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Lectura de Hoy

25-11-2023

Devocional

Devocional: Jonás 4

Jonás está terriblemente disgustado (Jonás 4), porque los juicios que ha pronunciado contra Nínive no han sucedido. Sus habitantes se han arrepentido, desde el rey hasta los indigentes, y Dios ha transigido y ha mostrado misericordia la gran ciudad. “¡Oh Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando todavía estaba en mi tierra?” (4:2). Esto es más fuerte que un “te lo dije” idiomático y cáustico. La expresión “lo que yo decía” es literalmente “mi palabra”: Jonás opone su propia palabra a “la palabra del Señor” (1:1) que se le había encomendado transmitir. Le está diciendo a Dios: “¿Lo ves? Te lo dije. Mi palabra era correcta y la tuya, como poco, estaba mal planteada”. Explota: “Sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes” (4:2). Esta confesión básica de su creencia se encuentra en Éxodo 34:6-7; Jonás la cita del mismo modo que se encuentra en Joel 2:13 (que puede ser algo relevante: Joel 2:14 se cita en Jonás 3:9). Cuando los profetas quieren gracia y misericordia para sí mismos, apelan al carácter de Dios; cuando Jonás no quiere gracia y misericordia para los demás, presenta los mismos atributos de Dios como debilidad fatal. Ha olvidado 2:1-9, cuando reconoce que solo la misericordia de Dios pudo librarle del gran pez. Las ironías traen a la mente una de las parábolas de Jesús en las que la gracia se recibe con alegría, pero se le niega a otro (Mateo 18.23-35). En 4:3, Jonás adopta pretenciosamente una postura: sus palabras “que me quites la vida” están tomadas de Elías (1 Reyes 19:4), pero, en vez de seguir con “porque no soy mejor que mis antepasados” (una confesión de debilidad personal y fracaso), Jonás dice “¡Prefiero morir que seguir viviendo!”, y esto no es más que lloriquear de autocompasión.

A esto le sigue el incidente de la “viña”, probablemente una planta de ricino cuyas amplias hojas proporcionan cierto refugio. Cuando esta muere, Jonás retoma su lloriqueo y su deseo de morir (4:8), y Dios repite la pregunta que formuló con anterioridad: “¿Tienes razón de enfurecerte tanto?” (4:4, 9). En lenguaje rudo, Jonás insiste en que tiene todo el derecho a enfadarse. ¿De qué sirve vivir en un mundo en el que surge un ricino y luego se seca, muriendo casi antes de vivir? Entonces, Dios refuta el pensamiento de Jonás. El profeta muestra más preocupación por la muerte de una planta que por la de todos los habitantes de una ciudad. Con todo, incluso aquí, su preocupación por la planta no es profunda, sino que está provocada por su egoísmo. Considera a los ninivitas del mismo modo, sin pensar en lo que es bueno para ellos, guiado por su egoísmo. Dios, el clemente y misericordioso, extiende su compasión a “esa gran ciudad” (4:11). Reflexiona sobre Mateo 23:37.3828:18.19.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 1 Crónicas 21

2 Samuel 24, que es un pasaje paralelo a 1 Crónicas 21, dice que la ira del Señor se encendió contra Israel, así que él incitó a David a hacer un censo del pueblo, cosa que estaba estrictamente prohibida, y luego ese acto provocó la ira de Dios sobre la nación (24:1). El pasaje de hoy dice que “Satanás conspiró contra Israel e indujo a David a hacer un censo del pueblo” (1 Crónicas 21:1).

Las dos posturas no son mutuamente excluyentes, desde luego, y ni siquiera son particularmente antitéticas. En el universo de Dios, es imposible escapar de las extensas fronteras de la soberanía de Dios. Ya sea que se presente su voluntad providencial sobre el diablo como permisiva (en el caso de Job) o ya se presente como algo más directivo, Dios tiene el control. En cuanto a la dimensión moral de este asunto, es importante recordar que, aun dentro del marco de 2 Samuel 24, Dios no está tentando arbitrariamente y por capricho a David para que haga el mal, a fin de azotarlo luego por ello. La sanción de Dios se presenta como su respuesta al pecado anterior: la ira de Dios se encendió contra Israel, nos dice el texto, de manera que ocurrieron ciertas cosas. De la misma manera, la señal de la ira de Dios sobre la nación de Israel durante los años de decadencia en el reinado de la dinastía davídica fue cada vez más corrupción insensible en el trono y entre la élite gobernante, con el resultado, por supuesto, de mayor pecado en la nación y más inmediatez en las amenazas de juicio por parte de Dios.

No obstante, habiendo dicho esto, el sentir de estos dos capítulos, 2 Samuel 24 y 1 Crónicas 21, es bastante diferente. En ambos casos, se le da a David la responsabilidad de seguir las Escrituras del pacto, independientemente de la tentación o las complejidades de su procedencia. Pero la mención explícita de Satanás en 1 Crónicas 21 enfatiza la dimensión de la lucha cósmica entre el bien y el mal. También se resaltan otras tres perspectivas:

(1) A Joab, siempre se le presenta como un líder militar importante, pero no como un hombre particularmente espiritual, ni siquiera moral. Aquí se enfrenta al rey con un consejo piadoso y el rey no lo escucha (21:3- 4). El consejo sabio puede venir de una variedad de fuentes. Sin duda, uno debe escucharlos todos, pero al fin y al cabo, todo el consejo debe ser probado por la Palabra de Dios.

(2) Algunas acciones tienen inmensas consecuencias sobre los demás. Esto era particularmente cierto bajo el viejo pacto, en el cual los reyes, profetas y sacerdotes sostenían una relación representativa con el pueblo. Aunque el nuevo pacto se configura de manera diferente, sigue siendo cierto, por ejemplo, que los pecados de los padres recaen sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación.

(3) Dios es más misericordioso que las personas. Es mejor caer en manos suyas, sin agentes humanos de por medio, que en ninguna otra.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.

1 Crónicas 21

David ordena un censo

21 Satanás se levantó contra Israel y provocó a David a hacer un censo de Israel. Dijo, pues, David a Joab y a los jefes del pueblo: «Vayan, cuenten a Israel desde Beerseba hasta Dan, y tráiganme el resultado para que yo sepa el número de ellos». Pero Joab dijo: «Añada el SEÑOR a Su pueblo cien veces más de lo que son. Pero, oh rey, señor mío, ¿no son todos ellos siervos de mi señor? ¿Por qué procura esto mi señor? ¿Por qué ha de ser él motivo de culpa para Israel?».

Sin embargo, la palabra del rey prevaleció contra Joab. Salió, pues, Joab y recorrió todo Israel, y volvió a Jerusalén. Y Joab dio a David el total del censo de todo el pueblo. Y en todo Israel había 1,100,000 hombres que sacaban espada; y en Judá había 470,000 hombres que sacaban espada. Pero entre ellos no hizo un censo de Leví ni de Benjamín, porque la orden del rey era detestable para Joab. También el censo desagradó a Dios, e hirió a Israel. Entonces David dijo a Dios: «He pecado gravemente al hacer esto. Pero ahora te ruego que quites la iniquidad de Tu siervo, porque he obrado muy neciamente».

Y el SEÑOR habló a Gad, vidente de David, diciendo: 10 «Ve y dile a David: “Así dice el SEÑOR: ‘Te propongo tres cosas; escoge para ti una de ellas, para que Yo te la haga’”». 11 Entonces vino Gad a David y le dijo: «Así dice el SEÑOR: “Escoge para ti: 12 tres años de hambre, o tres meses de derrota delante de tus adversarios mientras te alcanza la espada de tus enemigos, o tres días de la espada del SEÑOR, esto es, la pestilencia en la tierra y el ángel del SEÑOR haciendo estragos por todo el territorio de Israel”. Ahora pues, considera qué respuesta he de llevar al que me envió». 13 «Estoy muy angustiado», David respondió a Gad. «Te ruego que me dejes caer en manos del SEÑOR, porque Sus misericordias son muy grandes; pero no caiga yo en manos de hombre».

14 Así que el SEÑOR envió pestilencia sobre Israel, y cayeron 70,000 hombres de Israel. 15 Después Dios envió un ángel a Jerusalén para destruirla; pero cuando estaba a punto de destruirla, el SEÑOR miró y sintió pesar por la calamidad, y dijo al ángel destructor: «Basta, detén ahora tu mano». Y el ángel del SEÑOR estaba junto a la era de Ornán el jebuseo. 16 David alzó sus ojos y vio al ángel del SEÑOR que estaba entre la tierra y el cielo, con una espada desenvainada en su mano, extendida sobre Jerusalén. Entonces David y los ancianos, vestidos de cilicio, cayeron sobre sus rostros. 17 Y David dijo a Dios: «¿No soy yo el que ordenó enumerar al pueblo? Ciertamente yo soy el que ha pecado y obrado muy perversamente, pero estas ovejas, ¿qué han hecho? Oh SEÑOR, Dios mío, te ruego que Tu mano sea contra mí y contra la casa de mi padre, pero no contra Tu pueblo, para que no haya plaga entre ellos».

18 Luego el ángel del SEÑOR ordenó a Gad que dijera a David que subiera y edificara un altar al SEÑOR en la era de Ornán el jebuseo. 19 David subió según la palabra que Gad había hablado en nombre del SEÑOR. 20 Y volviéndose Ornán, vio al ángel, pero sus cuatro hijos que estaban con él se escondieron. Y Ornán estaba trillando trigo. 21 Cuando David llegó junto a Ornán, este miró, y al ver a David, salió de la era y se postró ante David rostro en tierra. 22 Entonces David dijo a Ornán: «Dame el lugar de esta era, para que edifique en él un altar al SEÑOR. Me lo darás por su justo precio, para que se retire la plaga del pueblo».

23 Ornán respondió a David: «Tómelo para usted, y que mi señor el rey haga lo que sea bueno ante sus ojos. Mire, daré los bueyes para holocaustos y los trillos para leña y el trigo para la ofrenda de cereal; lo daré todo». 24 Pero el rey David dijo a Ornán: «No, sino que ciertamente lo compraré por su justo precio; porque no tomaré para el SEÑOR lo que es tuyo, ni ofreceré un holocausto que no me cueste nada». 25 Y David dio a Ornán el peso de 600 siclos (6.84 kilos) de oro por el lugar. 26 Entonces David edificó allí un altar al SEÑOR, y ofreció holocaustos y ofrendas de paz. E invocó al SEÑOR, y Él le respondió con fuego del cielo sobre el altar del holocausto. 27 Y el SEÑOR ordenó al ángel, y este volvió su espada a la vaina.

28 En aquel tiempo, viendo David que el SEÑOR le había respondido en la era de Ornán el jebuseo, ofreció allí sacrificios; 29 porque el tabernáculo del SEÑOR que Moisés había hecho en el desierto y el altar del holocausto estaban en aquel tiempo en el lugar alto en Gabaón. 30 Pero David no pudo ir allá, delante del altar, para consultar a Dios, porque estaba aterrado a causa de la espada del ángel del SEÑOR.

1 Pedro 2

Exhortación al crecimiento

2 Por tanto, desechando toda malicia, y todo engaño, e hipocresías, y envidias y toda difamación, deseen como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcan para salvación, si es que han probado la bondad del Señor.

Y viniendo a Él, como a una piedra viva, desechada por los hombres, pero escogida y preciosa delante de Dios, también ustedes, como piedras vivas, sean edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Pues esto se encuentra en la Escritura:

«YO, PONGO EN SIÓN UNA PIEDRA ESCOGIDA, UNA PRECIOSA piedra  ANGULAR, Y EL QUE CREA EN ÉL NO SERÁ AVERGONZADO».

Este precioso valor es, pues, para ustedes los que creen; pero para los que no creen,

«LA PIEDRA QUE DESECHARON LOS CONSTRUCTORES, ESA, EN PIEDRA ANGULAR SE HA CONVERTIDO»,

y,

«PIEDRA DE TROPIEZO Y ROCA DE ESCÁNDALO».

Pues ellos tropiezan porque son desobedientes a la palabra, y para ello estaban también destinados.

Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable. 10 Ustedes en otro tiempo no eran pueblo, pero ahora son el pueblo de Dios; no habían recibido misericordia, pero ahora han recibido misericordia.

Conducta de los creyentes en el mundo

11 Amados, les ruego como a extranjeros y peregrinos, que se abstengan de las pasiones carnales que combaten contra el alma. 12 Mantengan entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que les calumnian como malhechores, ellos, por razón de las buenas obras de ustedes, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación.

13 Sométanse, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey como autoridad, 14 o a los gobernadores como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. 15 Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, ustedes hagan enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos.

16 Anden como libres, pero no usen la libertad como pretexto para la maldad, sino empléenla como siervos de Dios. 17 Honren a todos, amen a los hermanos, teman a Dios, honren al rey.

Ejemplo de Cristo como siervo

18 Siervos, estén sujetos a sus amos con todo respeto, no solo a los que son buenos y afables, sino también a los que son insoportables. 19 Porque esto halla gracia, si por causa de la conciencia ante Dios, alguien sobrelleva penalidades sufriendo injustamente. 20 Pues ¿qué mérito hay, si cuando ustedes pecan y son tratados con severidad lo soportan con paciencia? Pero si cuando hacen lo bueno sufren por ello y lo soportan con paciencia, esto halla gracia con Dios.

21 Porque para este propósito han sido llamados, pues también Cristo sufrió por ustedes, dejándoles ejemplo para que sigan Sus pasos, 22 EL CUAL NO COMETIÓ PECADO, NI ENGAÑO ALGUNO SE HALLÓ EN SU BOCA; 23 y quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquel que juzga con justicia.

24 Él mismo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por Sus heridas fueron ustedes sanados. 25 Pues ustedes andaban descarriados como ovejas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de sus almas.

Jonás 4

Queja de Jonás y respuesta de Dios

4 Pero esto desagradó a Jonás en gran manera, y se enojó. Y oró al SEÑOR: «¡Ah SEÑOR! ¿No era esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis. Porque yo sabía que Tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira y rico en misericordia, y que te arrepientes del mal anunciadoY ahora, oh SEÑOR, te ruego que me quites la vida, porque mejor me es la muerte que la vida». Y el SEÑOR dijo: «¿Tienes acaso razón para enojarte?».

Entonces salió Jonás de la ciudad y se sentó al oriente de la misma. Allí se hizo un cobertizo y se sentó bajo la sombra de él, hasta ver qué sucedería en la ciudad. Y el SEÑOR Dios dispuso que una planta creciera sobre Jonás para que hiciera sombra sobre su cabeza y lo librara de su incomodidad. Y Jonás se alegró grandemente por la planta. Pero al rayar el alba del día siguiente Dios dispuso que un gusano atacara la planta, y esta se secó. Y sucedió que al salir el sol, Dios dispuso un sofocante viento del este, y el sol hirió la cabeza de Jonás, así que él desfallecía, y con toda su alma deseaba morir, y decía: «Mejor me es la muerte que la vida».

Entonces Dios le preguntó a Jonás: «¿Tienes acaso razón para enojarte por causa de la planta?». «Tengo mucha razón para enojarme hasta la muerte», le respondió. 10 Entonces el SEÑOR le dijo: «Tú te apiadaste de la planta por la que no trabajaste ni hiciste crecer, que nació en una noche y en una noche pereció, 11 ¿y no he de apiadarme Yo de Nínive, la gran ciudad, en la que hay más de 120,000 personas que no saben distinguir entre su derecha y su izquierda, y también muchos animales?».

Lucas 9

Misión de los doce

9 Reuniendo Jesús a los doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades. Los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar a los enfermos. Y les dijo: «No tomen nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni tengan dos túnicas cada uno. En cualquier casa donde entren, quédense allí, y sea de allí su salida. En cuanto a los que no los reciban, al salir de esa ciudad, sacudan el polvo de sus pies en testimonio contra ellos».

Entonces salieron, e iban por las aldeas anunciando el evangelio y sanando por todas partes.

Herodes oye hablar de Jesús

Herodes el tetrarca se enteró de todo lo que estaba pasando, y estaba muy perplejo, porque algunos decían que Juan había resucitado de entre los muertos, otros, que Elías había aparecido, y otros, que algún profeta de los antiguos había resucitado. Entonces Herodes dijo: «A Juan yo lo hice decapitar; ¿quién es, entonces, Este de quien oigo tales cosas?». Y procuraba ver a Jesús.

Alimentación de los cinco mil

10 Cuando los apóstoles regresaron, dieron cuenta a Jesús de todo lo que habían hecho. Y tomándolos con Él, se retiró aparte a una ciudad llamada Betsaida. 11 Pero cuando la gente se dio cuenta de esto, lo siguió; y Jesús, recibiéndolos, les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que tenían necesidad de ser curados.

12 El día comenzaba a declinar, y acercándose los doce, le dijeron: «Despide a la multitud, para que vayan a las aldeas y campos de los alrededores, y hallen alojamiento y consigan alimentos; porque aquí estamos en un lugar desierto». 13 «Denles ustedes de comer», les dijo Jesús. Y ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos y compremos alimentos para toda esta gente». 14 Porque había como 5,000 hombres. Y Jesús dijo a Sus discípulos: «Hagan que se recuesten en grupos como de cincuenta cada uno».

15 Así lo hicieron, haciendo recostar a todos. 16 Tomando Él los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, los bendijo, los partió y los iba dando a los discípulos para que los sirvieran a la gente. 17 Todos comieron y se saciaron; y se recogieron de lo que les sobró de los pedazos: doce cestas llenas.

La confesión de Pedro

18 Estando Jesús orando a solas, estaban con Él los discípulos, y les preguntó: «¿Quién dicen las multitudes que soy Yo?». 19 Entonces ellos respondieron: «Unos, Juan el Bautista, otros, Elías, y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado». 20 «Y ustedes ¿quién dicen que soy Yo?» les preguntó. Y Pedro le respondió: «El Cristo de Dios».

21 Pero Jesús, advirtiéndoles severamente, les mandó que no dijeran esto a nadie, 22 y les dijo: «El Hijo del Hombre debe padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día».

23 Y a todos les decía: «Si alguien quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de Mí, ese la salvará. 25 Pues, ¿de qué le sirve a un hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se destruye o se pierde? 26 Porque el que se avergüence de Mí y de Mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en Su gloria, y la del Padre, y la de los santos ángeles. 27 Pero en verdad les digo que hay algunos de los que están aquí, que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios».

La transfiguración

28 Y como ocho días después de estas palabras, Jesús tomó con Él a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. 29 Mientras oraba, la apariencia de Su rostro se hizo otra, y Su ropa se hizo blanca y resplandeciente.

30 Y de repente dos hombres hablaban con Él, los cuales eran Moisés y Elías, 31 quienes apareciendo en gloria, hablaban de la partida de Jesús que Él estaba a punto de cumplir en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros habían sido vencidos por el sueño, pero cuando estuvieron bien despiertos, vieron la gloria de Jesús y a los dos varones que estaban con Él. 33 Y al retirarse ellos de Él, Pedro dijo a Jesús: «Maestro, es bueno quedarnos aquí; hagamos tres enramadas, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías». Pero Pedro no sabía lo que decía.

34 Entonces, mientras él decía esto, se formó una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. 35 Y una voz salió de la nube, que decía: «Este es Mi Hijo, Mi Escogido; oigan a Él». 36 Después de oírse la voz, Jesús quedó solo. Ellos mantuvieron esto en secreto; por aquellos días no contaron nada de lo que habían visto.

Jesús sana a un muchacho endemoniado

37 Y aconteció que al día siguiente, cuando bajaron del monte, una gran multitud le salió al encuentro. 38 En ese momento un hombre de la multitud gritó: «Maestro, te suplico que veas a mi hijo, pues es el único que tengo, 39 y sucede que un espíritu se apodera de él, y de repente da gritos, y el espíritu hace que caiga con convulsiones, echando espumarajos; y cuando lo estropea, a duras penas se aparta de él. 40 Entonces rogué a Tus discípulos que echaran fuera ese espíritu, y no pudieron».

41 Jesús les respondió: «¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con ustedes y he de soportarlos? Trae acá a tu hijo». 42 Cuando este se acercaba, el demonio lo derribó y lo hizo caer con convulsiones. Pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre. 43 Y todos estaban admirados de la grandeza de Dios.

Jesús anuncia otra vez Su muerte

Mientras todos se maravillaban de todas las cosas que hacía, Jesús dijo a Sus discípulos: 44 «Hagan que estas palabras penetren en sus oídos, porque el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres». 45 Pero ellos no entendían estas palabras, y les estaban veladas para que no las comprendieran; y temían preguntar a Jesús acerca de ellas.

El mayor en el reino de los cielos

46 Y comenzó una discusión entre ellos, sobre quién de ellos sería el mayor. 47 Entonces Jesús, sabiendo lo que pensaban en sus corazones, tomó a un niño y lo puso a Su lado. 48 «El que reciba a este niño en Mi nombre», les dijo, «me recibe a Mí; y el que me recibe a Mí, recibe a Aquel que me envió; porque el que es más pequeño entre todos ustedes, ese es grande».

49 Y Juan respondió: «Maestro, vimos a uno echando fuera demonios en Tu nombre, y tratamos de impedírselo porque no anda con nosotros». 50 Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan; porque el que no está contra ustedes, está con ustedes».

Jesús reprende a Jacobo y a Juan

51 Sucedió que cuando se cumplían los días de Su ascensión, Jesús, con determinación, afirmó Su rostro para ir a Jerusalén. 52 Y envió mensajeros delante de Él; y ellos fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacer los preparativos para Él. 53 Pero no lo recibieron, porque sabían que había determinado ir a Jerusalén.

54 Al ver esto, Sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma?». 55 Pero Él, volviéndose, los reprendió, y dijo: «Ustedes no saben de qué espíritu son, 56 porque el Hijo del Hombre no ha venido para destruir las almas de los hombres, sino para salvarlas». Y se fueron a otra aldea.

Lo que demanda el discipulado

57 Mientras ellos iban por el camino, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». 58 «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos», le dijo Jesús, «pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza».

59 A otro le dijo: «Ven tras Mí». Pero él contestó: «Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». 60 «Deja que los muertos entierren a sus muertos», le respondió Jesús; «pero tú, ve y anuncia por todas partes el reino de Dios».

61 También otro dijo: «Te seguiré, Señor; pero primero permíteme despedirme de los de mi casa». 62 Pero Jesús le dijo: «Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios».

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

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