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Cómo la “parábola de los dos hijos” confronta nuestras vidas

La hipocresía era un pecado evidente de los líderes religiosos del primer siglo y del cual la iglesia hoy no se encuentra totalmente libre. Por eso Jesús, con Su perfección y autoridad divina, tomó el tiempo para dejarnos lecciones imprescindibles por medio de Sus parábolas para aprender a hacer la voluntad de Dios sin fingimientos.

El Evangelio de Mateo narra que durante la semana de Su pasión, nuestro Señor intervino en diferentes escenarios en Jerusalén: echó del templo a los mercaderes, sanó a algunos enfermos y dedicó tiempo a enseñar (21:23).

Mientras presenciaban escandalizados algunas de estas acciones de Jesús, los sacerdotes y los ancianos del pueblo le preguntaron con qué autoridad hacía esas cosas. Él les respondió con una interrogante sobre el origen del bautismo de Juan, que ellos no pudieron resolver, y por eso les dijo: «Tampoco Yo les diré con qué autoridad hago estas cosas» (v. 27). Puesto que el Maestro tenía lecciones oportunas para ese momento, continuó narrando tres parábolas consecutivas. Aquí reflexionaremos en la primera de ellas.

La parábola de los dos hijos

Un hombre tenía dos hijos, y llegándose al primero, le dijo: «Hijo, ve, trabaja hoy en la viña». Y él respondió: «No quiero»; pero después, arrepentido, fue. Llegándose al otro, le dijo lo mismo; y este respondió: «Yo iré, señor»; pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? «El primero», respondieron ellos (Mt 21:28-31).

Esta parábola habla del comportamiento opuesto de dos hijos y cada uno representa a uno de dos grupos que estaban frente a Jesús en ese momento. El primer hijo —que representa a los pecadores— tuvo una actitud desafiante ante su padre que le ordenó ir a trabajar en la viña, pero al final se arrepintió y obedeció. Por eso los oyentes concluyeron que este había hecho la voluntad de su padre. El segundo —que representa a los religiosos judíos— mintió, ya que se comprometió a ir a trabajar, pero no cumplió.

Después de contar la parábola, Jesús hizo una declaración aún más escandalosa para los líderes religiosos:

En verdad les digo que los recaudadores de impuestos y las rameras entran en el reino de Dios antes que ustedes. Porque Juan vino a ustedes en camino de justicia y no le creyeron, pero los recaudadores de impuestos y las rameras le creyeron; y ustedes, viendo esto, ni siquiera se arrepintieron después para creerle (Mt 21:32).

Como leemos, Jesús explica el significado de la parábola al hablar de otros temas claves del cristianismo que nos permiten comprender su propósito y significado.

3 verdades que esta parábola nos enseña

Veamos cada verdad por separado, para luego ver su significado en conjunto.

Los pecadores creyeron a Juan, pero los religiosos judíos no.

Porque Juan vino a ustedes en camino de justicia y no le creyeron, pero los recaudadores de impuestos y las rameras le creyeron… (v. 32a, énfasis añadido).

Jesús acusó a los líderes judíos de incrédulos ante el mensaje de Juan el Bautista. Aquí hay una pregunta cuya respuesta nos ayudará a conocer el papel de Juan respecto a los religiosos judíos: ¿Qué mensaje predicó Juan a los líderes judíos y en qué momento?

Mateo 3 registra una respuesta clara a esta pregunta:

  • El mensaje de Juan el Bautista: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado» (v. 2; Jesús predicó el mismo mensaje, cp. Mt 4:17).
  • El alcance del mensaje: «Jerusalén, toda Judea y toda la región alrededor del Jordán, acudían a él, y confesando sus pecados, eran bautizados por Juan en el río Jordán» (vv. 5-6).
  • La respuesta de los religiosos judíos al mensaje de Juan: «Pero cuando vio que muchos de los fariseos y saduceos venían para el bautismo, les dijo: “¡Camada de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira que está al venir? Por tanto, den frutos dignos de arrepentimiento”» (vv. 7-8).

Algunos líderes religiosos judíos escucharon el mensaje de Juan en el río Jordán, muy probablemente desde el inicio de su ministerio, pero respondieron de la manera habitual —con hipocresía—, ya que ellos creían que al cumplir con el ritual del bautismo alcanzarían la salvación. Por eso Juan los llamó a arrepentirse de sus pecados y a que dieran fruto genuino de ese arrepentimiento. Sin embargo, los religiosos judíos no creyeron al mensaje de Juan ni hubo arrepentimiento o fruto en sus vidas.

Verdad #1 para nosotros:

El llamado al arrepentimiento de Juan el Bautista sigue vigente y Jesús lo ratificó para que creamos en Él y hagamos la voluntad de Dios al dar fruto de un arrepentimiento genuino.

Los pecadores se arrepintieron, pero los religiosos judíos no.

Y él [el primer hijo] respondió: «No quiero»; pero después, arrepentido, fue (v. 29, énfasis añadido).
…ustedes, viendo esto, ni siquiera se arrepintieron después para creerle (v. 32b, énfasis añadido).

Jesús llama la atención de los líderes religiosos y los acusa de que no se arrepintieron al ver la obra transformadora de Dios en la vida de los pecadores por el mensaje que Juan predicó.

Dios sigue llamando y transformando a pecadores; el poder regenerador del evangelio llama a los creyentes a hacer la voluntad de Dios al dejar todo resabio de hipocresía

 

La palabra que Mateo registra aquí para «arrepintieron» tiene la idea de que no «sintieron pesar» por sus pecados ni buscaron a Dios para que transformara sus vidas al ver que los pecadores creyeron, lo cual era evidente en público y servía como ejemplo.

Verdad #2 para nosotros:

Dios sigue llamando y transformando a pecadores; el poder regenerador del evangelio llama a los creyentes a hacer la voluntad de Dios al dejar todo resabio de hipocresía.

Los pecadores arrepentidos entran en el reino de Dios, pero los religiosos hipócritas no.

Jesús les dijo: «En verdad les digo que los recaudadores de impuestos y las rameras entran en el reino de Dios antes que ustedes…» (v. 31).

Nuestro Señor condenó con vehemencia la hipocresía porque es un pecado grave que trae consecuencias eternas. Si una persona que escucha el mensaje del evangelio no responde con fe y arrepentimiento genuinos es imposible que entre en el reino de Dios, lo cual significa que esa persona no es salva.

La frase «los recaudadores de impuestos y las rameras entran… antes que ustedes» no se refiere a un sentido ordinal en el que hay un grupo que entra primero en el reino de Dios (los pecadores arrepentidos) y luego otro (los escribas y los fariseos). Más bien se refiere al hecho de que los pecadores entrarían al reino de Dios, al tener una fe fructífera, mientras que los incrédulos religiosos estaban condenados, a menos que creyeran en el evangelio y se arrepintieran de sus pecados al dejar su estilo de vida hipócrita.

Verdad #3 para nosotros:

El mensaje de Jesús revela que por su hipocresía un falso creyente sigue bajo condenación, pero todo ciudadano del reino de Dios busca vivir bajo la voluntad del Rey.

El significado central de la parábola

Como mencioné, Jesús narró tres parábolas en este contexto y cada una de ellas señala un aspecto de la manera en que Dios obra en la salvación de la humanidad. El significado central de la parábola de los dos hijos es, entonces, que Dios salva a los pecadores que creen en el evangelio —quienes dan fruto de arrepentimiento genuino al hacer la voluntad del Padre—, pero desecha a los que viven en hipocresía, que se creen justos y que piensan que por sus obras serán salvos (cp. Ef 2:8-10).

Nuestro Señor condenó con vehemencia la hipocresía porque es un pecado grave que trae consecuencias eternas

 

Puede que para nosotros esta sea una verdad conocida y que a algunos les suene trillada. Sin embargo, debemos meditar en esto de tal manera que veamos cómo confronta nuestras vidas, pues necesitamos vivir reconociendo esta realidad. No olvidemos que para la generación que escuchó a Jesús se trató de una declaración reveladora e impactante y para nosotros sigue siendo una verdad crucial sobre el evangelio, ya que los líderes usaron la religión para exaltar su piedad aparente y así evitaban que otros conocieran el mensaje verdadero de salvación (Mt 23:315).

La parábola de los dos hijos es un recordatorio de que el mensaje del evangelio nos llama constantemente al arrepentimiento genuino y a tomarnos en serio el compromiso de hacer la voluntad de Dios.


Nimrod López Noj posee una licenciatura en teología y estudios de maestría en Biblia del Seminario Teológico Centroamericano (SETECA) en Guatemala. Es profesor en el Instituto Bíblico Bautista de Ecuador y editor en Coalición por el Evangelio. Vive en Ecuador con su esposa Jeanine y su bebé.

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