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Descarga gratis el libro “Cuentan Su gloria: Cómo el universo nos muestra la grandeza de Dios”

Nota del editor: 

En Coalición por el Evangelio estamos felices de presentarte para descarga gratuita Cuentan Su gloria: Cómo el universo nos muestra la grandeza de Dios, un nuevo libro digital. Aquí tienes el prefacio de este recurso, que oramos pueda ser de edificación para ti y te invitamos a compartir con otras personas.

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En mi niñez hubo pocos cuentos y novelas, al menos que yo recuerde. La historia interminable de Michael Ende viene a mi mente (la leí tantas veces que la portada se rompió), pero no hay muchas otras historias que me acompañaran durante mis primeros años de lectura. Lo que abundaba en ese entonces eran los libros de astronomía, ecología y el Antiguo Egipto. Todavía recuerdo el aroma de los catorce tomos de la Nueva Enciclopedia Temática en la casa de mi abuela. Puedo sentir lo áspero del sofá, donde pasé horas y horas aprendiendo sobre insectos, aves y reptiles, de geología y de «la conquista del espacio». El universo era fascinante. Mi deseo era comprenderlo.

Al reflexionar sobre esto, no me resulta extraño que terminara estudiando una carrera científica en la universidad (¡lo raro es que fuera mi segunda opción, después de teatro!). Sin embargo, la realidad es que mi fascinación por el mundo natural y mi amor por la ciencia pasó por bastantes altibajos desde mi niñez hasta el final de mis estudios en Ciencias Químico-biológicas. Cuando aprendí sobre el Big Bang y le pregunté a mi papá sobre cómo es que eso se relacionaba con Génesis 1, él me respondió que la gran explosión tal vez era la manera en que Dios había determinado crear el cosmos. Después, en la iglesia, escuché que eso era una ridiculez.

Mientras que mis atesorados libros de paleontología hablaban de millones de años y eras geológicas, asistí a una conferencia cristiana en la que un señor con bata blanca habló de fósiles falsos y dinosaurios conviviendo con seres humanos. Decidí creerle. Abracé sus argumentos como parte de mi fe cristiana. Incluso recuerdo haber intentado persuadir a algunos de las mentiras de los «científicos ateos» en un chat público, con la esperanza de que salieran de su necedad y se volvieran a Dios (no funcionó, por cierto).

Yo solo quería que las cosas tuvieran sentido. Amaba al Creador y amaba Su creación. Quería conocer más a Dios y conocer más el universo que Él formó. ¿Podría haber verdadera armonía entre ellos?

Comencé la universidad con un poco de miedo. ¿Terminaría perdiendo mi fe en un lugar tan secular como ese? Resultó que mi miedo estaba completamente injustificado. Además de una breve clase sobre biología evolutiva con una perspectiva claramente naturalista (¡una historia muy graciosa que tendré que contarles en otra ocasión!), no me encontré con nada que sacudiera mi fe en lo más mínimo. Todo lo contrario. Cada aspecto del mundo natural me llevó a alabar la sabiduría y el poder de Aquel que formó el universo entero y lo sostiene.

Poco a poco abandoné el miedo de hacer las preguntas difíciles y descubrí lo importantes que la filosofía y la teología son para la ciencia. Aprendí que todos tenemos fe, incluyendo a los que hacen ciencia (¡incluso si dicen que son ateos!). Aprendí también que, a pesar de que las verdades centrales de nuestra fe están muy claramente reveladas en la Escrituras —cosas como la naturaleza de Dios y Su obra redentora—, hay otras cosas que no son tan claras. Los cristianos han tenido distintas perspectivas sobre estos asuntos secundarios a lo largo de la historia de la iglesia. Aprendí que, aunque tenemos acceso a los mismos datos experimentales, nuestra manera de ver el mundo e interpretar ciertos pasajes bíblicos influirá en la manera en que interpretamos esos datos.

Como R. C. Sproul enseñó una vez, los teólogos y los científicos somos intérpretes falibles de revelaciones infalibles, la Palabra y la creación. Procuramos la verdad, muy conscientes de las limitaciones humanas en medio de la búsqueda. Tratamos de entender a Dios y el mundo que Él creó, aunque a veces nos equivocamos o nos quedamos con más preguntas que respuestas.

Este pequeño libro no responderá todas tus preguntas acerca de la ciencia y su relación con nuestra fe. Sin embargo, es un excelente lugar para empezar a explorar el supuesto conflicto y descubrir que no tenemos nada que temer, porque toda verdad es verdad de Dios.


Ana Ávila es escritora senior en Coalición por el Evangelio, Química Bióloga Clínica, y parte de Iglesia El Redil. Es autora de «Aprovecha bien el tiempo: Una guía práctica para honrar a Dios con tu día». Vive en Guatemala junto con su esposo Uriel y sus dos hijos. Puedes encontrarla en YouTubeInstagram y Twitter.

Acerca del Autor

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