Vida Cristiana

Ester: Un instrumento en las manos del Dios soberano

Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado del libro Una mujer elegida: Un estudio sobre la vida de Ester (B&H Español, 2024), por Susana de Cano y Karla de Fernández.

Dios es quien controla el tiempo providencialmente y no solo las circunstancias. El libro de Ester nos introduce a una crisis a resolver a partir del capítulo 3, donde Amán —el primer ministro de la antigua Persia— aparece como el «villano» de la narrativa, porque planeaba aniquilar a los judíos de todo el Imperio persa.

En el capítulo 5, encontramos la historia de dos planes para hacer avanzar uno de dos reinos. Ester tenía un plan y Amán tenía otro. Estos planes tenían orígenes y propósitos diferentes; uno fue organizado con oración y ayuno y el otro concebido en odio y deseos de venganza. Un plan fue elaborado para salvar vidas y el otro para quitarlas. También, ambos planes se diferenciaban en su perspectiva. Uno se basaba en el servicio a otros y el otro era egoísta. Veremos el resultado de cada plan: liberación o destrucción.

Los cónyuges que se sacrifican en amor uno por el otro y por sus hijos reflejan el amor sacrificial de Cristo

 

Ester se comprometió a interceder por el pueblo judío ante el rey Asuero y así lo hizo. No pospuso su compromiso porque quizás no tendría esa oportunidad de nuevo. La determinación de Ester nos recuerda la de Cristo al completar el plan de salvación de Su Padre: «Sucedió que cuando se cumplían los días de Su ascensión, Jesús, con determinación, afirmó Su rostro para ir a Jerusalén» (Lc 9:51).

Jesús no estaba alejándose de la cruz, sino que se dirigía hacia ella. Cristo siempre fue determinante en lo que hacía y sabía a dónde iba. Ester no sabía si viviría; Cristo estaba seguro de que moriría.

Dios nunca nos coloca en posiciones de oportunidad para que hagamos las cosas a medias, sino para ser obedientes y completar el trabajo. Cada oportunidad que tenemos es una oportunidad de temor o de fe. Nos comprometemos a hacer lo que toca no porque somos fuertes, sino porque Cristo es fuerte. Ya sea que vivamos o no, Cristo permanece eternamente y nosotras con Él. Tenemos Su gracia y favor y así fue con Ester, obtuvo gracia y favor.

En este capítulo encontramos la cuarta vez que el autor de este libro describe la reacción de otros hacia Ester (2:9, 15, 17). Ella obtuvo el favor, no encontró el favor por sí misma. Como narra el escritor, cuando Ester se presentó ante Asuero:

El rey le dijo: «¿Qué te preocupa, reina Ester? ¿Y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará». Ester respondió: «Si le parece bien al rey, venga hoy el rey con Amán al banquete que le he preparado». «Traigan pronto a Amán para que hagamos como Ester desea», dijo el rey. Y el rey vino con Amán al banquete que Ester había preparado (Est 5:3-5).

De hecho, en esta escena (v. 3), es la primera vez que se nos muestra a un Asuero perceptivo que no buscó consejo de sus príncipes, además de que estaba sobrio. Dios protege a Su pueblo.

Por otro lado, de acuerdo con Ester 5:1-14, ¿qué significaba darle hasta la mitad del reino? ¿El rey le daría las provincias prometidas a Ester? Quizás era una alusión a que era favorecida por él, pero lo reitera dos veces más (5:6, 7:2). Ella no se presentó para salvarse a sí misma o solamente pensó en ella, sino que se presentó para abogar por todo un pueblo, Su pueblo.

El evangelio es la respuesta a todo lo que el ser humano necesita y nosotras somos representantes de ese reino para la gloria del Rey

 

Aquellos que buscan el bien de los demás, a costa de ellos mismos, representan a Cristo y están construyendo Su reino. Los cónyuges que se sacrifican en amor uno por el otro y por sus hijos reflejan el amor sacrificial de Cristo. Ester llevaba a cabo un plan en favor de su pueblo y para la gloria del Dios de Su pueblo, a costa de cualquier infortunio que le pudiera ocurrir. Al final, ella solo fue un instrumento en las manos de un Dios soberano que reina.

En uno de estos dos planes hay un reino que avanzará y otro que terminará. Y ya sabemos cómo terminó la historia. Al final de nuestros días, será igual. El reino de Dios prevalecerá, mientras el reino de Satanás será destruido.

El evangelio es la respuesta a todo lo que el ser humano necesita y nosotras somos representantes de ese reino para la gloria del Rey que protege a Su pueblo, que va delante, que salva y muestra su necesidad de Él: un Dios soberano.

Susana de Cano es esposa de Sergio Cano con quien tiene tres hijos. Viven en la ciudad de Guatemala, donde son miembros de Iglesia Gracia sobre Gracia. Susana tiene estudios teológicos en el Seminario Semper Reformanda y actualmente cursa una maestría en el Southern Baptist Theological Seminary. Puedes leer lo que escribe en su blog Ella habla verdad, seguirla en Instagram y escuchar sus enseñanzas sobre la Biblia y temas de actualidad en su podcast Hablemos Verdad.

Karla de Fernández está casada con Jorge Carlos y es madre de tres niños. Con su esposo radican en Querétaro, México, donde son miembros de iglesia SOMA. Es autora de Hogar bajo Su graciaEl azul es para los niños y El temor y nuestra sed de aprobación. Puedes encontrarla en YouTubeInstagramFacebook y Twitter.

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