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Lectura de Hoy

14-08-2024

DEVOCIONAL

Devocional: 1 Samuel 4

Cuando la gente conoce poco sobre el Dios que en efecto se ha revelado a sí mismo, es muy fácil que se desvíen hacia una imagen pervertida de ese Dios, hasta el punto que la visión que tienen de él no se parece en nada a la realidad.

Podemos entender la ignorancia de los filisteos (1 Samuel 4). En su mundo politeísta, lleno de ídolos que proveían una representación concreta de sus dioses, la llegada del arca del pacto al campamento israelita se vio como si fuera del mismo dios de Israel (4:6-7). Pero este Dios, aunque si había demostrado ser lo suficientemente poderoso como para vencer a los egipcios en su momento, sigue siendo un dios más: finito, limitado y local. De manera que los filisteos, al tener que elegir entre rendirse por temor y desafiarlo con valentía, optaron por esta última y vencen. Implícito en esta victoria hay un supuesto y un resultado: el supuesto era que Dios ya no estaba llenando los corazones cananeos con el terror de los israelitas que había acompañado a las primeras victorias de Israel (y esto significa juicio para los israelitas); el resultado es que ahora los filisteos tendrán una imagen aún más reducida de Dios. Conociendo al Dios de la Biblia, podemos estar seguros de que esta situación no durará mucho; Dios actuará para defender su propia gloria.

La ignorancia de Dios por parte de los israelitas es totalmente inexcusable, pero es parte del horrendo declive del final de la época de los jueces. Están siendo aplastados por los filisteos. Su razonamiento teológico era tan malo, que se creen que pueden alterar la suerte en la guerra al traer el arca del pacto al campamento militar, como si fuera un amuleto gigantesco. El escritor nos sugiere cuán terriblemente osada era la noción: traen “el arca del pacto del Señor Todopoderoso, que reina entre los querubines” (4:4). Tristemen- te, los sacerdotes Ofni y Finés, hijos de Elí, son cómplices en estos apaños. ¿Es tan fácil manipular el favor de Dios? ¿Le importa a él la ubicación de una caja tanto como la conducta e (in)fidelidad de las criaturas que llevan su imagen, de su comunidad del pacto? ¿Qué clase de imagen domesticada y reducida de Dios tendrían los líderes de Israel en esta coyuntura, para proferir tamaña sandez?

Ayer recibí por correo una carta de uno de los predicadores televisivos más famosos en Estados Unidos, que me invitaba a enviarle dinero, y a cambio, me ofrecía un adorno para el árbol de Navidad, en forma de un “ángel” con una trompeta, para recordarme que Dios le había ordenado al ángel que me cuidaba que hiciera sonar la trompeta para felicitarme. ¿Qué clase de imagen domesticada y reducida de Dios tienen estos líderes, para que profieran tal idiotez?

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Jeremías 42
Se cuenta una vieja anécdota de un hombre disoluto que escuchó un mensaje religioso, el cual le hizo pensar que debía reordenar su vida. Fue a hablar con un pastor. Este le dijo que lo mejor para él era dejar el alcohol, las mujeres y el juego. El hombre se quedó pensativo unos instantes, y dijo: “¿Sabe? Creo que no merezco lo mejor”. ¿Qué es lo segundo mejor?
Podríamos pensar que, tras la catastrófica destrucción de Jerusalén, anunciada durante mucho tiempo por Jeremías, el profeta gozaría de una enorme credibilidad entre los supervivientes. La triste realidad es que sólo la tiene hasta el punto de que se dirigen a él para consultarle, pero nada más (Jeremías 42). Únicamente les interesa la aprobación divina para el plan que ellos mismos han elaborado. No quieren lo mejor de Dios, o su voluntad, sino que él apruebe lo que ellos desean. Jeremías busca a Dios prudentemente y, diez días más tarde (42:7), la palabra del Señor viene a él. El contenido del mensaje es el siguiente: permanece en Judá y Dios te protegerá; huye a Egipto y él lo considerará como una señal más de rebelión. Si lo haces, su ira te perseguirá hasta allí y te destruirá, tal como ha hecho con tantos en Jerusalén y sus alrededores. Incluso en el momento en que está comunicando este mensaje, el profeta ve que las cosas no van bien y que la hostilidad contra el mismo y contra sí mismo se acentúa. El capítulo siguiente (Jeremías 43) recoge el escepticismo burlón de los líderes y su determinación de ignorar al profeta y sus mensajes, de desechar sus palabras por no ser ciertas y de reunir al remanente del pueblo con el fin de viajar a Egipto. Es lo que acaban haciendo, llevando a Jeremías con ellos.
La mayor parte de los movimientos que surgen del fértil terreno de la cristiandad apelan, de una forma u otra, a la voluntad de Dios. Pocos indagan en ella con demasiada profundidad. El Señor está por la evangelización; por tanto, está por la manera en que propongamos llevarlo a cabo y pedimos que su voluntad apruebe nuestros métodos. Dios es amor; así pues, está en contra de la disciplina en la iglesia excepto en los casos más graves (que nunca se dan y, si lo hacen, quedan rápidamente cubiertos por el amor del Señor), y suplicamos que su voluntad apruebe nuestra determinación de ser buenos. Dios quiere que su pueblo sea santo y apartado para él; por tanto, debemos unirnos, aislarnos del mundo y lanzar púas llenas de odio a todos los que no estén de acuerdo con nosotros. De nuevo, pedimos que la voluntad de Dios autorice nuestra dureza y cruel condescendencia. Resulta terriblemente fácil caer en esos desdichados pozos. Tan solo hace falta decidirse a no mostrar más interés en la voluntad de Dios que el necesario para la aprobación de nuestras preferencias.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
1 Samuel 4
Los filisteos derrotan a Israel
4 La palabra de Samuel llegaba a todo Israel. Cuando Israel salió para enfrentarse en batalla con los filisteos, acampó junto a Ebenezer, mientras que los filisteos habían acampado en Afec. 2  Los filisteos se pusieron en orden de batalla para enfrentarse a Israel. Entablado el combate, Israel fue derrotado delante de los filisteos, quienes mataron como a 4,000 hombres en el campo de batalla. 3  Cuando el pueblo volvió al campamento, los ancianos de Israel dijeron: «¿Por qué nos ha derrotado hoy el Señor delante de los filisteos? Tomemos con nosotros, de Silo, el arca del pacto del Señor, para que vaya en medio de nosotros y nos libre del poder de nuestros enemigos». 

4  El pueblo envió gente a Silo, y trajeron de allí el arca del pacto del Señor de los ejércitos que está sobre los querubines. Los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del pacto de Dios.5 Y aconteció que cuando el arca del pacto del Señor entró al campamento, todo Israel gritó con voz tan fuerte que la tierra tembló. 6  Al oír los filisteos el ruido del clamor, dijeron: «¿Qué significa el ruido de este gran clamor en el campamento de los hebreos?». Entonces comprendieron que el arca del Señor había llegado al campamento. 7  Y los filisteos tuvieron temor, pues dijeron: «Dios ha venido al campamento». Y añadieron: «¡Ay de nosotros! Porque nada como esto ha sucedido antes. 

8  ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de estos dioses poderosos? Estos son los dioses que hirieron a los egipcios en el desierto con toda clase de plagas. 9  Cobren ánimo y sean hombres, oh filisteos, para que no lleguen a ser esclavos de los hebreos como ellos han sido esclavos de ustedes. Sean hombres, pues, y peleen».10 Los filisteos pelearon, Israel fue derrotado y cada cual huyó a su tienda; la mortandad fue muy grande, pues de Israel cayeron 30,000 soldados de a pie. 11  El arca de Dios fue capturada, y murieron Ofni y Finees, los dos hijos de Elí.

Muerte de Elí

12 Y un hombre de Benjamín corrió del campo de batalla, y llegó aquel mismo día a Silo, con sus vestidos rotos y polvo sobre su cabeza. 13  Cuando llegó, Elí estaba sentado en su asiento junto al camino esperando ansiosamente, porque su corazón temblaba por causa del arca de Dios. Así pues, el hombre fue a anunciarlo en la ciudad, y toda la ciudad prorrumpió en gritos. 14  Al oír Elí el ruido de los gritos, dijo: «¿Qué significa el ruido de este tumulto?». Entonces el hombre se acercó apresuradamente y dio la noticia a Elí. 15  Elí tenía 98 años, sus ojos se habían cegado y no podía ver. 

16  El hombre le dijo a Elí: «Yo soy el que vine del campo de batalla. Hoy escapé del campo de batalla». «¿Cómo fueron las cosas, hijo mío?», preguntó Elí. 17  El que trajo la noticia respondió: «Israel ha huido delante de los filisteos, además ha habido gran matanza entre el pueblo, también han muerto tus dos hijos, Ofni y Finees, y el arca de Dios ha sido tomada». 18  Cuando mencionó el arca de Dios, Elí cayó de su asiento hacia atrás, junto a la puerta, se rompió la nuca y murió, pues era entrado en años y pesaba mucho. Elí había juzgado a Israel durante cuarenta años.19 Su nuera, la mujer de Finees, estaba encinta y a punto de dar a luz, y al oír la noticia que el arca de Dios había sido tomada y que su suegro y su marido habían muerto, se arrodilló y dio a luz, porque le sobrevinieron los dolores de parto. 

20  Al tiempo que moría, las mujeres que estaban junto a ella le dijeron: «No temas, porque has dado a luz un hijo». Ella no respondió ni prestó atención. 21  Pero llamó al niño Icabod y dijo: «¡Se ha ido la gloria de Israel!», por haber sido tomada el arca de Dios, y por la muerte de su suegro y de su marido. 22  Ella dijo: «Se ha ido la gloria de Israel, porque el arca de Dios ha sido tomada»

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Romanos 4
LIBRO QUINTO
Abraham, justificado por la fe
4¿Qué diremos, entonces, que halló Abraham, nuestro padre según la carne?  Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué jactarse, pero no para con Dios.  Porque ¿qué dice la Escritura? «Y creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia».  Ahora bien, al que trabaja, el salario no se le cuenta como favor, sino como deuda;  pero al que no trabaja, pero cree en Aquel que justifica al impío, su fe se le cuenta por justicia.  Como también David habla de la bendición que viene sobre el hombre a quien Dios atribuye justicia aparte de las obras:

«Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades han sido perdonadas, y cuyos pecados han sido cubiertos.  Bienaventurado el hombre cuyo pecado el Señor no tomará en cuenta».
¿Es, pues, esta bendición solo para los circuncisos, o también para los incircuncisos? Porque decimos: «A Abraham, la fe le fue contada por justicia». 

10  Entonces, ¿cómo le fue contada? ¿Siendo circunciso o incircunciso? No siendo circunciso, sino siendo incircunciso. 11  Abraham recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que tenía mientras aún era incircunciso, para que fuera padre de todos los que creen sin ser circuncidados, a fin de que la justicia también se les tome en cuenta a ellos. 12  También Abraham es padre de la circuncisión para aquellos que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen en los pasos de la fe que tenía nuestro padre Abraham cuando era incircunciso.

La promesa cumplida por la fe

13 Porque la promesa a Abraham o a su descendencia de que él sería heredero del mundo, no fue hecha por medio de la ley, sino por medio de la justicia de la fe. 14  Porque si los que son de la ley son herederos, vana resulta la fe y anulada la promesa. 15  Porque la ley produce ira, pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.16 Por eso es por fe, para que esté de acuerdo con la gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda la posteridad, no solo a los que son de la ley, sino también a los que son de la fe de Abraham, quien es padre de todos nosotros. 

17  Como está escrito: «Te he hecho padre de muchas naciones», delante de Aquel en quien creyó, es decir Dios, que da vida a los muertos y llama a las cosas que no son, como si fueran.18 Abraham creyó en esperanza contra esperanza, a fin de llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia». 19  Y sin debilitarse en la fe contempló su propio cuerpo, que ya estaba como muerto puesto que tenía como cien años, y también la esterilidad de la matriz de Sara.

20 Sin embargo, respecto a la promesa de Dios, Abraham no titubeó con incredulidad, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, 21  estando plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, poderoso era también para cumplirlo. 22  Por lo cual también su fe le fue contada por justicia.

Justificación para todos los que creen

23 Y no solo por él fue escrito que le fue contada, 24  sino también por nosotros, a quienes será contada, como los que creen en Aquel que levantó de los muertos a Jesús nuestro Señor, 25  que fue entregado por causa de nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación.

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Jeremías 42
Jeremías se opone a la huida a Egipto

42 Entonces se acercaron todos los jefes de las tropas, Johanán, hijo de Carea, Jezanías, hijo de Osaías, y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor, 2  y dijeron al profeta Jeremías: «Llegue ahora ante ti nuestra súplica, y ruega al Señor tu Dios por nosotros, por todo este remanente, porque quedamos pocos de muchos que éramos, como pueden ver tus ojos, 3  para que el Señor tu Dios nos indique el camino por donde debemos ir y lo que debemos hacer».

4 Entonces el profeta Jeremías les dijo: «Los he oído. Voy a orar al Señor su Dios conforme a sus palabras, y todas las palabras que el Señor les responda, yo se las declararé. No les ocultaré palabra alguna». 5  Y ellos dijeron a Jeremías: «Que el Señor sea un testigo veraz y fiel contra nosotros si no obramos conforme a toda palabra que el Señor tu Dios te mande para nosotros. 6  Sea buena o mala, escucharemos la voz del Señor nuestro Dios a quien te enviamos, para que nos vaya bien cuando escuchemos la voz del Señor nuestro Dios».7 Después de diez días, vino la palabra del Señor a Jeremías. 

8  Entonces llamó a Johanán, hijo de Carea, y a todos los jefes de las tropas que estaban con él, y a todo el pueblo desde el menor hasta el mayor, 9  y Jeremías les dijo: «Así dice el Señor, Dios de Israel, a quien me enviaron para presentar delante de Él la súplica de ustedes: 10  “Si se quedan en esta tierra, entonces los edificaré y no los derribaré, los plantaré y no los arrancaré, porque estoy arrepentido del mal que les he hecho. 11  No teman al rey de Babilonia, a quien temen; no le teman”, declara el Señor, “porque Yo estoy con ustedes para salvarlos y librarlos de su mano.

12 ”También tendré compasión de ustedes, para que él les tenga compasión y los restaure a la tierra de ustedes. 13  Pero si dicen: ‘No nos quedaremos en esta tierra’, no obedeciendo así la voz del Señor su Dios, 14  y dicen: ‘No, sino que iremos a la tierra de Egipto, donde no veremos guerra, ni oiremos el sonido de la trompeta, ni tendremos hambre de pan, y allí nos quedaremos’; 15  en este caso, oigan la palabra del Señor, remanente de Judá. Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Si se obstinan en entrar en Egipto, y entran para residir allí, 16  entonces sucederá que la espada que ustedes temen los alcanzará allí en la tierra de Egipto, y el hambre que les preocupa les seguirá de cerca allí en Egipto, y allí morirán. 

17  Así pues, todos los hombres que se obstinen en ir a Egipto para residir allí, morirán a espada, de hambre y de pestilencia. No les quedará sobreviviente ni quien escape del mal que voy a traer sobre ellos’”».18 Porque así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: «Como se derramó Mi ira y Mi furor sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará Mi furor sobre ustedes cuando entren en Egipto. Y serán motivo de maldición, de horror, de imprecación y de oprobio, y no verán más este lugar». 19  El Señor les ha hablado, remanente de Judá: «No entren en Egipto». Sépanlo bien, que hoy lo he declarado contra ustedes. 

20  Porque se engañan a sí mismos, pues ustedes fueron los que me enviaron al Señor su Dios, diciendo: «Ruega por nosotros al Señor nuestro Dios, y lo que el Señor nuestro Dios diga, nos lo haces saber y lo haremos». 21  Y hoy se lo he declarado, pero no han escuchado la voz del Señor su Dios, ni en cosa alguna de lo que Él me ha enviado a decirles. 22  Ahora pues, sépanlo bien, que morirán a espada, de hambre y de pestilencia en el lugar adonde desean ir a residir.

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Salmos 18
Oración pidiendo protección
Oración de David.
Himno de victoria
Para el director del coro. Salmo de David, siervo del Señor, el cual dirigió al Señor las palabras de este cántico el día que el Señor lo libró de la mano de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl. Y dijo:


18«Yo te amo, Señor, fortaleza mía».
2  El Señor es mi roca, mi baluarte y mi libertador;
Mi Dios, mi roca en quien me refugio;
Mi escudo y el poder de mi salvación, mi altura inexpugnable.
3  Invoco al Señor, que es digno de ser alabado,
Y soy salvo de mis enemigos.

4 Los lazos de la muerte me cercaron,
Y los torrentes de iniquidad me atemorizaron.
5  Los lazos del Seol me rodearon;
Las redes de la muerte surgieron ante mí.
6  En mi angustia invoqué al Señor,
Y clamé a mi Dios;
Desde Su templo oyó mi voz,
Y mi clamor delante de Él llegó a Sus oídos.7 Entonces la tierra se estremeció y tembló;
Los cimientos de los montes temblaron
Y fueron sacudidos, porque Él se indignó.

8  Humo subió de Su nariz,
Y el fuego de Su boca consumía;
Carbones fueron por él encendidos.
9  También inclinó los cielos, y descendió
Con densas tinieblas debajo de Sus pies.
10  Cabalgó sobre un querubín, y voló;
Y rápido voló sobre las alas del viento.
11  De las tinieblas hizo Su escondedero, Su pabellón a Su alrededor;
Tinieblas de las aguas, densos nubarrones.

12  Por el fulgor de Su presencia se desvanecieron Sus densas nubes
En granizo y carbones encendidos.
13  El Señor también tronó en los cielos,
Y el Altísimo dio Su voz:
Granizo y carbones encendidos.
14  Él envió Sus flechas, y los dispersó,
Y muchos relámpagos, y los confundió.
15  Entonces apareció el lecho de las aguas,
Y los cimientos del mundo quedaron al descubierto
A Tu reprensión, oh Señor,
Al soplo del aliento de Tu nariz.

16 Extendió la mano desde lo alto y me tomó;
Me sacó de las muchas aguas.
17  Me libró de mi poderoso enemigo,
Y de los que me aborrecían, pues eran más fuertes que yo.
18  Se enfrentaron a mí el día de mi infortunio,
Pero el Señor fue mi sostén.
19  También me sacó a un lugar espacioso;
Me rescató, porque se complació en mí.

20 El Señor me ha premiado conforme a mi justicia;
Conforme a la pureza de mis manos me ha recompensado.
21  Porque he guardado los caminos del Señor,
Y no me he apartado impíamente de mi Dios.
22  Pues todas Sus ordenanzas estaban delante de mí,
Y no alejé de mí Sus estatutos.
23  También fui íntegro para con Él,
Y me guardé de mi iniquidad.

24  Por tanto el Señor me ha recompensado conforme a mi justicia,
Conforme a la pureza de mis manos delante de Sus ojos.
25 Con el benigno te muestras benigno,
Con el íntegro te muestras íntegro.
26  Con el puro eres puro,
Y con el perverso eres sagaz.
27  Porque Tú salvas al pueblo afligido,
Pero humillas los ojos altivos.

28  Tú enciendes mi lámpara, oh Señor;
Mi Dios que alumbra mis tinieblas.
29  Pues contigo aplastaré ejércitos,
Y con mi Dios escalaré murallas.
30 En cuanto a Dios, Su camino es perfecto;
Acrisolada es la palabra del Señor;
Él es escudo a todos los que a Él se acogen.
31  Pues, ¿quién es Dios, fuera del Señor?
¿Y quién es roca, sino solo nuestro Dios,

32  El Dios que me ciñe de poder,
Y ha hecho perfecto mi camino?
33  Él hace mis pies como de ciervas,
Y me afirma en mis alturas.
34 Él adiestra mis manos para la batalla,
Y mis brazos para tensar el arco de bronce.

35 Tú me has dado también el escudo de Tu salvación;
Tu diestra me sostiene,
Y Tu benevolencia me engrandece.
36 Ensanchas mis pasos debajo de mí,
Y mis pies no han resbalado.37 Perseguí a mis enemigos y los alcancé;
Y no me volví hasta acabarlos.
38 Los destrocé y no pudieron levantarse;
Cayeron debajo de mis pies.

39 Pues Tú me has ceñido con fuerza para la batalla;
Has subyugado debajo de mí a los que contra mí se levantaron.
40 También has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas,
Y destruí a los que me odiaban.
41 Clamaron, pero no hubo quién los salvara;
Aun al Señor clamaron, pero no les respondió.

42 Entonces los desmenucé como polvo delante del viento;
Los arrojé como lodo de las calles.43 Tú me has librado de las contiendas del pueblo;
Me has puesto por cabeza de las naciones;
Pueblo que yo no conocía me sirve.
44 Al oírme, me obedecen;
Los extranjeros me fingen obediencia.
45 Los extranjeros desfallecen,
Y salen temblando de sus fortalezas.

46 El Señor vive, bendita sea mi roca,
Y ensalzado sea el Dios de mi salvación,
47 El Dios que por mí ejecuta venganza,
Y subyuga pueblos debajo de mí;
48 El que me libra de mis enemigos.
Ciertamente Tú me exaltas sobre los que se levantan contra mí;
Me rescatas del hombre violento.

49 Por tanto, te daré gracias, oh Señor, entre las naciones,
Y cantaré alabanzas a Tu nombre.
50 Grandes victorias da Él a Su rey,
Y muestra misericordia a Su ungido,
A David y a su descendencia para siempre.

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