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Lectura de Hoy

18-05-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Salmos 70-71

Muchos cristianos han escuchado testimonios que narran la manera como un hombre o una mujer vivían una vida de futilidad y de degradación flagrante, o cuanto menos una vida de desesperación silenciosa, antes de convertirse. La fe genuina en el Señor luego dio lugar a una revolución interior: vicios empedernidos que desaparecieron, nuevas amistades y nuevos compromisos se establecieron, un nuevo propósito y una nueva orientación; allí donde había desesperación, ahora hay gozo; allí donde reinaban los conflictos, hay paz; allí donde prevalecía la ansiedad, hay al menos cierta medida de serenidad. Y algunos de los que hemos crecido en el seno de un hogar cristiano nos hemos preguntado a veces si no hubiese sido mejor habernos convertido desde algún trasfondo desastroso.

No es así como razona el salmista. “Tú, Soberano Señor, has sido mi esperanza; en ti he confiado desde mi juventud. De ti he dependido desde que nací; del vientre materno me hiciste nacer” (Salmo 71:5-6). “Tú, oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y aún hoy anuncio todos tus prodigios” (71:17). De hecho, a causa de este trasfondo, el salmista repasa apaciblemente los años transcurridos desde su juventud, y suplica a Dios la continuación de su gracia hasta su vejez: “No me rechaces cuando llegue a viejo; no me abandones cuando me falten las fuerzas” (71:9). “Pero yo siempre tendré esperanza, y más y más te alabaré” (71:14). “Aun cuando sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido” (71:18).

Sin lugar a dudas había circunstancias concretas que Dios utilizó para hacer fluir estas palabras de la pluma del salmista. No obstante, la postura que adopta es en sí de mucho provecho. Los más sabios entre los que se han convertido más tarde durante su trayectoria desearían no haber perdido tantos años de su vida. Habiendo encontrado “la perla de gran precio”, lo único que lamentan es no haberla encontrado antes. Y lo que es más importante, los que crecieron en hogares cristianos piadosos están inmersos en las escrituras desde su juventud. Hay numerosos textos en las Escrituras y en su experiencia personal que les recuerda hasta que punto su corazón está inclinado hacia la perversidad; no hace falta que sean sociópatas para descubrir lo que significa la depravación. Estarán suficientemente avergonzados por los pecados que sí han cometido, a pesar de las ventajas de su educación, que, en lugar de desear haber tenido un trasfondo peor, se les cae la cabeza de vergüenza al pensar en lo poco que han aprovechado estas ventajas, y reconocerán que aparte de la gracia de Dios, no hay ni delito ni pecado el cual no pudiesen haber cometido.

Es mejor, con diferencia, estar agradecido por una herencia de piedad, y suplicar a Dios la gracia que nos permita atravesar también la vejez.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Isaías 17-18
En los capítulos 14—16, Isaías recoge oráculos contra Filistea (al oeste de Jerusalén) y Moab (al este). Ahora (Isaías 17—18), habla contra Siria al norte (con su capital Damasco) y Etiopía en el sur (la antigua Cus, que comprendía los actuales Etiopía, Sudán y Somalia, es decir, una gran área situada al sur de la cuarta catarata del Nilo. A finales del siglo XVIII a.C., Cus se unió a Egipto, algo que aún se ve en los capítulos 19—20. De hecho, los miembros de la vigesimoquinta dinastía, que gobernó esta inmensa región, eran etíopes.

Recordemos que la crisis a la que se enfrentó el rey Acaz de Judá en Isaías 7 fue una alianza entre Siria e Israel, cuyo propósito era destruir Asiria; los aliados trataron de obligar a Judá a unirse a ellos. Por tanto, este oráculo es contra Damasco (17:1), la capital de Siria, e incluye a Efraín (17:3, otro nombre para el reino norteño de Israel). Asiria derrotaría pronto a Siria e Israel, amenazas importantes para Judá. Damasco cayó en 732; Samaria, diez años después. Tras su destrucción, serían como un hombre esquelético (17:4), como un campo después de la cosecha con sólo unas pocas espigas (17:5), como un olivar cuyo fruto ha sido arrancado, quedando únicamente unas pocas aceitunas (17:6). La causa definitiva de la destrucción de estas naciones es su idolatría (17:7-8), unida a los rituales de fertilidad (17:10-11).

Los medios por los que Dios destruye a Siria e Israel se describen en 17:12-18, refiriéndose casi con toda certeza a Asiria, que, a su vez, también es destruida. No obstante, Isaías habla de “muchas naciones” (17:12): una vez más, nos encontramos ante un escorzo profético (acortamiento de la perspectiva de los tiempos), con Asiria como ejemplo tanto de instrumento utilizado por Dios para llevar a cabo un juicio temporal, como del hecho de que él exige responsabilidades a todas las naciones, incluso aquellas que su providencia ha empleado como arma ejecutora de su ira (cp. 10:5).
Si no hay ayuda para Judá y Jerusalén en las naciones de Israel y Siria (mucho menos en Asiria), tampoco la hay en la otra superpotencia de la región, Egipto/Etiopía (cap. 18). Egipto envía sus embajadores a Judá (y, sin duda, a otros Estados menores) para atraerlos hacia ellos (18:1). Isaías les habla (18:2). Con casi total seguridad, se dirige al rey en un oráculo profético acerca de los embajadores, en lugar de directamente al pueblo. El profeta describe la destrucción de la nación con una retórica brillante. Sin embargo, también proclama un tiempo en que los egipcios, tan solo uno de los muchos “pobladores de la tierra” (18:3), verán el estandarte que el Señor levanta y llevarán ofrendas al “Señor Todopoderoso” (18:7).

¿Por qué adular a las naciones paganas (¡y a los pensadores!), cuando el Señor mismo los juzgará y acabarán inclinándose un día ante él?

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Números 27
Las hijas de Zelofehad
27 Entonces las hijas de Zelofehad, hijo de Hefer, hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, de las familias de Manasés, hijo de José, se acercaron; y estos eran los nombres de sus hijas: Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa. Y se presentaron delante de Moisés, delante del sacerdote Eleazar, delante de los jefes y de toda la congregación, a la entrada de la tienda de reunión y dijeron: «Nuestro padre murió en el desierto, aunque no estuvo entre el grupo de los que se juntaron contra el SEÑOR, en el grupo de Coré, sino que murió por su pecado, y no tuvo hijos. ¿Por qué ha de desaparecer el nombre de nuestro padre de entre su familia solo porque no tuvo hijo? Dennos herencia entre los hermanos de nuestro padre». Y Moisés presentó su caso ante el SEÑOR.
Entonces el SEÑOR habló a Moisés y le dijo: «Las hijas de Zelofehad tienen razón en lo que dicen. Ciertamente les darás herencia entre los hermanos de su padre, y pasarás a ellas la herencia de su padre. Además, dirás a los israelitas: “Si un hombre muere y no tiene hijo, ustedes pasarán su herencia a su hija. Si no tiene hija, entonces darán su herencia a sus hermanos. 10 Si no tiene hermanos, entonces darán su herencia a los hermanos de su padre. 11 Y si su padre no tiene hermanos, entonces darán su herencia al pariente más cercano en su familia, y él la poseerá. Y será norma de derecho para los israelitas, tal como el SEÑOR ordenó a Moisés”».

Josué ungido sucesor de Moisés

12 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: «Sube a este monte Abarim, y mira la tierra que Yo he dado a los israelitas. 13 Y cuando la hayas visto, tú también te reunirás a tu pueblo, como se reunió tu hermano Aarón. 14 Porque cuando ustedes se rebelaron contra Mi mandamiento en el desierto de Zin durante la contienda de la congregación, debieron santificarme en las aguas ante sus ojos». (Esas son las aguas de Meriba, de Cades, en el desierto de Zin).
15 Entonces Moisés respondió al SEÑOR: 16 «Ponga el SEÑOR, Dios de los espíritus de toda carne, un hombre sobre la congregación, 17 que salga y entre delante de ellos, y que los haga salir y entrar a fin de que la congregación del SEÑOR no sea como ovejas que no tienen pastor». 18 Y el SEÑOR dijo a Moisés: «Toma a Josué, hijo de Nun, hombre en quien está el Espíritu, y pon tu mano sobre él; 19 y haz que se ponga delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la congregación, e impártele autoridad a la vista de ellos. 20 Pondrás sobre él parte de tu dignidad a fin de que le obedezca toda la congregación de los israelitas. 21 Él se presentará delante del sacerdote Eleazar, quien consultará por él por medio del juicio del Urim delante del SEÑOR. A su palabra saldrán y a su palabra entrarán, él y todos los israelitas con él, es decir, toda la congregación». 22 Moisés hizo tal como el SEÑOR le ordenó; tomó a Josué y lo puso delante del sacerdote Eleazar y delante de toda la congregación. 23 Luego puso sus manos sobre él y le impartió autoridad, tal como el SEÑOR había hablado por medio de Moisés.

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Salmos 70-71
LIBRO SEGUNDO
Oración en la persecución
Para el director del coro. Salmo de David. Para conmemorar.
70 Oh Dios, apresúrate a librarme; Apresúrate, oh SEÑOR, a socorrerme. Sean avergonzados y humillados Los que buscan mi vida; Sean vueltos atrás y cubiertos de ignominia Los que se complacen en mi mal. Sean vueltos atrás por causa de su vergüenza Los que dicen: «¡Ajá, ajá!».
Regocíjense y alégrense en Ti todos los que te buscan; Que digan continuamente: «¡Engrandecido sea Dios!», Los que aman Tu salvación. Pero yo estoy afligido y necesitado; Oh Dios, ven pronto a mí. Tú eres mi ayuda y mi libertador; SEÑOR, no te tardes.

Oración de un anciano

71 En Ti, oh SEÑOR, me refugio; Jamás sea yo avergonzado. Líbrame en Tu justicia, y rescátame; Inclina a mí Tu oído, y sálvame. Sé para mí una roca de refugio, a la cual pueda ir continuamente; Tú has dado mandamiento para salvarme, Porque Tú eres mi roca y mi fortaleza. Dios mío, rescátame de la mano del impío, De la mano del malhechor y del implacable, Porque Tú eres mi esperanza; Oh Señor DIOS, Tú eres mi confianza desde mi juventud. De Ti he recibido apoyo desde mi nacimiento; Tú eres el que me sacó del seno de mi madre; Para Ti es de continuo mi alabanza.
He llegado a ser el asombro de muchos, Porque Tú eres mi refugio fuerte. Llena está mi boca de Tu alabanza Y de Tu gloria todo el día. No me rechaces en el tiempo de la vejez; No me desampares cuando me falten las fuerzas. 10 Porque mis enemigos han hablado de mí; Y los que acechan mi vida han consultado entre sí, 11 Diciendo: «Dios lo ha desamparado; Persíganlo y aprésenlo, pues no hay quien lo libre».
12 Oh Dios, no estés lejos de mí; Dios mío, apresúrate a socorrerme. 13 Sean avergonzados y consumidos los enemigos de mi alma; Sean cubiertos de afrenta y de ignominia los que procuran mi mal. 14 Pero yo esperaré continuamente, Y aún te alabaré más y más. 15 Todo el día contará mi boca De Tu justicia y de Tu salvación, Porque son innumerables. 16 Vendré con los hechos poderosos de DIOS el Señor; Haré mención de Tu justicia, de la Tuya sola.
17 Oh Dios, Tú me has enseñado desde mi juventud, Y hasta ahora he anunciado Tus maravillas. 18 Y aun en la vejez y las canas, no me desampares, oh Dios, Hasta que anuncie Tu poder a esta generación, Tu poderío a todos los que han de venir. 19 Porque Tu justicia, oh Dios, alcanza hasta los cielos, Tú que has hecho grandes cosas; Oh Dios, ¿quién como Tú? 20 Tú que me has hecho ver muchas angustias y aflicciones, Me volverás a dar vida, Y me levantarás de nuevo de las profundidades de la tierra. 21 Aumenta Tú mi grandeza Y vuelve a consolarme.
22 Y yo te daré gracias con el arpa, Cantaré Tu verdad, Dios mío; A Ti cantaré alabanzas con la lira, Oh Santo de Israel. 23 Darán voces de júbilo mis labios, cuando te cante alabanzas, Y mi alma, que Tú has redimido. 24 También mi lengua hablará de Tu justicia todo el día, Porque han sido avergonzados, porque han sido humillados, los que procuran mi mal.
   
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Isaías 17-18
Profecía contra Damasco

17Oráculo contra Damasco: «Damasco dejará de ser ciudad, Y vendrá a ser un montón de ruinas. Abandonadas están las ciudades de Aroer. Serán para los rebaños, para que se echen en ellas, Y no habrá quien los espante. Desaparecerá la fortaleza de Efraín Y la soberanía de Damasco, Y el resto de Aram Vendrá a ser como la gloria de los israelitas», Declara el SEÑOR de los ejércitos.

Juicio sobre Israel

«En aquel día la gloria de Jacob disminuirá, Y enflaquecerá la gordura de su cuerpo. Será como cuando el segador recoge la cosecha, Y su brazo cosecha las espigas. O será como el que recoge espigas En el valle de Refaim. Pero quedarán en él rebuscos como cuando se varea el olivo: Dos o tres aceitunas en la rama más alta, Cuatro o cinco en las ramas de un árbol fructífero», Declara el SEÑOR, Dios de Israel. En aquel día el hombre tendrá en estima a su Hacedor, Y sus ojos mirarán al Santo de Israel. No tendrá en estima los altares, obra de sus manos, Ni mirará a lo que sus dedos hicieron: Las Aseras y los altares de incienso. Aquel día tus ciudades fuertes serán como lugares Abandonados en el bosque, O como ramas que fueron abandonadas delante de los israelitas. La tierra será una desolación. 10 Porque te olvidaste del Dios de tu salvación Y no te acordaste de la Roca de tu refugio. Por tanto, siembras plantas deleitosas Y les injertas sarmientos de un dios extraño. 11 El día que las plantes las cercarás con cuidado, Y por la mañana harás que florezca tu semilla. Pero la cosecha será un montón inservible En el día de enfermedad y de dolor incurable.
12 ¡Ay!, bramar de muchos pueblos Que braman como el bramido de los mares; Rugir de naciones Que rugen como el rugido de violentas aguas. 13 Las naciones rugen como el rugido de muchas aguas, Pero Él las reprenderá y huirán lejos. Serán perseguidas como la paja de los montes delante del viento, Y como polvo de torbellino delante del vendaval. 14 Al tiempo de la tarde, hay terror. Antes de la mañana ya no existen. Tal será la porción de los que nos despojan, Y la suerte de los que nos saquean.

Profecía sobre Etiopía

18 ¡Ay de la tierra del zumbido de alas Que está más allá de los ríos de Cus, La que envía por el mar embajadores En naves de junco sobre la superficie de las aguas! Id, veloces mensajeros, a una nación De alta estatura y de piel brillante, A un pueblo temido por todas partes, Una nación poderosa y opresora Cuya tierra surcan los ríos. Todos ustedes, habitantes del mundo y moradores de la tierra, Tan pronto como se alce la bandera sobre los montes, la verán, Y tan pronto como la trompeta sea tocada, la oirán. Porque así me ha dicho el SEÑOR: «Me estaré quieto y miraré desde Mi morada, Como calor resplandeciente al sol, Como nube de rocío en el calor de la cosecha». Pues antes de la cosecha, tan pronto como el botón se abra Y la flor se convierta en uva madura, Él cortará los pámpanos con podaderas Y podará y quitará los sarmientos. Juntos serán dejados para las aves de rapiña de los montes, Y para las bestias de la tierra. Pasarán allí el verano las aves de rapiña, Y todas las bestias de la tierra allí invernarán. En aquel tiempo será traído un obsequio al SEÑOR de los ejércitos De parte de un pueblo de alta estatura y de piel brillante, De un pueblo temido por todas partes, De una nación poderosa y opresora, Cuya tierra surcan los ríos, Al lugar del nombre del SEÑOR de los ejércitos, el monte Sión.

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1 Pedro 5
Consejos a los ancianos de la iglesia
9 Por tanto, a los ancianos entre ustedes, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revelada: pastoreen el rebaño de Dios entre ustedes, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo; tampoco como teniendo señorío sobre los que les han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, ustedes recibirán la corona inmarcesible de gloria. Asimismo ustedes, los más jóvenes, estén sujetos a los mayores. Y todos, revístanse de humildad en su trato mutuo, porque DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS, PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES.

Consejos para la iglesia

Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo, echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes. Sean de espíritu sobrio, estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. Pero resístanlo firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en sus hermanos en todo el mundo.
10 Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que los llamó a Su gloria eterna en Cristo, Él mismo los perfeccionará, afirmará, fortalecerá, y establecerá. 11 A Él sea el dominio por los siglos de los siglos. Amén.

Saludos finales

12 Por conducto de Silvano, nuestro fiel hermano, porque así lo considero, les he escrito brevemente, exhortando y testificando que esta es la verdadera gracia de Dios. Estén firmes en ella. 13 La que está en Babilonia, elegida juntamente con ustedes, los saluda, y también mi hijo Marcos. 14 Salúdense unos a otros con un beso de amor fraternal.
Paz sea a todos ustedes que están en Cristo.

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