Vida Cristiana

¿Qué significa sentirse mujer?: Una respuesta breve a la ideología de género

«Nací en el cuerpo equivocado. Siempre me he sentido una mujer». Es probable que hayas escuchado afirmaciones como esta alguna vez. Quizá en una serie de televisión o en una publicación de redes sociales. Te bastó con rodar los ojos y deslizar arriba, pasando a lo siguiente en tu teléfono. «El mundo está de cabeza», pensaste, y seguiste con tu vida.

¿Pero cómo responderías si estas palabras salieran de la boca de tu hijo? ¿Qué pasaría si deslizar arriba y pasar a lo siguiente no fuera una posibilidad? ¿Cómo enfrentarías el hecho de que tu propia casa parece estar de cabeza?

A nadie le gusta pensar en escenarios como estos, pero tenemos que hacerlo.

El sentimiento en la actualidad

La idea de que lo único que se necesita para ser una mujer es sentir que eres una mujer es cada vez más aceptada por la sociedad. Debajo de la definición de mujer como «un ser humano adulto femenino», el diccionario de Cambridge añadió que mujer también puede ser «un adulto que vive y se identifica como mujer aunque al nacer se le haya atribuido un sexo diferente». Básicamente, una mujer es cualquiera que diga que siente que es una mujer.

A través de Jesús podemos ser libres para descansar en la verdad de Dios y evaluar cada cosa que sintamos a la resplandeciente luz de la realidad

Para la Universidad de Cambridge, y muchas otras organizaciones alrededor del mundo, la autoridad para definir el término «mujer» es la experiencia subjetiva del individuo. Si alguien siente que es mujer —sea lo que sea que eso signifique— entonces es una mujer, se dice. Las redes sociales se están encargando de esparcir esta ideología de forma masiva y a toda velocidad.

Quizá no lo sepas, pero es posible que alguien en tu comunidad esté luchando con el sentimiento de ser del sexo opuesto. Abordar una situación como esta podría ser tan confuso y complicado que preferiríamos escondernos debajo de una roca y pretender que no está sucediendo. Sin embargo, en este mundo quebrantado y lleno de ideas contrarias a lo que Dios ha revelado en Su Palabra y en Su creación, debemos estar preparados para responder con la verdad en amor.

No sé qué se siente ser un murciélago

En 1974, el filósofo estadounidense Thomas Nagel publicó un artículo académico titulado What Is It Like to Be a Bat? [¿Cómo es ser un murciélago?]. En este famoso texto, que aborda distintos asuntos sobre la relación entre la mente y el cuerpo, Nagel argumenta que para un ser humano es imposible saber cómo se siente ser un murciélago.

Es cierto que la mayoría de nosotros podemos imaginarnos cómo sería tener una visión pobre, comer insectos y dormir de cabeza. Con todo, Nagel explica que imaginar todo esto solo «me dice cómo sería para  comportarme como se comporta un murciélago. Pero esa no es la cuestión. Quiero saber cómo es para un murciélago ser un murciélago» (p. 439). En otras palabras, imaginarme que me comporto como un murciélago no es lo mismo que experimentar la realidad como un murciélago. Eso simplemente está fuera del alcance de mi mente y siempre lo estará, porque no soy un murciélago.

Pongamos otro ejemplo. Tengo un amigo que padece de anosmia congénita: nunca ha podido oler. Con frecuencia tratamos de describirle ciertos olores y él puede probar los alimentos e imaginarse a qué huelen. Sin embargo, por mucho que nos esforcemos en expresar las características de los aromas de manera vívida, y por mucho que mi amigo use su imaginación, la realidad es que él simplemente no puede saber qué se siente oler.

Esta es la idea: No se puede saber qué se siente ser algo que no eres. Puedes intentar ponerte en los zapatos de otro (será más fácil imaginarlo cuanto más se parezca el otro a ti), pero al final es imposible saber cómo es ser ese otro. Por esta razón, no puedo experimentar la realidad de un murciélago. Por esta razón, mi amigo no tiene idea cómo es ser alguien que puede oler. Por la misma razón, es imposible que un hombre sepa lo que se siente ser una mujer.

Pero ¿qué hay de la disforia?

La disforia de género es una condición psicológica en la que un individuo experimenta angustia o malestar por el hecho de que su «identidad de género» (el sentido interno de ser hombre o mujer) no corresponde con su sexo biológico. Entre los criterios de diagnóstico para la disforia de género se incluye la «fuerte convicción de que uno tiene los sentimientos y reacciones típicos del otro género». Es decir, un hombre con disforia de género podría estar seguro de que su vida mental —lo que piensa, siente, percibe o imagina— corresponde a la de una mujer y no a la de un varón.

"En este mundo lleno de ideas contrarias a lo que Dios ha revelado, debemos estar preparados para responder con la verdad en amor"

Pero nota que el criterio es la «fuerte convicción» de que el individuo siente lo que siente un miembro del otro sexo. El criterio no es que el individuo en efecto siente y reacciona como el otro sexo. ¿Por qué? Porque los sentimientos y reacciones típicos de una mujer son generalizaciones, no definiciones. Todos sentimos y reaccionamos desde nuestro propio sexo.

Por supuesto, existen pensamientos o acciones que son más comunes en los miembros del sexo femenino, pero esos sentimientos y reacciones no son lo que hace de una mujer una mujer.

Un hombre podría decir: «Siempre me he sentido fuera de lugar entre los varones: me encanta la decoración de interiores, soy muy sensible cuando me tratan mal y odio ensuciarme jugando deportes». Todo esto puede ser cierto, pero no es lo mismo que decir: «Siempre me he sentido una mujer», porque la decoración, la sensibilidad y la aversión a los deportes no hacen a una mujer. Todos conocemos a chicas que no les interesa la decoración, que no son particularmente arrebatadas en sus emociones y que disfrutan sudar en un buen juego de básquetbol. Ninguna de ellas son menos mujeres que las demás.

¿Qué es una mujer?

Que no puedas saber lo que se siente ser algo que no eres es una buena noticia para todos aquellos que están luchando con la disforia de género. Significa al menos una cosa: tu incomodidad no se debe a que estés en el «cuerpo equivocado». No eres una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre (o viceversa). Tu cuerpo —y no tus sentimientos— es el que nos informa qué es lo que eres.

Biológicamente hablando, una mujer es un ser humano adulto femenino; un organismo cuyo sistema reproductor está organizado para, en la madurez saludable, producir óvulos. Por un lado, la ideología de género busca arrancar el término mujer de su base biológica y definirlo de manera circular y subjetiva: «Mujer es todo el que sienta que es mujer». No es difícil ver cómo esto nos deja sin un fundamento sólido para entender quiénes somos y cómo podemos vivir. Primero tenemos que definir (de manera arbitraria, usualmente basados en generalizaciones) qué clase de reacciones y sentimientos son «de mujer». Después, debemos estar evaluando constantemente si nos «sentimos una mujer». Es agonizante.

Ser mujer es mucho más que el que nuestro cuerpo, en la madurez saludable, esté diseñado para producir óvulos, pero no es menos que eso

La cosmovisión bíblica, por otro lado, afirma la definición biológica y objetiva del concepto de «mujer». Génesis 1:27-28 expone esto claramente: «Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Dios los bendijo y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense…”». La formación de los seres humanos como hombres y mujeres está inmediatamente seguida por el llamado a llenar la tierra, indicando la inseparable relación entre la sexualidad y la reproducción.

¿Significa que una mujer que no puede «ser fecunda» debido a alguna condición médica o porque no ha sido llamada al matrimonio es «menos mujer» que las que sí han tenido hijos?

¡De ninguna manera! Para empezar, esa mujer sigue siendo un ser humano cuyo sistema reproductor está organizado para, en la madurez saludable, producir óvulos. Además, el hecho de que el sexo sea una categoría cuyo objetivo principal es la reproducción no significa que el único objetivo de nuestra sexualidad es la reproducción. El hecho de haber sido creados hombres y mujeres tiene muchísimas implicaciones físicas y psicológicas más allá del hacer bebés; Dios desea usar esas características biológicas para glorificar Su nombre también en el contexto de la soltería y las familias sin hijos.

Sí, ser mujer es mucho más que el que nuestro cuerpo, en la madurez saludable, esté diseñado para producir óvulos, pero no es menos que eso.

Basados en la verdad

Los proponentes de la ideología de género buscan obligarnos a abrazar la idea de que un hombre puede —basado en lo que siente— saber que es en realidad una mujer, aunque contradiga la evidencia biológica. En esta manera de pensar, la experiencia subjetiva es la regla con la cual debemos medir todas las cosas. Pero eso falla.

Los sentimientos van y vienen; podemos malinterpretarlos constantemente (como un varón diciendo que se siente mujer cuando lo que siente es, por ejemplo, incomodidad con su cuerpo masculino). Nuestra regla debe ser más sólida que eso. ¿Qué mejor regla que la Biblia, que nos dice —en total acuerdo con la biología— que hemos sido creados hombres y mujeres, a imagen de Dios y para Su gloria?

Sin embargo, solo a través de Jesús podemos ser verdaderamente libres para descansar en la verdad de Dios (Jn 8:31-36). Así, con la ayuda de Su Espíritu, podremos evaluar cada cosa que sintamos a la luz resplandeciente de la realidad, en lugar de intentar determinar la realidad a la parpadeante luz de nuestros sentimientos.

Ana Ávila es escritora senior en Coalición por el Evangelio, Química Bióloga Clínica, y parte de Iglesia El Redil. Es autora de «Aprovecha bien el tiempo: Una guía práctica para honrar a Dios con tu día». Vive en Guatemala junto con su esposo Uriel y sus dos hijos. Puedes encontrarla en YouTubeInstagram y Twitter.

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