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¿Por qué nuestras iglesias necesitan una “teología del cuerpo”?

En el año de 1912, el Dr. J. Gresham Machen pronunció uno de los discursos más importantes respecto a la relación entre el cristianismo y la cultura. Un extracto de aquel discurso me parece realmente valioso:

El cristiano no puede sentirse satisfecho en tanto que alguna actividad humana se encuentre en oposición al cristianismo o desconectada totalmente del mismo. El cristianismo tiene que saturar, no tan solo todas las naciones, sino también todo el pensamiento humano. El cristiano, por tanto, no puede sentirse indiferente ante ninguna rama del esfuerzo humano que sea de importancia (Cristianismo y cultura, p. 12).

Con esto en mente, considero que la desconexión total o parcial entre la fe cristiana y el cuerpo humano pueden conducirnos por caminos que se alejan de los propósitos de Dios. Los creyentes debemos ser guiados por el Espíritu y las Escrituras en nuestra comprensión del cuerpo y su correcta administración, para la gloria de Dios.

Confusión sobre el cuerpo

A lo largo de la historia, la mayordomía del cuerpo humano ha estado generalmente desconectada de la reflexión teológica sana y fiel a las Escrituras. Durante los primeros siglos de la iglesia, la teología recibió mucha influencia de la filosofía helenística y humanista.

Bajo esta influencia, la Iglesia católica romana inició un alejamiento de lo que Francis Schaeffer llama «las dos columnas de la iglesia primitiva». Estas son (1) la autoridad de las Escrituras y (2) la respuesta a la pregunta: ¿cómo acercarse a Dios? (La fe de los humanistas, pp. 3-5). Esta influencia produjo un entendimiento dualista del espíritu y el cuerpo, al punto que se concibió lo físico como la sede de todo lo pecaminoso y, por lo tanto, la causa del engaño del alma.

Este dualismo muchas veces alimentó corrientes del gnosticismo que negaban la humanidad plena de Cristo y enseñaban que los cristianos tampoco existían en el plano físico, sino solo en el espiritual, por lo que no eran responsables por los pecados cometidos en el cuerpo. La iglesia de Corinto padecía al parecer una forma de este error (1 Co 6:12-13) y me temo que muchos hoy en día también padecen de lo mismo.

Todo cristiano que reconoce la autoridad de la Palabra de Dios en toda la vida debe reconocer también la importancia del cuerpo humano

 

Aunque la Reforma protestante recuperó la centralidad y autoridad de las Escrituras, se puede argumentar que la teología del cuerpo siguió desarrollándose de manera distanciada de la Palabra de Dios. La confusión respecto a la dimensión física del ser humano persiste hasta nuestros días y debemos agregarle la actual crisis de identidad sexual. La ideología de género irrumpe en las universidades y se expande por la sociedad, provocando un divorcio radical entre la identidad y el cuerpo. Allí donde haya un cuerpo, la identidad está en crisis.

La iglesia no está exenta de ceder a la influencia de estas perspectivas sobre el cuerpo y la identidad humana. Debemos mantenernos firmes en la verdad de que el cuerpo forma una parte integral y unificada de nuestra identidad, tal como Dios la creó, y por lo tanto debemos administrarlo para Su gloria.

A la luz de esta breve reflexión, quiero compartir cuatro razones por las que los cristianos necesitamos una teología del cuerpo que sea bíblica y sólida.

1. Dios habló sobre ello

Si Dios habla, debemos escuchar con atención. Desde el principio del universo, todo lo que Dios ha hecho es bueno, incluyendo nuestros cuerpos (Gn 2:7). Por lo tanto, el cuerpo físico no es el culpable de la caída ni es algo malo.

El valor del cuerpo humano no radica en parámetros de perfección estética, sino en que Dios mismo lo creó. De hecho, aún después de la caída, Dios vistió y cubrió de esperanza aquellos cuerpos que se avergonzaron de sí mismos (Gn 3:21). Dios no dejó en desesperanza nuestra alma y tampoco nuestro cuerpo.

También es importante para los cristianos recordar que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo (1 Co 6:19-20). Los cuerpos de todos aquellos que han abrazado y seguido la voz del buen Pastor tienen esperanza eterna (1 Co 15:2153-55). Por lo tanto, todo cristiano que reconoce la autoridad de la Palabra de Dios en toda la vida debe reconocer también la importancia del cuerpo humano.

2. La iglesia lo necesita

Entre los cristianos existen confusiones respecto al cuerpo, por lo que se hace necesario recuperar la enseñanza bíblica. En mi experiencia, hay al menos dos grupos de creyentes que necesitan de manera particular una teología sana del cuerpo humano.

La muerte física y espiritual es el resultado del pecado y este mundo necesita conocer a Aquel que derrotó a la muerte

 

Por un lado, están aquellos que desconectan su fe de las exigencias y demandas físicas. Estos creyentes consideran que es peligroso o indigno dedicarse a cualquier actividad que luzca «demasiado terrenal», como puede parecerlo el cuidado del cuerpo. Por lo tanto, apenas si prestan atención a los hábitos físicos, dietéticos o las necesidades biológicas básicas.

Por otro lado, están quienes prestan una atención desmedida al cuerpo y su identidad depende de los parámetros estéticos de este mundo. Estos creyentes también ignoran lo que la Palabra de Dios enseña sobre nuestra identidad y el valor y propósito del cuerpo humano.

Ambos grupos de cristianos necesitan cultivar una comprensión bíblica de este tema. La transformación en la manera de ver y entender el cuerpo debe comenzar en la vida de la iglesia.

3. El mundo lo necesita

Nuestro mundo necesita conocer lo que Dios dice sobre el cuerpo. Considera, por ejemplo, cómo la fragilidad física es un recordatorio de la existencia del pecado y de lo débil, espantosa y falsa que es la vida sin Cristo.

Un ejemplo de esta búsqueda desesperada por una solución al problema del pecado y la muerte puede verse en Bryan Jhonson, un empresario que ha gastado más de cien millones de dólares en tecnología e investigación para ralentizar considerablemente su envejecimiento. Cada año invierte dos millones de dólares para tener la mejor dieta, las rutinas de ejercicio más eficientes y un equipo de profesionales de la salud a su disposición. Todo esto para cumplir un objetivo: no morir.

Dios se hizo carne, esta verdad debe transformar toda nuestra comprensión del cuerpo humano

 

Sin embargo, Bryan lucha contra un muro de concreto imposible de vencer. La muerte física y espiritual es el resultado del pecado y este mundo necesita conocer a Aquel que derrotó a la muerte. No hay dinero que compre la esperanza gloriosa del evangelio, solo se recibe por la fe. ¿Pero cómo creerán si nadie les predica? El mundo necesita con urgencia el evangelio y considerar también su enseñanza sobre el cuerpo humano.

4. El evangelio considera nuestros cuerpos

Por último, quiero señalar un aspecto importante del evangelio: Dios se hizo carne. Esta verdad debe transformar toda nuestra comprensión del cuerpo humano. Además, la plena humanidad de Cristo es una verdad clave para nuestra redención y para el consuelo que los creyentes tenemos en Él (He 2:17-18). Al resucitar, Jesús no se desentendió de la humanidad, sino que recibió un cuerpo glorificado, que muchos testigos vieron y tocaron (Jn 20:2024-29). Esto demuestra el valor del cuerpo para Dios y nos trae esperanza en medio de nuestra fragilidad de que un día resucitaremos con Él y recibiremos cuerpos transformados (1 Co 15:221 Ts 4:14).

El evangelio es el mensaje de redención de nuestras almas y de nuestros cuerpos (1 Co 6:20). No podemos hablar de evangelio sin mencionar esta esperanza que tenemos en Cristo.

Demos gloria a Dios con nuestros cuerpos

En la actualidad, muchos cristianos sufren malestares físicos innecesariamente o tienen hábitos poco saludables porque han desconectado su fe de sus cuerpos. Necesitamos desarrollar una «teología del cuerpo» que sea fiel a las Escrituras y al evangelio, para que también podamos dar una respuesta a este mundo que lucha en vano e infructuosamente contra las consecuencias del pecado.

Nuestros cuerpos tienen el propósito de dar gloria a Dios. Por lo tanto, dejemos que el evangelio sature todo nuestro pensamiento. Demos gloria a Dios con una mayordomía corporal digna de la vocación a la que hemos sido llamados. Mantengamos siempre presente la esperanza de que un día le veremos cara a cara, cuerpo a cuerpo, y nunca más nos separaremos de Él. Hasta ese día, busquemos honrar a Dios con nuestros cuerpos y toda nuestra vida.


Daniel Cabús es el fundador del ministerio El Cristiano Fitness. Cabús ha desarrollado su experiencia como entrenador físico en Barcelona y tiene una diplomatura en Estudios Bíblicos por el Instituto Integridad & Sabiduría. Es aspirante al Master en Divinidades del Southern Baptist Theological Seminary. Vive con su esposa Yamile y su hija en Barcelona, España, y sirve en la Iglesia Evangélica de la Gracia como maestro y predicador. Puedes leer más sobre la Mayordomía Corporal Bíblica en su newsletter Las Perlas de la MCB y comenzar a reformar tu vida saludable desde el corazón. Puedes seguir su contenido digital en Instagram y Youtube.

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