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El evangelio también es para los evangélicos

¿De verdad? ¿Es el evangelio para los evangélicos? Puede parecer extraño, pero está en la Biblia. El apóstol Pablo escribe la carta a los Romanos, la cual es su exposición más extensa del evangelio y de cómo este mensaje impacta nuestras vidas, a personas que ya creían el evangelio. Y no sólo lo creían, sino que la fe de ellos se divulgaba “por todo el mundo” (Ro. 1:8).

En otras palabras, cuando Pablo escribió su carta a la iglesia en Roma, él pretendía predicar el evangelio a personas que eran evangélicas. Lo cual significa que no solo las personas que están abiertamente apartadas de Dios en el mundo necesitan escuchar lo que Cristo hizo y el llamado a ser salvos por medio de la fe en Él. Las personas que dicen ser cristianas también necesitan escuchar eso mismo.

Cuando leemos al respecto en la Palabra de Dios con mucha atención, vemos claramente que las personas que profesan ser evangélicas necesitan escuchar el evangelio básicamente por dos razones.

Hay falsos creyentes en nuestras congregaciones

La primera de ellas, es que es posible decir “creo en Cristo y Su evangelio”, mientras al mismo tiempo ser un falso cristiano. Nuestro Señor Jesucristo fue claro cuando enseñó:

“No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad’” (Mt. 7:21-23).

También leemos al apóstol Pablo escribirle a la iglesia en Corinto: “Poneos a prueba para ver si estáis en la fe; examinaos a vosotros mismos. ¿O no os reconocéis a vosotros mismos de que Jesucristo está en vosotros, a menos de que en verdad no paséis la prueba?” (2 Co. 13:5).

Así que, es necesario predicar el evangelio entre evangélicos… porque es posible que muchos de ellos no lo conozcan o crean realmente, y así sean profesantes que en verdad no han nacido de nuevo.

Cuando ves que en la actualidad gran parte del evangelicalismo abraza falsas doctrinas (como el evangelio de la prosperidad, el relativismo, el liberalismo y el universalismo), y observas a multitudes de personas que dicen ser cristianas mientras siguen a falsos maestros que usan las iglesias como fuentes de ganancia, se hace muy evidente la verdad de que debemos predicar el evangelio entre evangélicos.

Nunca dejamos de necesitar el evangelio

Pero hay un segundo motivo para predicar la buena noticia a quienes afirman creerla — el motivo por el cual creo que Pablo le expuso el evangelio a los creyentes en Roma:

Los cristianos nunca nos graduamos del evangelio. De hecho, todos los temas en la Escritura deben leerse a la luz del evangelio y necesitamos predicarnos esta verdad a nosotros mismos.

El evangelio nos recuerda constantemente que no merecemos nada de lo que Dios nos ha dado (lo cual nos hace humildes) y que somos más amados de lo que pensamos (lo cual nos brinda gozo). Esto nos lleva a vivir en santidad, amando a Dios y a las personas (ver Lc. 7:47).

Como Timothy Keller explica, el evangelio no es el “ABC” de la vida cristiana. En cambio, el evangelio cubre desde la “A a la Z”. Todo en la vida cristiana depende del evangelio. Es mediante esta buena noticia que no solamente somos salvos, sino que también somos santificados y avivados.

Cuando el apóstol Pablo quiso enseñarle humildad a la iglesia en Filipenses, ¿qué les dijo? Les recordó el evangelio (Fil. 2:4). Cuando quiso motivar a los Corintos a dar a los pobres, ¿qué hizo? Les recordó el evangelio (2 Co. 8:9). Cuando quiso enseñar a los esposos a amar a sus esposas, ¿qué les habló? Les recordó el evangelio (Ef. 5:25). Ya entiendes el punto.

Saber que somos pecadores reconciliados con Dios por medio de Jesucristo, es el mayor impulso a andar en santidad y hacer las buenas obras que Dios quiere que hagamos (Tit. 3:4-8). Me gusta como Matt Perman lo dice: “La gracia es diez trillones de veces más motivacional que la ley”.[1]

Si queremos ver un avivamiento, prediquemos la verdad de Cristo no solamente al mundo que nos rodea, sino también entre las personas que ya creemos y a las personas que sólo profesan creerla.

JOSUÉ BARRIOS

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