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Mi pastor me hizo esperar para entrar en el ministerio y estoy agradecido

«Personalmente, no te veo en ese rol». Esa declaración de mi pastor fue un golpe demoledor.

El contexto era mi deseo de plantar una iglesia. Las palabras de mi mentor hirieron, pero fue la herida cariñosa y deliberada de un amigo (Pr 27:6). En retrospectiva, él tenía razón, y tanto la iglesia como yo estamos mejor por su valentía al decir una palabra dura cuando yo necesitaba oírla.

Cuando se trata de designar pastores y ancianos en la iglesia local, Pablo establece una norma de sabiduría que haríamos bien en tomar en serio: «No impongas las manos sobre nadie con ligereza» (1 Ti 5:22). Los pastores necesitan carácter, competencia y cuidar de las personas. Las palabras de Pablo nos animan a reconocer que los aspirantes a pastores suelen necesitar tiempo para desarrollar estos rasgos antes de entrar en el ministerio.

Carácter

Gran parte de la vida cristiana consiste en esperar. Los pastores bien intencionados pueden entusiasmarse con el potencial de un joven. Pueden tener la tentación de adelantarse a la gracia, soñando con el joven «diamante en bruto». Pero el carácter toma tiempo para desarrollarse y ser probado.

Ciertamente, hay un equilibrio entre dejar que el amor cubra pacientemente una multitud de pecados (1 P 4:8) y acercarte intencionalmente a los jóvenes que estás formando señalando sus defectos y puntos ciegos. Pero los pastores experimentados deben tener cuidado de no descuidar esto último. Después de todo, una vez que has reconocido a un pastor, no es fácil «des-reconocerlo».

El mundo empresarial nos aconseja «contratar despacio y despedir rápido». Es más complicado en la iglesia, donde somos familia antes que compañeros de trabajo (Ef 2:19). De ahí la sabiduría de Pablo: es mejor contratar despacio y desarrollar despacio, esperar a imponer las manos hasta que se haya demostrado el carácter; esperar para no arrepentirse más tarde de la decisión.

Los pastores que me formaron en mi iglesia local afirmaron los dones que Dios me dio y, al mismo tiempo, expresaron su preocupación por las áreas no desarrolladas

 

La tradición rabínica de la que procedía Pablo aconsejaba esperar a que un hombre tuviera treinta años antes de confirmar su llamado. Aunque no es un mandato bíblico, es una sabiduría que deberíamos aprovechar. Treinta años no es una cantidad insignificante de tiempo para mostrar un historial probado de carácter. La palabra «anciano», después de todo, suena extraña cuando se aplica a un joven recién salido de la universidad.

Competencia

Se necesita tiempo e intencionalidad para que el aspirante a pastor crezca en competencia. John Piper nos recordó que los pastores no son profesionales. Pero afirmar esa verdad no quiere decir que no trabajemos con todas nuestras fuerzas (Col 3:23). Los pastores deben desarrollar un historial aplicando el bálsamo del evangelio a las almas enfermas por el pecado. Los aspirantes a pastores deben estar pastoreando mucho antes de ser reconocidos con el título de pastor.

Los pastores que me formaron en mi iglesia local afirmaron los dones que Dios me dio y, al mismo tiempo, expresaron su preocupación por las áreas no desarrolladas. Cuando se trata de líderes jóvenes, puede haber una combinación de potencial y problemas. Pueden tener grandes dones y grandes defectos. Puede parecer que cumplen con los requisitos de carácter establecidos en 1 Timoteo 3, pero solo el tiempo dirá si esto sigue siendo cierto a medida que desarrollan sus habilidades.

Ora con las manos abiertas y mantén conversaciones abiertas con los aspirantes a pastores sobre las áreas de crecimiento. Los llamados se quedarán incluso después de conversaciones difíciles y críticas constructivas. Buscarán humildemente crecer en sus dones y confiarán en que el Señor les dará forma. Aquellos que no se quedan probablemente no fueron llamados en primer lugar. No se puede esperar que los hombres que se alejan a la primera señal de conflicto naveguen por las complejas tensiones relacionales que constituyen la mayor parte del ministerio pastoral.

Cuidado

Cuando me dijeron que esperara, era joven, inexperto e impaciente. Tenía el corazón lleno de celo y la cabeza llena de teología, pero con ninguna experiencia real para aplicarlos. El Señor aún tenía que inculcarme un amor por las personas que me permitiera utilizar esos recursos en bruto con habilidad y arte pastorales. Tenía que aprender a cuidar de las ovejas de Dios.

Con el tiempo, el pastor que me dijo la dura verdad afirmó que sus reparos se habían disipado. Con la edad llega la madurez y la prueba de carácter (1 Ti 3:10). Amaba demasiado a la iglesia —y a mí— como para apresurarse en su afirmación.

Es mejor hacer el ministerio con poco personal que con el personal equivocado

 

Eventualmente participé en la plantación de una iglesia, pero primero me tomó cinco duros años de crecer en mi instinto de cuidar de otros. El tiempo del Señor es mejor que el mío. Ahora llevamos cinco años como iglesia plantada y, después de mucha espera y oración, acabamos de confirmar a nuestro segundo pastor. Nunca fue mi deseo trabajar como pastor en solitario, pero es mejor hacer el ministerio con poco personal que con el personal equivocado. Es mejor tener una escasez de ancianos que llamar públicamente a un pastor que no ha mostrado frutos tangibles en el cuidado de las ovejas.

Dispuestos a decir “espera”

Pastores, no importa si están trabajando con un seminarista que está aplicando para su primer rol pastoral, alguno que quiere ser enviado como sembrador, un hombre que quiere ser escogido como anciano, o alguien que quiere dirigir un nuevo programa o ministerio, deben ser fieles para cuidar a ese diamante en bruto que tienen enfrente. Sigan orando para que Dios desarrolle en él el carácter, la competencia y el cuidado necesarios para pastorear el rebaño. No sucederá de la noche a la mañana, pero con el tiempo, «la prueba de la fe de [él], más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo» (1 P 1:7).

Jesús ama a Su iglesia más que nosotros mismos. Haríamos bien en esperar en Él mientras levanta a otros para que nos acompañen en la noble tarea de pastorear.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.

Sean Nolan es el pastor fundador de Engage Albany en Albany, Nueva York. Oriundo de la zona, está casado y tiene cuatro hijos.

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