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Dios no necesita un partido cristiano
LA PREDICACIÓN Y LOS ASUNTOS POLÍTICOS
Quizá no haya nada más divisivo en nuestras culturas que la política. Si mencionamos algo positivo sobre un candidato político, de repente la gente que nos rodea nos encasilla. Si el Sr. Fulano se alinea con un partido, inmediatamente decidimos que es liberal o conservador en diversos aspectos de su vida (sin que esto necesariamente sea correcto). En muchas culturas (quizá más en la mía que en otras), algunas voces de la iglesia incluso dicen cosas como: «Los cristianos —los verdaderamente fieles— deben alinearse con X partido o el candidato X». Ante estos sentimientos intensos y a menudo agudos sobre la política, ¿cómo podemos abordar estos temas desde el púlpito sin herir, dividir o dañar a la iglesia?
Palabras confusas
Predicamos la Palabra de Dios, la Biblia — un libro escrito a lo largo de 1000 años hace 2000 años, en tres idiomas, en una tierra a más de 10.000 kilómetros de aquí. Por eso, batallamos con palabras como «amor» y «fe», porque el amor en la Biblia trata sobre actitudes y acciones, mientras que el amor en nuestros tiempos se centra más en los sentimientos y el romance. De manera similar, la fe en el Nuevo Testamento se refiere a una creencia que se manifiesta en acciones, pero hoy en día la mayoría acepta la fe como simplemente una creencia sin acciones.
De la misma manera, confundimos las palabras «liberal» y «conservador»… gracias en gran parte a la Reforma. La Reforma quería ‘conservar’ las prácticas y creencias consideradas bíblicas. En este sentido, «conservar» tiene un significado positivo.
Pero en el Nuevo Testamento, Jesucristo estaba constantemente en disputa con los fariseos y los maestros de la ley — ellos querían ‘conservar’ las prácticas y enseñanzas de sus antepasados. Desde su punto de vista, Jesús es un liberal. Y Él es liberal… liberal en amor, liberal en amistad. En este caso, «liberal» tiene un significado positivo.
El problema es que clasificamos a los partidos y candidatos políticos con estas mismas palabras y, sin saberlo, nos confundimos. Conservador puede ser algo positivo… o negativo. Liberal puede ser algo positivo… o negativo.
Dominios confusos
Después de que encarcelaron a Juan, Jesús se fue a Galilea a anunciar las buenas noticias de Dios. «Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas noticias!» (Mr. 1:14-15).
En los Evangelios, uno de los grandes propósitos del ministerio de Jesús era la proclamación del reino de Dios. Como cristianos, vivimos en el reino bajo la soberanía de Jesucristo. Bueno, eso es lo que decimos. Pero, ¿realmente lo creemos?
En mi propio país, hay laicos y pastores —muchos— que hablan del establecimiento de una «nación cristiana». Algunos reflexionan sobre una supuesta ‘edad de oro’ cuando los Estados Unidos era una «nación cristiana» y trabajan arduamente para restaurar esta supuesta nación cristiana.
Qué curioso. En nuestras Biblias, no hay ningún llamado a establecer una nación o un reino cristiano, ni a formar un partido cristiano. Pablo, en lugar de pedir una nación cristiana, insta a sus lectores:
Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, por los reyes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida devota y digna. (1 Tim. 2:1-2)
No encontramos un llamado a la revolución ni por un reino cristiano.
Cristo Jesús vivió en un mundo políticamente dividido —Israel era un territorio ocupado por los romanos—. Algunos judíos querían mantener la paz (a cualquier costo) y esperaban en Dios por su liberación; otros, los zelotes, querían luchar contra los romanos para liberar su tierra y su gente. Jesús podría haber tomado partido en este gran debate. ¿Cuál fue su respuesta?
[Los fariseos] enviaron algunos de sus discípulos junto con los partidarios del rey Herodes, los cuales le dijeron: —Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. No te dejas influir por nadie, porque no te fijas en las apariencias. Danos tu opinión: ¿Está permitido pagar impuestos al césar o no? —Muéstrenme la moneda para el impuesto… ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? —preguntó. —Del césar —respondieron. —Entonces —dijo Jesús—, denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios. (Mateo 22:15- 16, 19-21)
Jesús tuvo una oportunidad perfecta para declarar su apoyo por un lado o el otro. En lugar de involucrarse en el gran debate, afirmó su lealtad a Dios sin subestimar la importancia de participar en la vida política.
¿Entonces?
Nosotros, como pastores y predicadores, seguimos proclamando el advenimiento del reino de Dios —un reino establecido por Jesús y no por nuestros votos—. De hecho, no importa el tipo de gobierno terrenal —democracia, socialista, monarquía, comunista, parlamentario, dictatorial— el reino de Dios sigue creciendo en todas partes.
Curiosamente, durante los períodos más difíciles en China en el siglo XX, la iglesia creció más. También, durante los primeros tres siglos de la iglesia, cuando sufrió persecución por parte de los romanos, la iglesia creció significativamente: de un grupo de 12 apóstoles y unos pocos discípulos a más de 25 millones de seguidores. Dios no necesita gobiernos ni naciones «cristianas».
Debemos animar a nuestra gente a orar por el gobierno y a participar en la vida cívica. Debemos animarlos a votar — no porque el futuro de la iglesia o el rumbo del país dependa de ellos, sino simplemente porque debemos participar todos cuando tengamos la oportunidad—. Pero no debemos usar el púlpito para promover un partido ni una agenda política.
Un partido bueno (conservador o liberal) tendrá sus fallos. Un candidato bueno no es más que un ser humano. No podemos poner nuestra fe y confianza en ellos. Debemos reconocer lo que hemos aprendido antes: conservador y liberal pueden ser positivos o negativos… y se entienden mejor a la luz del evangelio.
Dicho esto, una vez más, debemos centrarnos en el evangelio, en la Palabra de Dios. La Palabra proclama la justicia de Dios y el amor de Dios para todos. Debemos confiar en el poder de la Palabra y en la presencia del Espíritu Santo para guiarnos en nuestros actos cívicos y en nuestros votos políticos. Si seguimos siendo fieles en proclamar el evangelio de Dios, veremos los frutos de un trabajo «bien hecho»… y habremos cumplido nuestra pequeña parte en proclamar el reino de Dios en Cristo Jesús.
Por Jon A. Herrin
El Rvdo. Dr. Jon A. Herrin es pastor, teólogo y autor. Después de servir por siete años en Venezuela y México con su esposa, Jeanne, Jon ahora sirve como pastor en los Estados Unidos en la frontera de Texas con México. Sus publicaciones incluyen tres libros (el más reciente, Genesis para hoy, 2023) y varios artículos. Él y su esposa tienen tres hijos grandes y cuatro nietos. Sus intereses incluyen la teología práctica, el senderismo y el café expreso.