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Lectura de Hoy

26-06-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Deuteronomio 31

Reflexionemos por un momento en las maneras muy diversas que Dios proveyó a Israel para ayudarles a recordar lo que había hecho para liberarlos y el carácter de la alianza que se habían comprometido obedecer.

Estaba el propio tabernáculo (más tarde el templo), con sus reglas y fiestas cuidadosamente prescritas: la alianza no era un sistema filosófico abstracto sino que se materializaba mediante ciertos rituales religiosos celebrados con regularidad. La nación se había constituido de tal manera que los Levitas estaban repartidos entre las demás tribus y les correspondía a ellos la tarea de enseñar la Ley a todo el pueblo. Las tres fiestas principales estaban diseñadas de tal manera que servían para reunir al pueblo en el tabernáculo central o en el templo, donde tanto los ritos como la lectura de la ley constituían un recordatorio muy poderoso (Deuteronomio 31:11). De vez en cuando, Dios enviaba a jueces y a profetas, a quienes él había revestido de poder, para llamar al pueblo a un compromiso renovado con la alianza. A las familias se les enseñaba con empeño cómo transmitir a sus niños la historia heredada, de modo que las generaciones, que jamás hubiesen visto ninguna manifestación del poder de Dios cuando el Éxodo, se instruyesen no obstante acerca de ello, y lo reclamasen como suyo. Además, las bendiciones de Dios fluirían de la obediencia, mientras la desobediencia conllevaría los juicios de Dios, por lo cual las circunstancias reales de la comunidad tenían como propósito inducir la reflexión y el autoexamen. Se establecía una legislación que fomentase una consciencia de separación por parte de la nación naciente con respecto a las demás naciones, irguiéndose ciertas barreras que impidiesen al pueblo dejarse contaminar con facilidad por las prácticas paganas que le rodeaba. A través de acontecimientos singulares –como los gritos antifonales en los montes de Gerizim y Ebal al entrar a tomar posesión de la tierra (ver la meditación del 22 de Junio)– se pretendía inculcar, en la memoria colectiva del pueblo, la fidelidad a la alianza.

Pero aquí se añade una disposición más. Al saber Dios que, tarde o temprano, el pueblo acabaría por rebelarse, manda a Moisés escribir un cántico de tanta fuerza y contenido que se convertirá en un tesoro nacional –y que sería un testimonio cantado contra ellos mismos (31:19-22)–. Alguien ha dicho, “Dejadme escribir los cánticos de la nación, y poco me importa quién escribe las leyes”. Se trata de un aforismo algo exagerado, por supuesto, pero contiene gran perspicacia. Este será el propósito del siguiente capítulo, Deuteronomio 32. Los israelitas aprenderán que, por así decirlo, su propio himno nacional será lo que les condenará si desoyen todas las demás llamadas a recordar y a obedecer.

¿Cuáles son las disposiciones, tanto en las Escrituras como en la historia, que Dios ha puesto al alcance de los herederos de la nueva alianza para que recordemos y obedezcamos? Reflexionemos en ellos. ¿Cómo los estamos utilizando? Entre los cánticos que cantamos, ¿Cuáles son los cánticos que nos ayudan a poner en práctica este principio, que instruyen al pueblo de Dios en asuntos realmente sustanciosos y que van más allá del mero sentimentalismo?.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Isaías 58
Cómo nos engañamos los humanos a nosotros mismos cuando se trata de asuntos religiosos. Existen tantas cosas que comienzan siendo incentivos al arrepentimiento y a la piedad, y que acaban volviéndose ídolos mezquinos… Lo que empieza como una ayuda hacia la santidad, termina siendo la triple trampa del legalismo, la autojustificación y la superstición. Así ocurrió con la serpiente de bronce en el desierto. Aunque Dios ordenó hacerla y utilizarla (Números 21:4-9), se convirtió más adelante en semejante sinsentido religioso de modo que Ezequías la destruyó (2 Reyes 18:4).

Así ocurre algunas veces con otras formas de observancia religiosa o disciplina espiritual. Uno puede empezar a “llevar un diario” con el mejor de los propósitos y buenas razones, como disciplina que fomente la honestidad y el examen de conciencia, pero ello puede degenerar en la triple trampa: lo establecemos de tal forma como la prueba más clara de crecimiento personal y lealtad a Cristo que miramos con desprecio a aquellos que no se comprometen con la misma disciplina, y nos felicitamos cada día que mantenemos la práctica (legalismo); empezamos a creer que solo los santos más maduros mantienen diarios espirituales, por lo que reunimos los requisitos, y sabemos bien quién no lo hace (autojustificación, santurronería); (c) empezamos a creer que existe algo en el acto en sí, o en el papel, o en la escritura, que es un medio de gracia necesario, un canal especial de placer o verdad divinos (superstición). Ese es el momento de tirar nuestro diario a la basura.

Claramente, el ayuno puede convertirse en una trampa parecida. Los cinco primeros versículos de Isaías 58 ponen de manifiesto y condenan el tipo erróneo de ayuno, mientras los versículos 6-12 describen el que agrada a Dios. El primero está relacionado con la hipocresía. Las personas lo practican, pero riñen con sus familiares (58:4). Ayunan, pero no dejan de explotar a sus trabajadores (58:3b). Estas personas religiosas se inquietan. Dicen: “¿Para qué ayunamos, si él no lo tiene en cuenta?” (58:3). Superficialmente, parecen tener hambre de Dios y sus caminos (58:2). La verdad es que están empezando a tratar el ayuno como si fuese un poco mágico: como he ayunado, Dios tiene que bendecirme. Esta forma de pensar es terriblemente triste y malvada.

Como contraste, el ayuno que agrada al Señor está marcado por un arrepentimiento genuino (58:6-12). No solo se aparta de la autoindulgencia, sino que comparte con los pobres de forma activa (58:7), y se esfuerza en “desatar las correas del yugo”, en “poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura” (58:6), en renunciar a una “lengua maliciosa” (58:9). Este es el ayuno que recibe la bendición de Dios (58:8-12).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Deuteronomio 31
Josué sucesor de Moisés
31 Entonces Moisés fue y habló estas palabras a todo Israel, y les dijo: «Hoy tengo 120 años; ya no puedo ir ni venir, y el SEÑOR me ha dicho: “No pasarás este Jordán”. El SEÑOR tu Dios pasará delante de ti. Él destruirá estas naciones delante de ti y las desalojarás. Josué es el que pasará delante de ti, tal como el SEÑOR ha dicho. El SEÑOR hará con ellos como hizo con Sehón y con Og, reyes de los amorreos, y con su tierra cuando Él los destruyó. Y el SEÑOR los entregará delante de ustedes y harán con ellos conforme a los mandamientos que les he ordenado. Sean firmes y valientes, no teman ni se aterroricen ante ellos, porque el SEÑOR tu Dios es el que va contigo; no te dejará ni te desamparará». Entonces Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo Israel: «Sé firme y valiente, porque tú entrarás con este pueblo en la tierra que el SEÑOR ha jurado a sus padres que les daría, y se la darás en heredad. El SEÑOR irá delante de ti; Él estará contigo, no te dejará ni te desamparará; no temas ni te acobardes».

Últimas disposiciones de Moisés

Moisés escribió esta ley y la dio a los sacerdotes, hijos de Leví, que llevaban el arca del pacto del SEÑOR, y a todos los ancianos de Israel. 10 Entonces Moisés les ordenó: «Al fin de cada siete años, durante el tiempo del año de la remisión de deudas, en la Fiesta de los Tabernáculos, 11 cuando todo Israel venga a presentarse delante del SEÑOR tu Dios en el lugar que Él escoja, leerás esta ley delante de todo Israel, a oídos de ellos. 12 Congrega al pueblo, hombres, mujeres y niños, y al extranjero que está en tu ciudad, para que escuchen, aprendan a temer al SEÑOR tu Dios, y cuiden de observar todas las palabras de esta ley. 13 Y sus hijos, que no la conocen, la oirán y aprenderán a temer al SEÑOR su Dios, mientras vivan en la tierra adonde ustedes van, cruzando al otro lado del Jordán para poseerla».
14 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: «El tiempo de tu muerte está cerca; llama a Josué y preséntense en la tienda de reunión para que Yo le dé mis órdenes». Fueron, pues, Moisés y Josué y se presentaron en la tienda de reunión. 15 El SEÑOR se apareció en la tienda en una columna de nube, y la columna de nube se puso a la entrada de la tienda. 16 Y el SEÑOR dijo a Moisés: «Mira, tú vas a dormir con tus padres; y este pueblo se levantará y fornicará tras los dioses extranjeros de la tierra en la cual va a entrar, y me dejará y quebrantará Mi pacto que hice con él. 17 Entonces Mi ira se encenderá contra él en aquel día; los abandonaré y esconderé Mi rostro de ellos. Será consumido, y muchos males y tribulaciones vendrán sobre él, por lo que dirá en aquel día: “¿No será porque mi Dios no está en medio de mí que me han alcanzado estos males?”. 18 Pero ciertamente esconderé Mi rostro en aquel día por todo el mal que habrá hecho, pues se volverá a otros dioses.
19 »Ahora pues, escriban este cántico para ustedes, y tú, enséñaselo a los israelitas; ponlo en su boca, para que este cántico me sea por testigo contra los israelitas. 20 Porque cuando Yo los introduzca en la tierra que mana leche y miel, la cual juré a sus padres, y ellos coman y se sacien y prosperen, se volverán a otros dioses y los servirán, y me despreciarán y quebrantarán Mi pacto. 21 Sucederá entonces que cuando muchos males y tribulaciones vengan sobre ellos, este cántico declarará contra ellos como testigo (pues no lo olvidarán los labios de sus descendientes). Porque Yo conozco el plan que ahora están tramando antes de que los traiga a la tierra que juré darles». 22 Y escribió Moisés este cántico aquel mismo día, y lo enseñó a los israelitas.
23 Entonces el SEÑOR nombró a Josué, hijo de Nun, y le dijo: «Sé fuerte y valiente, pues tú llevarás a los israelitas a la tierra que les he jurado, y Yo estaré contigo».

La ley es colocada junto al arca

24 Cuando Moisés terminó de escribir las palabras de esta ley en un libro, hasta su conclusión, 25 ordenó a los levitas que llevaban el arca del pacto del SEÑOR: 26 «Tomen este libro de la ley y colóquenlo junto al arca del pacto del SEÑOR su Dios, para que permanezca allí como testigo contra ustedes. 27 Porque conozco su rebelión y su obstinación; si estando yo hoy todavía vivo con ustedes, han sido rebeldes contra el SEÑOR; ¿cuánto más lo serán después de mi muerte? 28 Reúnan ante mí a todos los ancianos de sus tribus y a sus oficiales, para que hable estas palabras a sus oídos, y ponga a los cielos y a la tierra como testigos en su contra. 29 Porque yo sé que después de mi muerte se corromperán y se apartarán del camino que les he mandado; y el mal vendrá sobre ustedes en los postreros días, pues harán lo que es malo a la vista del SEÑOR, provocándole a ira con la obra de sus manos».
30 Entonces Moisés habló a oídos de toda la asamblea de Israel las palabras de este cántico hasta terminarlas.

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Salmo 119:97-120
LIBRO QUINTO
Mem.
97 ¡Cuánto amo Tu ley! Todo el día es ella mi meditación. 98 Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, Porque son míos para siempre. 99 Tengo más discernimiento que todos mis maestros, Porque Tus testimonios son mi meditación. 100 Entiendo más que los ancianos, Porque Tus preceptos he guardado. 101 De todo mal camino he refrenado mis pies, Para guardar Tu palabra. 102 No me he desviado de Tus ordenanzas, Porque Tú me has enseñado. 103 ¡Cuán dulces son a mi paladar Tus palabras!, Sí, más que la miel a mi boca. 104 De Tus preceptos recibo entendimiento, Por tanto aborrezco todo camino de mentira.

Nun.

105 Lámpara es a mis pies Tu palabra, Y luz para mi camino. 106 He jurado, y lo confirmaré, Que guardaré Tus justas ordenanzas. 107 Estoy profundamente afligido; SEÑOR, vivifícame conforme a Tu palabra. 108 Te ruego aceptes las ofrendas voluntarias de mi boca, oh SEÑOR, Y enséñame Tus ordenanzas. 109 En peligro continuo está mi vida, Con todo, no me olvido de Tu ley. 110 Los impíos me han tendido lazo, Pero no me he desviado de Tus preceptos. 111 Tus testimonios he tomado como herencia para siempre, Porque son el gozo de mi corazón. 112 He inclinado mi corazón para cumplir Tus estatutos Por siempre, y hasta el fin.

Sámec.

113 Aborrezco a los hipócritas, Pero amo Tu ley. 114 Tú eres mi escondedero y mi escudo; En Tu palabra espero. 115 Apártense de mí, malhechores, Para que guarde yo los mandamientos de mi Dios. 116 Sostenme conforme a Tu promesa, para que viva, Y no dejes que me avergüence de mi esperanza. 117 Sostenme, para estar seguro, Y que continuamente preste atención a Tus estatutos. 118 Has rechazado a todos los que se desvían de Tus estatutos, Porque su engaño es en vano. 119 Como basura has quitado de la tierra a todos los impíos, Por tanto amo Tus testimonios. 120 Mi carne se estremece por temor a Ti, Y de Tus juicios tengo miedo.

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Isaías 58
El ayuno y el día de reposo

58 «Clama a voz en cuello, no te detengas. Alza tu voz como trompeta, Declara a Mi pueblo su transgresión Y a la casa de Jacob sus pecados. Con todo me buscan día tras día y se deleitan en conocer Mis caminos, Como nación que hubiera hecho justicia, Y no hubiera abandonado la ley de su Dios. Me piden juicios justos, Se deleitan en la cercanía de Dios. Dicen: “¿Por qué hemos ayunado, y Tú no lo ves? ¿Por qué nos hemos humillado, y Tú no haces caso?”. Pero en el día de su ayuno buscan su conveniencia Y oprimen a todos sus trabajadores. Ayunan para discusiones y riñas, Y para herir con un puño malvado. No ayunen como hoy, Para que se oiga en lo alto su voz. ¿Es ese el ayuno que Yo escogí para que un día se humille el hombre? ¿Es acaso para que incline su cabeza como un junco, Y para que se acueste en cilicio y ceniza? ¿Llamarán a esto ayuno y día acepto al SEÑOR? ¿No es este el ayuno que Yo escogí: Desatar las ligaduras de impiedad, Soltar las coyundas del yugo, Dejar ir libres a los oprimidos, Y romper todo yugo? ¿No es para que compartas tu pan con el hambriento, Y recibas en casa a los pobres sin hogar; Para que cuando veas al desnudo lo cubras, Y no te escondas de tu semejante? Entonces tu luz despuntará como la aurora, Y tu recuperación brotará con rapidez. Delante de ti irá tu justicia; Y la gloria del SEÑOR será tu retaguardia. Entonces invocarás, y el SEÑOR responderá; Clamarás, y Él dirá: “Aquí estoy”. Si quitas de en medio de ti el yugo, El amenazar con el dedo y el hablar iniquidad, 10 Y si te ofreces a ayudar al hambriento, Y sacias el deseo del afligido, Entonces surgirá tu luz en las tinieblas, Y tu oscuridad será como el mediodía. 11 El SEÑOR te guiará continuamente, Saciará tu deseo en los lugares áridos Y dará vigor a tus huesos. Serás como huerto regado Y como manantial cuyas aguas nunca faltan. 12 Los tuyos reedificarán las ruinas antiguas. Tú levantarás los cimientos de generaciones pasadas, Y te llamarán reparador de brechas, Restaurador de calles donde habitar.
13 »Si por causa del día de reposo apartas tu pie Para no hacer lo que te plazca en Mi día santo, Y llamas al día de reposo delicia, al día santo del SEÑOR, honorable, Y lo honras, no siguiendo tus caminos, Ni buscando tu placer, Ni hablando de tus propios asuntos, 14 Entonces te deleitarás en el SEÑOR, Y Yo te haré cabalgar sobre las alturas de la tierra, Y te alimentaré con la heredad de tu padre Jacob; Porque la boca del SEÑOR ha hablado».

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Mateo 6
La verdadera observancia de la religión
6 »Cuídense de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos.

Las ofrendas

»Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

La oración

»Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
»Y al orar, no usen ustedes repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no se hagan semejantes a ellos; porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes que ustedes lo pidan.

El Padre nuestro

»Ustedes, pues, oren de esta manera:
“Padre nuestro que estás en los cielos, Santificado sea Tu nombre. 10 Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, Así en la tierra como en el cielo. 11 Danos hoy el pan nuestro de cada día. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. 13 Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal. Porque Tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre. Amén”.
14 Porque si ustedes perdonan a los hombres sus transgresiones, también su Padre celestial les perdonará a ustedes. 15 Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus transgresiones.

El ayuno

16 »Y cuando ayunen, no pongan cara triste, como los hipócritas; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que están ayunando. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. 17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18 para no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

El verdadero tesoro

19 »No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; 20 sino acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; 21 porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
22 »La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz. 23 Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad!
24 »Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o apreciará a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.
25 »Por eso les digo, no se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, qué vestirán. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? 26 Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas? 27 ¿Quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? 28 Y por la ropa, ¿por qué se preocupan? Observen cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan. 29 Pero les digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. 30 Y si Dios así viste la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará Él mucho más por ustedes, hombres de poca fe?
31 »Por tanto, no se preocupen, diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿qué beberemos?” o “¿con qué nos vestiremos?”. 32 Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que el Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas. 33 Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. 34 Por tanto, no se preocupen por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástenle a cada día sus propios problemas.

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