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Lectura de Hoy

21-12-2023

Devocional

Devocional: Apocalipsis 12

La visión de Apocalipsis 12 presenta la causa máxima de la continua tribulación del pueblo de Dios. La causa no es otra cosa que la furia de Satanás.

La mujer en este capítulo no es María, sino una figura que representa al pueblo de Dios. De ella, surge Jesús, el hijo “que gobernará a todas las naciones con puño de hierro” (12:5). No obstante, no es sencillamente Israel, porque después de que Jesús asciende a Dios, la mujer se queda con “el resto de sus descendientes, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles al testimonio de Jesús” (12:17). La mujer, entonces, representa al pueblo colectivo de Dios, ya sea del antiguo pacto o del nuevo.

En este capítulo, Satanás no sólo falla en su vil intento de destruir a Jesús (12:4-5), sino que es derrotado por Miguel y expulsado del cielo (12:7- 9). Fue arrojado a la tierra (12:9). Furioso por esta restricción (12:13) y rabioso también “porque sabe que le queda poco tiempo” (12:12) antes de su total destrucción, se llena de furor contra la mujer y su hijo. Gran parte del capítulo describe su ataque contra la mujer y sus hijos— ¡contra nosotros los cristianos!—mediante lenguaje simbólico extraído del Antiguo Testamento.

Uno de sus ataques es la acusación diseñada para destruir nuestra confianza y para apelar a la ira de Dios contra las personas tan pecaminosas como nosotros: Satanás es el “acusador de nuestros hermanos” (12:10). Pero, en un versículo crucial (12:11), Juan nos cuenta cómo estos creyentes vencen al diablo.

(1) “Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero”. La preposición que se traduce como “por medio de” en la Nueva Versión Internacional se debe articular como “sobre el fundamento de”. Cuando todas sus acusaciones llegan a nosotros—muchas de ellas completamente justificadas si las medimos únicamente por la calidad de nuestra fidelidad—, silenciamos a Satanás al afirmar que nuestra aceptación ante Dios se fundamenta no en nosotros mismos, sino en la muerte de Jesucristo. “¿Quién condenará?”, exclamó Pablo. “Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros” (Romanos 8:34). No tenemos ni necesitamos otro fundamento para nuestra absolución.

(2) “Ellos lo han vencido… por el mensaje del cual dieron testimonio”. Esto no significa que frecuentemente compartían su testimonio. Más bien quiere decir que testificaban constantemente de Jesucristo; es decir, que proclamaban el evangelio todo el tiempo. Esta es la derrota de Satanás. Si nos quedamos callados, Satanás vence.

(3) “No valoraron tanto su vida como para evitar la muerte”. No puedes derrotar a un enemigo que no sólo está dispuesto a morir, sino que considera la muerte como una ganancia (Filipenses 1:21).

Devocional: Juan 11

Al final del relato de la resurrección de Lázaro, Juan escribe una pequeña sección impregnada de ironías (Juan 11:45-53). Todas ellas señalan inequívocamente a la cruz.

(1) Las autoridades están profundamente frustradas. Nadie puede negar que el milagro realizado por Jesús ha ocurrido de verdad: fue demasiado público y Lázaro estaba genuinamente muerto, tan muerto que el olor de la descomposición era notorio y repulsivo (11:39). ¿Cómo podía, pues, el Sanedrín cortar la creciente autoridad de Jesús o sofocar el fervor mesiánico que surgiría cuando circularan las noticias del milagro? Finalmente, temieron: “todos van a creer en él”, se establecería la rebelión, “vendrán los romanos y acabarán con nuestro lugar sagrado, e incluso con nuestra nación” (11:48). Es posible que hasta haya ironía en la mención de “nuestro lugar”: la peculiar expresión podría aludir al templo (como sugiere la nota al pie de la NVI), aunque resulta difícil negar que su interés real no es tanto el templo, como su posición o privilegio en la sociedad. Pero existe una ironía aún más profunda. A medida que se desarrolla la historia, deciden actuar contra Jesús y lo crucifican. Sin embargo, con esto no conservan su “lugar”. Cuarenta años después, los romanos atacan Jerusalén y la aplastan. Destruyen el templo. Y barren el “lugar” de las autoridades.

(2) Pero esto se halla todavía en el futuro. Caifás es quien formaliza primero la propuesta de pervertir la justicia, sacrificando la integridad judicial sobre el altar de la conveniencia política. “¡No sabéis nada en absoluto!”, exclama (11:49); su resentimiento menosprecia a sus colegas dejándolos como un puñado de bobos. “No entendéis que os conviene más que muera un solo hombre por el pueblo, y no que perezca toda la nación” (11:50). Observa: os conviene más, este es el núcleo real del interés, el egoísmo político que subyace tras la estupidez política. Liquidad a Jesús y el fervor mesiánico morirá y así se preservará a la nación: todo parece tan limpio, tan lógico y, además, será bueno para “nuestro lugar”. Jesús muere, pues, y la trágica ironía es que la nación perece de todos modos. Y esto no acabó en el 70 d. C. Seis décadas después, la revuelta de Bar Kochba trajo de nuevo a los romanos (132-1359). Jerusalén quedó arrasada. Vivir en cualquier lugar alrededor de Jerusalén se convirtió en una infracción con pena capital para cualquier judío.

(3) Pero aún existe una ironía más profunda, que Juan detecta en las palabras de Caifás como sumo sacerdote, y, en la providencia de Dios, tiene más elocuencia que conocimiento. Jesús muere por la nación judía, y no sólo por ellos “sino también por los hijos de Dios que estaban dispersos, para congregarlos y unificarlos” (11:52).

2 Crónicas 25

Reinado de Amasías

25 Amasías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre era Joadán, de Jerusalén. Amasías hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, aunque no de todo corazón. Y una vez afianzado el reino en su mano, mató a los siervos suyos que habían asesinado al rey su padre. Pero a sus hijos no les dio muerte, sino que hizo conforme a lo que está escrito en la ley en el libro de Moisés, tal como el SEÑOR ordenó: «No se dará muerte a los padres por culpa de los hijos, ni se dará muerte a los hijos por culpa de los padres, sino que a cada uno se le dará muerte por su propio pecado».

Además, Amasías reunió a Judá, y conforme a sus casas paternas los puso bajo capitanes de miles y capitanes de cientos por todo Judá y Benjamín. Hizo un censo de los de veinte años arriba, y halló 300,000 hombres escogidos, hábiles para ir a la guerra y para manejar lanza y escudo. También tomó a sueldo a 100,000 guerreros valientes de Israel por 3.4 toneladas de plata. Pero un hombre de Dios vino a Amasías y le dijo: «Oh rey, no permita que el ejército de Israel vaya con usted, porque el SEÑOR no está con Israel ni con ninguno de los hijos de Efraín. Pero si usted va, hágalo, esfuércese para la batalla; sin embargo, Dios lo derribará delante del enemigo, porque Dios tiene poder para ayudar y para derribar». Amasías dijo al hombre de Dios: «¿Y qué debo hacer con las 3.4 toneladas que he dado a las tropas de Israel?». «El SEÑOR tiene mucho más que darle que esto», respondió el hombre de Dios. 10 Entonces Amasías despidió las tropas que vinieron a él de Efraín, para que se fueran a sus casas. Porque se encendió en gran manera la ira de ellos contra Judá, así que regresaron a sus casas ardiendo en ira.

11 Amasías se fortaleció, y al frente de su pueblo fue al valle de la Sal y mató a 10,000 de los hijos de Seir. 12 También los hijos de Judá capturaron vivos a 10,000 y los llevaron a la cumbre de la peña, los echaron abajo desde la cumbre de la peña y todos fueron despedazados. 13 Pero las tropas que Amasías había hecho volver para que no fueran con él a la batalla, saquearon las ciudades de Judá desde Samaria hasta Bet Horón, mataron a 3,000 de ellos y tomaron mucho botín.

14 Después que Amasías regresó de la matanza de los edomitas, trajo los dioses de los hijos de Seir y los puso como sus dioses, se postró delante de ellos y les quemó incienso. 15 Entonces se encendió la ira del SEÑOR contra Amasías, y le envió un profeta que le dijo: «¿Por qué has buscado a los dioses de otro pueblo que no pudieron librar a su propio pueblo de tu mano?». 16 Y mientras el profeta hablaba con él, el rey le dijo: «¿Acaso te hemos constituido consejero real? Detente. ¿Por qué buscas que te maten?». Entonces el profeta se detuvo, y dijo: «Yo sé que Dios ha determinado destruirte, porque has hecho esto y no has escuchado mi consejo».

17 Entonces Amasías, rey de Judá, tomó consejo y envió mensajeros a Joás, hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, y le dijeron: «Ven, veámonos cara a cara». 18 Joás, rey de Israel, envió este mensaje a Amasías, rey de Judá: «El cardo que estaba en el Líbano, envió a decir al cedro que estaba en el Líbano: “Da a tu hija por mujer a mi hijo”. Pero pasó una fiera que estaba en el Líbano, y pisoteó el cardo. 19 Tú dijiste: “He derrotado a Edom”; y tu corazón se ha envanecido para gloriarte. Quédate ahora en tu casa; ¿por qué quieres provocar el mal, de modo que caigas tú y Judá contigo?».

20 Pero Amasías no quiso escuchar, porque esto venía de Dios, para entregarlo en mano de Joás, porque había buscado los dioses de Edom. 21 Subió Joás, rey de Israel, y él y Amasías, rey de Judá, se enfrentaron en Bet Semes, que pertenece a Judá. 22 Y Judá fue derrotado por Israel, y huyeron, cada uno a su tienda. 23 Entonces Joás, rey de Israel, capturó en Bet Semes a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Joacaz, y lo llevó a Jerusalén; y derribó la muralla de Jerusalén desde la puerta de Efraín hasta la puerta del Ángulo, 400 codos (180 metros). 24 Joás tomó todo el oro y la plata, todos los utensilios que se encontraban con Obed Edom en la casa de Dios, los tesoros de la casa del rey y también los rehenes, y se volvió a Samaria.

25 Y Amasías, hijo de Joás, rey de Judá, vivió quince años después de la muerte de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel. 26 Los demás hechos de Amasías, desde el primero hasta el postrero, ¿no están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel? 27 Desde el día en que Amasías se apartó de seguir al SEÑOR, conspiraron contra él en Jerusalén, y él huyó a Laquis; pero lo persiguieron hasta Laquis y allí lo mataron. 28 Lo trajeron en caballos y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David.

Apocalipsis 12

La mujer, el dragón y el niño

12 Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Estaba encinta, y gritaba* por los dolores del parto y el sufrimiento de dar a luz.

Entonces apareció otra señal en el cielo: Un gran dragón rojo que tenía siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas había siete diademas. Su cola arrastró* la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró delante de la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo cuando ella diera a luz. Y ella dio a luz un Hijo varón, que ha de regir a todas las naciones con vara de hierro. Su Hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta Su trono. La mujer huyó al desierto, donde tenía* un lugar preparado por Dios, para ser sustentada allí por 1,260 días.

Entonces hubo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón. Y el dragón y sus ángeles lucharon, pero no pudieron vencer, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero. Fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él.

10 Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía:

«Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de Su Cristo, porque el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche, ha sido arrojado. 11 Ellos lo vencieron por medio de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos, y no amaron sus vidas, llegando hasta sufrir la muerte. 12 Por lo cual regocíjense, cielos y los que moran en ellos. ¡Ay de la tierra y del mar!, porque el diablo ha descendido a ustedes con gran furor, sabiendo que tiene poco tiempo».

13 Cuando el dragón vio que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al Hijo varón. 14 Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila a fin de que volara de la presencia de la serpiente al desierto, a su lugar, donde fue* sustentada por un tiempo, tiempos y medio tiempo. 15 La serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que ella fuera arrastrada por la corriente.

16 Pero la tierra ayudó a la mujer, y la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había arrojado de su boca. 17 Entonces el dragón se enfureció contra la mujer, y salió para hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús.

Zacarías 8

Futura paz y prosperidad de Sión

8 Y vino la palabra del SEÑOR de los ejércitos: «Así dice el SEÑOR de los ejércitos: “He celado a Sión con gran celo, sí, con gran furor la he celado”. Así dice el SEÑOR: “Volveré a Sión y en medio de Jerusalén moraré. Y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte del SEÑOR de los ejércitos, monte Santo”.

»Así dice el SEÑOR de los ejércitos: “Aún se sentarán ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano por causa de sus muchos días. Y las calles de la ciudad se llenarán de muchachos y muchachas que jugarán en sus calles”.

»Así dice el SEÑOR de los ejércitos: “Si en aquellos días esto parece muy difícil a los ojos del remanente de este pueblo, ¿será también muy difícil a Mis ojos?”, declara el SEÑOR de los ejércitos.

»Así dice el SEÑOR de los ejércitos: “Yo salvaré a Mi pueblo de la tierra del oriente y de la tierra donde se pone el sol; y los traeré y habitarán en medio de Jerusalén; y ellos serán Mi pueblo y Yo seré su Dios en verdad y en justicia”.

Así dice el SEÑOR de los ejércitos: “Sean fuertes sus manos, ustedes que escuchan en estos días estas palabras de la boca de los profetas, los cuales hablaron el día en que se pusieron los cimientos de la casa del SEÑOR de los ejércitos para la reedificación del templo. 10 Porque antes de aquellos días no había paga para hombre ni paga para el ganado; y no había paz para el que salía o entraba a causa del enemigo, y Yo puse a todos los hombres unos contra otros.

11 ”Pero ahora Yo no trataré al remanente de este pueblo como en los días pasados”, declara el SEÑOR de los ejércitos. 12 “Porque habrá simiente de paz: la vid dará su fruto, la tierra dará su producto y los cielos darán su rocío; y haré que el remanente de este pueblo herede todas estas cosas. 13 Y sucederá que como fueron maldición entre las naciones, casa de Judá y casa de Israel, así los salvaré para que sean bendición. No teman, mas sean fuertes sus manos”.

14 »Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos: “Tal como me propuse hacerles mal cuando sus padres me hicieron enojar”, dice el SEÑOR de los ejércitos, “y no me he arrepentido, 15 así me he propuesto en estos días volver a hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá. ¡No teman! 16 Estas son las cosas que deben hacer: díganse la verdad unos a otros, juzguen con verdad y con juicio de paz en sus puertas, 17 no tramen en su corazón el mal uno contra otro, ni amen el juramento falso; porque todas estas cosas son las que odio”, declara el SEÑOR».

18 Entonces la palabra del SEÑOR de los ejércitos vino a mí: 19 «Así dice el SEÑOR de los ejércitos: “El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo y el ayuno del décimo mes se convertirán para la casa de Judá en gozo, alegría y fiestas alegres. Así que amen la verdad y la paz”.

20 »Así dice el SEÑOR de los ejércitos: “Y será que aún vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades; 21 y los habitantes de una irán a otra, diciendo: ‘Vamos sin demora a implorar el favor del SEÑOR, y a buscar al SEÑOR de los ejércitos. Yo también iré’. 22 Y vendrán muchos pueblos y naciones poderosas a buscar al SEÑOR de los ejércitos en Jerusalén y a implorar el favor del SEÑOR”. 23 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: “En aquellos días diez hombres de todas las lenguas de las naciones tomarán el vestido de un judío, diciendo: ‘Iremos con ustedes, porque hemos oído que Dios está con ustedes’”».

Juan 11

Muerte de Lázaro

11 Estaba enfermo cierto hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos. Las hermanas entonces mandaron a decir a Jesús: «Señor, el que Tú amas está enfermo». Cuando Jesús lo oyó, dijo: «Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella». Y Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.

Cuando oyó, pues, que Lázaro estaba enfermo, entonces se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Luego, después de esto, dijo* a Sus discípulos: «Vamos de nuevo a Judea». Los discípulos le dijeron*: «Rabí, hace poco que los judíos te querían apedrear, ¿y vas allá otra vez?». Jesús respondió: «¿No hay doce horas en el día? Si alguien anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo. 10 Pero si alguien anda de noche, tropieza, porque la luz no está en él».

11 Dijo esto, y después añadió: «Nuestro amigo Lázaro se ha dormido; pero voy a despertarlo». 12 Los discípulos entonces le dijeron: «Señor, si se ha dormido, se recuperará». 13 Jesús había hablado de la muerte de Lázaro, pero ellos creyeron que hablaba literalmente del sueño. 14 Entonces Jesús, por eso, les dijo claramente: «Lázaro ha muerto; 15 y por causa de ustedes me alegro de no haber estado allí, para que crean; pero vamos a donde está él». 16 Tomás, llamado el Dídimo, dijo entonces a sus condiscípulos: «Vamos nosotros también para morir con Él».

17 Llegó, pues, Jesús y halló que ya hacía cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros; 19 y muchos de los judíos habían venido a la casa de Marta y María, para consolarlas por la muerte de su hermano. 20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, lo fue a recibir, pero María se quedó sentada en casa.

21 Y Marta dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Aun ahora, yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». 23 «Tu hermano resucitará», le dijo* Jesús.

24 Marta le contestó*: «Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final». 25 Jesús le contestó: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque muera, vivirá, 26 y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». 27 Ella le dijo*: «Sí, Señor; yo he creído que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, o sea, el que viene al mundo».

28 Habiendo dicho esto, Marta se fue y llamó a su hermana María, diciéndole en secreto: «El Maestro está aquí, y te llama». 29 Tan pronto como ella lo oyó, se levantó* rápidamente y fue hacia Él.

30 Porque Jesús aún no había entrado en la aldea, sino que todavía estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. 31 Entonces los judíos que estaban con ella en la casa consolándola, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieron, suponiendo que iba al sepulcro a llorar allí.

32 Al llegar María adonde estaba Jesús, cuando lo vio, se arrojó a Sus pies, diciendo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto». 33 Y cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció. 34 «¿Dónde lo pusieron?», preguntó Jesús. «Señor, ven y ve», le dijeron*.

35 Jesús lloró. 36 Por eso los judíos decían: «Miren, cómo lo amaba». 37 Pero algunos de ellos dijeron: «¿No podía Este, que abrió los ojos del ciego, haber evitado también que Lázaro muriera?».

Resurrección de Lázaro

38 Entonces Jesús, de nuevo profundamente conmovido, fue* al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta sobre ella. 39 «Quiten la piedra», dijo* Jesús. Marta, hermana del que había muerto, le dijo*: «Señor, ya huele mal, porque hace cuatro días que murió». 40 Jesús le dijo*: «¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?».

41 Entonces quitaron la piedra. Jesús alzó los ojos, y dijo: «Padre, te doy gracias porque me has oído. 42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para que crean que Tú me has enviado». 43 Habiendo dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!».

44 Y el que había muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo*: «Desátenlo, y déjenlo ir».

Complot para matar a Jesús

45 Por esto muchos de los judíos que habían venido a ver a María, y vieron lo que Jesús había hecho, creyeron en Él. 46 Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.

47 Entonces los principales sacerdotes y los fariseos convocaron un concilio, y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchas señales. 48 Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en Él, y los romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar y nuestra nación». 49 Pero uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote ese año, les dijo: «Ustedes no saben nada, 50 ni tienen en cuenta que les es más conveniente que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca».

51 Ahora bien, no dijo esto de su propia iniciativa, sino que siendo el sumo sacerdote ese año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación; 52 y no solo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que están esparcidos. 53 Así que, desde ese día planearon entre sí matar a Jesús.

54 Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se fue de allí a la región cerca del desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con los discípulos. 55 Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos de la región subieron a Jerusalén antes de la Pascua para purificarse. 56 Entonces buscaban a Jesús, y estando ellos en el templo, se decían unos a otros: «¿Qué les parece? ¿Que vendrá a la fiesta o no?». 57 Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que si alguien sabía dónde estaba Jesús, diera aviso para que lo prendieran.

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

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