de David acerca de la salvación en el salmo 18, la canción de Débora y Barac en Jueces 5 y las visiones apocalípticas de Juan en Apocalipsis están todas relacionadas con eventos que suceden en la historia. Pero sería hermenéuticamente descuidado leer estos pasajes de la misma manera en que leemos, por ejemplo, los Evangelios, que son ampliamente considerados como biografía antigua”.

En los siguientes episodios de PIENSA estaremos explorando la doctrina terciaria de los días de la creación, su relación con la ciencia, y cuál ha sido la postura de diferentes creyentes a lo largo de la historia de la iglesia.

“And God said, Let the waters under the heavens be gathered together unto one place, and let the dry land appear: and it was so. And God called the dry land Earth; and the gathering together of the waters called he Seas: and God saw that it was good. And from the crew of Apollo 8, we close with good night, good luck, a Merry Christmas —and God bless all of you, all of you on the good Earth.”

Lo único que podía capturar el asombro de la tripulación de Apolo 8 fueron las palabras de la Escritura, un Dios poderoso creando un universo maravillosamente bueno con su voz.

Pero no todos estuvieron alegres por el mensaje que llegó a la Tierra desde la órbita lunar. Madalyn Murray O’Hair, fundadora de American Atheists [Ateos estadounidenses] demandó al gobierno de los Estados Unidos, alegando que la lectura de Génesis violaba la primera enmienda.

Esto nos recuerda que el conflicto aparente entre Génesis y la ciencia en realidad no es un conflicto entre la fe y la razón, sino más bien un conflicto entre corazones que reconocen a Dios y corazones que se revelan a él. No hay nada en las enseñanzas centrales de los primeros capítulos de Génesis —ni el resto de la Escritura— que atente contra la razón ni esté en conflicto con las verdades reveladas por la ciencia.

Estamos aquí porque Alguien estuvo aquí antes que nosotros.

“En el principio, Dios”.

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