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Lectura de Hoy

25-04-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Salmo 36

Entre las ideas acertadas que encontramos en los salmos, algunas de las más incisivas tienen que ver con la naturaleza del mal y la de los malos. Rara vez se trata estos temas en términos de categorías abstractas. Casi siempre se enfocan dentro del marco de las relaciones y de situaciones vitales reales.

¿De qué se trata realmente cuando se habla del “pecado de los impíos”? “No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Salmo 36:1). Esto quiere decir algo más que el hecho de que el malvado carezca neciamente de temor ante el castigo que Dios aplicará al final aunque tampoco significa menos que esto. Quiere decir que los impíos están tan ciegos, que no llegan a apreciar las últimas realidades. O no ven a Dios en absoluto, o, lo que no es menos grave, no ven a Dios tal como es.

Todo comportamiento y toda perspectiva apropiados para los seres humanos hechos a imagen de Dios tienen a Dios mismo como referente. El temor de Dios es el principio tanto del conocimiento (Proverbios 1:7) como de la sabiduría (Proverbios 9:10), puesto que “conocer al Santo es tener discernimiento”. Lo contrario es la necedad absoluta: “los necios desprecian la sabiduría y la disciplina” (Proverbios 1:7). No es de extrañar que el salmista insiste en que es el necio quien dice “no hay Dios” (Salmo 14:1). ¿Acaso es menos necio fabricar un dios domesticado que podamos manipular a nuestro antojo, o dioses salvajes que se comporten de maneras crueles e inmorales, o dioses impersonales que también restan personalidad a los que llevan su imagen? Cuando uno permanece ciego ante el Dios verdadero, y ante su gloriosa santidad, lo que debería inducir un sano temor en nosotros, los portadores rebeldes de su imagen, no queda ninguna parada más en el descenso hacia el abismo de la necedad.

La ceguera del malvado se extiende hasta la valoración que hace de sí mismo. “Cree que merece alabanzas y no halla aborrecible su pecado” (Salmo 36:2). Si pudiese ver suficientemente como para discernir su pecado, como para considerarlo tal cual es –la rebeldía contra el Dios viviente– y aborrecerlo por la vileza y la arrogancia que lo caracterizan a la luz de la majestuosa santidad de su Creador, inevitablemente también temería a Dios. Las dos cegueras gemelas son, de hecho, una sola.

Por supuesto, es por esto por lo que los debates filosóficos acerca de la existencia de Dios no pueden nunca resolverse solamente en base a la razón. No se trata de que Dios sea poco razonable, y mucho menos que no tenga testimonio alguno. Más bien, la tragedia y la ignominia del pecado humano nos han dejado, aparte de la gracia de Dios, terriblemente ciegos. No obstante, esta ceguera es una ceguera culpable. “No hay temor de Dios delante de sus ojos”. Pablo comprende este hecho tan bien, que este texto constituye el punto culminante en su demostración de la condición perdida del ser humano (Romanos 3:18). Gracias a Dios por los trece versículos posteriores escritos por el apóstol.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Eclesiastés 12
Aunque el Maestro nunca llega a la perspectiva completa que caracteriza a los autores de las Escrituras del nuevo pacto, su escepticismo se reduce ahora, mientras insta a adoptar ciertas posturas básicas que dependen absolutamente de un Dios justo que conoce el final desde el principio, aunque nosotros no lo hagamos. En este sentido, ya ha dicho dos cosas a sus lectores: (a) que dejen de vivir pensando solo en el presente; que inviertan en el futuro con valentía, recordando que este mundo pertenece a Dios (11:1-6); (b) que vivan agradecidos y alegres con las bendiciones recibidas (11:7-10).

En Eclesiastés 12, Qohelet ofrece una exhortación final: que sean piadosos, desde su juventud; encontremos o no significado “en esta vida”, podemos estar seguros de que Dios lo juzgará todo. El Maestro escribe: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud” (12:1). Dios no está ahí solamente para que recordemos su existencia, sino para que abandonemos toda ilusión de independencia y autosuficiencia mientras él ocupa de nuevo su legítimo reinado en nuestra vida. Él lo creó todo, sólo él ve todo el conjunto, él es quien ha puesto la eternidad en nuestro corazón (3:11). Él es quien hizo buenas todas las cosas, y nosotros somos los que hemos causado tanto daño con nuestros planes (7:29).

Por tanto, Qohelet nos exhorta a recordarlo “antes que lleguen los días malos” (12:1), y después explica en términos gráficos cómo es la vejez. En ella, no encontraremos ya placer en nuestros días (12:1). Alcanzamos el invierno de la vida (12:2); nos volvemos como una casa vieja, que se quiebra, se derrumba, con solo unas pocas reliquias en ella (12:3). Nuestra capacidad auditiva se desvanece (12:4b); en lugar de andar firmemente o incluso saltar sobre las rocas, tenemos miedo de las alturas o de que nos atropellen en la calle. La copa del almendro es de color negro en invierno y se vuelve blanca cuando florece en primavera, del mismo modo que nuestro cabello se vuelve blanco (12:5).

Debido a la artritis y a las articulaciones desgastadas, renqueamos como un desgarbado saltamontes (12:5). El cordón de plata es probablemente la columna vertebral, la vasija de oro el esqueleto, el cántaro es el corazón: todo se deteriora y volvemos al polvo del que surgimos, como el propio Dios, a este lado de la maldición, dijo que ocurriría (Génesis 3:19). No parece nada claro que por “hogar eterno” (12:5) y “el espíritu volverá a Dios” (12:7) Qohelet quisiese decir lo mismo que los escritores del Nuevo Testamento expresaban con tales expresiones, aunque ahora está bastante seguro de que “Dios juzgará toda obra, buena o mala, aun la realizada en secreto” (12:14). “Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre” (12:13).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Números 2
Campamentos y jefes de las tribus
2 El SEÑOR habló a Moisés y a Aarón y les dijo: «Los israelitas acamparán, cada uno junto a su bandera, bajo las insignias de sus casas paternas; acamparán alrededor de la tienda de reunión, a cierta distancia. Los que acampen al oriente, hacia la salida del sol, serán los de la bandera del campamento de Judá, según sus ejércitos. El jefe de la tribu de Judá es Naasón, hijo de Aminadab, y su ejército, los enumerados, 74,600. Junto a él acampará la tribu de Isacar. El jefe de la tribu de Isacar es Natanael, hijo de Zuar, y su ejército, los enumerados, 54,400. Después, la tribu de Zabulón. El jefe de la tribu de Zabulón es Eliab, hijo de Helón, y su ejército, los enumerados, 57,400. El total de los enumerados del campamento de Judá: 186,400 según sus ejércitos. Ellos marcharán primero.
10 »Al sur estará la bandera del campamento de Rubén, según sus ejércitos. El jefe de la tribu de Rubén es Elisur, hijo de Sedeur, 11 y su ejército, los enumerados, 46,500. 12 Junto a él acampará la tribu de Simeón. El jefe de la tribu de Simeón es Selumiel, hijo de Zurisadai, 13 y su ejército, los enumerados, 59,300. 14 Después, la tribu de Gad. El jefe de la tribu de Gad es Eliasaf, hijo de Deuel, 15 y su ejército, los enumerados, 45,650. 16 El total de los enumerados del campamento de Rubén: 151,450 según sus ejércitos. Ellos marcharán en segundo lugar.
17 »Entonces irá la tienda de reunión con el campamento de levitas en medio de los campamentos; tal como acampan así marcharán, cada uno en su lugar, por sus banderas.
18 »Al occidente estará la bandera del campamento de Efraín, según sus ejércitos. El jefe de la tribu de Efraín es Elisama, hijo de Amiud, 19 y su ejército, los enumerados, 40,500. 20 Junto a él estará la tribu de Manasés. El jefe de la tribu de Manasés es Gamaliel, hijo de Pedasur, 21 y su ejército, los enumerados, 32,200. 22 Después, la tribu de Benjamín. El jefe de la tribu de Benjamín es Abidán, hijo de Gedeoni, 23 y su ejército, los enumerados, 35,400. 24 El total de los enumerados del campamento de Efraín: 108,100 según sus ejércitos. Ellos marcharán en tercer lugar.
25 »Al norte estará la bandera del campamento de Dan, según sus ejércitos. El jefe de la tribu de Dan es Ahiezer, hijo de Amisadai, 26 y su ejército, los enumerados, 62,700. 27 Y junto a él acampará la tribu de Aser. El jefe de la tribu de Aser es Pagiel, hijo de Ocrán, 28 y su ejército, los enumerados, 41,500. 29 Después, la tribu de Neftalí. El jefe de la tribu de Neftalí es Ahira, hijo de Enán, 30 y su ejército, los enumerados, 53,400. 31 El total de los enumerados del campamento de Dan: 157,600. Ellos serán los últimos en marchar, según sus banderas».
32 Estos son los enumerados de los israelitas, por sus casas paternas; el total de los enumerados de los campamentos, según sus ejércitos: 603,550. 33 Pero los levitas no fueron contados entre los israelitas, tal como el SEÑOR había ordenado a Moisés. 34 Y los israelitas hicieron conforme a todo lo que el SEÑOR había ordenado a Moisés; así acamparon por sus banderas y así marcharon, cada uno según su familia, conforme a su casa paterna.

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Salmos 36
LIBRO PRIMERO
La maldad del hombre y la misericordia de Dios
Para el director del coro. Salmo de David, siervo del SEÑOR.
36 La transgresión habla al impío dentro de su corazón;
No hay temor de Dios delante de sus ojos.
Porque en sus propios ojos la transgresión le engaña
En cuanto a descubrir su iniquidad y aborrecerla.
Las palabras de su boca son iniquidad y engaño;
Ha dejado de ser sabio y de hacer el bien.
Planea la iniquidad en su cama;
Se obstina en un camino que no es bueno;
No aborrece el mal.
Tu misericordia, oh SEÑOR, se extiende hasta los cielos,
Tu fidelidad, hasta el firmamento.
Tu justicia es como los montes de Dios;
Tus juicios son como profundo abismo.
Tú preservas, oh SEÑOR, al hombre y al animal.
¡Cuán preciosa es, oh Dios, Tu misericordia!
Por eso los hijos de los hombres se refugian a la sombra de Tus alas.
Se sacian de la abundancia de Tu casa,
Y les das a beber del río de Tus delicias.
Porque en Ti está la fuente de la vida;
En Tu luz vemos la luz.
10 Continúa Tu misericordia para con los que te conocen,
Y Tu justicia para con los rectos de corazón.
11 Que no me alcance el pie del orgullo,
Ni me mueva la mano de los impíos.
12 Allí han caído los que obran iniquidad;
Han sido derribados y no se pueden levantar.
   
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Eclesiastés 12
12 Acuérdate, pues, de tu Creador en los días de tu juventud,
Antes que vengan los días malos,
Y se acerquen los años en que digas:
«No tengo en ellos placer».
Antes que se oscurezcan el sol y la luz,
La luna y las estrellas,
Y las nubes vuelvan tras la lluvia;
El día cuando tiemblen los guardas de la casa
Y los fuertes se encorven,
Las que muelen estén ociosas porque son pocas,
Y se nublen los que miran por las ventanas.
Cuando además se cierren las puertas de la calle
Por ser bajo el sonido del molino,
Y se levante uno al canto del ave,
Y todas las hijas del canto sean abatidas;
Se temerá a la altura y a los terrores en el camino.
Cuando florezca el almendro, se arrastre la langosta y la alcaparra pierda su efecto;
Porque el hombre va a su morada eterna
Mientras los del duelo andan por la calle.
Acuérdate de Él antes que se rompa el hilo de plata,
Se quiebre el cuenco de oro,
Se rompa el cántaro junto a la fuente,
Y se haga pedazos la rueda junto al pozo;
Entonces el polvo volverá a la tierra como lo que era,
Y el espíritu volverá a Dios que lo dio.
«Vanidad de vanidades», dice el Predicador, «todo es vanidad».

Conclusión

El Predicador, además de ser sabio, enseñó también sabiduría al pueblo; y reflexionó, investigó y compuso muchos proverbios. 10 El Predicador trató de encontrar palabras agradables, y de escribir correctamente palabras de verdad.
11 Las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos bien clavados las de los maestros de estas colecciones, dadas por un Pastor. 12 Pero además de esto, hijo mío, estate prevenido: el hacer muchos libros no tiene fin, y demasiada dedicación a ellos es fatiga del cuerpo.
13 La conclusión, cuando todo se ha oído, es esta:
Teme a Dios y guarda Sus mandamientos,
Porque esto concierne a toda persona.
14 Porque Dios traerá toda obra a juicio,
Junto con todo lo oculto,
Sea bueno o sea malo.

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Filemón
Saludo
Pablo , prisionero de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo:
A Filemón nuestro amado hermano y colaborador, y a la hermana Apia, y a Arquipo, nuestro compañero de lucha, y a la iglesia que está en tu casa: Gracia a ustedes y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

El amor y la fe de Filemón

Doy gracias a mi Dios siempre, haciendo mención de ti en mis oraciones, porque oigo de tu amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús y hacia todos los santos. Ruego que la comunión de tu fe llegue a ser eficaz por el conocimiento de todo lo bueno que hay en ustedes mediante Cristo. Pues he llegado a tener mucho gozo y consuelo en tu amor, porque los corazones de los santos han sido confortados por ti, hermano.

Pablo intercede por Onésimo

Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte hacer lo que conviene, no obstante, por causa del amor que te tengo, te hago un ruego, siendo como soy, Pablo, anciano, y ahora también prisionero de Cristo Jesús: 10 te ruego por mi hijo Onésimo, a quien he engendrado en mis prisiones; 11 quien en otro tiempo te era inútil, pero ahora nos es útil a ti y a mí. 12 Y te lo he vuelto a enviar en persona, es decir, como si fuera mi propio corazón.
13 Hubiera querido retenerlo conmigo, para que me sirviera en lugar tuyo en mis prisiones por el evangelio. 14 Pero no quise hacer nada sin tu consentimiento, para que tu bondad no fuera como por obligación, sino por tu propia voluntad. 15 Porque quizá por esto se apartó de ti por algún tiempo, para que lo volvieras a recibir para siempre, 16 ya no como esclavo, sino como más que un esclavo, como un hermano amado, especialmente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor.
17 Si me tienes, pues, por compañero, acéptalo como me aceptarías a mí. 18 Y si te ha perjudicado en alguna forma, o te debe algo, cárgalo a mi cuenta.
19 Yo, Pablo, escribo esto con mi propia mano. Yo lo pagaré (por no decirte que aun tú mismo te me debes a mí). 20 Sí, hermano, permíteme disfrutar este beneficio de ti en el Señor. Recrea mi corazón en Cristo.
21 Te escribo confiado en tu obediencia, sabiendo que harás aún más de lo que digo. 22 Y al mismo tiempo, prepárame también alojamiento, pues espero que por las oraciones de ustedes les seré concedido.

Saludos y bendición

23 Te saluda Epafras, mi compañero de prisión en Cristo Jesús; 24 también Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores.
25 La gracia del Señor Jesucristo sea con el espíritu de ustedes.

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