Vida Cristiana

5, 15 o 30 minutos no son suficientes para conocer a Dios en la Biblia.

Hace unas semanas se publicó un artículo titulado Estudia la Biblia en 5, 15 o 30 minutos. Debo confesarte que ese título llamó mi atención, porque no es un consejo que le daría a alguien. Aunque el artículo tiene una buena intención y no alienta a que el lector se conforme de por vida con poco tiempo en la Escritura, me hace cuestionar la idea común en nuestros días de si pasar unos pocos minutos al día en la Biblia serán suficientes para conocer en profundidad a Dios.

No podemos negar que el ritmo de vida en nuestros días ha aumentado. Estamos acostumbrándonos a hacer mucho y a hacerlo rápido. Desde que despertamos, nuestra mente va de aquí para allá como pelotita de pinball y eso ha menguado nuestra capacidad de atención, incluso en nuestros tiempos con las Escrituras. Nos proponemos leerla, pero «la vida pasa» y el tiempo «disponible» se nos acorta tanto que efectivamente nos quedan, con suerte, entre 10 y 15 minutos para tener tiempo en la Palabra de Dios.

Seamos honestos. Todos nos hemos encontrado ahí en algún momento, ¿verdad?

Una cuestión de administración

Es cierto que algunas veces nuestras vidas se ven así. Pero debemos reconocer que el mayor problema está en nuestra falta de capacidad para reconocer que no le estamos dando tiempo a Dios. Creo que si nos conformamos con pequeños tiempos y no aspiramos a tiempos más prolongados en la medida de nuestras posibilidades reales, estaremos afirmando con nuestras acciones que 5, 15 o 30 minutos son suficientes para profundizar y conocer a la persona con la que tenemos la relación más importante de nuestras vidas. Pero no es suficiente.

Dios nos ha dicho que es a través de Su Palabra que nuestra alma vivirá (Is 55:3) y que Sus palabras son nuestra vida (Dt 32:47Jn 6:63). Entonces, considero que sería contradictorio pensar que el mismo Dios que dice eso nos da una vida sin tiempo para profundizar en las Escrituras. De hecho, se podría decir que no solo es contradictorio, sino que hasta hablaría mal de nuestro Dios. Casi parecería que se está burlando de nosotros. Pero sabemos muy bien que ese no es el carácter santo, amoroso, cuidadoso y bueno del Dios que nos ha salvado.

Si todo el tiempo andamos ‘a las carreras’, posiblemente no estamos siendo buenos administradores de nuestros tiempos

 

No niego que hay días difíciles, donde las cosas no salen como uno las ha planeado. Pero eso no debería representar siempre nuestro día a día. Si todo el tiempo andamos «a las carreras», posiblemente no estamos siendo buenos administradores de nuestro tiempo.

Ahí está el principal problema.

Es cierto que hay temporadas que nos pasan por encima y en los que, realmente, cinco minutos es lo que nuestra mente tiene la capacidad de procesar, pero ¿es correcto conformarnos con ello cuando esas temporadas ya han pasado?

Necesitamos profundizar en las Escrituras

Uno de los grandes problemas de nuestros tiempos es la superficialidad de nuestro cristianismo. No estamos desarrollando vidas que conocen a Jesús íntimamente porque no estamos pasando tiempo de calidad en la Palabra. Si realmente creyéramos que Su Palabra es el agua que calma nuestra sed diríamos junto al salmista: «Como el ciervo anhela las corrientes de agua, / Así suspira por Ti, oh Dios, el alma mía» (Sal 42:1). Esa debe ser nuestra meta, porque Él es todo lo que tenemos. Dios se ha dado en la cruz por nosotros, Él se entregó por completo para romper el velo que nos separaba, para que por fin viviéramos en Su presencia.

Tenemos la urgencia y la responsabilidad de animarnos mutuamente y recordarnos el gran tesoro que encontramos en las Escrituras, porque sus palabras revelan al Cristo vivo. Son el único lugar donde nuestra alma encuentra quietud, paz y plenitud. Muchas veces nuestras biblias yacen sobre argumentos de falta de tiempo, pero todavía le dedicamos tiempo a las redes sociales y a las series en Netflix. Nuestros celulares nos delatan.

Muchas veces nuestras Biblias yacen sobre argumentos de falta de tiempo, pero todavía le dedicamos tiempo a las redes sociales y a las series en Netflix

 

Nuestro mayor anhelo y deseo como hijos de Dios debe ser conocer a nuestro Salvador en intimidad, gozarnos en Su presencia y deleitarnos en Su obra, pero no hay intimidad con Cristo fuera de Su Palabra.Que contra viento y marea nuestra prioridad sea pasar tiempo conociendo a Dios a través de las Escrituras. Eso va a incluir reconocer a todas luces nuestros malos hábitos y hacer algo al respecto. Por ejemplo, algunas preguntas para empezar a reflexionar serían: ¿A qué hora nos vamos a dormir? ¿Es muy tarde? ¿Podríamos reducir nuestras horas en las pantallas para despertarnos más temprano y pasar un tiempo a solas y pausado con Dios?

No te conformes con poco

Permíteme compartirte algo que le escuché al pastor Miguel Núñez, lo cual transformó mi vida: él contó que durante un año entero le pidió a Dios que aumentara su amor por las Escrituras y por Su Hijo Jesús. Recuerdo haberme determinado de ahí en adelante, y por el resto de mi vida, hacer de esto una oración que me acompañara. Si hay alguien que necesito en mi vida es a Cristo, si hay algo que necesito hacer cada día es correr a Su Palabra, porque en ella está la vida abundante que sacia mi alma.

Sí, habrán días de 5 o 15 minutos, pero, hermanos, no nos conformemos solo con eso.

Tomemos las decisiones necesarias para que nuestro tiempo en la Palabra sea más amplio que eso. Si necesitas ayuda para entenderla, pídela. Pero no te conformes con poco, porque sus páginas revelan al tesoro más grande de nuestra vida: Jesús mismo, y no hay nada ni nadie a quien necesitemos más que a Él.



María José Rivera
 estudió comunicaciones y tiene un maestría en marketing y gestión comercial. Es graduada del Instituto Integridad y Sabiduría y cursa una maestría en el Southern Baptist Theological Seminary. También estudia en el Instituto Reforma de Guatemala. Tiene una compañía de adiestramiento canino y otra de alimentos saludables para perros. Produce material cristiano para las redes sociales y también traduce y hace doblaje de libros y autores cristianos. Es miembro de la Iglesia IBC en Lima, Perú. Está casada con Alonso y tiene dos hijos, Aitana y Salvador. Puedes seguirla en Instagram: @riveramajose.

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