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Lectura de Hoy

05-07-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Josué 7

Por supuesto que no siempre funciona de esta manera. A veces, el pe­cado de un hombre y de su familia -en este caso, Acán- no supone la derro­ta de toda la comunidad de creyentes (Josué 7). Por ejemplo, el pecado de Ananías y Safira sólo les provocó la muerte a ellos mismos (Hechos 5), y el castigo que sufrieron produjo un temor piadoso sobre el resto de la asam­blea. Por otro lado, el pecado de David repercutió trágicamente en la na­ción entera. Tal vez, los casos más atemorizantes son aquellos en los cuales muchísimas personas cometen innumerables pecados y Dios no hace abso­lutamente nada al respecto. Porque el peor juicio ocurre cuando Dios le da la espalda al pueblo y decide dejar que el pecado siga su curso. Es mucho mejor que se nos sacuda bruscamente antes de que las cosas se descontro­len. Por esto, durante gran parte de los últimos cuarenta años en el desier­to, ellos estuvieron entregados a la disciplina de Dios: el propósito era tanto educativo como reformador.

Cualquiera que sea el caso en otras partes de las Escrituras, aquí el pe­cado de Acán y su familia provoca una derrota vergonzosa al contingente de tropas enviadas a tomar el pueblito de Hai. Peor aún, supuso la muerte de treinta y seis israelitas (7:5). En un sentido, Acán era un asesino.

Cuan­do Josué, consternado, busca el rostro de Dios, Dios le responde un tanto abruptamente y le dice: “Deja de orar y resuelve el problema del pecado en el campamento” (7:10-12). Dios le había dado instrucciones explícitas en repetidas ocasiones y habían sido violadas. El pacto entre Dios y los israelitas era esencialmente comunitario, de manera que Dios estaba decidido a en­señarle a toda la comunidad a ejercitar entre sus miembros la disciplina or­denada por el pacto.

No hay duda de que debemos tener en cuenta ciertas diferencias sus­tanciales al pensar en el nuevo pacto. Sin embargo, aquí también Dios dice algunas cosas explícitas y espera que la comunidad del pacto ejerza la dis­ciplina (por ejemplo, 1 Corintios 5; cf2 Corintios 11:413:2-3). Pablo nos advierte que dejar de tomar una acción disciplinaria en la iglesia cuando ha habido una crasa violación, pone en peligro a la comunidad entera (1 Co­rintios 5:6). Los pastores de iglesias y los líderes de otras organizaciones cristianas que ignoren esta perspectiva le están abriendo la puerta al desas­tre en medio del pueblo al que son llamados a dirigir. Se puede apelar a la paz cuando la verdadera motivación puede ser sencillamente cobardía o, peor aún, no tomar las en serio palabras de Dios. Este tema se refuerza en la segunda lectura asignada para este día: “Yo… alabaré tu nombre por tu gran amor y fidelidad. Porque has exaltado tu nombre y tu palabra por sobre todas las cosas” (Salmo 138:2-3).

Devocional: Jeremías 1
Jeremías vivió en una época de peligros y declive. Llamado a ser profeta en el decimotercer año del reinado del rey Josías, el último monarca reformador de Judá (alrededor de 627 a.C.), sirvió durante más de cuarenta años. La caída de Jerusalén tuvo lugar en 587 (cuarenta años después del llamamiento de Jeremías) y el profeta continuó su ministerio durante un tiempo.

Dicho ministerio parecía condenado a ser improductivo. Sin embargo, Dios le había llamado a hablar la verdad acerca de la nación y del juicio inminente, independientemente de si sus palabras eran bien recibidas o no. Se observa cómo su madurez y determinación van creciendo conforme van pasando sus años de ministerio.

El llamamiento de Jeremías ocupa el primer capítulo (Jeremías 1). Destacamos algunos elementos importantes:

(1) Dios no sólo había comisionado a Jeremías, sino que lo había escogido incluso antes de que naciese (1:5). En las horas de más oscura oposición y trato brutal, esa realidad demostró ser inmensamente tranquilizadora para Jeremías.

(2) Claramente, Jeremías era muy joven cuando Dios lo llamó a su primera comisión. Se quejó diciendo que era demasiado joven, un niño. Sin embargo, el Señor no aceptaría la excusa. Él mismo pondría las palabras en la boca de Jeremías y lo haría una voz profética, no solo sobre Judá sino también sobre las naciones vecinas (1:7-10).

(3) Dos viñetas visionarias clarifican el llamamiento de Jeremías. La primera es una rama de almendro. La palabra hebrea suena de forma muy parecida a otra que significa “vigilar”. Esa rama era la primera que germinaba en primavera, señalando así la llegada de la primavera; en ese doble sentido, la palabra de Dios apunta a su propio cumplimiento, que se producirá inevitablemente. De ahí que se inste al profeta a comunicarla con la total confianza de que lo que el Señor dice es verdad, y de que todo lo que prediga tendrá lugar (1:11-12): Dios lo vigila todo. El segundo elemento visionario es una olla que hierve y se vierte desde el norte, una forma gráfica de indicar que el caldero hirviendo del juicio, el que Babilonia infligirá a la pequeña nación (1:13-16), se derramará sobre Judá desde el norte.

(4) Sobre todo, Dios dice a Jeremías que no tema, una palabra común a los siervos de Dios (p. ej., Abraham, Génesis 15:1; Moisés, Números 21:34 y Deuteronomio 3:2; Daniel, Daniel 10:1219; María, Lucas 1:30; Pablo, Hechos 27:24). Dios no esconde las dificultades: Jeremías se enfrentará a mucha oposición y en ocasiones se quedará solo “contra todo el país” (1:18), pero “no te podrán vencer”, dice el Señor, “porque yo estoy contigo para librarte” (1:19). Únicamente estas promesas pueden alimentar una valentía titánica en el profeta.

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Josué 7
Derrota de Israel en Hai
7 Pero los israelitas fueron infieles en cuanto a las cosas dedicadas al anatema, porque Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó de las cosas dedicadas al anatema. Entonces la ira del SEÑOR se encendió contra los israelitas.
Josué envió hombres desde Jericó a Hai, que está cerca de Bet Avén al este de Betel, y les dijo: «Suban y reconozcan la tierra». Y los hombres subieron y reconocieron a Hai. Cuando volvieron a Josué, le dijeron: «Que no suba todo el pueblo. Solo dos o tres mil hombres subirán a Hai. No hagas cansar a todo el pueblo subiendo allá, porque ellos son pocos».
Así que subieron allá unos tres mil hombres del pueblo, pero huyeron ante los hombres de Hai. Los hombres de Hai hirieron de ellos a unos treinta y seis hombres, y los persiguieron desde la puerta hasta Sebarim, y los derrotaron en la bajada. El corazón del pueblo desfalleció y se hizo como agua.
Entonces Josué rasgó sus vestidos y postró su rostro en tierra delante del arca del SEÑOR hasta el anochecer, él y los ancianos de Israel; y echaron polvo sobre sus cabezas. Y Josué dijo: «¡Ah, Señor DIOS! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos después en manos de los amorreos y destruirnos? ¡Ojalá nos hubiéramos propuesto habitar al otro lado del Jordán! ¡Ah, Señor! ¿Qué puedo decir, ya que Israel ha vuelto la espalda ante sus enemigos? Porque los cananeos y todos los habitantes de la tierra se enterarán de ello, y nos rodearán y borrarán nuestro nombre de la tierra. ¿Y qué harás Tú por Tu gran nombre?».

El pecado de Acán

10 Y el SEÑOR dijo a Josué: «¡Levántate! ¿Por qué te has postrado rostro en tierra? 11 Israel ha pecado y también ha transgredido Mi pacto que les ordené. Y hasta han tomado de las cosas dedicadas al anatema, y también han robado y mentido, y además las han puesto entre sus propias cosas. 12 No pueden, pues, los israelitas hacer frente a sus enemigos. Vuelven la espalda delante de sus enemigos porque se han convertido en anatema. No estaré más con ustedes a menos que destruyan las cosas dedicadas al anatema de en medio de ustedes.
13 »Levántate, consagra al pueblo y di: “Conságrense para mañana, porque así ha dicho el SEÑOR, Dios de Israel: ‘Hay anatema en medio de ti, oh Israel. No podrás hacer frente a tus enemigos hasta que quiten el anatema de en medio de ustedes’. 14 Por la mañana se acercarán, pues, por tribus. Y será que la tribu que el SEÑOR señale se acercará por familias, y la familia que el SEÑOR señale se acercará por casas, y la casa que el SEÑOR señale se acercará hombre por hombre. 15 Y será que el hombre que sea sorprendido con las cosas dedicadas al anatema será quemado, él y todo lo que le pertenece, porque ha quebrantado el pacto del SEÑOR, y ha cometido una terrible ofensa en Israel”».
16 Josué se levantó muy de mañana, e hizo acercar a Israel por tribus, y fue designada la tribu de Judá. 17 Mandó acercar a las familias de Judá, y fue designada la familia de los de Zera. Hizo acercar a la familia de Zera, hombre por hombre, y Zabdi fue designado. 18 Mandó acercar su casa hombre por hombre. Fue designado Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá. 19 Entonces Josué dijo a Acán: «Hijo mío, te ruego, da gloria al SEÑOR, Dios de Israel, y dale alabanza. Declárame ahora lo que has hecho. No me lo ocultes». 20 Y Acán respondió a Josué: «En verdad he pecado contra el SEÑOR, Dios de Israel, y esto es lo que he hecho. 21 Cuando vi entre el botín un hermoso manto de Sinar y 200 siclos (2.28 kilos) de plata y una barra de oro de cincuenta siclos de peso, los codicié y los tomé; todo eso está escondido en la tierra dentro de mi tienda con la plata debajo».
22 Josué envió emisarios, que fueron corriendo a la tienda y hallaron el manto escondido en su tienda con la plata debajo. 23 Los sacaron de la tienda y los llevaron a Josué y a todos los israelitas, y los pusieron delante del SEÑOR. 24 Entonces Josué, y todo Israel con él, tomaron a Acán, hijo de Zera, y la plata, el manto, la barra de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo lo que le pertenecía, y los llevaron al valle de Acor.
25 Y Josué dijo: «¿Por qué nos has turbado? El SEÑOR te turbará hoy». Todo Israel los apedreó y los quemaron después de haberlos apedreado. 26 Levantaron sobre él un gran montón de piedras que permanece hasta hoy. El SEÑOR se volvió del furor de su ira. Por eso se ha llamado aquel lugar el valle de Acor hasta el día de hoy.

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Salmos 137–138
LIBRO QUINTO
Lamento de los cautivos
137 Junto a los ríos de Babilonia, Nos sentábamos y llorábamos Al acordarnos de Sión. Sobre los sauces en medio de ella Colgamos nuestras arpas. Pues allí los que nos habían llevado cautivos nos pedían canciones, Y los que nos atormentaban nos pedían alegría, diciendo: «Cántennos alguno de los cánticos de Sión».
¿Cómo cantaremos la canción del SEÑOR En tierra extraña? Si me olvido de ti, oh Jerusalén, Pierda mi diestra su destreza. Péguese mi lengua al paladar Si no me acuerdo de ti, Si no enaltezco a Jerusalén Sobre mi supremo gozo.
Recuerda, oh SEÑOR, contra los hijos de Edom El día de Jerusalén, Quienes dijeron: «Arrásenla, arrásenla Hasta sus cimientos». Oh hija de Babilonia, la devastada, Bienaventurado el que te devuelva El pago con que nos pagaste. Bienaventurado será el que tome y estrelle tus pequeños Contra la peña.

Acción de gracias por el favor del SEÑOR
Salmo de David.


138 Con todo mi corazón te daré gracias; En presencia de los dioses te cantaré alabanzas. Me postraré hacia Tu santo templo, Y daré gracias a Tu nombre por Tu misericordia y Tu fidelidad; Porque has engrandecido Tu palabra conforme a todo Tu nombre. En el día que invoqué, me respondiste; Me hiciste valiente con fortaleza en mi alma.
Todos los reyes de la tierra te alabarán, SEÑOR, Cuando hayan oído los dichos de Tu boca. Y cantarán de los caminos del SEÑOR, Porque grande es la gloria del SEÑOR. Porque el SEÑOR es excelso, Y atiende al humilde, Pero al altivo conoce de lejos.
Aunque yo ande en medio de la angustia, Tú me vivificarás; Extenderás Tu mano contra la ira de mis enemigos, Y Tu diestra me salvará. El SEÑOR cumplirá Su propósito en mí; Eterna, oh SEÑOR, es Tu misericordia; No abandones las obras de Tus manos.

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Jeremías 1
Llamamiento y comisión de Jeremías

1 Palabras de Jeremías, hijo de Hilcías, de los sacerdotes que habitaban en Anatot, en la tierra de Benjamín, a quien vino la palabra del SEÑOR en los días de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, en el año trece de su reinado. También vino a él la palabra en los días de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año once de Sedequías, hijo de Josías, rey de Judá, o sea, hasta el destierro de Jerusalén en el mes quinto.
Y vino a mí la palabra del SEÑOR:
«Antes que Yo te formara en el seno materno, te conocí, Y antes que nacieras, te consagré; Te puse por profeta a las naciones». Entonces dije: «¡Ah, Señor DIOS! No sé hablar, Porque soy joven». Pero el SEÑOR me dijo: «No digas: “Soy joven”, Porque adondequiera que te envíe, irás, Y todo lo que te mande, dirás. No tengas temor ante ellos, Porque contigo estoy para librarte», declara el SEÑOR.
Entonces el SEÑOR extendió Su mano y tocó mi boca. Y el SEÑOR me dijo:
«Yo he puesto Mis palabras en tu boca. 10 Mira, hoy te he dado autoridad sobre las naciones y sobre los reinos, Para arrancar y para derribar, Para destruir y para derrocar, Para edificar y para plantar».
11 Vino entonces a mí la palabra del SEÑOR: «¿Qué ves tú, Jeremías?». «Veo una vara de almendro», respondí. 12 «Bien has visto», me dijo el SEÑOR, «porque Yo velo sobre Mi palabra para cumplirla».
13 Por segunda vez vino a mí la palabra del SEÑOR: «¿Qué ves tú?». «Veo una olla hirviendo que se vuelca desde el norte», respondí.

14 Entonces me dijo el SEÑOR: «Desde el norte vendrá el mal Sobre todos los habitantes de esta tierra. 15 Porque Yo voy a llamar A todas las familias de los reinos del norte», Declara el SEÑOR. «Vendrán, y cada uno pondrá su trono A la entrada de las puertas de Jerusalén, Frente a todos sus muros alrededor Y frente a todas las ciudades de Judá. 16 Y Yo pronunciaré Mis juicios contra ellos Por toda su maldad, porque me abandonaron, Ofrecieron sacrificios a otros dioses Y adoraron la obra de sus manos. 17 Tú, pues, prepárate, Levántate y diles todo lo que Yo te mande. No temas ante ellos, No sea que Yo te infunda temor delante de ellos. 18 Yo te he puesto hoy Como ciudad fortificada, Como columna de hierro y como muro de bronce Contra toda esta tierra: Contra los reyes de Judá, sus príncipes, Sus sacerdotes y el pueblo de la tierra. 19 Pelearán contra ti, pero no te vencerán, Porque Yo estoy contigo», declara el SEÑOR, «para librarte».

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Mateo 15
Discusión con algunos escribas y fariseos
15 Entonces se acercaron* a Jesús algunos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo: «¿Por qué Tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Pues no se lavan las manos cuando comen pan».
Jesús les preguntó: «¿Por qué también quebrantan ustedes el mandamiento de Dios a causa de su tradición? Porque Dios dijo: “HONRA A tu PADRE Y A tu MADRE”, y: “QUIEN HABLE MAL DE su PADRE O DE su MADRE, QUE MUERA”. Pero ustedes dicen: “Cualquiera que diga a su padre o a su madre: ‘Es ofrenda a Dios todo lo mío con que pudieras ser ayudado’, no necesitará más honrar a su padre o a su madre”. Y así ustedes invalidaron la palabra de Dios por causa de su tradición. ¡Hipócritas! Bien profetizó Isaías de ustedes cuando dijo:
“ESTE PUEBLO CON LOS LABIOS ME HONRA, PERO SU CORAZÓN ESTÁ MUY LEJOS DE MÍ. PUES EN VANO ME RINDEN CULTO, ENSEÑANDO COMO DOCTRINAS PRECEPTOS DE HOMBRES”».

Lo que contamina al hombre

10 Llamando junto a Él a la multitud, Jesús les dijo: «Oigan y entiendan: 11 no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre». 12 Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron*: «¿Sabes que los fariseos se escandalizaron cuando oyeron Tus palabras?». 13 Pero Él contestó: «Toda planta que Mi Padre celestial no haya plantado, será desarraigada. 14 Déjenlos; son ciegos guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo».
15 Entonces Pedro dijo a Jesús: «Explícanos la parábola». 16 Jesús les dijo: «¿También están ustedes aún faltos de entendimiento? 17 ¿No entienden que todo lo que entra en la boca va al estómago y luego se elimina? 18 Pero lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre. 19 Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias. 20 Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero comer sin lavarse las manos no contamina al hombre».

Jesús sana a la hija de una cananea

21 Saliendo Jesús de allí, se retiró a la región de Tiro y de Sidón. 22 Entonces una mujer cananea que había salido de aquella región, comenzó a gritar: «Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija está terriblemente endemoniada». 23 Pero Él no le contestó nada. Y acercándose Sus discípulos, le rogaban: «Atiéndela, pues viene gritando tras nosotros». 24 Y Jesús respondió: «No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel». 25 Pero acercándose ella, se postró ante Él, diciendo: «¡Señor, ayúdame!». 26 Y Él le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos, y echárselo a los perrillos». 27 Ella respondió: «Sí, Señor; pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos». 28 Entonces Jesús le dijo: «Oh mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas». Y su hija quedó sana desde aquel momento.

Jesús sana a muchos junto al mar de Galilea

29 Pasando Jesús de allí, vino junto al mar de Galilea, y subiendo al monte, se sentó allí. 30 Y vinieron a Él grandes multitudes trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos y los pusieron a Sus pies y Él los sanó; 31 de modo que la muchedumbre se maravilló al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban restaurados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel.

Alimentación de los cuatro mil

32 Entonces Jesús, llamando junto a Él a Sus discípulos, les dijo: «Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que están aquí y no tienen qué comer; y no quiero despedirlos sin comer, no sea que desfallezcan en el camino». 33 Y los discípulos le dijeron*: «¿Dónde podríamos conseguir en el desierto tantos panes para saciar a una multitud tan grande?». 34 «¿Cuántos panes tienen?», les preguntó* Jesús. Ellos respondieron: «Siete, y unos pocos pececillos».
35 Y Él mandó a la multitud que se sentara en el suelo; 36 tomó los siete panes y los peces, y después de dar gracias, los partió y empezó a darlos a los discípulos, y los discípulos a las multitudes. 37 Comieron todos y se saciaron; y recogieron de lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. 38 Los que comieron fueron 4,000 hombres, sin contar las mujeres y los niños. 39 Después de despedir a la muchedumbre, subió a la barca y se fue a la región de Magadán.

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