Reflexiones

Reír ante la promesa de Dios

Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo (Génesis 18:13-14).

De forma dramática, Dios se apareció a Abraham junto a las encinas de Mamre (Génesis 18:1). A medida que se desarrolla la historia, vemos que de las tres personas que visitaron a Abraham, dos eran seres angélicos con apariencia humana que se dirigieron a la ciudad de Sodoma. El tercero era el Señor mismo.

Reír ante la promesa de Dios

Una de las razones por las que Dios hizo una aparición especial fue para decirle a Abraham que la promesa que tanto había esperado pronto se cumpliría. En aproximadamente un año, Abraham y Sara tendrían un hijo (Génesis 18:10). Sara estaba escuchando la conversación entre Jehová y Abraham, y al oír esta buena noticia, se echó a reír (Génesis 18:12). Ella sabía que hacía tiempo había pasado la época de tener hijos, y le parecía demasiado bueno para ser verdad que Dios obrara semejante milagro, haciéndola capaz de concebir.

La risa de Sara fue silenciosa. Génesis 18:12 dice que ella “se rio entre sí”. Sin embargo, Dios la oyó y le preguntó a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara? Dios conoce nuestros pensamientos y acciones interiores, aunque estén ocultos a los demás. Sara, con temor, negó haberse reído (Génesis 18:15), pero Dios sabía la verdad. Nuestra manera de vivir podría ser muy diferente si recordáramos que Dios escucha y conoce todo lo que pensamos y decimos.

Me pregunto cuál fue la reacción inmediata de Abraham cuando oyó que Dios le preguntó “¿por qué se ha reído Sara?”. ¿Pensaría Abraham: “Oh no, ahora Dios nos retirará su promesa de darnos un hijo. No respondimos a su promesa con una fe fuerte, así que la retirará”?

Sin embargo, eso no fue lo que ocurrió. En lugar de eso, Dios confirmó la promesa diciendo: “Al tiempo señalado volveré a ti”. Cuando Sara se rio de la promesa que Dios le había dado, Él no se retractó. En cambio, Dios trató con su pecado de incredulidad sin retirar la promesa. La fe imperfecta de Sara no la descalificó de recibir la buena promesa de Dios. Estamos agradecidos por lo que dice 2 Timoteo 2:13: Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo.

Al confirmar su promesa, Dios dio a los creyentes un principio perdurable: ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? A través de Abraham y Sara, Dios demostraría que nada es demasiado difícil para Él, y que puede triunfar incluso sobre la débil fe de su pueblo.

Alguien puede reírse de la promesa de Dios porque la considera ridícula, o porque parece demasiado buena para ser verdad. La risa de Sara parece ser del segundo tipo, pero Dios nos asegura a todos que nada es demasiado difícil para el Señor. Descansa en las promesas de Dios, incluso en la mejor de esas promesas.

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