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Lectura de Hoy

12-11-2023

Devocional

Devocional: Amós 1

La profecía de Amós llama al pueblo de Dios a que regrese a la conducta estipulada en el pacto. Pero como gran parte de la mala conducta de Israel iba unida a la injusticia social, y no de forma exclusiva con los pecados individuales, esta profecía incluye algunas de las denuncias más incisivas de la injusticia social que se puedan hallar.

Algunas reflexiones preliminares sobre Amós 1:

(1) A diferencia de Ezequiel, que era un sacerdote entrenado antes de convertirse en profeta, y de Isaías y Jeremías, que parecen haber sido profetas toda su vida, o Daniel, cuyo trabajo se desarrollaba en el ámbito “secular”, pero que tuvo un entrenamiento de primera clase, Amós no era un líder religioso profesional ni un erudito. Era pastor (1:1), así como Eliseo era agricultor y nuestro Señor, carpintero.

(2) A diferencia del libro de Joel, este especifica los reinados bajo los cuales predicó Amós: bajo el rey Uzías de Judá y Jeroboam II de Israel (1:1). Desconocemos la fecha del terremoto al que alude Amós, pero los dos reyes en cuestión disfrutaron de largos reinados en la primera mitad del siglo VIII a.C.; el primero, desde el 790 aproximadamente al 740 a.C.; el segundo, desde el 793 aproximadamente al 753 a.C. (incluidas dos corregencias con sus respectivos padres). Durante ese tiempo, Asiria, el poder regional, no era expansionista, de modo que los dos reinos, Judá e Israel, no estaban presionados desde el exterior y crecieron hasta hacerse política y militarmente fuertes. (Asiria no se convirtió en una amenaza hasta después del 745, cuando Tiglat-Pileser III ascendió al trono).

(3) Amós era un misionero, es decir, un predicador multicultural de la palabra de Dios. Era un pastor de Tecoa, en Judá, pero su ministerio se desarrolló en Israel. Durante ese tiempo, Jeroboam II, un hombre capaz, extendió las fronteras tanto como Salomón había hecho. Pero, a pesar de toda la prosperidad y el expansionismo, la riqueza solo estaba en manos de unos cuantos. Combinado con la decadencia moral y la continuada idolatría, significó que la nación iba hacia la destrucción, y, aparte de Amós, pocos detectaron los peligros.

(4) Como rey majestuoso, el Señor “ruge” como un león desde Sion, amenazando juicio (1:2). Su paciencia se está acabando. Por ello, un comentario muy conocido de Amós (J. Alec Motyer) titula su libro El día del león, y otro, (Roy Clements) Cuando la paciencia de Dios se agota.

(5) La fórmula “Los delitos de X han llegado a su colmo” (1:3, 6, 9, 11, 12) es una forma poética en hebreo de especificar los pecados. En Amós 1, son las transgresiones de los vecinos de Israel: el Dios que castiga a su propio pueblo del pacto es, sin embargo, el Juez de toda la tierra, una verdad a la vez sombría y alentadora.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 2 Reyes 25

En este último capítulo de 2 Reyes (2 Reyes 25), Jerusalén desciende a la vergüenza y la derrota. Pero hay un giro en la historia.

La narrativa en sí es sucia. El rey Sedequías, era débil y corrupto. Jeremías predicaba la sumisión: Dios había decretado que Judá fuera castigada de esta manera y, por tanto, la nación no debía rebelarse contra Babilonia. A más de mil kilómetros de distancia, Ezequiel le estaba predicando prácticamente lo mismo a los exiliados: les decía que Judá y Jerusalén estaban mucho peor de lo que la mayoría de la gente pensaba y Dios había decretado juicio sobre ella. Varios años antes de la destrucción final, predijo que la gloria de Dios abandonaría a Jerusalén y la ciudad sería destruida (Ezequiel 8-11). Este mensaje era devastador para los exiliados, pues significaba que no tenían un hogar al que regresar y demostraba un abandono tan absoluto de parte de Dios, que apenas eran capaces de comprenderlo.

Pero Sedequías se rebeló. Las represalias de Babilonia fueron tan brutales como inevitables. En 588 a. C., el poderoso ejército babilonio había vuelto a las puertas de Jerusalén. La ciudad fue conquistada en 587 a. C. Sedequías intentó escapar, pero fue capturado cerca de Jericó y llevado al cuartel de Nabucodonosor en Ribla. Allí mataron a sus hijos delante de él y luego le sacaron los ojos. La mayoría de la ciudad fue quemada y las murallas derribadas, piedra a piedra. Todas las personas acaudaladas fueron transportadas a Babilonia. A los pobres que permanecieron en la tierra para cuidar las viñas, Nabucodonosor les nombró a Gedalías como gobernador, quien estableció su centro administrativo en Mizpa porque Jerusalén estaba enteramente destruida. Tan sólo siete meses después, a Gedalías lo asesinaron unos bravucones fanáticos partidarios de la estirpe real: aparentemente estaban ofendidos de que se nombrara un gobernador que no fuera del linaje davídico. Finalmente, se dieron cuenta de lo que habían hecho. Temiendo represalias de los babilonios, el pueblo restante huyó a Egipto.

Si 2 Reyes terminara así, se verían cumplidos el juicio y la justicia, pero el lector se preguntaría si había esperanza alguna para el linaje davídico y para las enormes promesas mesiánicas vinculadas a él. Pero, en realidad, el libro termina con un giro en la historia. Los últimos versículos (25:27-30) informan tranquilamente que, a los treinta y siete años de su exilio, sacaron de la cárcel al rey Joaquín. Por el resto de su vida, estuvo apoyado por el Estado babilónico: “Joaquín dejó su ropa de prisionero, y por el resto de su vida comió a la mesa del rey. Además, durante toda su vida Joaquín gozó de una pensión diaria que le proveía el rey de Babilonia”. La historia de la redención no ha terminado y el linaje de David todavía no se ha extinguido. En medio de pecados destructores y juicio violento, la esperanza aún nos aguarda.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.

2 Reyes 25

Sitio de Jerusalén

25 Y en el noveno año de su reinado, en el décimo mes, el día diez del mes, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, él y todo su ejército contra Jerusalén, acampó contra ella y construyó un muro de asedio alrededor de ella. La ciudad estuvo sitiada hasta el undécimo año del rey Sedequías. A los nueve días del mes cuarto el hambre era tan grande en la ciudad que no había alimento para la población. Y al ser abierta una brecha en la ciudad, todos los hombres de guerra huyeron de noche por el camino de la puerta entre las dos murallas, junto al jardín del rey, estando los caldeos alrededor de la ciudad, y se fueron por el camino del Arabá. Pero el ejército de los caldeos persiguió al rey y lo alcanzó en los llanos de Jericó, y todo su ejército se dispersó de su lado. Entonces capturaron al rey y lo trajeron al rey de Babilonia en Ribla, y este lo sentenció. Y degollaron a los hijos de Sedequías en su presencia, y a Sedequías le sacó los ojos, lo ató con cadenas de bronce y lo llevó a Babilonia.

Cautiverio de Judá

En el mes quinto, a los siete días del mes, en el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia. Y quemó la casa del SEÑOR, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén; prendió fuego a toda casa grande. 10 Todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia derribó las murallas alrededor de Jerusalén; 11 y al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la multitud, los llevó en cautiverio Nabuzaradán, capitán de la guardia. 12 Pero el capitán de la guardia dejó a algunos de los más pobres del país para que fueran viñadores y labradores.

13 Los caldeos hicieron pedazos las columnas de bronce que estaban en la casa del SEÑOR, y las basas y el mar de bronce que estaban en la casa del SEÑOR, y llevaron el bronce a Babilonia. 14 También se llevaron las ollas, las palas, las despabiladeras, las cucharas, y todos los utensilios de bronce que se usaban en el servicio del templo15 El capitán de la guardia se llevó además los incensarios y los tazones, lo que era de oro puro y lo que era de plata pura. 16 En cuanto a las dos columnas, el mar y las basas que Salomón había hecho para la casa del SEÑOR; no era posible calcular el peso del bronce de todos estos objetos. 17 La altura de una columna era de 18 codos (8.1 metros), y tenía sobre ella un capitel de bronce; la altura del capitel era de 3 codos (1.35 metros), con una obra de malla y granadas alrededor del capitel, todo de bronce. Y la segunda columna era igual con obra de malla.

18 Entonces el capitán de la guardia tomó al sumo sacerdote Seraías y al segundo sacerdote Sofonías y a los tres oficiales del templo. 19 Y de la ciudad prendió a un oficial que estaba encargado de los hombres de guerra, y a cinco hombres de los consejeros del rey que se hallaban en la ciudad, y al escriba del capitán del ejército, que alistaba a la gente del país, y a sesenta hombres del pueblo de la tierra que se hallaban en la ciudad. 20 Nabuzaradán, capitán de la guardia, los tomó y se los llevó al rey de Babilonia en Ribla. 21 Entonces el rey de Babilonia los hirió y les dio muerte en Ribla, en la tierra de Hamat. Así Judá fue llevado al cautiverio, lejos de su tierra.

22 en cuanto al pueblo que quedó en la tierra de Judá, al que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había dejado, puso sobre ellos a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán. 23 Cuando todos los jefes de tropas, ellos y sus hombres, oyeron que el rey de Babilonia había nombrado gobernador a Gedalías, vinieron a este en Mizpa: Ismael, hijo de Netanías, Johanán, hijo de Carea, Seraías, hijo de Tanhumet el netofatita, y Jaazanías, hijo del maacateo, ellos y sus hombres. 24 Gedalías les hizo un juramento, a ellos y a sus hombres, y les dijo: «No teman a los siervos de los caldeos; habiten en la tierra y sirvan al rey de Babilonia, y les irá bien».

25 Pero sucedió que en el séptimo mes, Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la familia real, vino con diez hombres e hirió a Gedalías, y este murió junto con los judíos y los caldeos que estaban con él en Mizpa. 26 Entonces todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, y los jefes de las tropas se levantaron y se fueron a Egipto, porque temían a los caldeos.

Joaquín honrado en Babilonia

27 En el año treinta y siete del cautiverio de Joaquín, rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veintisiete días del mes, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año en que comenzó a reinar, sacó de la prisión a Joaquín, rey de Judá; 28 y le habló con benevolencia y puso su trono por encima de los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia. 29 Le cambió sus vestidos de prisión, y comió siempre en la presencia del rey, todos los días de su vida; 30 para su sustento, se le dio de continuo una ración de parte del rey, una porción para cada día, todos los días de su vida.

Hebreos 7

El sacerdocio de Melquisedec

7 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que se encontró con Abraham cuando este regresaba de la matanza de los reyes, y lo bendijo, y Abraham le entregó el diezmo de todos los despojos. El nombre Melquisedec significa primeramente rey de justicia, y luego también rey de Salem, esto es, rey de paz. Sin tener padre, ni madre, y sin genealogía, no teniendo principio de días ni fin de vida, siendo hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote a perpetuidad.

Grandeza de Melquisedec

Consideren, pues, la grandeza de este Melquisedec a quien Abraham, el patriarca, dio el diezmo de lo mejor del botín. Y en verdad los hijos de Leví que reciben el oficio de sacerdote, tienen mandamiento en la ley de recoger el diezmo del pueblo, es decir, de sus hermanos, aunque estos son descendientes de Abraham. Pero aquel cuya genealogía no viene de ellos, recibió el diezmo de Abraham y bendijo al que tenía las promesas. Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor.

Aquí, ciertamente hombres mortales reciben el diezmo, pero allí, los recibe uno de quien se da testimonio de que vive. Y, por decirlo así, por medio de Abraham también Leví, que recibía diezmos, pagaba diezmos, 10 porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.

Cristo, sacerdote para siempre

11 Ahora bien, si la perfección era por medio del sacerdocio levítico, (pues sobre esa base recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad había de que se levantara otro sacerdote según el orden de Melquisedec, y no designado según el orden de Aarón? 12 Porque cuando se cambia el sacerdocio, necesariamente ocurre también un cambio de la ley. 13 Pues aquel de quien se dicen estas cosas, pertenece a otra tribu, de la cual nadie ha servido en el altar. 14 Porque es evidente que nuestro Señor descendió de Judá, una tribu de la cual Moisés no dijo nada tocante a sacerdotes.

15 Y esto es aún más evidente, si a semejanza de Melquisedec se levanta otro sacerdote, 16 que ha llegado a serlo, no sobre la base de una ley de requisitos físicos, sino según el poder de una vida indestructible. 17 Pues de Cristo se da testimonio:

«TÚ ERES SACERDOTE PARA SIEMPRE SEGÚN EL ORDEN DE MELQUISEDEC».

18 Porque ciertamente, queda anulado el mandamiento anterior por ser débil e inútil 19 (pues la ley nada hizo perfecto), y se introduce una mejor esperanza, mediante la cual nos acercamos a Dios.

20 Y por cuanto no fue sin juramento, 21 pues en verdad ellos llegaron a ser sacerdotes sin juramento, pero Él, por un juramento del que le dijo:

«EL SEÑOR HA JURADO Y NO CAMBIARÁ: “TÚ ERES SACERDOTE PARA SIEMPRE”».

22 Por eso, Jesús ha venido a ser fiador de un mejor pacto.

23 Los sacerdotes anteriores eran más numerosos porque la muerte les impedía continuar, 24 pero Jesús conserva Su sacerdocio inmutable puesto que permanece para siempre. 25 Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.

26 Porque convenía que tuviéramos tal Sumo Sacerdote: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores, y exaltado más allá de los cielos, 27 que no necesita, como aquellos sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios diariamente, primero por sus propios pecados y después por los pecados del pueblo. Porque esto Jesús lo hizo una vez para siempre, cuando Él mismo se ofreció. 28 Porque la ley designa como sumos sacerdotes a hombres débiles, pero la palabra del juramento, que vino después de la ley, designa al Hijo, hecho perfecto para siempre.

Amós 1

Juicio contra las naciones vecinas

1 Palabras de Amós, que fue uno de los pastores de Tecoa, de lo que vio en visión acerca de Israel en días de Uzías, rey de Judá, y en días de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto.

Amós dijo: «El SEÑOR ruge desde Sión, Y desde Jerusalén da Su voz; Los pastizales de los pastores están de duelo, Y se seca la cumbre del monte Carmelo».

Así dice el SEÑOR: «Por tres transgresiones de Damasco, y por cuatro, No revocaré su castigo, Porque trillaron a Galaad con trillos de hierro. Por eso enviaré fuego sobre la casa de Hazael, Que consumirá los palacios de Ben Adad. También romperé el cerrojo de Damasco, Exterminaré al morador del valle de Avén Y al que empuña el cetro de Bet Edén. El pueblo de Aram será desterrado a Kir», Dice el SEÑOR.

Así dice el SEÑOR: «Por tres transgresiones de Gaza, y por cuatro, No revocaré su castigo, Por haber deportado a todo un pueblo Para entregarlo a Edom. Enviaré, pues, fuego sobre la muralla de Gaza, Que consumirá sus palacios. También exterminaré al morador de Asdod, Y al que empuña el cetro de Ascalón; Desataré Mi poder contra Ecrón, Y el remanente de los filisteos perecerá», Dice el Señor DIOS.

Así dice el SEÑOR: «Por tres transgresiones de Tiro, y por cuatro, No revocaré su castigo, Por haber entregado todo un pueblo cautivo a Edom Sin acordarse del pacto de hermanos. 10 Enviaré, pues, fuego sobre la muralla de Tiro, Que consumirá sus palacios».

11 Así dice el SEÑOR: «Por tres transgresiones de Edom, y por cuatro, No revocaré su castigo, Porque con espada persiguió a su hermano, Y suprimió su compasión; Su ira continuó despedazando Y mantuvo su furor para siempre. 12 Enviaré, pues, fuego sobre Temán, Que consumirá los palacios de Bosra».

13 Así dice el SEÑOR: «Por tres transgresiones de los amonitas, y por cuatro, No revocaré su castigo, Porque abrieron los vientres de las mujeres encinta de Galaad Para ensanchar sus fronteras. 14 Encenderé, pues, fuego en la muralla de Rabá, Que consumirá sus palacios En medio de gritos de guerra en el día de la batalla, En medio de una tempestad en el día de la tormenta. 15 Su rey irá al destierro, él y sus príncipes con él», dice el SEÑOR.

Salmos 144

Oración pidiendo rescate y prosperidad

Salmo de David.

144 Bendito sea el SEÑOR, mi Roca, Que adiestra mis manos para la guerra, Y mis dedos para la batalla. Misericordia mía y fortaleza mía, Mi baluarte y mi libertador, Escudo mío en quien me he refugiado, El que sujeta a mi pueblo debajo de mí. Oh SEÑOR, ¿qué es el hombre para que Tú lo tengas en cuenta, O el hijo del hombre para que pienses en él? El hombre es semejante a un soplo; Sus días son como una sombra que pasa.

Oh SEÑOR, inclina Tus cielos y desciende; Toca los montes para que humeen. Despide relámpagos y dispérsalos; Lanza Tus flechas y confúndelos. Extiende Tu mano desde lo alto; Rescátame y líbrame de las muchas aguas; De la mano de extranjeros, Cuya boca habla falsedad Y cuya diestra es diestra de mentira.

Oh Dios, un cántico nuevo te cantaré; Con arpa de diez cuerdas cantaré alabanzas a Ti, 10 El que da la victoria a los reyes, El que rescata a David Su siervo de la espada maligna. 11 Rescátame y líbrame de la mano de extranjeros, Cuya boca habla falsedad Y cuya diestra es diestra de mentira.

12 Sean nuestros hijos en su juventud como plantíos florecientes, Y nuestras hijas como columnas de esquinas labradas como las de un palacio. 13 Estén llenos nuestros graneros, suministrando toda clase de sustento, Y nuestros rebaños produzcan miles y diez miles en nuestros campos. 14 Esté cargado nuestro ganado, Sin fracasos y sin pérdida, Y no haya gritos de alarma en nuestras calles. 15 Bienaventurado el pueblo a quien así le sucede; Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR.

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

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