Reflexiones

¿Qué tamaño tiene el Dios en el cual hemos Creído?

“Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, Él dijo, estos cuarenta y cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar. Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará contigo, y los echaré, como Jehová ha dicho. (Josué 14:10-12)”

Tal vez en estos tiempos agitados que vive la humanidad, nos hemos sentido cansados por los acontecimientos que han estado sucediendo últimamente o quizás nos preocupamos por todos los problemas que afectan a nuestra sociedad y todo esto se conjuga en forma escalonada hasta llegar a un caos total, lo que se traduce en cada uno de nosotros en un agotamiento que va más allá de lo físico y que nos lleva a ser personas apáticas, amargadas e incluso con falta de fe.

La Biblia en el libro de Josué nos habla sobre un guerrero llamado Caleb y en esta historia bíblica podemos ver que este valiente caudillo junto a Josué y 10 israelitas más, participaron en una incursión militar en la tierra que Dios les había prometido, bajo las órdenes de Moisés.

Caleb muchos años después y al momento de participar en la conquista de la tierra prometida ya alcanzaba la edad de 85 años, pero en esta narrativa él demuestra que aún no había perdido su vigor, ni sus ansias de conquista en pos de esta tierra y si nos damos cuenta, a diferencia de muchos de nosotros, Caleb no se valió de excusas para librarse de lo que Dios había ordenado ni tampoco manifestó:

  • Es que soy muy joven.
  • Es que soy muy anciano.
  • Es que no tengo dinero para emprender.
  • Es que no tengo fuerzas para empezar algo nuevo.

Cuando nos llenamos de excusas en nuestras mentes, empezamos poco a poco a alimentar una serie de gigantes que van creciendo en la medida que vamos perdiendo nuestra fe en nosotros y en nuestro Dios. La pregunta que quizás deberíamos hacernos cada uno de nosotros es: ¿Existe algún gigante en nuestras vidas?

Caleb fue uno de los 12 espías que Moisés envió a incursionar la tierra prometida.
Cuenta esta narrativa bíblica que de los 12 espías que envió Moisés, 10 regresaron desalentados al campamento, pero Josué y Caleb dijeron: ¡¡Si, hay gigantes, vamos a poseerlos en el nombre de Dios!!

Ahora el valiente Caleb a sus 85 años recuerda la promesa de conquistar la tierra prometida que Dios le había dado 45 años atrás.

¿Y ustedes, mis hermanos, han recordado alguna promesa que Dios les haya dado?

Caleb manifiesta que él aún tenía las mismas fuerzas que cuando tenía 45 años. Así que si nuestro Señor nos ha entregado una promesa, no perdamos las esperanzas ni la fe, pues esta llegará en el tiempo que Dios determine su cumplimiento y si ya llegó el momento, nuestro Dios nos dará las fuerzas necesarias como lo hizo con Caleb para que tomemos posesión de ella y lo que debemos entender es que hasta que no tomemos la promesa que Dios nos ha dado, no es nuestra, por lo tanto, animémonos a tomar las promesas que Dios nos da.

¿Caleb vio a los gigantes?

Y la respuesta es; si tal vez los vio, pero Josué y Caleb solo creyeron en la promesa que Dios les había dado y no les importó si en esa tierra por conquistar había gigantes o no, Josué y Caleb solo vieron a su Señor como su escudo protector. Cuando imitamos a estos valientes hombres y le obedecemos a nuestro Dios, podemos ver que también cambiarán nuestras perspectivas en nuestras vidas y podremos ver las situaciones de una manera distintas. Por lo tanto, ante cualquier gigante que se levante en nuestra contra, tengamos la plena seguridad que nuestro Dios es más grande y poderoso, porque Él peleará junto a nosotros nuestras batallas y nos dará la victoria que esperamos.

No sé cuál sea la situación por la cual están pasando en estos momentos, tal vez puede ser problemas de salud o una enfermedad incurable para la medicina o alguna dificultad financiera etc. Pero si estas situaciones se han transformado en un feroz gigante con el que llevamos años peleando y que no hemos parado de clamar en busca de una respuesta, debemos entender que nuestro Señor, por alguna razón, aún no nos ha dado una respuesta, por lo tanto, no bajemos nuestros brazos ni perdamos nuestra fe, ya que si nos damos por vencidos, solo lograremos agrandar el obstáculo que nos impide obtener nuestra victoria y se nos hará imposible de superar, pero como hijos de Dios tengamos la plena confianza de que para el Señor no existe nada que Él no pueda hacer.

Por lo tanto, mis queridos hermanos, si ya llevamos mucho tiempo sintiendo que no podemos vencer a ese gigante, animémonos y tomemos esa posesión que Dios ya nos entregó en nuestras manos. Pero veamos cómo terminó este fiel guerrero del Señor y el libro de Josué nos revela el ocaso de este fiel guerrero de Dios:

“Por tanto, Hebrón vino a ser heredad de Caleb hijo de Jefone cenezeo, hasta hoy, por cuanto había seguido cumplidamente a Jehová Dios de Israel. (Josué 14:14)”

Otra traducción de la Escritura dice:

"Por cuanto había sido fiel al Señor, Caleb, sin importar el tiempo, sabía que Dios le iba a cumplir la promesa que ke había dado y le renovó sus fuerzas. Vamos a pelear, pero hay uno con la fuerza para vencer gigantes”

A la luz de estos relatos bíblicos podemos levantar nuestros rostros y decir cómo dijo el rey David al momento de escribir el siguiente Salmos:

“En Dios haremos proezas, y Él hollará a nuestros enemigos. (Salmos 60:12)”

Como Sus hijos nos toca enfrentar esta batalla de la vida, creyendo que nuestro Dios nos ha dado la promesa de vencer y no habrá gigantes que puedan vencer a nuestro Dios. Caleb creyó en el poderoso Dios de Israel y este guerrero no era distinto a nosotros, y el libro de Números nos dice:

“Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión. (Números 14:24)”

Caleb sabía que podía ir y poseer la tierra prometida, pero dice la Escritura que él tenía otro espíritu y ahí entendemos que era el Espíritu Santo de Dios, ese mismo Espíritu que está en cada uno de Sus hijos, que se derrama y nos llena con la fortaleza necesaria para que podamos enfrentar a cualquier gigante que se nos interponga por delante, porque no hay gigante como el Señor nuestro Dios.

𝑸𝒖𝒆 nuestro Dios añada bendición a esta reflexión.

Que Dios te cuide y bendiga rica y abundantemente, junto a tus seres queridos y anúnciale al mundo, que nuestro Señor Jesucristo vive y espera con Sus manos amorosas por el que quiera conocerle.


FRANKLIN MIRABAL, es miembro líder de la Iglesia Asamblea de Dios Central en la ciudad de Higüey, República Dominicana.

Acerca del Autor

0.00 avg. rating (0% score) - 0 votes
Mostrar Más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Back to top button
18405