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Lectura de Hoy

16-11-2023

Devocional

Devocional: Amós 5

A primera vista, Amós 5 es un tanto confuso. Se compone de diferentes partes que lo hacen parecer difuso, no sólo por los distintos temas, sino por las diferentes formas y géneros literales. La NVI reconoce el punto poniendo los versículos 8-9i entre paréntesis (en el hebreo no figuran). Los tres primeros versículos son un lamento, una endecha, un gemido triste por la caída de Israel. Los versículos 4-6 y 14-15 constituyen un llamado evangelístico. Así es cómo Israel debe responder si han de ser aceptados por el Señor y sobrevivir. Los versículos 7 y 10-13 tratan el asunto de la opresión y la corrupción en la tierra. Los dos últimos versículos (16-17) regresan al lamento.

Resulta suficientemente fácil reflexionar en estos temas distintos por separado. Por ejemplo, uno puede muy bien meditar en cómo buscar al Señor mismo (5:4-6, 14-15) eso es más importante que la forma más o menos agradable y estética de la adoración (5:4-5); en cómo el arrepentimiento genuino abraza el odio masivo del pecado, no solo de forma distante y teórica, sino en base a la integridad práctica y a la responsabilidad social, incluida la justicia en los tribunales (5:15). ¿Necesita alguna sociedad escuchar esto más que la nuestra, donde cada vez hay menos interés en la justicia y la rectitud, y más en una mera manipulación de las leyes debidamente promulgadas? Y así, no podríamos analizar todos los asuntos y las formas de 5:1-17.

Para algunos propósitos, por supuesto, el análisis de semejante temática resulta útil. Halla su extremo en la crítica liberal que piensa que el capítulo es un popurrí desparejado de fuentes que se podría resolver con un par de tijeras y cola. Pero esto significaría perderse el ingenio y el poder del capítulo. Es un collage parecido a la rápida sucesión de imágenes de una película que pasa de la guerra al sermón, al funeral, al juicio, al pecado, al arrepentimiento. Los oyentes originales de Amós fueron hostiles. Para retener su interés, tuvo que impactarles, y las rápidas transiciones resultantes dan poder al conjunto precisamente por ser discordantes e inesperadas. Nos vemos obligados a pensar no solo en los asuntos en sí, sino en la forma en que están conectados con otras cuestiones.

La dirección del conjunto se expone en los versículos finales del capítulo (5:18-27). Por toda su permisividad y su ambivalencia moral, este pueblo retiene un fervor religioso que tiene hambre del “día del Señor”, así como muchos de nosotros ansiamos un “avivamiento”. Pero Dios dice que desprecia sus fiestas religiosas y aborrece sus cultos solemnes. Lo que él exige es implacable: “¡Pero que fluya el derecho como las aguas, y la justicia como arroyo inagotable!” (5:24). De otro modo, cuando se encuentre verdaderamente con ellos “el día del Señor”, será un día de oscuro juicio, infinitamente desprovisto de la luz paradisíaca que tanto esperan.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Hebreos 11

La fe tiene muchas facetas. Algunas emergen en Hebreos 11, y también surge lo que no es la fe.

(1) En ningún momento se habla de “fe” en el sentido moderno de “preferencia religiosa” o “creencia sin hechos fundados o de verdad”. En cuanto a esto se refiere, el cientifismo le ha lavado el cerebro a nuestro mundo de tal manera que fácilmente pensamos en la “fe” en este sentido puramente subjetivo. Si le dices a los demás lo que crees, no te piden tus razones para determinar si tu creencia está bien fundamentada o no. Automáticamente, se presume que ese tipo de fe no puede ser más que una preferencia religiosa, para lo cual no hay, por definición, criterios útiles.

(2) Por el contrario, la fe en este capítulo es la facultad de percibir lo que es objetivamente cierto. El autor no pone en duda la proposición de que “el universo fue formado por la palabra de Dios” (11:3). Más bien sugiere que no tenemos una manera clara de demostrarlo; podemos reconocer la veracidad de esta aseveración solamente si la única Persona que estuvo allí nos revela lo que sucedió, y si le creemos. De igual manera, el autor no tiene duda alguna de que la consumación cristiana, “lo que se espera” (11:1), llegará. Pero no podemos medirlo ni etiquetarlo ni demostrarlo. Por muy buenas razones, creemos las promesas de Dios en cuanto a lo que está por venir. Nuestra “fe” es, entonces, una capacidad gloriosa otorgada por Dios que nos permite tener “certeza de lo que se espera” y “convicción de lo que no se ve” (11:1).

(3) En ciertos aspectos, entonces, esta fe es como la de “los antiguos” (11:2), pues a muchos de ellos se les prometieron cosas que no vieron durante sus vidas. Puesto que creyeron en las promesas de Dios y actuaron por ellas, se les elogia por su fe. Así, Abraham obró en función de la promesa de que su descendencia se multiplicaría abundantemente y heredaría la tierra de Canaán. No vivió para verlo, pero sí según ello. Los doce patriarcas creyeron la promesa. Tan firmemente la creyó José que ordenó a los israelitas que se llevaran su cuerpo cuando salieran de Egipto, a pesar de que faltaban siglos para esa salida. Muchas de esas promesas ya se han realizado; por analogía, ¿no deberíamos esperar con fe gozosa el cumplimiento de las promesas de Dios que todavía están vigentes?

(4) Tal fe obra no sólo en los que se presentan claramente como vencedores (11:32-35a, por ejemplo), sino en los que vemos como víctimas (11:35b-38). Es posible que pertenezcamos al grupo de los que son llamados a conquistar reinos, administrar justicia, escapar del filo de la espada y recibir a los muertos mediante resurrección o, por otro lado, al de los que son torturados, sufren burlas y azotes, cárceles, destitución y muerte ignominiosa. Pero esto es secundario: lo verdaderamente crítico es si nos fiamos de Dios o no según su Palabra.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.

1 Crónicas 7-8

Descendientes de Isacar y de Benjamín

7 Los hijos de Isacar fueron cuatro: Tola, Fúa, Jasub y Simrón. Los hijos de Tola fueron Uzi, Refaías, Jeriel, Jahmai, Jibsam y Samuel, jefes de sus casas paternas. Los hijos de Tola fueron hombres fuertes y valientes en sus generaciones; su número en los días de David era de 22,600. El hijo de Uzi fue Israhías. Y los hijos de Israhías fueron Micael, Obadías, Joel e Isías; los cinco eran todos jefes. Y con ellos por sus generaciones, conforme a sus casas paternas, fueron 36,000 tropas del ejército para la guerra, porque tenían muchas mujeres e hijos. Y sus parientes entre todas las familias de Isacar eran hombres fuertes y valientes, inscritos por genealogía, 87,000 en total.

Los hijos de Benjamín fueron tres: Bela, Bequer y Jediael. Los hijos de Bela fueron cinco: Ezbón, Uzi, Uziel, Jerimot e Iri. Ellos fueron jefes de casas paternas, hombres fuertes y valientes, y fueron 22,034 inscritos por genealogía. Los hijos de Bequer fueron Zemira, Joás, Eliezer, Elioenai, Omri, Jerimot, Abías, Anatot y Alamet. Todos estos fueron los hijos de Bequer. Y fueron inscritos por genealogía, conforme a sus generaciones, jefes de sus casas paternas, 20,200 hombres fuertes y valientes. 10 El hijo de Jediael fue Bilhán. Y los hijos de Bilhán fueron Jeús, Benjamín, Aod, Quenaana, Zetán, Tarsis y Ahisahar. 11 Todos estos fueron hijos de Jediael, conforme a los jefes de sus casas paternas, 17,200 hombres fuertes y valientes, que estaban listos para salir con el ejército a la guerra. 12 Y Supim y Hupim fueron hijos de Hir; Husim fue hijo de Aher.

Descendientes de Neftalí, Manasés y Efraín

13 Los hijos de Neftalí fueron Jahzeel, Guni, Jezer y Salum, hijos de Bilha.

14 Los hijos de Manasés fueron Asriel, a quien su concubina aramea dio a luz; ella dio a luz también a Maquir, padre de Galaad. 15 Y Maquir tomó mujer para Hupim y Supim, y el nombre de su hermana fue Maaca. Y el nombre del segundo fue Zelofehad, y Zelofehad tuvo hijas. 16 Y Maaca, mujer de Maquir, dio a luz un hijo, y lo llamó Peres; y el nombre de su hermano fue Seres, y sus hijos fueron Ulam y Requem. 17 El hijo de Ulam fue Bedán. Estos fueron los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés. 18 Y su hermana Hamolequet dio a luz a Isod y Abiezer y Mahala. 19 Los hijos de Semida fueron Ahián, Siquem, Likhi y Aniam.

20 Los hijos de Efraín fueron Sutela y Bered su hijo, Tahat su hijo, Elada su hijo, Tahat su hijo, 21 Zabad su hijo, Sutela su hijo, Ezer y Elad. Los hombres de Gat que nacieron en la tierra los mataron, porque descendieron a tomar sus ganados. 22 Y su padre Efraín hizo duelo por muchos días, y sus parientes vinieron a consolarlo. 23 Después se unió a su mujer, y ella concibió y dio a luz un hijo, y él lo llamó Bería, porque la calamidad había venido sobre su casa. 24 Y su hija fue Seera, que edificó a Bet Horón la de abajo y la de arriba, y también Uzen Seera. 25 Y Refa fue su hijo junto con Resef, Telah su hijo, Tahán su hijo, 26 Laadán su hijo, Amiud su hijo, Elisama su hijo, 27 Non su hijo, y Josué su hijo.

28 Sus posesiones y moradas fueron Betel con sus aldeas, y hacia el oriente Naarán, y hacia el occidente Gezer con sus aldeas, y Siquem con sus aldeas hasta Aya con sus aldeas; 29 y junto a los límites de los hijos de Manasés, Bet Seán con sus aldeas, Taanac con sus aldeas, Meguido con sus aldeas, Dor con sus aldeas. En estas habitaron los hijos de José, hijo de Israel.

Descendientes de Aser

30 Los hijos de Aser fueron Imna, Isúa, e Isúi, Bería y su hermana Sera. 31 Los hijos de Bería fueron Heber y Malquiel, que fue padre de Birzavit. 32 Y Heber fue el padre de Jaflet, de Somer de Hotam, y de Súa su hermana. 33 Los hijos de Jaflet fueron Pasac, Bimhal y Asvat. Estos fueron los hijos de Jaflet. 34 Los hijos de Semer fueron Ahí y Rohga, Jehúba y Aram. 35 Los hijos de su hermano Helem fueron Zofa, Imna, Seles y Amal. 36 Los hijos de Zofa fueron Súa, Harnefer, Súal, Beri e Imra, 37 Beser, Hod, Sama, Silsa, Itrán y Beera. 38 Los hijos de Jeter fueron Jefone, Pispa y Ara. 39 Los hijos de Ula fueron Ara, Haniel y Rezia. 40 Todos estos fueron los hijos de Aser, jefes de las casas paternas, escogidos, fuertes y valientes, jefes de príncipes. Y el número de ellos inscritos por genealogía para el servicio en la guerra fue de 26,000 hombres.

Descendientes de Benjamín

8 Benjamín fue el padre de Bela su primogénito, Asbel el segundo, Ahara el tercero, Noha el cuarto, y Rafa el quinto. Y Bela tuvo hijos: Adar, Gera, Abiud, Abisúa, Naamán, Ahoa, Gera, Sefufán e Hiram. Y estos son los hijos de Aod: estos son los jefes de las casas paternas de los habitantes de Geba, y que fueron llevados al destierro a Manahat, es decir, Naamán, Ahías y Gera; este los llevó al destierro, y fue el padre de Uza y de Ahiud.

Saharaim tuvo hijos en la tierra de Moab, después de repudiar a sus mujeres Husim y Baara. Y de su mujer Hodes tuvo a Jobab, Sibia, Mesa, Malcam, 10 Jeúz, Saquías y Mirma. Estos fueron sus hijos, jefes de las casas paternas. 11 Y de Husim tuvo a Abitob y a Elpaal. 12 Los hijos de Elpaal fueron Heber, Misam y Semed, que edificó a Ono y Lod con sus aldeas;

13 Bería y Sema, que fueron jefes de las casas paternas de los habitantes de Ajalón, hicieron huir a los habitantes de Gat; 14 y Ahío, Sasac y Jeremot. 15 Zebadías, Arad, Ader, 16 Micael, Ispa y Joha fueron los hijos de Bería. 17 Zebadías, Mesulam, Hizqui, Heber, 18 Ishmerai, Jezlías y Jobab fueron los hijos de Elpaal. 19 Jaquim, Zicri, Zabdi, 20 Elienai, Ziletai, Eliel, 21 Adaías, Beraías y Simrat fueron los hijos de Simei. 22 Ispán, Heber, Eliel, 23 Abdón, Zicri, Hanán, 24 Hananías, Elam, Anatotías, 25 Ifdaías y Peniel fueron los hijos de Sasac. 26 Samserai, Seharías, Atalías, 27 Jaresías, Elías y Zicri fueron los hijos de Jeroham. 28 Estos fueron jefes de las casas paternas conforme a sus generaciones, hombres principales que vivieron en Jerusalén.

29 En Gabaón habitaba Jehiel, padre de Gabaón, y el nombre de su mujer era Maaca; 30 y su primogénito fue Abdón; después Zur, Cis, Baal, Nadab, 31 Gedor, Ahío y Zequer. 32 Miclot fue el padre de Simea. Y habitaban también con sus parientes en Jerusalén enfrente de sus otros parientes. 33 Ner fue el padre de Cis, Cis fue padre de Saúl y Saúl fue el padre de Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es Baal. 34 El hijo de Jonatán fue Merib Baal, y Merib Baal fue el padre de Micaía. 35 Los hijos de Micaía fueron Pitón, Melec, Tarea y Acaz. 36 Acaz fue el padre de Joada, Joada fue padre de Alemet, Azmavet y Zimri, y Zimri engendró a Mosa; 37 y Mosa fue el padre de Bina; Rafa fue su hijo, Elasa su hijo, Azel su hijo. 38 Azel tuvo seis hijos y estos eran sus nombres: Azricam, Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán. Todos estos fueron hijos de Azel. 39 Los hijos de Esec su hermano fueron Ulam su primogénito, Jehús el segundo, y Elifelet el tercero. 40 Los hijos de Ulam eran hombres fuertes de gran valor, arqueros, y tuvieron muchos hijos y nietos, 150 en total. Todos estos fueron de los hijos de Benjamín.

Hebreos 11

La fe y sus héroes

11 Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella recibieron aprobación los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue preparado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue hecho de cosas visibles.

Por la fe Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó el testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y por la fe, estando muerto, todavía habla. Por la fe Enoc fue trasladado al cielo para que no viera muerte; Y NO FUE HALLADO PORQUE DIOS LO TRASLADÓ; porque antes de ser trasladado recibió testimonio de haber agradado a Dios. Y sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que recompensa a los que lo buscan.

Por la fe Noé, siendo advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor reverente preparó un arca para la salvación de su casa, por la cual condenó al mundo, y llegó a ser heredero de la justicia que es según la fe. Por la fe Abraham, al ser llamado, obedeció, saliendo para un lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber adónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra de la promesa como en tierra extraña, viviendo en tiendas como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, 10 porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

11 También por la fe Sara misma recibió fuerza para concebir, aun pasada ya la edad propicia, pues consideró fiel a Aquel que lo había prometido. 12 Por lo cual también nació de uno, y este casi muerto con respecto a esto, una descendencia COMO LAS ESTRELLAS DEL CIELO EN NÚMERO, E INNUMERABLE COMO LA ARENA QUE ESTÁ A LA ORILLA DEL MAR.

13 Todos estos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto desde lejos y aceptado con gusto, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14 Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia. 15 Y si en verdad hubieran estado pensando en aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de volver. 16 Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad.

17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía a su único hijo18 Fue a él a quien se le dijo: «EN ISAAC TE SERÁ LLAMADA DESCENDENCIA». 19 Él consideró que Dios era poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde también, en sentido figurado, lo volvió a recibir.

20 Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, aun respecto a cosas futuras. 21 Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró, apoyándose sobre el extremo de su bastón. 22 Por la fe José, al morir, mencionó el éxodo de los israelitas, y dio instrucciones acerca de sus huesos.

23 Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso y no temieron el edicto del rey. 24 Por la fe Moisés, cuando ya era grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, 25 escogiendo más bien ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado. 26 Consideró como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa.

27 Por la fe Moisés salió de Egipto sin temer la ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invisible. 28 Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no los tocara a ellos. 29 Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca, y cuando los egipcios intentaron hacer lo mismo, se ahogaron.

30 Por la fe cayeron los muros de Jericó, después de ser rodeados por siete días. 31 Por la fe la ramera Rahab no pereció con los desobedientes, por haber recibido a los espías en paz.

32 ¿Y qué más diré? Pues el tiempo me faltaría para contar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas; 33 quienes por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia, obtuvieron promesas, cerraron bocas de leones, 34 apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada. Siendo débiles, fueron hechos fuertes, se hicieron poderosos en la guerra, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros.

35 Las mujeres recibieron a sus muertos mediante la resurrección. Otros fueron torturados, no aceptando su liberación a fin de obtener una mejor resurrección. 36 Otros experimentaron insultos y azotes, y hasta cadenas y prisiones. 37 Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a espada. Anduvieron de aquí para allá cubiertos con pieles de ovejas y de cabras; destituidos, afligidos, maltratados 38 (de los cuales el mundo no era digno), errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra.

39 Y todos estos, habiendo obtenido aprobación por su fe, no recibieron la promesa, 40 porque Dios había provisto algo mejor para nosotros, a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros.

Amós 5

Exhortación al arrepentimiento

5 Oigan esta palabra que yo pronuncio como lamentación sobre ustedes, casa de Israel. Ha caído, no volverá a levantarse La virgen de Israel. Abandonada yace en su tierra, No hay quien la levante. Porque así dice el Señor DIOS: «La ciudad que sale con mil, Se quedará con cien; Y la que sale con cien, Se quedará con diez en la casa de Israel».

Porque así dice el SEÑOR a la casa de Israel: «Búsquenme, y vivirán. Pero no busquen a Betel, Ni vayan a Gilgal, Ni pasen a Beerseba; Porque ciertamente Gilgal será llevada cautiva, Y Betel caerá en desgracia. Busquen al SEÑOR y vivirán, No sea que Él les caiga como fuego, oh casa de José, Y consuma a Betel sin que haya quien lo apague; Consuma a los que convierten el juicio en ajenjo Y echan por tierra la justicia».

El que hizo las Pléyades y el Orión, Cambia las densas tinieblas en aurora, Y hace oscurecer el día en noche; El que llama a las aguas del mar, Y las derrama sobre la superficie de la tierra: El SEÑOR es Su nombre. Él es quien desencadena destrucción sobre el fuerte, Y hace que la ruina venga sobre la fortaleza.

10 Ellos odian en la puerta al que reprende, Y aborrecen al que habla con integridad. 11 Por tanto, ya que imponen fuertes impuestos sobre el pobre Y exigen de él tributo de grano, Las casas de piedra labrada que han edificado, No las habitarán; Han plantado viñas escogidas, pero no beberán su vino. 12 Pues yo sé que muchas son sus transgresiones y graves sus pecados: Oprimen al justo, aceptan soborno Y rechazan a los pobres en la puerta. 13 Por tanto, el prudente se calla en ese tiempo, pues es tiempo malo.

14 Busquen lo bueno y no lo malo, para que vivan; Y así sea con ustedes el SEÑOR, Dios de los ejércitos. ¡Tal como han dicho! 15 Aborrezcan el mal, amen el bien, Y establezcan la justicia en la puerta. Tal vez el SEÑOR, Dios de los ejércitos, Sea misericordioso con el remanente de José.

16 Por tanto, así dice el SEÑOR, el Señor Dios de los ejércitos: «En todas las plazas hay llanto, Y en todas las calles dicen: “¡Ay! ¡Ay!”. Llaman a duelo al labrador, Y a lamentación a los llorones profesionales. 17 En todas las viñas habrá llanto, Porque pasaré por en medio de ti», dice el SEÑOR.

18 ¡Ay de los que ansían el día del SEÑOR! ¿De qué les servirá el día del SEÑOR? Será tinieblas, y no luz; 19 Como cuando uno huye de un león, Y se encuentra con un oso, O va a casa, apoya la mano en la pared, Y lo muerde una culebra. 20 ¿No será tinieblas el día del SEÑOR, y no luz, Oscuridad, y no resplandor?

21 «Aborrezco, desprecio sus fiestas, Tampoco me agradan sus asambleas solemnes. 22 Aunque ustedes me ofrezcan holocaustos y sus ofrendas de grano, No los aceptaré; Ni miraré a las ofrendas de paz de sus animales cebados. 23 Aparten de Mí el ruido de sus cánticos, Pues no escucharé ni siquiera la música de sus arpas. 24 Pero corra el juicio como las aguas Y la justicia como una corriente inagotable.

25 »¿Acaso me ofrecieron sacrificios y ofrendas de cereal por cuarenta años en el desierto, oh casa de Israel? 26 Más bien, llevaron a Sicut, su rey, y a Quiyún, sus ídolos, la estrella de sus dioses que ustedes se hicieron. 27 Yo los haré, pues, deportar más allá de Damasco», dice el SEÑOR, cuyo nombre es Dios de los ejércitos.

Lucas 1:1–38

Introducción

1 Por cuanto muchos han tratado de poner en orden y escribir una historia de las cosas que entre nosotros son muy ciertas, tal como nos las dieron a conocer los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra, también a mí me ha parecido conveniente, después de haberlo investigado todo con diligencia desde el principio, escribírtelas ordenadamente, excelentísimo Teófilo, para que sepas la verdad precisa acerca de las cosas que te han sido enseñadas.

Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista

Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, cierto sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, que tenía por mujer una de las hijas de Aarón que se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios, y se conducían intachablemente en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Elisabet era estéril, y ambos eran de edad avanzada.

Pero aconteció que mientras Zacarías ejercía su ministerio sacerdotal delante de Dios según el orden indicado a su grupo, conforme a la costumbre del sacerdocio, fue escogido por sorteo para entrar al templo del Señor y quemar incienso. 10 Toda la multitud del pueblo estaba afuera orando a la hora de la ofrenda de incienso. 11 Y se le apareció a Zacarías un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. 12 Al verlo, Zacarías se turbó, y el temor se apoderó de él.

13 Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y lo llamarás Juan. 14 Tendrás gozo y alegría y muchos se regocijarán por su nacimiento, 15 porque él será grande delante del Señor. No beberá vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre, 16 y hará volver a muchos de los israelitas al Señor su Dios. 17 Él irá delante del Señor en el espíritu y poder de Elías PARA HACER VOLVER LOS CORAZONES DE LOS PADRES A LOS HIJOS, y a los desobedientes a la actitud de los justos, a fin de preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto».

18 Entonces Zacarías dijo al ángel: «¿Cómo podré saber esto? Porque yo soy anciano y mi mujer es de edad avanzada». 19 El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, que estoy en la presencia de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte estas buenas nuevas. 20 Así que te quedarás mudo, y no podrás hablar hasta el día en que todo esto acontezca, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo».

21 El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaba de su tardanza en el templo. 22 Pero cuando salió, no podía hablarles, y se dieron cuenta de que había visto una visión en el templo. Él les hablaba por señas y permanecía mudo. 23 Cuando se cumplieron los días de su servicio sacerdotal, regresó a su casa.

24 Después de estos días, Elisabet su mujer concibió, y se recluyó por cinco meses, diciendo: 25 «Así ha obrado el Señor conmigo en los días en que se dignó mirarme para quitar mi afrenta entre los hombres».

Anuncio del nacimiento de Jesús

26 Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27 a una virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, de los descendientes de David; y el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando el ángel, le dijo: «¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo; bendita eres tú entre las mujeres».

29 Ella se turbó mucho por estas palabras, y se preguntaba qué clase de saludo sería este. 30 Y el ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Concebirás en tu seno y darás a luz un Hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de Su padre David; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y Su reino no tendrá fin».

34 Entonces María dijo al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que soy virgen?». 35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Niño que nacerá será llamado Hijo de Dios. 36 Tu parienta Elisabet en su vejez también ha concebido un hijo; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril. 37 Porque ninguna cosa será imposible para Dios». 38 Entonces María dijo: «Aquí tienes a la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra». Y el ángel se fue de su presencia.

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

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